Varios laboratorios
norteamericanos, surcoreanos y chinos, coordinados por el prestigioso
embriólogo y especialista en primates Shoukhrat Mitalipov, de la Oregon
Health & Science University en EE UU, acaban de generar 142
embriones humanos para investigar en ellos la posibilidad de corregir la
mutación en un gen de la miocardiopatía hipertrófica mediante las
herramientas CRISPR. A pesar de los sorprendentes hallazgos, la edición
genética en embriones no debería ser por el momento un procedimiento de
elección.
En el experimento, la comicroinyección del espermatozoide, junto con los reactivos CRISPR, parece fomentar la corrección del gen mutado a través de la ruta favorable. / Fotolia |
Los hallazgos reportados en el artículo en Nature
que se publica esta semana son sorprendentes y demuestran la existencia
de mecanismos de reparación desconocidos en embriones humanos que
aparentemente se activan al generarlos mediante una técnica habitual de
reproducción asistida: ICSI (inyección intracitoplasmática de esperma).
"Estamos ante una propuesta innovadora que puede servir para considerar la aplicación futura de la edición genética en embriones humanos"
La comicroinyección del espermatozoide, junto con los reactivos
CRISPR, parece fomentar la corrección del gen mutado a través de la ruta
favorable, dirigida por homología, que no produce ruido genético y no
genera mosaicismo. Más sorprendente aún es el hecho de que ni siquiera
sea necesario aportar una secuencia externa correcta para que pueda ser
usada como molde para restaurar el gen mutado.
El sistema parece
poder usar eficazmente la copia correcta del gen existente en el óvulo
como molde para dirigir la corrección del gen mutado que aporta el
varón. Las eficiencias de corrección reportadas (superiores al 72%), y
la virtual ausencia de mosaicismo y de alteraciones en secuencias
similares permiten confirmar que estamos ante una propuesta innovadora
que puede servir para considerar la aplicación futura de la edición
genética en embriones humanos.
Pero estas observaciones deben ser
confirmadas y corroboradas en otros genes y enfermedades primero, y,
sobre todo, siempre y cuando se considere una práctica segura y eficaz
para poder llegar a ser aplicada, en los países en los que sea posible
abordar este tipo de experimentos.
Una aplicación controvertida de CRISPR
Sin
embargo, a nadie se le escapa que admitir la edición genética de
embriones humanos supone un salto cualitativo, técnico y ético, muy
importante en la cadena de aplicaciones derivadas del uso de CRISPR.
Este
experimento, tal y como está descrito, no hubiera podido ser realizado
en España, por ser ilegal. Entraría en conflicto con el Convenio de
Oviedo, de 1997, y con la Ley de Investigación Biomédica, de 2007, que
impiden la transmisión de modificaciones genéticas a la descendencia y
la creación de embriones humanos ad hoccuyo fin exclusivo sea la experimentación, respectivamente.
"Este experimento, tal y como está descrito, no hubiera podido ser realizado en España, por ser ilegal"
Realmente la edición genética en embriones humanos es algo que en la
actualidad solo podría ser considerado para un reducido número de casos,
como por ejemplo, para parejas en las que uno de los progenitores es
homocigoto para una mutación dominante que causa una enfermedad grave y
cuyos hijos obligatoriamente heredarían siempre una copia del gen
mutado, suficiente para causar la enfermedad; o en parejas homocigotas
para mutaciones en el mismo gen y asociadas a una enfermedad congénita,
cuyos hijos obligatoriamente heredarían la mutación del padre y de la
madre y desarrollarían la enfermedad.
Para el resto de casos, la
inmensa mayoría, disponemos de técnicas robustas y fiables, como el
diagnóstico genético preimplantacional (DGP), que permite distinguir
entre embriones sanos y portadores de mutaciones y así poder seleccionar
los primeros para su implantación.
El ejemplo usado por el
artículo, como prueba de concepto, no es ninguna de las dos situaciones
anteriores. Al ser heterocigoto, es decir portador de la mutación
dominante, el varón que participó en el estudio también tenía su otra
copia del gen correcta. Mediante un sencillo DGP esta persona, y su
pareja, tras una fertilización in vitro, habrían podido seleccionar embriones sanos para su implantación, sin requerir ninguna edición genética.
Cerca
del 50% de los embriones resultantes seguiría portando la mutación y
estos serían habitualmente descartados. Este hecho lo conocen
perfectamente los autores del trabajo y razonan, tras sus resultados
exitosos, que su propuesta permitiría reparar un porcentaje importante
de esos embriones descartados y así incrementar el número total de
embriones que podrían ser implantados, en el caso de que estos embriones
fueran autorizados para implantarse.
"Hay muchos más pacientes de enfermedades congénitas, incurables, raras o no, que pueden ser objeto de aproximaciones terapéuticas somáticas"
Aunque aplaudo el conocimiento que nos aporta este trabajo sobre los
sistemas de reparación génica que operan en embriones humanos –que
seguiríamos ignorando de no haberse realizado estos experimentos–, sigo
pensando que la edición genética en embriones no debería ser por el
momento un procedimiento de elección, principalmente porque existen
otras alternativas mucho más seguras y eficaces, como el DGP, que son
válidas para la inmensa mayoría de las parejas.
Los riesgos que se
asumen, aparentemente reducidos tras la propuesta innovadora de este
artículo, y los beneficios potenciales deben analizarse caso por caso, y
la oportunidad y la necesidad deben valorarse éticamente antes de
aplicar esta técnica, todavía imprecisa, para alterar el genoma humano.
Personalmente
considero que antes de abordar los experimentos en embriones hay muchos
más pacientes de enfermedades congénitas, incurables, raras o no, que
pueden ser objeto de aproximaciones terapéuticas somáticas, tratando a
las personas afectadas con reactivos CRISPR encapsulados en virus o
acomplejados con nanopartículas, para que corrijan un número
significativo de células del tejido u órgano afectado.
Los
experimentos preclínicos (en modelos animales, ratones y ratas)
conocidos hasta el momento con una docena de enfermedades tratadas son
muy prometedores, y permiten augurar un futuro esperanzador a la técnica
cuando sea segura y eficaz para trasladarla a la clínica. Creo que es
nuestra responsabilidad seguir investigando y desarrollando tratamientos
seguros y eficaces que puedan, en un futuro próximo, ser empleados en
beneficio de un gran número de pacientes que ahora carecen de soluciones
terapéuticas válidas para sus enfermedades o condiciones genéticas.
Lluís Montoliu es investigador científico del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Raras (CIBERER-ISCIII), Miembro del Comité de Ética del CSIC.
Fuente
agenciasinc.es
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