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lunes, 7 de octubre de 2013

Televisión y ciencia: Entrevista a Luis Cappozzo

Por Rodrigo Chavez Lagraba

El típico investigador de laboratorio, encerrado con sus tubos de ensayo y mapas genéticos, desligado de la política y sólo abocado a su labor exclusiva, parece ser sólo un estereotipo que algunas manifestaciones recientes rebaten.

En argentina, según Cavallo, los científicos tenían que lavar los platos. Marca de época neoliberal: fuga de cerebros.

A más de diez años de la crisis económica, política y social de 2001, las cosas cambiaron en relación a los científicos. Hacia fines de 2007 se crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; con un tipo de política que venía perfilándose desde 2003, cuando fuera elegido Presidente de la república Néstor Kirchner. Marca de época intervencionista: repatriación de científicos.

Pero no sólo volvieron científicos para investigar (aunque sí en su mayoría), sino que se vió reflejada una vocación de divulgación en muchos de ellos; y, en este caso, de actuación.

“Área 23” es una ficción de contenido científico que se emite por el canal Tecnópolis TV (lanzado recientemente), protagonizada por Carolina Peleritti. Es la primera serie Argentina sobre ciencia, y se centra en la historia de Eugenia Simone (Peleritti) y su equipo de trabajo en un laboratorio de alta complejidad, donde deberán resolver problemas biomédicos, ambientales y judiciales.


Luis Capozzo junto a Carolina Peleritti

“En mi caso interpreto a un científico que se formó con el fundador del laboratorio y que se quedó en el país apostando al crecimiento en ciencia y tecnología como herramienta de desarrollo”, dice Luis Cappozzo, científico argentino devenido en actor. “En la vida real soy biólogo marino, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y de la Universidad Maimónides y Fundación Azara”.

Tal vez, su nueva faceta actoral guarde alguna relación con sus deseos de divulgar la actividad científica. “La comunicación de la ciencia es algo que desarrollé con un fuerte compromiso hacia la idea de que la información y el conocimiento científico deben ser públicos. Luego comencé a realizar contenidos para televisión y la actuación fue casualidad, comenzó como un ensayo y mis compañeros de Mulata Films terminaron ofreciéndome una oportunidad que disfruté mucho”, comenta.

Primero quisiera que me cuentes cómo surgió la idea de hacer una serie que tratara temas científicos.
Es una idea original de Mulata Films, la productora con la que realicé la ficción. La propuesta original que me hicieron fue realizar los contenidos científicos temas que son sobre especialidades en las que se destaca nuestro país (biología molecular y celular, genética, salud pública, clonación, organismos genéticamente modificados, ecología).  A partir de esta propuesta consulté información sobre lo que se está realizando en investigación en los laboratorios científicos. Se trató de una propuesta muy general a la que le fuimos dando forma. Propuse los temas científicos en el contexto de la ficción y a partir de allí, suministraba los contenidos y junto a los guionistas y el director le fuimos dando forma. El problema principal que tenía la productora (cualquier productora se enfrenta al mismo problema cuando se trata de ciencia) es que resulta complejo ficcionar sobre temas científicos, que tengan contenido pero que además la propuesta de las historias que transcurren atrapen por sí mismas al televidente.


"Área 23" se emite por el canal Tecnópolis

Por otra parte, ¿cuál es el principal objetivo de la tira? ¿Se piensa principalmente en el contenido o también se tiene mucho en cuenta la puesta en escena?
El objetivo de la serie es múltiple: busca entretener (es tan atrapante como cualquier otra ficción, me atrevo a decirte que es más atrapante, estamos todos muy contentos con el resultado), brindar información y saberes científicos que permitan, por ejemplo, que mientras el televidente sufre por la muerte de algún personaje pueda comprender qué mecanismo utiliza la ciencia para establecer filiación o cuán importante es la prevención en la salud pública (con vacunas desarrolladas aquí) o de qué se trata un organismo genéticamente modificado. Los destinatarios de la serie son principalmente los jóvenes y los empresarios, porque se busca despertar vocaciones por la ciencia en los primeros y mostrar que la inversión privada  en ciencia y tecnología brinda más oportunidades a los empresarios. En nuestro país hace falta que existan más doctores en geología, físicos, matemáticos, ingenieros, químicos y biólogos y también más inversión privada en desarrollo tecnológico…

¿Se planea una emisión de más temporadas o es una experiencia única?
Todos los que participamos de la experiencia estamos muy contentos con los resultados. La serie fue bien recibida por el público. Se emite por TDA a través de la señal de Tecnópolis TV y entiendo que se irá ampliando la grilla a prestadoras de cable hasta que se instale la señal. Todos  estamos planeando más y más, pero por ahora puedo decir que estamos planeando realizar una segunda temporada. Es mejor dar un paso por vez.

