lunes, 14 de junio de 2010

El argentino que venció al Pentágono

Extracto de la nota publicada en Clarín el 13/06/10. El artículo completo puede leerse en http://www.clarin.com/zona/argentino-vencio-Pentagono_0_279572193.html

Por Gustavo Sierra


Juan Torres perdió a su hijo soldado en Afganistán. Creía que lo había matado la mafia de la heroína. Luego, descubrió que había sido una medicina que le dio el propio Ejército. Logró que prohibieran la droga en todo el mundo.

Juan Torres se inclina sobre la corona de flores resecas, toca la bandera de las tiras y las estrellas y dice algo. “Le hablo a mi hijo, le hablo “al cabezón”. Le digo que esté bien. Que yo estoy bien. Que su madre y su hermana también lo están. Y que voy a seguir la lucha por él”, dice Juan mirando de reojo la larguísima lista de muchachos de Chicago muertos en las últimas guerras, desde Vietnam hasta Afganistán, grabadas en la piedra del monumento levantado en pleno centro de la ciudad del viento. “Fiiiijate”, me remarca con su inconfundible acento cordobés, “son todos apellidos hispanos. Los hispanos somos la carne de cañón”. Y se inclina nuevamente sobre la pequeña corona de flores secas y vuelve a murmurar. “Le dije a mi hijo que no se preocupe. Que voy a seguir luchando para que no haya más chicos hispanos que tengan que ir a la guerra para poder progresar. Le dije que no van a ir más engañados como él. Le dije que él no murió para nada”, me cuenta este argentino cuando ya salimos del lugar y caminamos por la avenida Wabash mientras el viento de la primavera nos barre como si fuéramos hojas.

Juan logró vencer al Pentágono y a una de las empresas farmacéuticas internacionales más poderosas del mundo. Ya no podrán suministrar a los soldados, ni a nadie, las pastillas contra la malaria que terminaron matando a su hijo Juan/John cuando cumplía con su servicio como soldado en el Ejército estadounidense en Afganistán. Está esperando que termine el juicio que les inició para cobrar la compensación con la que armará una fundación dedicada a ayudar a los soldados que regresan con afecciones psicológicas tras la guerra y a que el Ejército no los use como “conejito de Indias” suministrándoles medicinas que no están probadas fehacientemente.

Pero por sobre todo, para poder seguir con su campaña de alertar a los chicos de las escuelas de los barrios pobres hispanos que no se dejen engañar por los reclutadores de las fuerzas armadas. “Ahí está el nudo de todo. Se llevan a los chicos cuando aún son menores de edad. Les prometen que van a ser héroes de películas, que les van a pagar la universidad, que van a viajar. Y es todo mentira. ¡Si a mí me quisieron cobrar hasta el préstamo que le habían dado a mi hijo para que estudiara! Pero ya había terminado su carrera hacía mucho y ni sé qué pasó con el dinero. Pero igual me lo querían cobrar. ¡Es todo una gran mentira!”, sigue contando Juan mientras nos subimos a su camioneta marrón y se dispone a manejar hacia su casa de Schillerr Park, a una media hora del centro de Chicago.

Susana, la madre, envió varios pedidos de información sobre la muerte de su hijo a través del Freedon of Information Act. No le respondieron los dos primeros, pero meses después de presentar el tercero le llegó un sobre con nueve páginas clasificadas del reporte del psiquiatra del Ejército Robert Ensley escrito en junio de 2005. “Ahí es cuando se abre la caja de Pandora”, dice Juan. Ensley dice que Juan/John era un soldado más maduro que el promedio, competente y sociable. Y al final menciona la medicación que estaba tomando: Lariam, o mefloquine hydrochloride, una droga contra la malaria conocida por sus devastadores efectos secundarios.

En los años 80, el instituto Walter Reed de investigaciones del Ejército desarrolló la pastilla y le entregó la licencia al laboratorio suizo Roche. Era una gran solución para el Pentágono. Cada vez que enviaba soldados a una zona tropical tenía que gastar enormes fortunas en tratamientos contra la malaria por los que hay que tomar una píldora cada día. Lariam se suministra una vez a la semana. Pero se trata de una medicina absolutamente peligrosa. Provoca alucinaciones, depresiones profundas e induce al suicidio.

En 1997 ya se formó una primera organización de familiares de personas muertas a causa de esta droga. Y en 2002, una serie de investigaciones de dos reporteros de la agencia UPI probaron que la medicina que se receta a cientos de miles de soldados, trabajadores sociales y turistas “puede provocar cinco veces más problemas mentales que lleven al suicidio que cualquier otro tratamiento para prevenir la malaria como el antibiótico doxycline, por ejemplo”. El propio instituto Walter Reed publicó en un informe del 2004 que “al menos el 25% de los que toman mefloquine como dosis profiláctica experimentan efectos neurológicos y psiquiátricas negativos”.

