Las películas de Hollywood han ocasionado, a lo largo de los años, problemas ambientales que pasaban usualmente desapercibidos. Hoy, y con una mayor conciencia del impacto de nuestras acciones en el cuidado del ambiente, esos episodios resurgen bajo una nueva mirada.
Por Claudio Pairoba*
Mucha agua ha pasado bajo el puente desde aquellos tiempos a fines del siglo XIX cuando Daeida Wilcox y su esposo Harvey compraron tierras al sur de California. La urbanización que Daeida bautizó con el nombre de Hollywood (bosque de acebos) llegaría a convertirse en lo que hoy conocemos como la meca del cine.
Los productores huían de Nueva York, donde la industria había comenzado. Las razones eran varias: altos impuestos, poco sol, inviernos largos que dificultaban el rodaje en exteriores y la constante amenaza de Thomas Alva Edison, inventor de las cámaras usadas por el rodaje que reclamaba sus derechos a todo aquel que quisiera usarlas.