¿De cuántos capítulos se conforma la primera temporada?
Toda la serie consta de diez capítulos de ficción que cuentan las relaciones diarias entre los miembros de un laboratorio de investigación como los que existen en nuestro país (lo puedo decir porque el público científico quedó encantado con la ficción, y mis colegas son el público más exigente en las críticas) y en cada capítulo resuelven un caso, por lo tanto nuestro equipo de científicos resolvió nueve casos (los capítulos nueve y diez conforman un capítulo doble). En cada capítulo hay drama, comedia, amor, tristezas, alegrías, envidias; es decir, todo lo que los seres humanos sentimos como resultado de interactuar con otros está reflejado allí. Luego hay tres capítulos en los que entrevistamos a prestigiosos científicos que cuentan sus trabajos y dan sus opiniones sobre la serie, alternando con escenas de la ficción y acercándola a la realidad en nuestros laboratorios e institutos científicos donde se producen nuevos conocimientos, y por último un capítulo sorpresa.

 

¿Estás relacionado por alguna otra actividad con el canal Tecnópolis? ¿Qué opinión tenés acerca de la señal, de su llegada a la gente, de los objetivos que se plantea?
La señal es excelente en su calidad de transmisión y mejor aún  en sus contenidos de grilla de programación. Allí están comunicadores de la talla de Adrián Paenza y Diego Golombek, además ambos son científicos. Es un privilegio compartir aire con ellos y estamos contentos de ofrecer algo diferente, en nuestro caso una ficción o como diría mi tía, un “teleteatro muy entretenido que además educa e informa”. Es muy buena la propuesta del canal y debe seguir creciendo en cantidad de programas y mantener la calidad. Es un desafío importante que debe tener continuidad por la importancia que tendrá comunicar ciencia en nuestra sociedad. La televisión de gestión privada tiene en estos tiempos una visión comercial y pasatista, es cierto que son empresas que deben ganar dinero, pero los contenidos son pobres y no pasan de bailar, criticar o tener dos minutos de fama.

Por otra parte, no trabajo para el Tecnópolis TV, trabajo para el CONICET, pero sí estoy relacionado con los objetivos del canal y estoy convencido de que debe ampliarse y mucho la cantidad de contenidos sobre ciencia en los medios de comunicación masivos. Estamos en la era del conocimiento científico y tecnológico. Quien no aprenda sobre ciencia y tecnología queda anclado en el pasado.

No alcanza con escuchar en una publicidad “está científicamente comprobado”, se requiere comprender por qué y cómo ocurren las cosas que nos afectan, qué diferencias existen entre comprar vacunas en el exterior o producirlas en nuestro país masificando su alcance y aplicación. Es importante resaltar qué valor revisten los avances en genética y cómo influyen en nuestra vida. Mi relación con el Canal es compartir los objetivos de comunicar ciencia y tecnología.

¿Qué opinás de la presencia del estado en este tipo de emprendimiento mediático? ¿Creés que se corre el riesgo de que se filtre algún sesgo político proselitista en las emisiones? ¿Creés que la apertura de medios del estado puede generar contenidos que no se producen en otros canales privados por riesgos a tener pérdida y poco rating?
La presencia del estado en estos emprendimientos es muy buena. Llega TV de calidad a muchas personas que de otra manera no la reciben. Los riesgos de filtración que mencionás no me preocupan: los contenidos de ciencias son contenidos de ciencias. Por otro lado, si lo que se filtra es la actual política científica: ¡en buena hora! Y me alegro mucho. El camino del desarrollo científico y tecnológico es fundamental para el crecimiento de un país. Miremos sino a Noruega o a Suecia, como muchos hacen cada vez que buscan ejemplos de desarrollo, miremos a Australia, a Canadá. Esto es excelente y comunicarlo, mejor aún. Si además entretenemos sin “desnudarnos por bailar”, ¡genial! 

La apertura de medios con más y mejores contenidos es un desafío interesante que ojalá prospere. Hay ejemplos instalados como Encuentro del Ministerio de Educación o la plataforma Educ.ar que son excelentes y ya están incorporados en la sociedad. Ojalá esto se multiplique.  En relación a la pérdida económica y el tema de rating, si interviene el Estado lo único importante es que sean contenidos de calidad, educativo, entretenidos y que esto sea sustentable en el tiempo. Los que hacen negocios con la televisión son empresas y venden cosas que los televidentes compran. Ese no es el rol del Estado, sino que éste debe invertir en educación y democracia. Todo lo que se gaste en comunicar la ciencia no puede considerarse “pérdida” como planteas en tu pregunta, sino que debe considerarse ganancia en una sociedad mejor.