La senadora demócrata por California Dianne Feinstein logró armar un comité de investigación sobre la droga en el Congreso, pero no se llegó a ninguna conclusión concreta. El entonces encargado general de salud del Ejército, James Peake, dijo al comité que “no encontramos evidencias entre el uso de Lariam y el suicidio de soldados. Sólo 4 de los 24 soldados que se suicidaron este año en Irak pertenecían a unidades a las que se les suministró esa droga”. Unos meses más tarde y como consecuencia de un pedido de informes de los Torres, el Ejército admitió que los suicidios a causa de la píldora no habían sido 4 sino 11.

El informe más contundente apareció en el Malaria Journal en marzo de 2008 firmado por el prestigioso infectólogo Remington Nevin. Dice que cerca del 10% de los 11.725 soldados desplegados en Afganistán que tomaron Lariam tuvieron graves efectos neurológicos. Y ahí se habla por primera vez de que esos efectos se potencian con el uso de algunas otras medicinas en forma paralela.

El año pasado Juan y Susana decidieron contratar al abogado Louis Font, un ex oficial del Ejercito estadounidense que pidió la baja desilusionado por la guerra y que se encarga de defender a los objetores de conciencia. Font consiguió que le remitieran todo el expediente médico y de servicio de Juan/John. Y allí encontraron la clave. A causa de los dolores estomacales, un médico del Ejército le dio unas pastillas para calmar la acidez. Fue lo que agravó las consecuencias del Lariam.

Las dos drogas juntas son fatales. Provocan inflamaciones en el pecho, alucinaciones y tendencias suicidas. Son efectos que aparecen de golpe y provocan dolores extremos en la persona. Finalmente, un juez federal aceptó el caso remarcando que por ley no se puede hacer juicio al Ejército pero sí al laboratorio Roche que elabora la droga. Fue cuando el Pentágono anunció oficialmente que ya no suministraría Lariam a sus soldados “por tratarse de una droga con efectos secundarios peligrosos”.

Roche retiró hace tres meses Lariam del mercado. La prensa estadounidense habla del cordobés Juan Torres como “el padre coraje” que logró vencer al Pentágono. La semana pasada se estrenó en Chicago el documental “Drugs and Death at Bagram” de Shaun McCanna que describe el camino recorrido por este argentino.

“Y ya estoy más tranquilo. Creo que para fin de año ya tendremos el juicio resuelto y me voy a poner a trabajar con la fundación que voy a crear en nombre de mi hijo. Yo no estoy contra el Ejército estadounidense pero no quiero que les sigan mintiendo a los chicos hispanos ni a sus padres. Como siempre digo, Juan/John me dejó un mandato. No puede haber más chicos que sean tratados como animales de guerra”, comenta Juan y besa el anillo de su hijo que lleva desde hace seis años en su mano derecha. Después mira la foto de ese chico de ojos brillantes, respira rápido y suspira profundo.

“Sabios” e “ignorantes”, o una peligrosa distinción para América Latina (2da. parte)

Por Carmelo Polino



Las consecuencias de manejarse en términos de “sabios” e “ignorantes”, sin embargo, están a la vista. Hemos transformado la comunicación de la ciencia en un acto pedagógico dentro de un contexto de enseñanza-aprendizaje y, por ello, siempre en el público existirá una laguna de conocimientos a ser llenada. La percepción de riesgos se reduce entonces a un problema de alfabetización. Si las personas supieran más, habría entonces menos resistencia a ciertas aplicaciones tecnológicas.

La aparición pública de la biología molecular ofrece incontables ejemplos donde este argumento es el que prevalece. El lugar común de las encuestas de percepción pública ha consistido en enfatizar la ignorancia científica y cierta insensatez en algunas actitudes precavidas de grupos sociales frente a campos de desarrollo científico que pueden considerarse promisorios. Nos quejamos entonces de que el público percibe mal la ciencia.

Pero el problema puede ser que estemos percibiendo mal al público. No se puede calificar tan livianamente de ignorante a una persona que manifiesta su desconfianza o incertidumbre ante los avances de la clonación, incluso cuando le falte conocimiento para distinguir las diferencias entre la clonación terapéutica y la reproductiva; pues lo que está en juego en su representación del tema, lo que le puede ocasionar vértigo, excede la comprensión de un concepto o una técnica. Se articula, más bien, con otros elementos de su cultura y representaciones del mundo.

La ciencia ha estado avanzando sobre terrenos que obligan interpelan la naturaleza de nuestra existencia misma y que, por eso, las respuestas exceden a la ciencia y a sus practicantes. Las respuestas son de la cultura de la sociedad ¿Por qué podríamos estar tan seguros entonces de que un mayor conocimiento científico conduce inexorablemente a un mayor apoyo y de allí a una mayor aceptación social de la ciencia?

