domingo, 6 de abril de 2014

Fast food de laboratorio

Por Ezequiel del Bianco

De sabor algo extraño y consistencia perfecta, aunque no tan jugosa, la primera hamburguesa hecha con carne cultivada generaría un 96 por ciento menos de gases invernadero y gastaría 95 por ciento menos de agua. 




 Icono de la comida chatarra, la hamburguesa trascendió las barreras de lo culinario y hoy representa a los instintos humanos de hacer las cosas cada vez más rápido sin preocuparse tanto por la calidad y la salud. Un grupo de científicos liderado por el fisiólogo Mark Post, de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), decidió darle una vuelta de tuerca al asunto y fabricó la primera hamburguesa cultivada con células madre en laboratorio.

“Es una carne segura, no muy diferente de la tradicional. No la modificamos genéticamente. Reproducimos en el laboratorio el proceso que tiene lugar de forma natural”, explicó el científico a cargo del proyecto. La carne que comemos está formada básicamente por músculo y grasa animal, y para reproducirla en el laboratorio, el grupo coordinado por Post realizó el siguiente procedimiento: extrajo células madre de una vaca viva y las colocó en unas placas de vidrio. A estas se les suministró nutrientes y condiciones similares a las que habría en el animal, y las células comenzaron a reproducirse, creando pequeñas tiras de carne.

No obstante, para que un músculo se desarrolle de forma óptima se tiene que ejercitar, y ello es una cuestión que está en desarrollo. Las ideas que surgen al respecto son las de colocar los cultivos sobre elásticos que cambien de forma, o estimularlos con electricidad. Hasta ahora, solo han logrado desarrollar tiras de dos o tres centímetros –unas 20.000–, las cuales se apelmazaron para formar la hamburguesa tan preciada, adjetivo nunca mejor usado, porque fabricar una sola porción costó alrededor de 400.000 dólares.

A las fibras musculares obtenidas, que eran de color blanco, se les agregó jugo de remolacha para que adquirieran un color rojizo más natural. También, pan rallado, azúcar caramelizada y azafrán. “Si no pareparece carne normal, si no sabe a carne normal, no será un reemplazante viable”, afirmó Helen Breedwood, una investigadora que trabaja en el proyecto y es vegetariana. La hamburguesa fue cocida por el reconocido chef Richard McGeown en Londres el pasado 5 de agosto, rodeado de más de doscientos periodistas, y posteriormente degustada por la investigadora en alimentos Hanni Rützler, el periodista especializado en comida, Josh Schonwald, y, por supuesto, Mark Post. ¿El resultado? “Tiene un sabor extraño, parecido a la carne, pero distinto. La consistencia es perfecta, aunque no es tan jugosa”, opinó Rützler. Para Schonwald, la textura y la sensación al paladar resultaron ser iguales a las de la carne normal, pero “estaba esperando que tuviera más gusto, quizás sea así por la ausencia de grasa”, dijo. El proyecto fue financiado casi en su totalidad por Sergey Brin, cofundador de Google.

Entre la ecología, la economía y la ética
¿Por qué fabricar carne en laboratorio si se pueden criar animales? El proceso de digestión en el que las vacas transforman vegetales en músculo es altamente ineficiente. Se estima que por cada kilo de proteína vegetal que el animal consume, produce menos de 150 gramos de músculo. En el proceso emite una enorme cantidad de gas metano, responsable del 18 por ciento del total de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Sin contar los gases emitidos para transportar el ganado y su respectivo alimento, que serían difíciles de calcular con precisión. Los gases emitidos por todos los vehículos del mundo apenas superan el 15 por ciento.

Fabricar una hamburguesa convencional hoy en día resulta barato porque el sistema está estandarizado y los animales están al alcance de la mano; aun así se necesitan varios años desde el nacimiento del animal hasta que se lo destina al matadero. En el camino, la cantidad de recursos consumidos es enorme: se estima que son necesarios 20.000 litros de agua por kilo de carne, y unos 5 Kwh de energía, además de muchos metros cuadrados decampo, alimento y medicamentos.



