Por Adrià Rofes
Algunas de éstas
técnicas tienen un coste relativamente bajo, y lo que es más
importante, están trayendo muy buenos resultados a personas con daño
cerebral adquirido (ya sea por accidentes cerebrovasculares, tumores
cerebrales, traumatismos craneoencefálicos, etc.) y, también, a personas
con enfermedades neurodegenerativas (como la enfermedad de Alzheimer,
de Parkinson, o la esclerosis múltiple).
Para Bauman, el concepto de
“sólido” podría relacionarse con los conceptos de estático, hierático,
inmóvil, y por ende de cambio difícil. Por otro lado, el concepto de
“líquido” podría relacionarse con los conceptos de difuso, expresivo,
móvil y, así, de cambio fácil o progresivo.
Si ponemos los conceptos “sólido” y “líquido” en relación con la neuroplasticidad,
y lo hacemos, esta vez, de la mano de Maureen Dennis, profesora de la
Universidad de Victoria, en Canadá, podemos pensar que un cerebro
“sólido” sería “un cerebro especializado, que responde de forma óptima a
conocimientos aprendidos y que es capaz de automatizar muchas de
nuestras rutinas”. Aquí estamos hablando de conceptos que tenemos tan a
mano como, por ejemplo, hacer un café, chasquear los dedos, canturrear, e
incluso ¡hacer las tres cosas a la vez! Dicho esto, un cerebro
“líquido” sería un cerebro no tan especializado, pero aun así
“infinitamente maleable, y capaz de aprender nueva información2”.
Éste último cerebro también sería capaz de hacer dos o tres cosas a la
vez, y aún es más, de mejorarlas a medida que las va haciendo.
Hasta
aquí, las definiciones de cerebro “sólido” y “líquido”, son bastante
parecidas, ya que los dos conceptos de cerebro nos pueden llevar a
conseguir fines parecidos y, lo que es más importante, de forma
eficiente. Si es así, ¿en qué se diferencian los dos conceptos? Bien,
como era de esperar, estos dos conceptos de cerebro se diferencian en su
capacidad de reorganizarse en caso de daño cerebral. Siendo así, y
siguiendo con las metáforas de Bauman, podemos pensar que un cerebro
“sólido” encontrará graves dificultades para mejorar después del daño
cerebral, ya que no podrá adaptarse fácilmente a las nuevas
circunstancias. En cambio, un cerebro “líquido” tendrá capacidad para
automatizar el conocimiento y para reorganizarse en caso de daño
cerebral. Puesto en frases más o menos simples: el (concepto) de cerebro
sólido no posee neuroplasticidad y no podrá mejorar o si lo hace lo
hará a pasos de tortuga, mientras que el (concepto) de cerebro líquido
sí que posee neuroplasticidad, podrá mejorar, y si no es a pasos de
liebre, como mínimo, lo hará a pasos de pollito recién salido del huevo.
Puesto
así, los estudiosos en técnicas de neurorehabilitación dan por sentado
que existe el fenómeno de la neuroplasticidad y que, aunque aún hoy no
entendamos sus medios a la perfección, ésta nos indica que podemos
mejorar las capacidades cognitivas y motoras que nos quedan lesionadas
después del daño cerebral. De hecho, las técnicas de neurorehabilitación
no solo nos ayudan a mantener las capacidades que nos quedan, sino que
también nos ayudan a alcanzar aquellas que se han perdido o que no
tenemos tan a mano como antes.
Por ejemplo, Catherine A. Mateer
del Departamento de Psicología de la Universidad de Victoria, en Canadá,
nos hace una revisión de cuatro de éstas técnicas de
neurorehabilitación, que seguidamente discutimos3.
Neuroprótesis
Éstas son dispositivos prostéticos como los implantes de estimulación cerebral profunda o DBS (del inglés Deep Brain Stimulation)
que son usados para estimular eléctricamente diferentes partes del
tálamo en pacientes con enfermedad de Parkinson; e incluso prótesis
conectadas al cerebro que simulan brazos o piernas, y que pueden
devolver la movilidad y la calidad de vida a personas con miembros
amputados o con diferentes tipos de discapacidades motoras.
Estimulación transcraneal
La
estimulación trascraneal goza de la fama de dos técnicas que tienen
fines parecidos, pero que usan medios diferentes. Por un lado, tenemos
la Estimulación trascraneal magnética o TMS (del inglés, Transcraneal
Magnetic Stimulation) y, por otro, tenemos la Estimulación transcraneal a
corrente directa o tDCS (del inglés, transcranial Direct Current Stimulation).
La aplicación de estas dos técnicas en las zonas contralesionales, es
decir, del hemisferio cerebral contrario a aquel que está lesionado, e
incluso en la periferia de la lesión, pueden ayudarnos a mejorar las
capacidades cognitivas perdidas.