Otro tanto podría decirse de aquél que mira con recelo las posibilidades que la teletransportación de átomos abre al universo de la física cuántica, preguntándose si algún día será posible que alguien desintegre a una persona en una punta de la ciudad para volver a integrarla en la otra. Si bien las intenciones de la amplia mayoría de los científicos y tecnólogos son indudablemente buenas, y los efectos de la ciencia y la tecnología en la sociedad han sido, ¿quién en su sano juicio podría negarlo?, en esencia abrumadoramente más benéficos que otra cosa, después de todo sí hubo sueños de la razón que engendraron monstruos. ¿Qué pretendemos que piense la sociedad de los científicos e ingenieros al servicio del estado que en este momento ponen a punto la parafernalia tecnológica de bombas inteligentes que explotan a diario en el suelo de Irak?

Desde ya que hay que combatir la falta de información, pero debemos reconocer que ello es un deber cívico que excede la información científica. ¿O acaso pensamos que una encuesta de comprensión de la pintura contemporánea o las leyes laborales arrojaría mejores resultados? La sociedad moderna – abandonados los ideales del uomo universale que lo comprendía todo- basa su estructura organizativa en la delegación del saber, el reverso de la moneda de la delegación del poder.

Se ha depositado así en los científicos e ingenieros -en los expertos en general- la confianza para resolver problemas de salud, higiene, seguridad, infraestructura, educación, urbanización, medio ambiente, etc. Corresponde a los expertos brindar información confiable y proponer alternativas tecnológicas acordes a garantizar el desarrollo social y el medio ambiente. En este sentido, no va a ser la industria privada quien asuma como propia esta aventura. El estado sigue siendo la garantía de que no se pierdan los objetivos fundamentales de fondo: una mejor ciudadanía, para una sociedad más justa.

Esta perspectiva hace palidecer un tratamiento de la cultura científica en términos del “modelo de déficit”. Parece evidente que ninguno de nosotros interactúa con la ciencia sólo cognitivamente; lo hacemos en “contexto de sentidos” y por eso cobra relevancia hablar de representaciones sociales. Considero que se trata de una miopía interpretativa reducir la noción de cultura científica a las cualidades de la alfabetización.

La defensa de un modelo deficitario de este tipo tiene consecuencias directas para la práctica de la comunicación, pues convalida una supuesta “inferioridad cognitiva” por parte del público, refuerza los prejuicios respecto a la capacidad de éste para acceder a la ciencia, y protege la legitimidad de la ciencia como saber superior. En el medio, perdimos la oportunidad de analizar la ciencia en una dinámica social y cultural más amplia y, por ende, más rica. Pero, fundamentalmente, margina la dimensión más relevante de todas: la democratización del conocimiento.

Continuará

sábado, 12 de junio de 2010

“Sabios” e “ignorantes”, o una peligrosa distinción para América Latina (1ra. parte)

Por Carmelo Polino



Nunca como ahora hubo tanta ciencia y tanta tecnología en tantos lados. La expansión de la información científica en la esfera social es francamente impresionante. En el diario, la televisión, el cine y la radio,las ideas científicas circulan libremente de lunes a lunes. La ciencia está metida en los teléfonos celulares, el champú, los discos compactos, la ropa de los atletas olímpicos, la comida, los perfumes y,
así, en tantos sitios que intentar enumerarlos sería insensato. Después de todo, ¿por qué tendría que resultarnos particularmente extraño hablar de ciencia y tecnología si finalmente el pensamiento científico moldea nuestras fibras más profundas? La sociedad actual, desarrollada o no, vive inmersa en una
cultura científica y tecnológica que guía el curso de los acontecimientos más fundamentales.

Aunque por supuesto el sentido común obliga a admitir que la mayoría no somos plenamente consciente de sus alcances y consecuencias. Tal vez esto ayude a comprender por qué todavía sentimos algo de pudor cuando en una reunión social comentamos que nuestra actividad consiste en difundir la ciencia o analizar
de qué forma circula y repercute en la opinión pública; puede que vivamos con el temor de que alguien nos mire con extrañeza e incredulidad y nos pida que le expliquemos en qué consiste eso de la comunicación científica, o los estudios sociales de la ciencia; o, mucho peor aún, que nos veamos ante la embarazosa situación de ensayar una respuesta para justificar la importancia de pensar la ciencia en la vida cotidiana.

Sospecho que este temor, por cierto en absoluto infundado, se conecta con
frustraciones que tienen su origen en la utopía irrealizada de la cultura moderna. Ésta vaticinaba el progreso social a consecuencia de revoluciones científicas y tecnológicas superadoras de los defectos de la condición humana. Mi conjetura es que el fracaso de los ideales de la modernidad también fue la derrota de la ciencia en su
carácter de actividad social comunicándose con amplias audiencias alejadas de la práctica científica como una vivencia en primera persona. Cuando la modernidad fracasó, entre la ciencia y la sociedad terminaron de levantarse los muros que actualmente toda la comunicación científica intenta derribar.

