sábado, 27 de agosto de 2016

Lavoisier: Grandes éxitos de la Química Barroca

En sus primeros cien años, la Química había dado muchos tumbos. Algunos químicos seguían con mentalidad de alquimista, como el que descubrió el fósforo por casualidad buscando oro en la orina. Como en la Edad Media, hablaban de aceite de vitriolo en lugar de ácido sulfúrico y recurrían a una sustancia imaginaria, el flogisto, para tapar los agujeros de unas teorías que no habían cambiado desde de la Grecia antigua. Antoine de Lavoisier logró sacar a la Química de aquel callejón sin salida pero, pese a ser un revolucionario científico, murió guillotinado en 1794 porque en la Revolución Francesa cayó en el bando equivocado. Nacido en un una rica familia parisina, heredó una fortuna a los 25 años, recién admitido en la Academia de las Ciencias, y decidió invertir en una compañía privada que recaudaba impuestos para el Estado y se ensañaba con los pobres.

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Grabado de Antoine-Laurent Lavoisier, en su laboratorio. Autor: Louis Jean Desire Delaistre

Ese mismo negocio que le llevó a la guillotina le permitió montar el mejor laboratorio privado de la época sin reparar en gastos. Le obsesionaba medir y pesar todo con exactitud y así derribó las creencias en la vieja teoría de los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego), según la cual el agua podía transmutarse en tierra. Al hervir agua durante mucho tiempo aparecía un residuo sólido en el fondo del recipiente, así que ¿cómo atreverse a dudar de la evidencia? Lavoisier lo hizo y, con sus precisos experimentos, demostró que el recipiente de vidrio perdía un peso igual al del sedimento que aparecía.

Siguió prosperando al casarse con la hija de un directivo de su compañía. Hicieron muy buena pareja en el laboratorio: ella tomaba notas de sus experimentos, le dibujaba las ilustraciones y le traducía artículos científicos en inglés. Juntos abordaron el tema candente de la química del siglo XVIII: ¿por qué unas cosas arden y pierden peso al calentarlas, mientras que otras, los metales, se cubren de óxido y ganan peso? Lavoisier sospechó que lo que ganaban los metales lo perdía el aire y siguió las pistas dejadas por otros químicos.

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Se perdió varias veces y se equivocó otras tantas, hasta que el inglés Priestley le habló de una nueva clase de aire, que hacía que las cosas ardieran mejor, o se oxidaran antes, y con la que los ratones sobrevivían el doble de tiempo y muy activos en un recipiente sellado. Lavoisier repitió los experimentos de Priestley y se apropió del descubrimiento de ese nuevo elemento que formaba parte del aire y al que llamó oxígeno (“generador de ácido”, en griego), creyendo por error que estaba presente en todos los ácidos.

De error en error, llegó al acierto final: su Tratado elemental de química (1789), publicado el año de la Revolución Francesa. En él explicó que la combustión, la oxidación de los metales y la respiración de los animales son en realidad un mismo tipo de procesos: reacciones en las que se consume oxígeno. Al experimentar en recipientes cerrados, comprendió que en las reacciones químicas no se perdía ni ganaba peso. Puedes quemar esta hoja y convertirla en humo y cenizas, pero la cantidad total de materia sigue siendo la misma: se puede transformar, pero no eliminar. Es la ley de la conservación de la masa de Lavoisier, la primera teoría científica que tuvo la Química.

También les dio a las sustancias químicas sus nombres modernos y creó la primera tabla de los elementos, en la que ya no estaban aire y agua, pero todavía incluía la luz y el calor. A pesar de sus errores y de que no descubrió ningún elemento, supo recopilar los descubrimientos de otros y darles un sentido que no tenían por separado. Al día siguiente de su ejecución, el matemático Lagrange lo recordó así: «Bastó un instante para cortar esa cabeza, y cien años puede que no sean suficientes para dar otra igual».

