miércoles, 18 de marzo de 2020

Arte y falsificaciones: anécdotas y disquisiciones sobre lo verdadero


Un libro que revisa el tráfico de obras de arte durante la Segunda Guerra Mundial como disparador de reflexiones más allá del arte.

Elmyr de Hory y Han Van Meegeren. Dos de los grandes falsificadores de arte del siglo XX.
Por Claudio Pairoba*

En su revisión del libro de Miguel Martorell sobre el mercado del arte en la Europa dominada por los nazis, Babelia (el suplemento cultural del diario “El País”) publica un fragmento del libro titulado “El expolio nazi”.

El fragmento citado se centra en las andanzas de Han van Meegeren, pintor neerlandés que pasó a la posteridad por pintar Vermeers. La obra de Vermeer, pintor holandés del siglo XVII, no era muy conocida a fines del siglo XVIII. Este puede haber sido un factor decisivo en la elección del pintor del barroco holandés como eje del plagio.

"La cena de Emaús", la primera obra del ciclo de falsas pinturas de Vermeer pintadas por Van Meegeren en la década del 30.
Van Meegeren terminó creando todo un período “desconocido” en la obra de Vermeer, una etapa religiosa asociada con la juventud del pintor copiado. Su éxito fue tal, que una vez finalizada la guerra se lo acusó de traficar y vender al enemigo obras del patrimonio neerlandés. Nadie pensó que él las había pintado. Solo cuando se lo obligó a pintar un Vermeer, tarea que culminó con éxito, se tuvo en claro que van Meegeren había engañado a muchísima gente, incluidos especialistas y nazis.

De acuerdo a un sitio web destinado a estudiar su obra, Van Meegeren amasó el equivalente a unos 500 millones de dólares al cambio actual.

Otros tiempos, otros falsificadores
En su libro, Martorell menciona el documental “F for Fake” (“Con F de falso”) producido y presentado por Orson Welles en 1973. En el film, Welles se centra en otro famoso falsificador de mediados del siglo XX: Elmyr de Hory. Este pintor húngaro salta a la fama a través del libro escrito por Clifford Irving, quien desarrolló una controvertida biografía sobre el húngaro. de Hory nunca admite en el documental que él haya pintado una obra haciéndose pasar por otro pintor y mucho menos haberla firmado. Sí admite que numerosas de sus pinturas están en prestigiosos museos y colecciones. El húngaro pintó una obra en el estilo de un autor quien no recordaba haberla pintado y logró que el pintor la admitiera como propia.

de Hory finalmente se estableció en Ibiza, donde falleció en 1976.

Dicho sea de paso, Welles también se ocupa del escritor Irving durante el documental. Durante la filmación, Irving tuvo un problema legal por haber escrito una biografía sobre Howard Hughes. El enigmático millonario desconoció por teléfono haber hablado con Irving y mucho menos autorizar un libro sobre su vida.

Expertos, verdades y certezas
El documental de Welles hace foco en el tema de los expertos ya que ellos fueron quienes aceptaron los trabajos de de Hory. En la frenética locura de una guerra, el criterio, estudio y mesura necesarios antes de decidir sobre la validez de una obra de arte son casi imposibles de poner en práctica. Pero esa no era la situación en los tiempos de Elmyr de Hory. Entonces, ¿qué seguridad tenemos de que algo es lo que se supone que es cuando los encargados de certificarlo pueden ser burlados? No una sino varias veces

Clifford Irving tuvo un problema legal con de Hory quien desmintió cuestiones abordadas en el libro sobre su vida. ¿A quién creerle? ¿Al falsificador o al escritor? Un escritor que, a su vez, tuvo un problema legal con el enigmático Hughes quien desmintió el libro sobre su vida publicado por el controvertido Irving.

Tiempos de incertidumbre
Haciendo participar al espectador de su juego, Welles mismo cuenta en “F for fake”, y con su reconocida maestría, una historia que terminamos creyendo. Pero que tal vez no sea tan cierta. Nada es lo que parece. En otro momento del documental, Elmyr de Hory toma una hoja en blanco y dibuja graciosamente al estilo de Picasso o Modigliani. Con la misma gracia se acerca a la chimenea y deja caer las hojas en el fuego, como un niño que ha sido sorprendido “in fraganti”. Las hojas desaparecen consumidas ante los ojos del espectador, verdaderas obras maestras que podrían ser certificadas por un experto. Desaparecen como nuestras certezas y seguridades sobre lo que sabemos y lo que no, lo que consideramos cierto y aquello que cae en la categoría de lo falso. Identidad y validación. Dudas que se extienden más allá del mundo del arte invadiendo nuestra experiencia humana. Y que en los tiempos que corren y con las herramientas tecnológicas disponibles se vuelven cada vez más acuciantes.


Fuentes





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