El problema es que la modernidad, paradójicamente, tenía en su seno el germen de la incomunicación. Incluso los hombres más lúcidos de los siglos XVII y XVIII que habían ayudado a que la ciencia llegara a los salones, a las calles y a las plazas, sin ser conscientes ponían un límite, una distinción fundamental, constitutiva, entre los científicos y los no científicos. Ofrezco un ejemplo ilustrativo, pues a veces la interpretación de los grandes problemas se esconde en los pequeños detalles que pasan desapercibidos: Francesco Algarotti publicó en 1737 El newtonianismo para las damas, un ensayo que hoy consideramos clásico de la popularización de la ciencia -entendida según los cánones modernos- no sólo por la intención que el título mismo denota, sino porque además fue escrito en formato de diálogo y en lengua vernácula, siguiendo la tradición que acaso comenzara Galileo Galilei.

Pero si bien había una intención explícita de repartir conocimientos e incluir al público en el ámbito científico, la audiencia era, inevitablemente, un ciudadano de segunda en el país de la ciencia: “el Santuario del Templo, escribe Algarotti, estará siempre reservado a los Sacerdotes y favoritos de la Deidad; pero la Entrada y sus otras Partes estarán siempre abiertas al Profano”. La actividad científica consistía en una experiencia sacra de espíritus elevados. Los hombres de la Ilustración se encargaron de marcar y propagar esta distinción frente al resto de la sociedad.

Mi hipótesis, nuevamente, es que siendo la divulgación científica una creación de la modernidad acarrea sus triunfos y contradicciones. En otros términos, que en el ímpetu por liberar el espíritu y emancipar la razón también se desarrolló un sistema de comunicación con un doble efecto: por un lado,acercando al público al ámbito de la ciencia, pero, por otro lado, rechazándolo. Como resultado, se fue construyendo un modelo jerárquico y unidireccional de comunicación social de la ciencia que tiene una vigencia abrumadora. La distancia entre los científicos y el resto de la sociedad se define como un problema de educación, de conocimiento, de déficit.

Lógicamente, no existe ciencia por un lado y cultura por otro, hay ciencia en la cultura. Pero el problema central está en nuestra herencia cultural misma, la
cual nos obliga a elegir constantemente una pésima estrategia de comunicación. Los resultados han sido deplorables. Hemos reforzado en el público la idea de que la ciencia es un santuario al que sólo acceden los elegidos, a la que se debe respeto reverencial, y sobre la cual sólo podemos hablar de la forma más solemne posible.

Todo aquél que se desvíe de la norma se arriesga a ser calificado de anti científico o irracionalista. Allí, en esas imágenes profundas, encuentro la explicación a nuestra incomodidad y al temor que nos provocan las hipotéticas preguntas molestas que acechan en las reuniones sociales.

Continuará

Fuente:
http://jcom.sissa.it/archive/03/03/F030303/?searchterm=polino

viernes, 11 de junio de 2010

Mejor arroz gracias a los hongos

Por ScienceNOW
Traducción de Claudio Pairoba


Amigo fúngico.Los hongos de Arbuscular mycorrhizal producen cientos de esporas, tales como las aquí mostradas, afuera de las raíces de la planta.


Más del 80% de especies vegetales hacen relaciones amistosas con un hongo común. A cambio de azúcar, el hongo ayuda a las plantas a extraer nutrientes del suelo. Pero las plantas de arroz, una fuente alimenticia primaria para miles de millones de personas, no tienen esta relación especial – y por lo tanto no reciben el empujoncito extra que los hongos le dan a otras plantas.

Un nuevo estudio sugiere que con una pequeña ayudita de los investigadores, sin embargo, el hongo puede unirse con el arroz, aumentando la tasa de crecimiento de la planta hasta 5 veces.

El patólogo vegetal Ian Sanders tiene la hipótesis de que a algunas esporas del hongo – conocido como Arbuscular mycorrhiza – sí les gusta el arroz pero que son genéticamente descartadas por sus hermanos. Cada espora de hongo tiene un maquillaje genético único, de acuerdo a lo que él y otros colegas encontraron en trabajos anteriores, de manera tal que algunas esporas pueden estar más predispuestas genéticamente a juntarse con el arroz que otras.

Para averiguar si este era el caso, Sanders y sus colegas en la Universidad de Lausana, Suiza, juntaron esporas fúngicas de campos cercanos a Zurich y los cultivaron en el laboratorio. Cuando los hongos maduraron, los investigadores extrajeron esporas individuales de cada progenitor y las cultivaron por 3 generaciones.

