Ciencia, cine, música, se entrelazan formando una colorida realidad, recordándonos que la ciencia forma parte integral de nuestra cultura.
Por Claudio Pairoba
Corría 1981 cuando Dudley Moore llega a las pantallas con "Arthur”, la película sobre un insufrible millonario que logra ser rescatado de
su monótona vida por una, todavía fresca Liza Minelli. Imposible no mencionar al gran actor británico John Gielgud, de sólida formación teatral interpretando Shakespeare y compañero de Lawrence Olivier en sus años de formación actoral. Gielgud ganó un Oscar como mejor actor de reparto, interpretando al mayordomo de Arthur.
La banda de sonido tuvo canciones inolvidables como “Fool
me again” (Engáñame otra vez) interpretada por la juvenil y encantadora
Nicolette Larson. Sí, la misma que en 1978 había lanzado el hit “Lotta love”, infaltable en las épocas en que
todavía se bailaba lento.
1981 fue un año con gran cantidad de estrenos en el cine
nacional. Hubo de todo como en botica: películas de Enrique Carreras (“Ritmo,
amor y primavera”), Fernando Siro (“Las vacaciones del amor” del grupo de
películas que incluía a las infartantes de los ’80. Monica Gonzaga obviamente incluída),
y del recientemente fallecido Sergio Renán (“Sentimental”). También fue el año de estreno de “De la
misteriosa Buenos Aires”, película dividida en tres segmentos a cargo de
distintos directores (Fischerman, Wullicher y Barney Finn), y basada en el
cuento de Manuel Mujica Lainez.
Otros estrenos incluyeron “Momentos”, de la pionera MaríaLuisa Bemberg y “Los viernes de la eternidad” de Héctor Olivera. Esta última con un elenco
multiestelar encabezado por Thelma Biral, Hector Alterio y Susana Campos.
En ciencia, los avances se centraban en la espectroscopía
(Premio Nobel de Fisica compartido), reacciones químicas (Premio Nobel de
Química compartido), hemisferios cerebrales y sistema visual (Premio Nobel de
Fisiología o Medicina compartido). El Nobel de Literatura era otorgado a Elias Canetti, escritor búlgaro autor de libros (“La comedia de la vanidad”, “La
torre de Babel”) y obras teatrales (“El
casamiento”, “Sus dias están contados”). Su escritura estuvo profundamente
influenciada por la riqueza de idiomas a la cual estuvo expuesto desde niño.
Fuentes
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