Desde la NASA 
La primera hamburguesa fabricada en laboratorio se produjo en apenas tres meses y empleó un 90 por ciento menos de metros cuadrados, y un 70 por ciento menos de energía. El proceso fue extremadamente caro por toda la investigación y desarrollo que conlleva, pero los científicos estiman que, en un par de décadas, la carne sintética va a estar en el mercado a menor precio que la natural. Según un informe publicado por el Departamento de Investigación de la Conservación de la Vida Silvestre de la Universidad de Oxford, liderado por la investigadora Hanna Tuomisto, la carne cultivada generaría también un 96 por ciento menos de gases invernadero y gastaría 95 por ciento menos de agua. Y en este análisis estamos considerando al ganado como una simple variable económica, concepto que cada vez más se está cuestionando desde diversos sectores por motivos éticos. De hecho, la organización de Personas por el Trato Ético de Animales (PETA, por sus siglas en inglés), se manifestó a favor del proyecto. Su presidente cofundadora, Ingrid Newkirk, plantea: “Siempre que haya gente que quiera matar una gallina, un cerdo o una vaca para hacer su almuerzo, vamos a estar en contra. En vez de sacrificar millones de animales cada día, es preferible que se clonen células en laboratorio y se hagan hamburguesas con eso”.

Algo similar refiere Helen Breedwood: “A mucha gente la idea de carne artificial le parece repulsiva al principio. Pero si tomaran en cuenta lo que conlleva la producción normal de carne en un matadero, creo que también lo encontrarían repulsivo”.

El científico estadounidense Jason Matheny, a cargo del programa New Harvest que también investiga el tema, considera que la aceptación de estos nuevos productos es cuestión de educar los gustos del consumidor. “El yogur es un alimento cultivado en laboratorio con organismos vivos adentro y, sin embargo, lo comemos todos los días”, puntualiza, poniendo las cosas en perspectiva, y continúa: “tampoco hay nada de natural en comer gallinas que crecieron en un recinto aplastadas unas sobre otras y alimentadas con químicos especiales a través de un tubo”.

Carne artificial, comida de astronautas 
La idea de fabricar carne por métodos artificiales no es nueva, sino que se remonta, por lo menos, a 1936, cuando Winston Churchill, conocido por ser un aficionado a comer animales de todo tipo, en una de sus cartas escribió: “En cincuenta años vamos a poder escapar al absurdo de hacer crecer una gallina entera solo para comer una pechuga o un ala, deberíamos ser capaces de crear un medio adecuado para cultivar solo las partes que deseamos”. El entonces futuro Primer Ministro del Reino Unido no tenía idea de cómo hacer eso, ya que las células madre empezaron a investigarse a principios de los 60, y en los 90 se cultivaron los primeros tejidos en laboratorio.

El hecho de que la NASA haya sido pionera en la investigación de cultivos de células musculares para fabricar carne en laboratorio no es casual; de hecho, cuando en el futuro se realicen largos viajes, la cría de animales de granja en una nave espacial sería complicado. La primera muestra lograda fue una muy pequeña
porción de carne creada a partir de la reproducción de células de pavo y carpín, y si bien esta se cocinó, nadie pudo probarla porque en Estados Unidos está prohibida la ingesta de experimentos científicos. Por otro lado, la agencia espacial estadounidense se dio cuenta de que existían formas más simples, baratas y eficientes de alimentar astronautas, como vegetales, semillas, o esencialmente cualquier cosa que no fuera carne, por lo que dejó de financiar el proyecto.

Ese mismo año, los científicos Wiete Westerhof y Willem van Eelen, de la Universidad de Amsterdam, junto con el empresario Willem van Kooten patentaron un procedimiento en el que se usa una matriz de colágeno que se sumerge en nutrientes especiales y que inducen la reproducción de células musculares.
Para llevar a cabo el proceso se necesita un biorreactor, que en términos generales es solo un recipiente artificial que mantiene procesos biológicos activos. Los principales retos son desarrollar un método eficiente para que las células se reproduzcan a un ritmo constante, un medio rico en nutrientes  específicos, y el método de aplicación de los mismos a cada célula en particular. Además, los diversos proyectos activos apenas han logrado crear tejido muscular, pero no un conjunto de músculos específicos que puedan parecerse a algún corte de carne. Por esta razón, el equipo de Mark Post decidió fabricar una hamburguesa, y no un bife de chorizo.