Luego, los investigadores agregaron esporas de cada generación a las plantas de arroz. Encontraron que la tercera generación de hongos – los nietos – incrementaron la tasa de crecimiento de las plantas entre 2 y 5 veces más que las otras generaciones. Aunque los científicos no están seguros sobre por qué sólo los nietos tuvieron este efecto, es probable que sea debido a la mayor variabilidad genética de la tercera generación, la cual pudo ser lograda por los científicos al cultivar esporas individuales en el laboratorio, según explica Daniel Croll, uno de los coautores del estudio que ahora se desempeña como biólogo evolutivo en Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zurich. Los investigadores publicaron sus hallazgos en la edición online de Current Biology (1).

“Es alentador que la manipulación genética de estos organismos cosmopolitas pueda tener impacto en la producción de cultivos,” dice James Correll, un patólogo vegetal de la Universidad de Arkansas, Little Rock. Pero, aclara, todavía hay muchas preguntas sin responder. “Aunque uno pueda mostrar un aumento de los cultivos en el invernadero, esto puede no traducirse en las condiciones encontradas en el campo,” expresa.

Los investigadores reconocen que el trabajo está lejos de llegar al campo. Además de mayor cantidad de estudios en invernadero, planean estudiar el impacto de los hongos manipulados sobre la tasa de crecimiento de otro cultivo comestible – la mandioca, un arbusto cuyas hojas y raíces son el alimento básico para cerca de 500 millones de personas alrededor del mundo. Este estudio se llevaría a cabo el año que viene en Colombia.

1.http://www.cell.com/current-biology/abstract/S0960-9822%2810%2900599-3

Fuente:
http://news.sciencemag.org/sciencenow/2010/06/better-rice-through-fungi.html

lunes, 7 de junio de 2010

Tony Blair formará parte de una innovadora firma de capitales de riesgo para tecnología verde

Por EconomyWatch
Traducción de Claudio Pairoba



Tony Blair se convertirá en consejero de alto rango en Khosla Ventures, la firma de capitales de riesgo fundada por Vinod Khosla, un inversor que propone el uso de tecnología verde.

Khosla Ventures, fundada por Khosla en 2004 después de dejar la firma de capitales de riesgo Kleiner Perkins Caufield y Byers, hizo el anuncio en una reunión de inversores.

La firma va a invertir U$S 1.100 millones en tecnología limpia así como en compañías de tecnología de la información.

Blair ofrecerá asesoramiento estratégico en políticas públicas a las empresas con cartera de inversiones verdes que posee la firma.

Entre las mismas se incluyen Calera, un fabricante que usa dióxido de carbono para crear productos de hormigón; Kior, la cual transforma biomasa tal como astillas de madera en biocombustibles; y Pax Streamline, la cual apunta a hacer los sistemas de aire acondicionado menos contaminantes para el medio ambiente.

“Cuanto más estudiaba todo el tema del cambio climático, conectándolo con temas de seguridad energética y desarrollo, me convencí cada vez más que las respuestas están en la tecnología”, expresó Blair en una entrevista.

Blair trabajó en el tema de políticas internacionales sobre cambio climático cuando fue primer ministro, y ahora encabeza el proyecto “Rompiendo el Estancamiento del Clima”, a través del cual apunta a moldear la política internacional sobre cambio climático.

Silicon Valley y Washington tienen una relación distante y a veces enfrentada.

Eso está bien cuando se trata de tecnología de la información, dijo Blair, ya que el gobierno no es su fuerza propulsora.

La tecnología verde es diferente, dado que los gobiernos están tratando de usarla para alcanzar objetivos de política ambiental.
“Progresos tecnológicos que sean económicamente viables – para los gobiernos, ese es el santo grial,” dijo.

Khosla dijo que la gente que trabajó en tecnología subestimó la importancia de trabajar con los creadores de políticas, y que Blair ayudaría a superar esa separación.

De la misma manera que lo han hecho Al Gore y Colin Powell, quienes son consejeros en Kleiner Perkins, Blair prestará su nombre a los proyectos, hacer presentaciones y repartir consejos, pero no estará involucrado en la actividad diaria de la firma.
Por ejemplo, dijo Blair, él podría potencialmente ayudar a cerrar un trato para que una de las compañías construya una planta piloto en un país determinado.

Khosla Ventures, con sede en Menlo Park, California, generalmente invierte entre U$S 5 y 15 millones en emprendimientos tecnológicos, y también invierte cantidades más pequeñas, cerca de U$S 2 millones, en lo que Khosla denomina “experimentos científicos”, o sea ideas para tecnología verde que son tan riesgosas y prematuras que probablemente fallarán, de acuerdo a un artículo del New York Times (1).

Su objetivo es ayudar a desarrollar tecnologías que no requieran subsidios del gobierno para sobrevivir y que sean económicamente viables en países como China y la India, manifestó Khosla.

“No estamos tratando de construir sobre lo conocido,” dijo Khosla. “Estamos tratando de hacer los sueños realidad.”