Francisco Doménech para Ventana al Conocimiento

Fuente:
www.bbvaopenmind.com

sábado, 20 de agosto de 2016

Innovando el transporte de órganos para trasplante

Un grupo interdisciplinario de jóvenes investigadores desarrollan un producto de indudable necesidad.

Carnevale, Guibert, Bacigalupi, Mancini y Juan de Paz (Izq. a der. - Foto: C. Pairoba).




Los órganos que van a ser transplantados se transportan en conservadoras como las que se usan para ir a la playa o a un picnic. Esto parece increíble cuando consideramos que estamos hablando de órganos de cuyo transporte adecuado depende la vida de una persona. El sistema ha venido funcionando de esta manera, pero un accidente reciente nos muestra lo frágil de la metodología que se usa en la actualidad para transportar vida.

En el ámbito del Centro Binacional (Argentina-Italia) de Investigaciones en Criobiología Clínica y Aplicada (CAIC), cuatro jóvenes trabajan para desarrollar una nueva forma de transportar órganos para trasplante. Lo que surgió como una consulta a través de una red social derivó en un proyecto que abre un abanico de interesantes posibilidades con aplicaciones específicas.

Magalí Mancini (MM) y Constanza Bacigalupi (CB) son dos estudiantes próximas a recibirse de la carrera de Diseño Industrial (Universidad Nacional de Córdoba). Como proyecto final de tesis trabajan en un dispositivo para transportar órganos. Su interés por incorporar a su proyecto un sistema de enfriamiento de origen nacional las llevó a contactarse con Matías Carnevale (MC), Licenciado en Genética de la Universidad Nacional de Misiones, y con Leonardo Juan de Paz (LJdeP), Licenciado en Biotecnología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), ambos becarios del CAIC.



Detectando una necesidad
¿Cómo se conocieron?
MM:
Nos conocimos en un congreso buscando temas para tesis. A las dos nos interesaba el diseño industrial relacionado con el ámbito médico. Queríamos hacer un proyecto que no quede solamente en la tesis si no que vaya más allá. Que pueda ser después o nuestra fuente de trabajo o un proyecto que se pueda producir.

CB: Llegamos a la temática de la preservación de órganos leyendo e investigando temas en el ámbito médico. Leímos una noticia de donación que se hizo en México y en la cual se había abierto un contenedor. Esto nos alarmó y llamó nuestra atención. Por eso nos interesó ver qué podemos aportar desde el diseño para solucionar la problemática.

Parece rudimentario utilizar una conservadora.
MM:
Es una conservadora común de picnic, familiar, con hielo y pañales en la base para absorber las filtraciones y un rótulo de la entidad competente. El órgano va dentro de una bolsa. Después del accidente dijeron que el órgano no había sufrido daños y que el paciente estaba bien.

¿Se usa el mismo método de preservación independientemente del órgano?
MC:
Se usa el mismo método para todos, pero obviamente hay órganos que son más sensibles. Este tipo de preservación se denomina preservación estática. Bajan el metabolismo del órgano para que no sufra demasiado daño por la falta de oxígeno hasta que están en condiciones de implantarlo. Para todos los órganos se trabaja de la misma forma, fundamentalmente grandes órganos abdominales y torácicos. Para las córneas, por ejemplo, se trabaja con otra metodología de preservación.

O sea que el dispositivo sobre el cual Uds. están trabajando sería para dejar de usar estas hieleras y también para mejorar las condiciones de llegada del órgano.
MC:
Nosotros vemos la necesidad, siendo que hay equipos médicos o de laboratorio que son tan costosos. Nos parece ilógico no invertir en un sistema de transporte adecuado. Había que desarrollar algo. También tratar que el órgano sufra el menor daño posible ya que se trata de la calidad de vida de una persona.

¿Qué pasa en los países del Primer Mundo?
MM:
Por lo que vimos hay algo desarrollado, pero no siempre se cumplen las normativas que hay que seguir. Por ejemplo, enfrían pero no son autónomas o no se llega a la temperatura a la cual se tiene que llegar. Nosotros lo que queríamos es buscar algo que reúna todas las condiciones en un solo producto. Así llegamos a esta instancia.