Al respecto de las características nutricionales de la carne cultivada en laboratorio,la doctora Susana Fuxman, especialista en Nutrición Clínica del Hospital Italiano de Buenos Aires, afirma que esta hamburguesa en particular tiene menos nutrientes que una convencional. “Sin embargo –señala–, esto sería una ventaja, ya que el principal nutriente faltante es la grasa animal, tan perjudicial para las arterias, mientras que conserva las proteínas de alto valor biológico y el hierro”.

Si se sigue desarrollando, es probable que incluso se puedan crear diferentes tipos de carnes con vitaminas o minerales para cuestiones específicas. Fuxman concluye: “A pesar de todo, hay que tener en cuenta que no solo comemos para nutrirnos o por hambre, también lo hacemos por placer y por el hecho social que conlleva, por eso veo difícil que la carne sintética sea un reemplazo total de la carne”. 
 
Los responsables 
Las células madre permiten regenerar tejidos y eso está abriendo nuevas puertas en muchos ámbitos de la ciencia.

Claudio Pairoba, bioquímico y comunicador científico de la Universidad Nacional de Rosario, sostiene que nos encontramos ante algo nuevo que posee infinitas posibilidades. “Los descubrimientos están avanzando rapidísimo y no sabemos qué implicancias pueden tener en el futuro –comenta–, porque la tecnología en alimentos no es la única ni la principal razón para investigar células madre”. Este tipo de células cobró mucha relevancia en las últimas décadas, debido a que tienen tres características fundamentales: pueden dividirse y renovarse por largos períodos de tiempo; son no-especializadas, lo que significa que no tienen las cualidades propias de las que se encuentran en los diferentes tejidos y órganos del cuerpo; y, además, bajo las condiciones necesarias pueden dar lugar a células especializadas. Las células madre más poderosas se encuentran en un embrión en desarrollo. Se denominan totipotenciales porque pueden transformarse en cualquier otra y crear un cuerpo completo, mientras que en un organismo desarrollado hay distintos tipos de células madre adultas que pueden transformarse en variedades de células más limitadas.
 
La importancia de esto radica en que podrían ser la base de tratamientos de diversos tipos de patologías; de hecho, ya hay numerosas líneas de investigación abiertas en todo el mundo para tratar enfermedades, como el mal de Parkinson, la diabetes y la insuficiencia cardíaca. Pairoba aclara que es un tema muy controversial, porque muchas de las investigaciones están en progreso y muy pocas han salido de las placas de laboratorio para probarse en personas. “Hoy en día, es muy común escuchar de ciertos tratamientos con células madre en China u otros países, pero lamentablemente muchos de esos tratamientos no son más que cuentos chinos”, afirma, ya que no hay regulaciones internacionales sobre cómo proceder y los tratamientos testeados clínicamente son muy específicos y se cuentan con los dedos de una mano. “Otro problema es la cuestión ética, ya que para usar las totipotenciales había que destruir un embrión en las primeras etapas de desarrollo, y algunas personas se oponían a eso”, comenta y recuerda: “el doctor Shinya Yamanaka demostró en 2006 que es posible revertir el proceso de diferenciación, y transformar una célula adulta de la piel en una célula madre embrionaria. Concepto que borra del mapa cualquier conflicto ético. Esto le valió el Nobel de Fisiología y Medicina de 2012. ” Para la hamburguesa, el equipo de Maastricht no usó células madre embrionarias porque las de vacas y cerdos todavía no se pueden controlar bien.

Se utilizaron células satelitales musculares, que son células madre adultas que existen en el cuerpo del animal para regenerar músculo, y que se pueden extraer sin dañarlo.

Fuente:
www.proyectosandia.com
Esta nota fue publicada en Muy Interesante Argentina de Diciembre 2013 (Nº 338)

lunes, 17 de marzo de 2014

Crea mexicano batería con carga infinita y la patenta en Rusia


El científico mexicano Arturo Solís Herrera ha descubierto la manera de elaborar una “pila Infinita” capaz de generar electricidad a partir del agua y melanina. Este importante descubrimiento de un proceso bioquímico, no sólo no fue reconocido en México, sino que la patente fue otorgada por el gobierno ruso.