Khosla Ventures está incrementando sus inversiones en tecnología verde a medida que muchos capitalistas de riesgo han estado disminuyendo tales inversiones, en especial aquellas que requieren la construcción de industrias para producir energía alternativa.

Parece que la mediación Israel/Palestina no resultó tan buena para Blair.


1. Blair to join venture firm as adviser on technology.
Por Claire Can Miller. http://www.nytimes.com/2010/05/25/technology/25blair.html?emc=eta1

domingo, 6 de junio de 2010

El otro lado del continente africano: El caso de los derechos humanos de personas albinas en Uganda

Por Barry Comer
Traducción de Claudio Pairoba
ConduciveMag.
21 de Mayo de 2010.


En el ciclo templado entre el amanecer y el crepúsculo, las familias ugandesas se preparan para la cena. Viviendo con el ciclo de las estaciones y el reloj de la naturaleza, hay una quietud que rompe los sonidos del día. Las gallinas y las cabras se preparan para dormir, el aire se vuelve más tranquilo y las ventanas brillas con las luces nocturnas. Los sonidos diurnos del barrio se cubren con la sábana de la noche.

En esta parte de Africa, las expresiones situacionales se asemejan a la posibilidad de una vida armoniosa más completa. Sin las distracciones del norte mediterráneo, la validación de la vida en muchas casas es la familia. La simpleza de nuestra perspectiva es natural ante la vida digitalizada desde un sofá artificial. Sin el contexto y el tacto, hemos derrotado a lo misterioso, enviado a la bestia hacia un lugar tranquilo.

En Uganda, muchas cosas son como parecen y sobresalen naturalmente. “Si eres norteamericano, uno se refiere a ti como tal. Si eres árabe o japonés alguien te lo recordará en una conversación” – Kelly Allen, Beloit College. Aunque sea políticamente incorrecto para el oído occidental, hay una abierta documentación del extranjero.

El hecho de pasar cuatro meses en cualquier lugar habitado crea una sensibilidad más alerta. Para Allen, se convirtió en otra experiencia que le permitió distinguir a otra sociedad entre la mescolanza. Su experiencia resultante de la investigación reveló una raza dentro de una raza, y un pueblo viviendo en los márgenes de la sociedad. Su artículo “Opresión por omisión: El caso de los derechos humanos de los albinos en Uganda” es la investigación coordinada de entrevistas, gente dedicada y pasión por “arrojar luz en la oscuridad”.



Allen describe el mito y la mitología del albinismo diciendo, “El tema conector de los mitos y los malos entendidos asociados con el albinismo es la idea de que un chico con albinismo era un demonio o una maldición. De manera similar a las creencias que rodean a las personas con discapacidades, no es raro para un niño albino ser considerado una maldición de Dios, desencadenada sobre una familia por algo malo que la familia ha hecho. Otra supuesta fuente del chico podría ser que el fantasma de un colonizador embarazó a la madre. En una línea similar, a veces el padre puede concluir que la madre lo ha engañado con un hombre blanco. Fuera de la familia, un mito común que rodea a las personas albinas es que no mueren, sino que desaparecen. A los chicos se les enseña a huir de las personas albinas; “¡Un albino te va a comer!”.

“Cuando un grupo es definido como menos que humano, los actos de discriminación se vuelven aceptables.”

Allen continúa diciendo, “Tanzania y otros países vecinos comparten creencias similares a Uganda en torno al albinismo, lo que les ha permitido a los médicos brujos en estos países explotar estas supersticiones con el fin de obtener réditos económicos.” “Cuando un grupo es definido como menos que humano, los actos de discriminación se vuelven aceptables. La construcción más devastadora en Tanzania y Burundi es el mito de que ciertas partes del cuerpo de un albino pueden traer riqueza.”

“Hasta ahora, Uganda todavía tiene que documentar los casos de personas albinas asesinadas con fines de brujería. Sin embargo, es altamente probable que esta tendencia se vaya a introducir en Uganda, donde se los considera un poco sub-humanos”, concluye Allen. Sin embargo, Earl Morningstarr del The Morningstarr online, revista de noticias, informa que los juicios han comenzado en Tanzania recientemente. En los últimos meses, cerca de 40 albinos han sido salvajemente asesinados. Los médicos brujos usan su piel, huesos y genitales para hacer rituales o fetiches. Desde los hombres de negocios hasta los políticos de Ghana, consideran que los albinos vuelven a su poseedor rico y exitoso.

La protección para todas las personas es un derecho fundamental articulado progresivamente por la “Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano” en Francia (1789) y luego profundizada globalmente por la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre” (1948). En Uganda, la “Unión Nacional de Personas con Discapacidad de Uganda” (1987) se encarga específicamente de los estigmas, antecedentes y discriminación de personas con albinismo. Sin embargo, ninguno de estos “artículos de fe” contemporarios han creado el argumento persuasivo o la voluntad política para legislar.

