No soy un divulgador”, se
apresura en aclarar Ballarini. “Soy un científico que sabe contar las
cosas que hace y lo hace desde el lado pasional que, por otra parte, es
como yo soy. Sé divulgar lo que hago en materia de ciencia. Y tengo mis
limitaciones”, reconoce.
Por
Todo comenzó con su grupo reunido,
interrogándose; y tomando la decisión de comenzar a dar charlas para
pequeños grupos de docentes. A poco de andar cayeron en la cuenta de que
llegar a un universo mayor de docentes iba a demandarles mucho tiempo.
Optaron, entonces, por correr un riesgo haciendo una convocatoria
abierta; y para su sorpresa, se anotaron 800 docentes en tres días. “Nos
dimos cuenta de que existía un interés que habíamos subes-timado”,
afirma el investigador del Conicet. Y lo que fue un tímido intento se
transformó en una bola de nieve, llegando a realizar más de una docena
de jornadas multitudinarias.
Mañana, una de esas convocatorias se
realizará en Rosario y tendrá lugar en el Salón de Usos Múltiples de la
Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, de Riobamba
220 bis. Ballarini, que será uno de los dictantes, re-cuerda que “fue en
2008 cuan-do empezamos a hacer demostraciones en escuelas, tratando de
buscar cómo mejorar la estrategia de la enseñanza de las ciencias.
Estaba terminando el doctorado y tenía una pregunta que estaba vinculada
con una investigación, y a partir de los resulta-dos que obtuve me
pareció que la podía extrapolar al ambiente educativo e intentar hacer
una experiencia que les reportara a los estudiantes su aceptación de la
ciencia; a la vez que podría transformarse en un buen material para los
docentes, motivándolos a recurrir a métodos innovadores de enseñanza”.
Ballarini no puede ocultar su entusiasmo, y
lo expresa: “Allí descubrí dos cosas: que los docentes estaban muy
entusiasmado y que había un vacío en la educación Y tratamos de brindar
contenido científico a esa comunidad ya que no había nada”.
El grupo está por presentar un libro para
regalar, >Educando al cerebro I>. Tiene una web
(www.educandoalcerebro.com.ar); está en Facebook, “Educando al cerebro”,
sitio en el que cuentan con muchos seguidores. Llevan hechos algunos
videos. Fueron a Uru-guay. Y se han convertido en una ONG, mediante la
cual acaban de recibir un subsidio para hacer investigación. “En dos
años y medio hemos tenido un crecimiento increíble”, se enorgullece
Ballarini.
En los encuentros suelen recurrir a un
test que está basado en el comportamiento del cerebro cuando se requiere
apelar a los recuerdos; siguiendo el cual, diseñan un experimento en el
aula. Así lo explica Fabricio Ballarini: “Tomamos un protocolo de
aprendizaje cualquiera; puede ser que las personas apelen a un recuerdo o
mostramos un dibujo; a los chicos más chicos les contamos un cuento y
nosotros tratamos de modularlo, de mejorarlo para que ese re-cuerdo
quede fijado. Y vimos que las experiencias que están cercanas a
cuestiones que fue-ron sorprendentes y que asombran se recuerdan mucho
más. Por eso recurro al episodio de las Torres Gemelas o a un
nacimiento, u otro tipo de experiencia; y lo que obtuvimos fue que el
recuerdo, en esos casos, tiene más fuerza y, aparte, recordamos
cuestiones periféricas que su-cedieron cercanas al recuerdo principal y
que, de otra manera las hubiésemos olvidado”.
—¿Aplicar esta metodología es tan sorprendente como el intento que hicieron para contactarse con los medios?
—Esa fue una locura que salió bien. Fue
correr un riesgo. Fue una experiencia que se reveló como muy útil porque
nos dimos a conocer y porque pu-dimos hacer en vivo la experiencia, a
la vez que cada uno de los oyentes “experimentó en carne propia” nuestra
propuesta. Cada oyente se convirtió en un sujeto experimental de su
propia experiencia de aprendizaje. Los oyentes que lo entendieron no lo
van a olvidar jamás.
—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…
—Lo interesante es que se les abrieron las puertas a un público masivo…
—Sí. Les mandé un email. Me presenté como
becario del Conicet que estaba haciendo un trabajo de investigación, y
la gente de Vorterix, con Pergolini a la cabeza, entendió rápidamente;
él es un hombre muy informado en el tema de las ciencias y accedió a
hacer-lo en vivo. Por supuesto lo hablamos mucho, ajustamos los detalles
y nos largamos. Estuvo encantado de hacerlo. Generamos un vínculo a
par-tir de esa experiencia y nos abrió las puertas de la radio a tal
punto que su propio pro-grama tiene un micro de cien-cia grabado y
animado; y, de toda la programación de su radio que es de rock, el micro
de ciencia es el más visitado. Algunos han llegado a recibir 350.000
vistas, que es mucho más de las que obtiene un re-cital de rock.
Ballarini, el joven doctor en ciencias biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet, “científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro >REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un medio masivo de comunicación”, sostiene.
—Recurrir a un experimento siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?
Ballarini, el joven doctor en ciencias biológicas e investigador del instituto de neurociencias del Conicet, “científico utópico” –como él mismo se define– y autor del libro >REC>, de editorial Sudamericana, cree firmemente que es el modo de contarla a la ciencia la que puede hacerla más atractiva. “Esto fue por la posibilidad de poder contar las cosas desde otro lado, a un buen número de docentes re-unidos y poder hacerlo, al mismo tiempo, en un medio masivo de comunicación”, sostiene.
—Recurrir a un experimento siguiendo la metodología científica y realizarlo a través de medios masivos, ¿puede agregar valor a la divulgación de la ciencia?
—Me encanta esa visión. Más, me gustaría
tener un programa en el que no solamente comunicáramos ciencia, sino
cómo hacer experimentos; porque es la manera indirecta de aprendizaje
efectivo. Yo vivo haciendo experimentos y puedo asegurar que es
fasci-nante el momento de llegar al final para poder ver el resultado.
Cuando me aproximo al resultado siento una mezcla de nerviosismo y
emoción enormes. Si somos capaces de contárselo a los chicos va a operar
como un imán.
La ciencia, como la política, es uno de los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.
“De lo que estaba hablando era de nuestra cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.
Fuente
elciudadanoweb.com
La ciencia, como la política, es uno de los productos de la cultura de un pueblo y se comportan como un tejido de mutua influencia; a apropósito de esto, Ballarini hace mención a una intervención suya en la radio cuando, al hablar de adicciones, se comparaban drogas consideradas ilegales con el consumo de sustancias tóxicas aceptadas socialmente, como el tabaco y el alcohol.
“De lo que estaba hablando era de nuestra cultura, de cómo sustancias que son muy nocivas, al ser aceptadas por la sociedad, pocos son los que reparan en su poder letal y en el deterioro que ocasionan a la salud humana. Y allí, en ese mismo momento, me pregunté para qué está la ciencia. La ciencia está para agregar evidencia al conocimiento y favorecer la vida de las personas. Si la humanidad no usa la ciencia para eso, ésta carece de todo valor. Por eso, poder brindarles a las personas información sobre lo que la ciencia produce, les abre la posibilidad de poder decidir de otra manera; es decir, adquieren más libertad, Y de ahí surgió esa frase que quedó para nosotros: «Más ciencia es más libertad»”, concluye Ballarini.
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elciudadanoweb.com