El experimento surge a partir de una molécula que existe en la piel, el cabello y el recubrimiento de la retina humana, pero que se puede producir artificialmente, (la melanina o polihidroxiindol), la cual puede romper la molécula del agua, separando el oxígeno y el hidrógeno, y extrayendo energía de ese proceso. Solís Herrera dice que su innovación busca generar energía limpia a través del hidrógeno en una lámpara que enciende con el generador Bat-Gen y que puede mantenerse prendida por 100 años.

Después de cuatro años de trámites y pruebas, el gobierno de Rusia otorgó a Solís Herrera la primera patente en todo el mundo que reconoce la existencia de la fotosíntesis humana. Este hallazgo permitió elaborar una especie de pila infinita, que el autor llama Bat-Gen, porque funciona al mismo tiempo como una batería recargable y como un generador continuo de energía.

“La melanina es capaz de romper la molécula del agua, separando oxígeno e hidrógeno, al mismo tiempo que esa reacción libera energía. Pero lo más revolucionario es que la misma molécula realiza la función inversa, y vuelve a unir el hidrógeno y el oxígeno, para que nuevamente se constituyan como agua, liberando una nueva carga de energía”, indicó el médico, con especialidad en neurooftalmología en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía.

El ciclo se puede repetir una cantidad incalculable de ocasiones, armando y desarmando la molécula del agua y liberando energía, sin que haya merma, debido a que la propia melanina ayuda a absorber nuevos fotones que están disponibles en el ambiente en las radiaciones electromagnéticas que normalmente nos rodean en todo el planeta, las cuales provienen del sol y del espacio. Con estos fotones se nutre el repetido evento iónico o eléctrico que ocurre al armar o desarmar las moléculas de agua.

El hallazgo no es una fantasía ni aparece de la nada. Desde el punto de vista científico forma parte de la corriente de estudios que busca generar energía limpia a través del hidrógeno, que es el átomo más sencillo del universo, formado por un protón y un electrón.

“Hasta ahora he gastado más de 40 mil dólares en abogados y trámites para buscar la patente y ha sido un proceso muy complejo por lo inédito de este hallazgo, que yo mismo llegué a considerar increíble”, refiere.

Y agrega que el otorgamiento de la patente en Rusia le da un aval firme a su hallazgo y deja el testimonio, con un documento legal, de que este descubrimiento fue hecho en México”, comenta el investigador, que no trabaja en ninguna universidad. Ahora los abogados que están tramitando las patentes en Estados Unidos y Europa dicen que seguramente el proceso de protección de propiedad intelectual en sus jurisdicciones se acelerará.

“El descubrimiento surgió de manera accidental cuando investigaba posibles terapias para las tres causas más comunes de ceguera en México: glaucoma, retinopatía diabética y degeneración macular provocada por la edad”, narra el científico, cuya formación académica es como médico cirujano del IPN, oftalmólogo de la UNAM, maestro en ciencias médicas de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y doctor en farmacología de la Universidad de Guadalajara.

Fuente:
www.invdes.com.mx

lunes, 10 de marzo de 2014

Alzheimer: detección por análisis de sangre



Un análisis de sangre desarrollado y validado por un equipo de investigadores de Estados Unidos puede predecir, con una fiabilidad de más del 90%, si una persona va a desarrollar algún deterioro cognitivo o Alzheimer con una antelación de tres años. 

Ya hablamos en nuestro blog (http://www.divulgades.es/cada-vez-mas-cerca-la-deteccion-del-alzheimer-a-traves-de-un-analisis-de-sangre/) de esta posibilidad, gracias a un trabajo que llevaron a cabo unos investigadores de la Universidad de Saarland, en Alemania, y en el que se identificaban doce marcadores biológicos en sangre que facilitaban información sobre el desarrollo de esta enfermedad.
 

En esta ocasión, los investigadores han descrito 10 biomarcadores, en concreto 10 lípidos, que predicen el inicio del deterioro cognitivo.
 

El desarrollo de este test y su comercialización podría facilitar la posibilidad de tratar de forma preventiva y/o temprana a individuos en riesgo.
 


Fuentes:  
http://www.tendencias21.net/Un-test-sanguineo-predice-el-Alzheimer-tres-anos-antes-de-la-aparicion-de-sintomas_a31790.html
http://www.nature.com/nm/journal/vaop/ncurrent/full/nm.3466.html

domingo, 2 de marzo de 2014

¿Le estamos derivando a Google el pensamiento crítico?

El autor reflexiona sobre el pensamiento crítico en tiempos de la Internet y Google.