La legislación se convierte en un imperativo cuando la causa afecta a todos y no a unos pocos. Los informes reveladores de periodistas como la tanzana Vicky Ntetema han ayudado a establecer una base política. La Fundación Internacional de Medios para la Mujer ha anunciado en Washington, D.C. que Ntetema recibirá uno de los premios al coraje periodístico que la Fundación entrega, a fines de este año.
Irónicamente, la protección de los derechos humanos a veces es combatida debido a la exclusividad.

El comportamiento arriesgado no es un derecho exclusivo propiedad de un grupo, género o persona. Irónicamente, la protección de los derechos humanos es a menudo combatida debido a la exclusividad. Durante las elecciones primarias en los EE.UU., el candidato Libertario Rand Paul causó revuelo nacional al cuestionar aspectos de la Ley de Derechos Civiles de 1964. Cuando fue entrevistado por Rachel Maddow, Paul no respondió a la pregunta que se le hacía respecto de si hubiera votado para tener una ley federal declarando ilegal la segregación en el ámbito laboral privado. Sus respuestas fueron desordenadas, recurriendo a argumentos poco claros que usaban los derechos de la Primera Enmienda como cubierta. Un Libertario sin la interpretación más sabia de su padre, el diputado Paul es un recordatorio de que se necesita de la existencia de muchos momentos de coraje – universalmente.

La comparación del sistema político de los EE.UU. y la ambigüedad social en Uganda no es una inconsistencia ni una pausa dramática. La relevancia deja perpleja a la imaginación, acercando temas entre países desarrollados y en desarrollo. Aunque sean social e históricamente diferentes, los EE.UU. y Uganda demuestran que personas diferentes comparten un lazo común en la red social. Si llevamos la cuestión a otra zona del debate, todos son vulnerables cuando alguien pone en duda la razón por la ganancia política o social.

Hay necesidad de tomar medidas rápidamente
Allen concluyen escribiendo, “La ambigüedad e ignorancia generales que rodean a la condición de albinismo, específicamente en Uganda, es causal de serias violaciones de los derechos humanos tanto en la esfera pública como en la privada, lo cual impide el acceso a los recursos y perpetúa un estado de negación y abuso entre las personas con albinismo. Existe una necesidad de tomar medidas urgentes, particularmente en lo que se refiere a la educación y la defensa general del albinismo en Africa Oriental. Debe haber un definición aceptada así como un entendimiento de la condición, lo cual requiere de información oficial que sea tanto cuantitativa como cualitativa.”
Su investigación es relevante y demuestra la claridad de una mente curiosa e intelectual. La conversación y la crianza de la gente de nuestro mundo nunca han sido más accesible. La disposición a cuestionar el corazón es debatible.

Fuente:
ConduciveMag

domingo, 30 de mayo de 2010

EL DEBATE: La educación media y la ciencia: crónica de una catástrofe

Por Pablo M. Jacovkis
Profesor de las Facultades de Ciencias Exactas y Naturales e Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.



Para resumirlo de una forma sintética, por lo menos en el caso argentino, la enseñanza de las ciencias en la escuela media es una catástrofe. En general es difícil conseguir equipamiento de laboratorio (y computadoras) y muchas veces, cuando profesores o directores esforzados y con inquietudes logran que se adquieran, son robados y nunca más repuestos.

Es casi imposible enseñar ciencia en un colegio secundario sin laboratorios, con profesores cada vez menos motivados y con alumnos desinteresados. Como mezquino consuelo podemos decir que la situación también es crítica en las otras áreas de incumbencia de la educación secundaria, o sea el problema es más concretamente una crisis global y total de la enseñanza en la escuela media.

Los alumnos que ingresan a la universidad en muchos casos fracasan o se demoran muchísimo por el esfuerzo inmenso que les requiere acomodarse a una manera de pensar y encarar los problemas a la cual no están acostumbrados. En última instancia, el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires cumple el papel de cubrir la distancia entre lo que sabe y lo que debería saber un estudiante secundario que llega a la universidad, y muchísimos estudiantes tardan bastante más que el año previsto para terminarlo con éxito, sin contar con los que no lo terminan nunca.

En la República Argentina, esta crisis se debe a varios factores, entre los cuales cabe mencionar en primer término la espantosa reforma de la enseñanza durante la década de 1990 a través de la Ley Federal de Educación, con la destrucción de la tradicional escuela primaria y secundaria (y en particular con la destrucción de la enseñanza técnica); curiosamente esa Ley (afortunadamente ya derogada y reemplazada por otra mucho mejor) es ahora bastante huérfana, nadie se hace responsable de su gestación.