¿Cómo se relaciona esto con la normotermia?
MC:
La perfusión en normotermia es una técnica para el reacondicionamiento del órgano antes de implantarlo más que para preservar.

CB: No hay antecedentes directos de algo que resuelva la problemática en particular. Otro aspecto fundamental desde el diseño industrial específicamente, es el tema comunicacional de producto, de que sea una conservadora para el uso médico. Que se regulen y respeten las normativas vigentes, que se adapte para el personal interviniente de los procuradores y que comunique que está llegando vida y no una lata de cerveza.

MM: Es como que impactaba mucho tanto a los médicos como a los familiares de transplantados con quienes hablamos. Nos decían “yo vi llegar en una conservadora de picnic el órgano que era para mi hija”. Esto era muy chocante.

MC: El equipo que estamos desarrollando ahora deja de ser una conservadora. Es un sistema de enfriamiento controlado, algo distinto. Estamos tratando de evitar el uso de hielo. Buscamos usar placas eutécticas que es algo más higiénico. Es un sistema de preservación estática del órgano, no una conservadora.

¿Que tipos de productos industriales se desarrollan en Córdoba?
CB:
Hay una tendencia a hacer productos para la industria agrícola o automotriz, quizás. No parece haber tanta influencia en el campo médico y a nosotras nos interesó hacer este aporte. Los egresados tienden a insertarse mucho en la industria agrícola.

MM: Con el tema de las impresiones 3D hay también como un auge de la aplicación médica.

Proyecto interdisciplinario
Leonardo Juan de Paz es también técnico electrónico. Sumado a su formación en biotecnología, esto le permite aportar un aspecto importante a este proyecto que nació siendo interdisciplinario.

Es interesante el tema de la interdisciplinariedad planteada en este proyecto.
LJdP:
La cooperación nació a través de las redes sociales. Ellas estaban buscando algún tipo de asesoramiento sobre qué sistema de frío usar y lo contactaron a Matías. Estuvimos viendo varias opciones que ellas nos habían preguntado y se generó un intercambio desde hace más de un año. Un par de meses atrás nos acercaron una propuesta concreta sobre qué sistema tenían planteado usar, nosotros lo vimos, le dimos nuestra opinión y como somos inquietos, el desafío nos motivó. Decidimos ver si podíamos hacerlo nosotros, o sea la posibilidad de ofrecer otra cosa.

MC: La idea era desarrollar algo mejorado a lo que ellas tenían, que sea más aplicable y que nosotros lo podamos validar con la experiencia que tenemos trabajando en preservación de órganos.

MM: Lo que nosotras teníamos era una opción de Francia con un sistema de refrigeración patentado y probado que nos costaba un precio muy alto. No conseguíamos respuesta de la Argentina para ver quién nos podía asesorar con esto. Teníamos una parte, pero nos faltaba, justamente, esto que estamos haciendo. Llegamos acá, tenemos esta otra opción y por suerte se puede validar desde el punto de vista científico.

CB: Y el plus de poder fabricarlo en el país, con la industria local. Esto es muy importante a nivel del diseño para que se pueda ejecutar, producir y comercializar acá.

El apoyo del CAIC
Edgardo Guibert (EG) es vice-director del CAIC y resaltó la importancia de las distintas áreas del conocimiento que se ponen en juego en este proyecto.

EG: Creo que este tipo de interacciones son útiles no solo desde el punto de vista de la creatividad sino también por una cuestión del lenguaje. Acá tenemos que estar hablando algo que interprete una persona que sabe de diseño industrial, otra persona que sabe algo de Fisiología y alguien que sabe de electrónica. Y todo eso tiene que ser en un lenguaje donde se entiendan las tres partes y dé un fruto. Y el fruto en este caso es solucionar un problema que está en una caja negra sin ser resuelto. Esto es una primera aproximación de conocimiento personal, ver qué es lo que se hace acá o lo que se hizo allá y juntarlos. Después habrá que buscar alguna vía de vinculación tecnológica de la UNR, el cual es un muy buen canal que está dando sus resultados. Este sería un muy buen ejemplo de aplicación.