Por Mukul Chopra
Traducción por Claudio Pairoba

Una de mis preguntas favoritas a un potencial postulante para un empleo es algo así:

Imaginese que está en una isla desierta sin teléfono o cualquier otro dispositivo que use Internet. Ud. nunca estuvo en New York. Ahora, si le pregunto cuántos restaurants tailandeses hay en NY, ¿cómo trataría Ud. de averiguarlo? ¿Qué consideraciones podrían ser importantes para contestar esta pregunta?

Las respuestas han variado, pero aquí les muestro algunas que son bastante comunes para la Generación del Milenio:

“Bueno, esteeee, ¿puedo llamar a alguien que tenga una computadora?” No, recuerde que no tiene teléfono.

“Mmmm...¿puedo ir hasta un bar con Internet?” No hay cafés en este lugar.

“Mi amiga vivió en NY, le podría preguntar.” No hay oficina postal o cabina de teléfono aquí para que Ud. la llame o le envíe una carta.

…y así sigue.

Muchos nunca llegan a la etapa en la cual comienzan realmente a solucionar el problema. Están demasiado ocupados tratando de averiguar como pueden llegar a alguien que los ayude a conectarse con Google.

El pensamiento crítico necesita de imaginación, perspicacia en incluso pensar “afuera de la caja”. Lo que es mucho más común en estos días es pensar “adentro de la caja” – la cual en este caso es la “caja” en tu bolsillo (tu teléfono inteligente) o incluso en tu mano (tablet).

La próxima vez que le pregunte a un “Milenio” una pregunta difícil, fíjese con qué rapidez busca su teléfono. El teléfono es una extensión de su mente. No mañana. Hoy.

Si Google lo puede contestar, ¿por qué yo debería saberlo? ¡No necesito saberlo porque Google lo sabe! Ese espacio en la cabeza y las habilidades críticas que se requieren para trabajar en un problema pueden estar en cierto peligro. Esto debería importarnos. Hay algunos tipos realmente inteligentes en Silicon Valley que pertenecen a esta misma generación, y que están inventando tecnología destacable. A su vez, están haciendo de este mundo un lugar más conectado y por lo tanto más informado. Un lugar mejor.

Pero parece haber una gran proporción de esta misma generación que está igualmente cómoda delegando el pensamiento crítico a sus aparatos inteligentes.

Otra manifestación de la misma tecnología es una aparente falta de foco. El tiempo ahora se vive en pequeños segmentos a medida que hacemos tareas múltiples atravesando una plétora de distracciones que compiten entre sí. Esto, a su vez, hace que el enfoque sostenido en un tema sea mucho más difícil, convirtiéndolo en un arte que bordea la extinción. Vivimos en una época en la cual todo lo importante tiene que ser dicho en 140 caracteres o menos, y después a otro tema. Algunos estudios han demostrado que puede llevarnos entre 4 y 8 minutos antes de que podamos reenfocarnos después de una distracción.

Se necesitarán más análisis y estudios de este fenómeno antes de que se puedan identificar, de manera precisa, tendencias marcadas a largo plazo.

¿La generación anterior estaba tan alarmada cuando las calculadoras aparecieron por todas partes? ¿Se preocupaba por que las matemáticas se convirtieran en un arte perdido?

El tiempo dirá...

Fuente:
Linkedin.com

viernes, 28 de febrero de 2014

Aprendizaje del futuro: 7 principios esenciales

Por Alicia Díez Ochoa

Tomado del artículo “7 Essential Principles of Innovative Learning” de Katrina Schwartz, lo que un buen profesor del futuro no debe olvidar:



1-El alumno debe ser el centro de lo que ocurre en la clase con actividades centradas en su desarrollo y conocimiento, actividades con las que se implique y así se auto-regulen, controlen sus emociones y motivación, que se marquen objetivos y sean dueños de su proceso de aprendizaje.
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2-Aprender es una práctica social que no puede producirse en el total aislamiento. Somos seres sociales y aprendemos con la interacción. El trabajo colaborativo puede beneficiar a todos los sujetos, hace que demos lo mejor de nosotros de las maneras más diversas.

3-Las emociones son parte importantísima en nuestros aprendizajes: se comprenden mejor las cosas cuando uno está motivado, interesado; cuando uno comprende por qué ocurre algo, el nivel de implicación es mucho mayor, el aprendizaje más profundo y valioso.