Estas técnicas sirven para remodelar el
lugar donde las capacidades cognitivas o motoras ocurren, por ejemplo,
inhibiendo dichas capacidades en una zona específica del cerebro para
que éstas vuelvan a ayudarse de zonas cerebrales más indicadas, o
excitando una zona específica del cerebro conocida por tener un rol
principal en el desempeño de alguna función específica. Por ejemplo, se
conoce que la corteza motora sirve para llevar a cabo movimientos
voluntarios, como mover el brazo, la pierna o la lengua, y los giros
temporal transversos o giros de Heschl, se conoce que sirven para
procesar información auditiva y pasar esa información a áreas más
especializadas, por ejemplo, el lobulo temporal para (parte) del
conocimiento semántico-léxico, etc.
Vânia de Aguiar, professora de
Trinity College en Dublín, nos dice que la tDCS aún no se usa de forma
regular en la práctica clínica, sino que está bastante restringida en la
investigación. A pesar de esto, recalca que el uso de esta técnica está
creciendo de forma exponencial y que el futuro de la
neurorehabilitación estará relacionado, de un modo u otro, con la
neuroestimulación. De hecho, algunos estudios recientes nos indican que
los resultados que se pueden obtener con algunas de éstas técnicas de
estimulación transcraneal son aún mejores cuando se combinan con
técnicas de neurorehabiltación más clásicas, como las que nos da la
fisioterapia, la neuropsicología cognitiva, o la logopedia4.
Dispositivos de ayuda
Los
dispositivos de ayuda constituyen el uso de nuevas tecnologías, como
por ejemplo, el uso de tabletas para mostrar imágenes, vídeos, o
registrar audio, en lugar de programas de tratamiento en papel. La
utilidad de éstos dispositivos de ayuda es que el paciente puede
descargarse una aplicación desde su teléfono móvil o tableta y continuar
con el tratamiento o usar un tratamiento adyuvante a la terapia de
rehabilitación, una vez ha salido de la sesión de logopedia, por
ejemplo. Algunos de éstos dispositivos también incluyen plataformas para
facilitar el uso de programas de video llamada, a través de una
simplificación de los botones o los menúes de acceso de la interfaz
gráfica de usuario.
Juegos terapéuticos
De algún modo
relacionados con los dispositivos de ayuda, los juegos terapéuticos
sirven para amenizar el entrenamiento o terapia en actividades para la
mejoría de capacidades cognitivas como la atención, la memoria de
trabajo, la organización de algunas tareas, etc. Existen juegos para
niños con deficiencias cognitivas y también para personas adultas con y
sin problemas cognitivos. La Prof. Mateer nos habla de un juego diseñado
para mejorar el reconocimiento de expresiones faciales en niños con
autismo4, y de una plataforma de realidad virtual que sirve
para que personas con problemas de salud obtengan respuestas sobre
problemas de salud comunes, como problemas de sueño5.
Sea
como fuere, la plasticidad cerebral abre una ventana extraordinaria al
campo de la investigación de las neurociencias cognitivas y también al
de la neurorehabilitación. Aquí, y sin más, nos hemos ayudado de unas
gotitas de filosofía contemporánea para explicar qué es y para presentar
algunas técnicas que, a partir de ésta, se están desarrollando para
ayudar a personas con daño cerebral.
Referencias
[1] Bauman, Z. (2013).Liquid love: On the frailty of human bonds. John Wiley & Sons.
[2] Dennis, M. (2000). Developmental plasticity in children: the role of biological risk, development, time, and reserve.Journal of communication disorders,33(4), 321-332.doi:10.1016/S0021-9924(00)00028-9
[3] Mateer, C. A. (2013). Reconceptualizing brain injury rehabilitation in the future: a peek over the horizon.The Journal of head trauma rehabilitation,28(3), 232-236. doi:10.1097/HTR.0b013e318291b046
[4]
de Aguiar, V., Paolazzi, C., Miceli, G. (2015). tDCS in post-stroke
aphasia: The role of stimulation parameters, behavioral treatment and
patient characteristics, Cortex,63, 296-316, doi:
10.1016/j.cortex.2014.08.015.
[6] Rizzo A, Sagae K, Forbell E, et al. SimCoach: an intelligent virtual human system for providing healthcare information and support. Artículo presentado en: I/ITSEC Conference; 2011; Madigan ArmyMedical Center, Tacoma, WA.
Sobre
el autor: Adrià Rofes es doctor en neurociencia cognitiva
(International Doctorate for Experimental Approaches to Language and
Brain) y máster en lingüística clínica (Erasmus Mundus in Clinical
Linguistics). Ha trabajado en las universidades de Trento (Italia),
Groninga (Países Bajos) y Macquarie (Australia). Actualmente lo hace en
Trinity College Dublin (Irlanda).
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