LJdeP: Les comentaba a las chicas la buena predisposición que hay para todo lo que sea emprendimientos de base tecnológica en la provincia de Santa Fe. Hay subsidios, préstamos para proyectos. Al tener una idea que permita obtener un producto con un valor agregado de conocimiento bastante importante están casi en el lugar y el momento indicados para lanzarse. Esto es algo muy valioso para evaluar. Todo el mundo está muy interesado en invertir en tecnología.

MM: Tenemos un plan de negocios en el cual tenemos que terminar de ajustar el tema de precios y demás. Justamente por este sistema que no teníamos en el país y para el que se nos presentaba esta opción del exterior. Pero sí tenemos pensado llevárselo a un inversor o esta otra opción de conseguir fondos.

MC: El objetivo final de esto es netamente aplicado ya que lo que ellas quieren es tratar que este sistema se aplique de manera habitual en la clínica  dentro del país lo cual está bueno.

EG: también hay que tener en cuenta que estamos trabajando en algo que se va a aplicar en salud humana lo que implica una reglamentación muy particular. O sea que los cuidados son mucho más estrictos.

Hace dos años y medio que están trabajando en este proyecto. Una iniciativa que nació de una consulta a través de las redes sociales involucrando a gente joven con ganas de generar un producto necesario y con una aplicación concreta.

sábado, 13 de agosto de 2016

Fabricio Ballarini: “Más ciencia es más libertad”

No soy un divulgador”, se apresura en aclarar Ballarini. “Soy un científico que sabe contar las cosas que hace y lo hace desde el lado pasional que, por otra parte, es como yo soy. Sé divulgar lo que hago en materia de ciencia. Y tengo mis limitaciones”, reconoce. 


Todo comenzó con su grupo reunido, interrogándose; y tomando la decisión de comenzar a dar charlas para pequeños grupos de docentes. A poco de andar cayeron en la cuenta de que llegar a un universo mayor de docentes iba a demandarles mucho tiempo. Optaron, entonces, por correr un riesgo haciendo una convocatoria abierta; y para su sorpresa, se anotaron 800 docentes en tres días. “Nos dimos cuenta de que existía un interés que habíamos subes-timado”, afirma el investigador del Conicet. Y lo que fue un tímido intento se transformó en una bola de nieve, llegando a realizar más de una docena de jornadas multitudinarias.

Mañana, una de esas convocatorias se realizará en Rosario y tendrá lugar en el Salón de Usos Múltiples de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, de Riobamba 220 bis. Ballarini, que será uno de los dictantes, re-cuerda que “fue en 2008 cuan-do empezamos a hacer demostraciones en escuelas, tratando de buscar cómo mejorar la estrategia de la enseñanza de las ciencias. Estaba terminando el doctorado y tenía una pregunta que estaba vinculada con una investigación, y a partir de los resulta-dos que obtuve me pareció que la podía extrapolar al ambiente educativo e intentar hacer una experiencia que les reportara a los estudiantes su aceptación de la ciencia; a la vez que podría transformarse en un buen material para los docentes, motivándolos a recurrir a métodos innovadores de enseñanza”.

Ballarini no puede ocultar su entusiasmo, y lo expresa: “Allí descubrí dos cosas: que los docentes estaban muy entusiasmado y que había un vacío en la educación Y tratamos de brindar contenido científico a esa comunidad ya que no había nada”.

El grupo está por presentar un libro para regalar, >Educando al cerebro I>. Tiene una web (www.educandoalcerebro.com.ar); está en Facebook, “Educando al cerebro”, sitio en el que cuentan con muchos seguidores. Llevan hechos algunos videos. Fueron a Uru-guay. Y se han convertido en una ONG, mediante la cual acaban de recibir un subsidio para hacer investigación. “En dos años y medio hemos tenido un crecimiento increíble”, se enorgullece Ballarini.