4-Todos los estudiantes son diferentes. Un aprendizaje innovador permite que esas diferencias enriquezcan a todos los miembros de la comunidad escolar. El estudiante medio no existe, enseñar lo mismo de la misma forma para diferentes estudiantes es frustrante.

5-Los estudiantes necesitan que se les exija pero no demasiado, debemos darles margen para que investiguen, descubran, se ayuden, aprendan unos de otros, aprendan otras cosas.

6-Evaluar para aprender, no de lo aprendido. Claro que hay que evaluar, pero de forma que sirva de apoyo a nuevos aprendizajes.

7-Aprendizaje interdisciplinar, acercándolo a la vida real. Un aprendizaje que uno no sabe para qué le va a servir, no tiene mucho sentido. Transferencia de aprendizajes y habilidades en un reto que debemos marcarnos como educadores.

Fuente:
www.theflippedclassroom.es

miércoles, 12 de febrero de 2014

Una investigación revela cómo la inteligencia emocional afecta el rendimiento


Los músicos con elevada inteligencia emocional son más propensos a alcanzar “la zona”, de acuerdo a una investigación de la Universidad Goldsmiths en Londres.

Por Joanna Kindeberg
Traducción por Claudio Pairoba
 
Analizando las respuestas emocionales entre pianistas clásicos, los investigadores han descubierto nuevas pistas sobre por qué algunos alcanzan el “flujo” más fácilmente. El “flujo” se define como un estado psicológico asociado con plenitud extrema acompañado de rendimiento, salud y bienestar óptimos.
 
Estos hallazgos permitirán a los intérpretes determinar cómo su personalidad afecta la llegada al flujo, el cual es considerado por muchos atletas y músicos como necesario para mejorar su rendimiento.
 
A veces, los intérpretes practican por años con el fin de incrementar la habilidad para llegar al flujo, y los nuevos hallazgos pueden darle a coaches y a maestros, tácticas para que los estudiantes lleguen a la zona.
 
El estudio, liderado por el profesor Joydeep Bhattacharya, del Departamento de Psicología de Goldsmiths, encontró que los pianistas con una característica más desarrollada en lo que respecta a su inteligencia emocional, - la habilidad de procesar de forma competente información con alto contenido emocional – son mejores para enfocarse en la compleja tarea de tocar el piano y por lo tanto tienen más probabilidades de alcanzar el flujo.
 
El profesor Bhattacharya comentó: “De manera sorprendente, la habilidad para alcanzar el “flujo” no depende del tiempo de entrenamiento con el piano o la edad en que se tomó la primera lección, sino de una característica de la personalidad”.
 
“La experiencia del flujo es altamente emocional y recompensa y la música también es fuertemente comunicativa de emociones y recompensa. Es por eso que tiene sentido que aquellos con una elevada inteligencia emocional son los que tienen más facilidad para entrar en la zona.
 
"Generalmente, el tema del flujo se investiga en el contexto del rendimiento y los deportes, pero este estudio es el primero en explicar las diferencias individuales en la relación entre flujo y la experiencia emocional de la música.
 
Ciertos tipos de música también afectaron la experiencia del flujo. La mayoría de los participantes encontró que interpretar música clásica (específicamente la música de Frederic Chopin y otros compositores de la época romántica) tenía muchas más posibilidades de “obtener” el flujo que, por ejemplo, el jazz.
 
El profesor Bhattacharya agregó: “Lo que es realmente interesante acá, es lo que esto puede decirnos acerca del flujo en general. Si la habilidad de experimentar el flujo depende tanto de las diferencias individuales entre los pianistas como de los géneros musicales, ¿cómo podemos aplicar esta información en otros contextos tales como deportes o incluso el lugar de trabajo?
 
Fuente:
medicalxpress.com

miércoles, 8 de enero de 2014

Convergencia entre ciencia y sociedad para la inclusión

La plataforma País Ciencia busca acercar la investigación científica a los colegios y barrios con el objetivo de despertar la vocación por la ciencia en los jóvenes. El proyecto, asociado al Conicet, es una experiencia de democratización del conocimiento.

El Dr. Claudio Fernandezc propulsor de una proyecto para descubrir y estimular vocaciones científicas (Imagen: Pablo Piovano).