 
En relación  a lo anterior, ¿qué opinás del gobierno nacional con respecto a los científicos?
Las políticas científicas en nuestro país durante los últimos años mostraron señales muy importantes que comparto y celebro. Desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología, junto a otros organismos científico-tecnológicos descentralizados, como el CONICET, se busca mejorar la calidad de ciencia y tecnología que se realiza en el país, y se está logrando. Venimos de tocar fondo cuando un ministro funesto nos mandó a todos a lavar los platos (cosa que también hacemos los científicos, y sin problemas) a presenciar un proceso de cambio en el que se jerarquizó la ciencia y la tecnología, se priorizaron áreas que resultan de interés para un país con nuestro perfil (generador de recursos sin valor agregado) y comenzamos a darles valor agregado a esos recursos. Ese es el camino, siempre falta más, siempre se quiere más, pero la política científica es adecuada y mejoró como nunca, que yo recuerde, en nuestro país desde los trágicos sucesos de mediados de los sesenta, que generó una diáspora de recursos humanos calificados.

La importancia y el valor que tiene, no sólo la serie, sino la señal “Tecnópolis TV” para Cappozzo, lo impulsó a comunicar ciencia para poder educar. “Desde hace menos de una década se generalizó la importancia de difundir el conocimiento científico. Si de divulgación científica se trata, nuestro país es pionero en América latina. La ciencia como herramienta de desarrollo social y la importancia de los científicos como parte integral de una sociedad compleja, que podemos llamar sociedad del conocimiento, se comprende hoy con mayor aceptación que hace diez años. Por eso muchos científicos decidimos ‘salir del laboratorio’ y comunicar a través de diferentes formatos el conocimiento científico. Otro tanto hacen los periodistas científicos que se especializaron en ciencia y tecnología durante los últimos quince años. Es muy importante que comuniquen lo que ocurre en nuestros laboratorios”.


Fuente:
http://labastardilla.net/2012/09/television-y-ciencia-entrevista-a-luis-capozzo/

sábado, 7 de septiembre de 2013

La mitad de los trabajos científicos publicados hace dos años ya son accesibles gratuitamente




La mitad de los trabajos científicos publicados en 2011 ya son accesibles gratuitamente, según un estudio financiado por la Comisión Europea que analiza la tendencia a facilitar a los lectores los resultados de estos trabajos, una práctica conocida como 'acceso abierto'.

El estudio analiza la disponibilidad de las publicaciones académicas en 22 campos de investigación dentro del Espacio Europeo de Investigación y en Brasil, Canadá, Japón y Estados Unidos. Además, el informe también resalta que más del 40 % de los artículos científicos publicados en todo el mundo entre 2004 y 2011 se encuentra hoy disponible en línea en régimen de acceso abierto.

Según el estudio, la libre disponibilidad de la mayor parte de los artículos es ya una realidad en el campo de la ciencia y la tecnología en general, en el de la investigación biomédica, en el de la biología y en el de las matemáticas y la estadística.

Por el contrario, los campos en los que el acceso abierto sigue estando más restringido son el de las ciencias sociales y humanidades y el de las ciencias aplicadas, la ingeniería y la tecnología.

La comisaria europea de investigación, Marie Geoghegan-Quinn, ha subrayado que la Comisión Europea está promoviendo en Europa el acceso abierto a los resultados de los trabajos de investigación. "El contribuyente europeo no debe pagar dos veces por la investigación que se financia con fondos públicos", ha alertado.

Además, se han publicado también otros dos informes del grupo Science Metrix, una consultoría dedicada a la investigación, en los que se examinan las políticas de acceso abierto y la cuestión del acceso abierto a los datos. 


PERIODO DE EMBARGO  
Por lo que se refiere a las políticas de acceso abierto, el informe señala que la mayor parte de los 48 principales proveedores de financiación destinada a la ciencia considera "aceptables" las dos formas de acceso abierto más importantes, es decir, las publicaciones de acceso abierto en revistas (conocido como acceso abierto 'dorado e híbrido') y el autoarchivo (conocido como acceso abierto 'verde').

El informe indica también que más del 75 % acepta un período de embargo de entre seis y doce meses, entendiendo por tal el tiempo transcurrido entre la fecha de una publicación y el momento de su libre disponibilidad. 

El otro informe, por su parte, señala que en la actualidad sigue habiendo menos políticas para el acceso abierto a los datos científicos que para el acceso abierto a las publicaciones.

Fuente:
www.europapress.es/

sábado, 24 de agosto de 2013

Las patas de la ciencia


¿Qué posición ocupa la comunicación científica en la estructura de la ciencia? ¿Cuarta pata o estructura englobadora? La comunicación científica es fluida y las formas de acercarse a ella van cambiando a medida que descubrimos su rol actual y sus potencialidades.

La comunicación científica es un proceso más profundamente arraigado en la
actividad investigativade lo que percibimos.