Esto, unido a un desprestigio cada vez mayor en la sociedad de la importancia de la educación, a una visión de acuerdo a la cual la educación era algo superfluo para el triunfo personal en la vida, a una pérdida de objetivos de la educación media y una actitud de los gremios docentes basada exclusivamente en exigencias de aumentos de salarios (por supuesto justas) pero nunca en asumir como responsabilidad propia el mejoramiento de la enseñanza, y a la eliminación de cualquier consigna que indique que estudiar es importante y que, independientemente de otros factores, hay que esforzarse por aprender, llevó al descalabro espantoso que estamos sufriendo (en muchos sectores de la sociedad, incluso -desgraciadamente- en sectores intelectualmente influyentes, se considera que inducir a esfuerzos en la educación es autoritarismo y debe ser combatido).

Obsérvese que en este momento la única señal institucional hacia la sociedad (y hacia los estudiantes) por parte de las autoridades educativas argentinas que indique que el esfuerzo es importante en la educación consiste en los exámenes o cursos de ingreso a algunos colegios secundarios dependientes de universidades nacionales (no todos). Con esto no quiero decir que esos exámenes o cursos sean adecuados o no, ni que deberían o no ser reemplazados por otro tipo de evaluación.

Quiero decir solamente que son la única señal, el único mensaje que les dice a los niños “Esfuércense e ingresarán a un buen colegio”, o sea esforzarse vale la pena, puede incluso tener una recompensa. Y en cuanto a los objetivos de la enseñanza media que mencioné antes, en otras generaciones eran muy claros (y fueron muy eficientes, no solamente para educar sino para permitir la integración nacional y el espectacular ascenso social simbolizado en los hijos y nietos de inmigrantes semianalfabetos –o totalmente analfabetos– con título universitario), y respondían a la situación social entonces imperante: bachillerato con una formación de “cultura general” para quienes luego irían a la universidad, magisterio para los futuros maestros, escuelas de comercio para los futuros peritos mercantiles, educación técnica para obreros especializados y técnicos.

Y existían posibilidades universitarias también para quienes no fueran bachilleres (y nadie dudaba de que el sistema educacional público argentino era en líneas generales superior al privado: muy pocas escuelas privadas competían con las públicas). Naturalmente este sistema es actualmente obsoleto, pero no fue reemplazado por otro más actualizado.

La situación se agrava con ciencias naturales y matemática debido a que se cree que requieren más esfuerzo o inteligencia que las ciencias sociales o las humanidades. Naturalmente no es así: todas las disciplinas requieren esfuerzo y no hay ningún motivo para suponer que los matemáticos son más inteligentes que los novelistas, pero se piensa que la posibilidad de “zafar” memorizando o copiándose es menor en ciencias naturales y matemática, y por eso existe un temor reverencial o una resignación al aplazo. Y como si eso fuera poco está la contribución ideológica de las corrientes posmodernas que reducen la ciencia a una “construcción social” y le causan un daño terrible, sobre todo en países como la Argentina, en el que el sistema científico no es todavía lo suficientemente sólido como para defenderse con facilidad de esos ataques oscurantistas envueltos en un manto pseudo-progresista.

El Ministerio de Educación de la Argentina tiene plena conciencia de esta situación gravísima, y por tal motivo convocó en 2007 a una Comisión Nacional por el Mejoramiento de la Enseñanza de las Ciencias Naturales y las Matemáticas, que trabajó durante varios meses y produjo un informe con recomendaciones que están siendo implementadas por el Ministerio (la labor de la comisión también incluyó el análisis de la educación primaria). En esencia, las recomendaciones son: fortalecer los institutos de formación docente, apoyar la formación profesional y la especialización de los docentes en ejercicio y de los formadores de formadores, revisar y actualizar permanentemente los contenidos y los métodos de enseñanza, enfatizar el método experimental, asegurar la calidad de los libros de texto en uso, promover actividades que integren el trabajo en las escuelas de nivel primario y secundario y el trabajo de los científicos, valorizar la enseñanza de las disciplinas científicas a través de acciones de difusión y la divulgación, promover iniciativas extracurriculares, disponer de recursos financieros en forma prioritaria, continua y sostenida en el tiempo, y revisar y actualizar la normativa vigente.

La solución es de todos modos difícil, porque implica, entre otras cosas, profundos cambios culturales de la sociedad que, como se sabe, son siempre lentos y no necesariamente pueden ser fácilmente inducidos. Y, en última instancia, ése es el principal problema: para que la sociedad entienda que las ciencias naturales y la matemática son realmente importantes, los sectores con responsabilidad en la formación de opinión deben también estar convencidos de ello, y abandonar el pensamiento "posmoderno" que en muchas ocasiones parece que adoptaran. No es tarea fácil.

Fuente:
http://www.revistacts.net/index.php?option=com_content&view=article&id=337:el-debate-la-educacion-media-y-la-ciencia-cronica-de-una-catastrofe-iberoamericana&catid=19:debates&Itemid=38

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