 Por Leonardo Moledo
–Cuénteme ¿a qué se dedica?
–Soy doctor en Química biológica, dirijo el Laboratorio Max Planck de Biología Estructural, Química y Biofísica Molecular de Rosario. Soy director de la primera plataforma tecnológica de diseño y descubrimiento de fármacos en fase preclínica de Latinoamérica. Dirijo también un doctorado internacional organizado entre la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Göttingen, en el área de la Biomedicina y Biociencias Moleculares. Göttingen es una ciudad alemana de 120 mil habitantes; su universidad tiene la impresionante cifra de 46 premios Nobel asociados. Allí fui jefe de grupo hasta el año 2005. El último Premio Nobel de Medicina es de la Universidad de Göttingen. Ellos son nuestros socios.

–¿Cuándo volvió usted al país?
–En 2004 y 2005, junto a otros argentinos, lideramos una línea de trabajo que dio lugar a significativos avances en el área de enfermedades neurodegenerativas, en particular la vinculada con el mal de Parkinson. Mi trabajo científico fue repatriado en el año 2006, a través de la adquisición del primer espectrómetro de resonancia magnética nuclear de alto campo para nuestro sistema científico, que fue el segundo equipo en su tipo en ser instalado en la región.

–Y además está trabajando en un plan de comunicación de la ciencia del Conicet.
–Estamos avanzando con un proyecto para la creación de una plataforma orientada a la socialización de la ciencia llamada País Ciencia. Su objetivo es generar igualdad de oportunidades y despertar vocaciones científicas. Es un proyecto que, asociado al Conicet y otros organismos nacionales, proyectará a nivel nacional una experiencia de comunicación pública de la ciencia y democratización del conocimiento nacida en el municipio santafesino de Granadero Baigorria, donde funciona el Centro de Estímulo al Desarrollo del Conocimiento (Cedec), que es el modelo. Los otros actores involucrados son la Universidad Nacional de Rosario, la Subsecretaría de Gestión de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación y el Ministerio de Planificación Federal de la Nación.

–¿Qué tiene pensado hacer? La inclusión de la ciencia tiene muchas corrientes... y hay cosas con las que nadie sabe qué hacer, por ejemplo: la matemática.
–Vamos a coordinar acciones entre escuelas, universidades, organismos de ciencia y tecnología, y el conjunto de la sociedad. Será una herramienta educativa, inclusiva, que se ocupará de promover la socialización del conocimiento, así como de fomentar la creación de una red de centros o nodos territoriales. Queremos generar instancias de reflexión en torno del conocimiento científico situado en su contexto territorial. Hasta ahora muchas de las acciones de comunicación pública de la ciencia se han generado en el marco de pensar la relación “ciencia y sociedad” bajo los parámetros de la hipótesis del déficit cognitivo. Mi postura es tratar de desmitificar el rol del científico y pensar el conocimiento como un bien social.

–Entiendo. Yo trato de hacer las entrevistas acá en un café para sacar al científico del laboratorio, porque el científico muchas veces cuando habla lo hace para sus colegas, entonces acá no tiene el código del laboratorio. La ciencia no es sólo ciencia, la ciencia es filosofía y es historia de la ciencia. Hay que saber de dónde venimos...
–Eso queremos con este programa, que los investigadores y comunicadores de la ciencia expliquen a la sociedad de manera amena. Comparto, es necesario poner en valor todo lo que se hace desde el año 2003 en ciencia y tecnología en nuestro país. La política de Estado de ciencia y tecnología es concreta y tiene un correlato social. Es necesario que se la valore porque no alcanza con que la defendamos los científicos desde el laboratorio. Se va a defender en tanto y en cuanto la gente sepa respecto del valor del conocimiento científico, sus impactos y beneficios. Para eso es fundamental comunicar, concientizar y ampliar la cultura científica de la gente.

