jueves, 26 de septiembre de 2019

Científicas del ISHIR publicaron un libro que realizaron a partir del encuentro y el estudio de un objeto único: el cuaderno de anotaciones de recetas de cocina de Leticia Cossettini

 
Por Ana Paradiso
CONICET Rosario
 
Paula Caldo, investigadora del CONICET, junto a la becaria Micaela Pellegrini Malpiedi, que se desempeñan en Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHIR, CONICET-UNR) son las autoras del libro “El manuscrito culinario de Leticia Cossettini”, que editó Casagrande y  en el que también trabajó Guillermo Ferragutti, profesional de apoyo a la investigación del CONICET. El libro surgió a partir de la generosidad del profesor Carlos Eduardo Saltzmann, ex alumno de Leticia, quien recibió el cuaderno de recetas cuando ella murió y lo compartió con las científicas.
 
Las hermanas Cossettini, Olga (1898- 1987) y Leticia (1904-2004) fueron maestras y pedagogas argentinas, hijas de inmigrantes italianos. Se destacaron por haber llevado a cabo un proyecto educativo innovador llamado “Escuela Serena” que transformó la escuela tradicional y se basó en fomentar la independencia, la creatividad y la libertad de los niños en el aula. La Escuela Serena se desarrolló en Rosario desde el año 1935 al 1950 y estaba adherida el movimiento escolanovista. La influencia de su modo de educar trascendió épocas y fronteras: hoy en día siguen apareciendo relatos que hablan de la tan importante labor que las hermanas Cossettini han realizado.
 
El manuscrito transformado en libro, como indica Caldo, tiene dos motivos que lo hacen destacarse: “Estos trabajos que recuperan saberes sirven para hablar de un mismo compromiso de Leticia, en ciertas prácticas que no son pedagógicas, pero también sirven para que otras mujeres se vean en espejo y puedan decir: yo también llevo una nota de recetas. Sirve para poner en valor un saber que las mujeres, en su mayoría tienen, y que no se aprecian a partir de ello. Es una práctica que sitúa a Leticia en un colectivo de mujeres pero que también lo pone en valor. Son mujeres alfabetizadas, son mujeres comprometidas con un hacer, son mujeres que sostienen lo más íntimo de la familia: si la familia no come se muere. Por eso es importante que este texto se conozca y que se conozca la dedicación que esta mujer puso a las recetas”.
 
La investigadora explica que el libro además, suma en términos historiográficos, en el sentido de que, a partir de tomar una cantidad de recetas de cocina es posible empezar a hablar: de la vida de las mujeres, de los saberes domésticos, de qué es el saber culinario, de la industria, de la tecnificación del hogar, de las transformaciones de las prácticas históricas. “Leticia pone las marcas, el poner las marcas es un dato que te está invitando a buscar de qué se trata. ¿Qué consumía una mujer que estaba en la cocina? ¿Qué comían las mujeres? Porque esta era una familia femenina, en esa casa no había figuras masculinas, apuntaba a una sociabilidad de una mujer que era muy sociable, pero quizás no tenía tanto almuerzo o cena, era sociabilidad de tardes de té.  Había una cantidad de recetas dulces, de tartas, de galletitas. También era una época donde lo frito no está, es una cocina con mucho horno, más saludable”.
 
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