Un andamiaje hecho de gelatina favorece el desarrollo de las células ováricas hasta la ovulación.
Ovario artificial impreso con gelatina. Universidad de Northwestern |
Por Miguel Ángel Criado
El
equipo de científicas, todas de EE UU y formado por especialistas en el
aparato reproductor femenino, reproducción asistida, cirugía,
nanotecnología e impresión 3D
de nuevos materiales, se planteó cómo devolver la capacidad de parir a
ratones hembra de laboratorio a las que les habían extirpado los
ovarios. Apostaron por la impresión en tres dimensiones de la estructura
ovárica con la esperanza de que el organismo hiciera el resto del
trabajo. Si funcionaba con roedores quizá en el futuro pudiera funcionar
con hembras humanas.
"La mayoría de los hidrogeles son muy frágiles, están hechos en su
mayor parte de agua, por lo que a menudo colapsan sobre ellos mismos",
explica la profesora de ciencia de materiales de la Escuela McCormick de Ingeniería
de la Universidad Northwestern (EE UU), Ramille Shah. Pero ellas han
encontrado una gelatina que, jugando con la temperatura, permite
levantar estructuras en diversas capas sin temor a que se venga abajo.
"Nadie más había logrado imprimir gelatina con esta geometría bien
definida y auto sostenida", añade. Además, la gelatina deriva del
colágeno, una proteína muy presente en los ovarios tanto de roedores
como de humanas, lo que facilitaría la integración. En este caso se
trataba de colágeno obtenido de los cerdos.
A los pocos días del implante, minúsculos capilares se extendieron
por la gelatina y, a las tres semanas, ya había vasos sanguíneos
irrigando el implante. La última y definitiva fase fue comprobar cómo
estos ovarios artificiales despertaban el sistema hormonal de las
hembras de ratón. Los folículos de los implantes no tardaron en liberar
estradiol, hormona esteroide clave en el ciclo menstrual y el
crecimiento para los órganos reproductivos, y progesterona, la hormona
responsable de la producción de prolactina y, de ahí, la leche materna.
Con gelatina como tinta, un grupo de investigadoras ha impreso el
andamiaje de unos ovarios artificiales. Una vez implantados en hembras
de ratón esterilizadas, la estructura permitió el funcionamiento normal
del proceso reproductor, desde la división celular hasta la ovulación,
pasando por la activación hormonal. Tras aparearse con machos, parieron
ratones completamente sanos a los que pudieron amamantar.
Lo primero que hicieron fue elegir el material con el que imprimir
los ovarios artificiales. Al estar formados por tejidos blandos,
tuvieron que descartar la mayoría de las tintas usadas en impresión 3D:
una vez solidifican acaban adquiriendo una rigidez que impediría tanto
la implantación como la aceptación por parte del organismo. La otra
alternativa era algún hidrogel que, una vez impreso, fuera lo
suficientemente maleable y poroso como para que interaccionara con los
tejidos internos del animal. La respuesta la encontraron, según cuentan
en la revista Nature Communications, en la gelatina.
Tan determinante como el material fue esta geometría. Partiendo del
modelo estructural de los ovarios de los roedores, las investigadoras
probaron varias combinaciones de impresión. Buscaban la mejor para que
los folículos ováricos, la unidad básica de la biología reproductiva
femenina de la surgen los ovocitos y, finalmente, el óvulo, agarraran
bien. Jugando con la matriz de impresión de cada capa de gelatina y el
ángulo, lograron una configuración que ofreció tasas de supervivencia de
los folículos cercanas al 100% tanto en los experimentos in vitro como in vivo.
"Creemos que la forma determina la función. No está claro el porqué,
pero claramente hay diferencias en cómo funcionan los folículos según
sea su entorno", explica la directora del Instituto para la
Investigación de la Salud Femenina de la facultad de medicina de
Northwestern, y coautora del estudio, Teresa K. Woodruff. La geometría
por la que apostaron no solo facilitó el agarre de los folículos,
conservando su forma esférica, también se integraron casi a la
perfección en el organismo de los roedores.
El estudio culminó con el apareamiento de una decena de ratones
hembra, todas esterilizadas, pero siete de ellas con implantes ováricos.
En el tiempo que duró el experimento, tres de las implantadas se
quedaron embarazadas y tuvieron crías. En todos los casos, las madres
produjeron leche para alimentarlas. Para las autoras de esta
investigación, su futura aplicación en humanos podría restaurar la
fertilidad en situaciones, como la radiación contra el cáncer, en las
que las mujeres perdieron la capacidad de tener hijos.
"En estos casos, lo que se hace ahora es extraer una porción de la
corteza ovárica antes del tratamiento para evitar la radiación", explica
la investigadora de la Fundación IVI
Irene Cervelló. Una vez superado el cáncer, se injerta de nuevo. "Con
esta técnica, el porcentaje de éxito es del 35%, pero con la apuesta de
estas investigadoras, se lograría una eficacia, dicen, del 100%", añade
Cervelló. De ahí que le parezca realmente interesante lo se conoce como
bioimpresión. También cree que, de funcionar en humanas, podría servir
para resolver otros problemas, como el fallo ovárico precoz.
Cervelló, que no ha participado en el estudio de la gelatina impresa,
trabaja en otra línea para revertir la esterilidad femenina. En vez de
imprimir moldes, en su laboratorio lo que hacen es coger moldes naturales, ovarios de cerdos, y descelularizarlos. La expresión, que tiene su contrapunto en la recelularización,
se refiere a una especie de vaciado de las células porcinas, quedándose
con la matriz, el molde, a repoblar con las células ya humanas. "El
problema de la bioimpresión es que el molde no será completamente igual,
mientras que en este enfoque, obtienes una matriz original", explica.
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