–Yo dirigí ocho años el Planetario de la ciudad de Buenos Aires. Nuestra postura era: la ciencia es propiedad de todos. Pero cuando decíamos todos, decíamos todos. Por eso hicimos un planetario para ciegos, para sordos, hicimos cafés científicos, fuimos a las villas. La idea era: como es de todos, es también para los que no pueden venir.
–Ahí está la clave, en que nosotros como investigadores nos acerquemos. Esa es la génesis del proyecto. Queremos conversar sobre ciencia en todos los barrios y localidades. Ahí uno como investigador científico toma conciencia de la realidad. En la villa, al chico no le importa que le expliques el principio de Bernoulli. Quieren saber, por ejemplo, cómo se hacen las plantas de potabilización de agua. Allí se toma conciencia de para quién estás trabajando, porque la ciencia y la tecnología no se agota en una proteína en un tubo de ensayo. Sólo se realiza cuando es orientada a un fin colectivo y es apropiada por la gente.

–Entiendo. También es mucho lo que se consigue cuando se les muestra un telescopio, una bacteria con un microscopio...
–Nosotros escuchamos lo que nos piden los chicos y los docentes en las escuelas de las villas. Ellos quieren aprehender un conocimiento que impacte en su calidad de vida. Sin dudas representa una superación de la comunicación de la ciencia como colección de anécdotas o datos curiosos. Estamos pensando en proyectos que enseñan a desarrollar, por ejemplo, una planta potabilizadora de agua, o cómo hacer que la basura, que contiene un alto porcentaje de materia orgánica, pueda generar biogás o biocombustible. Una parte del programa que estamos desarrollando consiste en generar fondos semilla, lo necesario para que esa escuela pueda concretar un proyecto con investigadores del Conicet.

–¿Cuál estima que será el efecto de este plan? 
–Son múltiples, el chico de la villa va a tener una vivencia transformadora vinculada al conocimiento científico. Va a conocer que existen instituciones de ciencia y tecnología, conformadas por personas que trabajan de científicos. Y a los investigadores los invitamos a salir de su territorio habitual porque el laburo lo tienen que hacer en la villa
 
–¿Y usted qué les dice?  –Los invito a participar y que dejen atrás sus prejuicios. Les digo que hay que desacralizar la ciencia y hacer entender que la ciencia no es para genios. De nada sirve pasar seis meses dando conferencias en el exterior, si acá la gente no entiende el quehacer científico tecnológico. Para que la sociedad se interese, se informe, pregunte, entienda y valore, hay que educar incluso a los investigadores. Hay que invitarlos a salir del laboratorio, porque mayoritariamente salen formados en su disciplina y tienen cierta lejanía con la sociedad. El desafío es, como ha dicho la propia presidenta de la Nación, que en las universidades nacionales la matrícula sea en un gran porcentaje de hijos de trabajadores, y que se reciban. Para eso hay que generar una escuela de científicos con compromiso social.

–¿Ya tienen armado el programa de acciones? 
–Sí, el programa, además del componente de comunicación pública de la ciencia, tiene otro que son las pasantías científicas para que los estudiantes vengan a nuestros laboratorios de investigación científica u otros organismos públicos a hacer actividades, porque el problema que estamos teniendo es que, independientemente del estrato social, los jóvenes están desinformados y se pierden vocaciones. Nosotros perdemos muchas vocaciones en el último y anteúltimo año de la secundaria, porque los chicos no saben para dónde seguir. El programa pretende vehiculizar esas vocaciones. Hay que ir al encuentro de estos estudiantes, yo creo que eso es parte del rol del científico.

–¿Qué más piensan hacer? 
–Vamos a brindar cursos de capacitación para los docentes de escuelas secundarias, vamos a dar capacitación a investigadores para enseñarles a hacer comunicación pública de la ciencia. Vamos a generar contenido audiovisual, vamos a tener una plataforma web con módulos virtuales, con contenidos para que puedan ser utilizados en las escuelas por los chicos directamente, y vamos a tener un laboratorio móvil para poder llegar a los lugares más lejanos. Es un proyecto que ataca el problema de la brecha entre ciencia y sociedad en forma integral, y que además tiene actores que tienen que ver con la generación de política científica, generación de política educativa y el territorio. Tenemos muchas expectativas de poder replicar a nivel federal el éxito que este proyecto ha tenido en Santa Fe y Buenos Aires.

Fuente
www.pagina12.com.ar

Me siento Rosario: mostrando lo bueno de vivir en la ciudad junto al río marrón

Un grupo de jóvenes muestra su pasión por la ciudad en un corto que destaca parte de sus habitantes y actividades. Messi, Aymar, el Acuario ...