En los encuentros suelen recurrir a un test que está basado en el comportamiento del cerebro cuando se requiere apelar a los recuerdos; siguiendo el cual, diseñan un experimento en el aula. Así lo explica Fabricio Ballarini: “Tomamos un protocolo de aprendizaje cualquiera; puede ser que las personas apelen a un recuerdo o mostramos un dibujo; a los chicos más chicos les contamos un cuento y nosotros tratamos de modularlo, de mejorarlo para que ese re-cuerdo quede fijado. Y vimos que las experiencias que están cercanas a cuestiones que fue-ron sorprendentes y que asombran se recuerdan mucho más. Por eso recurro al episodio de las Torres Gemelas o a un nacimiento, u otro tipo de experiencia; y lo que obtuvimos fue que el recuerdo, en esos casos, tiene más fuerza y, aparte, recordamos cuestiones periféricas que su-cedieron cercanas al recuerdo principal y que, de otra manera las hubiésemos olvidado”. 

—¿Aplicar esta metodología es tan sorprendente como el intento que hicieron para contactarse con los medios?
—Esa fue una locura que salió bien. Fue correr un riesgo. Fue una experiencia que se reveló como muy útil porque nos dimos a conocer y porque pu-dimos hacer en vivo la experiencia, a la vez que cada uno de los oyentes “experimentó en carne propia” nuestra propuesta. Cada oyente se convirtió en un sujeto experimental de su propia experiencia de aprendizaje. Los oyentes que lo entendieron no lo van a olvidar jamás. 

—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…
—Sí. Les mandé un email. Me presenté como becario del Conicet que estaba haciendo un trabajo de investigación, y la gente de Vorterix, con Pergolini a la cabeza, entendió rápidamente; él es un hombre muy informado en el tema de las ciencias y accedió a hacer-lo en vivo. Por supuesto lo hablamos mucho, ajustamos los detalles y nos largamos. Estuvo encantado de hacerlo. Generamos un vínculo a par-tir de esa experiencia y nos abrió las puertas de la radio a tal punto que su propio pro-grama tiene un micro de cien-cia grabado y animado; y, de toda la programación de su radio que es de rock, el micro de ciencia es el más visitado. Algunos han llegado a recibir 350.000 vistas, que es mucho más de las que obtiene un re-cital de rock.

Ballarini, el joven doctor en ciencias biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet, “científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro >REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un medio masivo de comunicación”, sostiene. 

—Recurrir a un experimento siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?
—Me encanta esa visión. Más, me gustaría tener un programa en el que no solamente comunicáramos ciencia, sino cómo hacer experimentos; porque es la manera indirecta de aprendizaje efectivo. Yo vivo haciendo experimentos y puedo asegurar que es fasci-nante el momento de llegar al final para poder ver el resultado. Cuando me aproximo al resultado siento una mezcla de nerviosismo y emoción enormes. Si somos capaces de contárselo a los chicos va a operar como un imán.

La ciencia, como la política, es uno de los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.

“De lo que estaba hablando era de nuestra cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.

Fuente
elciudadanoweb.com

domingo, 7 de agosto de 2016

200 años de Ciencia en la Argentina

En el marco de las múltiples actividades que se realizaron con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la Academia Nacional de Ciencias propuso y concretó un ciclo de conferencias para debatir sobre la existencia de una Ciencia Nacional.




El devenir de la Ciencia en la Argentina, los puntos a favor y en contra de una ciencia nacional, su imagen en el mundo, pasado, presente y futuro, la apropiación por parte de la sociedad del conocimiento científico y la imagen que el ciudadano tiene sobre el mismo, son algunos de los aspectos que se trataron en las actividades realizadas.

Descargar conferencias aquí.

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