Y en un principio eran cuatro las patas
Hace poco tuve oportunidad de dar una charla para la cual armé una imagen: un asiento donde reposa la ciencia. El asiento tiene cuatro patas: financiamiento, recursos humanos, trabajo experimental y comunicación científica. Estos son los cuatro soportes que sustentan a la ciencia desde mi mirada actual.

Las razones son bastante obvias:
  • Financiamiento: para funcionar, la ciencia necesita dinero. Dinero para crear la infraestructura dentro de la cual se desempeñan los científicos (becarios e investigadores formados y en formación) quienes también necesitan un sustento económico además de fondos para sus proyectos.
  • Recursos Humanos: alguien tiene que pensar los experimentos y llevarlos a cabo. Alguien tiene que saber el estado del conocimiento sobre un tema determinado y decidir los rumbos a seguir para continuar construyendo ese conocimiento. El ser humano es la polea que conecta el mundo abstracto de las ideas y elucubraciones con el mundo concreto de la observación y la experimentación.
  • Trabajo experimental: las manos a la obra. El momento de la verdad. La herramienta que posibilita encontrar la respuesta a la pregunta. Y generar nuevas preguntas.
  • Comunicación científica: El proceso a través del cual las respuestas encontradas se difunden dentro del ámbito científico y fuera de él con el objetivo de que sean incorporadas culturalmente.
 



Es una primera aproximación que nos permite ubicar a la comunicación científica en su relación con la ciencia. Pero una mirada más cercana, más detallada, nos ayudará a descubrir que esa ubicación de la comunicación científica es aún más central que ser una de las cuatro patas que sostienen al mundo científico.

La estructura que sostiene y conecta a todas las patas
La comunicación científica es uno de los procesos que sostienen a la ciencia. Todos coincidimos a esta altura de la situación acerca de la importancia de comunicar los resultados de la ciencia. Pero, ¿es posible que de tanto repetir lo importante que es la comunicación científica, hayamos perdido de vista el papel de este proceso en el entramado de la actividad científica?

Creo que la comunicación científica es más que una de las patas de la ciencia. Es mucho más. De hecho, es la actividad que sustenta el funcionamiento de las otras tres patas.


Consiguiendo los fondos
Para conseguir hay que pedir. La forma en que se pide es clave al momento de buscar fondos para la actividad científica. En nuestro país, la investigación ha estado tradicionalmente solventada por el Estado. No creo equivocarme si digo que los fondos destinados a ciencia y tecnología en la actualidad atraviesan una de sus mejores etapas. Al mismo tiempo, como dice el dicho, nunca es bueno poner todos los huevos en una misma canasta. Ergo, ¿por qué no buscar fuentes alternativas de financiamiento? Si bien la interacción entre la investigación estatal (desarrollada principalmente en las universidades públicas) y el sector privado se ha movido siempre con altibajos, la búsqueda de otros inversores para desarrollar ideas es una posibilidad que merece ser explorada y fortalecida. Por el bien de todos los involucrados. Nace entonces la vinculación tecnológica, una de cuyas funciones principales es precisamente establecer vínculos entre investigadores e inversores. ¿Se puede hacer vinculación tecnológica sin comunicación científica? ¿Se puede interesar a un empresario para que aporte dinero en algo que no entiende y cuyas potencialidades no tiene claras? ¿Es posible lograr que el investigador entre en sintonía con las necesidades del inversor y pueda explicar sus propias necesidades de manera de lograr una interacción fluida y minimizando los malos entendidos? Es evidente que la comunicación científica está detrás de la interacción entre estos dos actores.

Atrayendo interesados
La ciencia precisa de estudiantes interesados, con vocación y, sobre todo, con capacidad para ejecutar el trabajo. Una investigadora, hoy destacadísima, me decía una vez que en la investigación hay un porcentaje de capacidad pero una enorme proporción de trabajo. ¿Cómo se atrae a los nuevos interesados? ¿Cuáles son los canales que tiene la ciencia para mostrar su realidad, su potencialidad para aportar al desarrollo personal y profesional? ¿A través de qué mecanismos la actividad científica se da a conocer a las nuevas generaciones de estudiantes que ven a la actividad científica como algo lejano? Nuevamente es la comunicación científica el proceso para establecer una interacción entre estudiantes y científicos.

Trabajo experimental: contando las buenas nuevas
El momento culminante de la actividad científica se da con la publicación del trabajo científico en una revista apropiada. Es entonces cuando los pares especializados en un área determinada del conocimiento científico, validan los resultados que se han obtenido. Podemos ir un paso más allá y darle mayor valor agregado a esta instancia. Esto se logra cuando el “paper” científico se trabaja de manera de lograr un material que pueda ser dado a conocer a distintos públicos. El conocimiento como material arrumbado en una publicación que no se ve más allá del curriculum del investigador, desperdicia nuevas formas de generar conexiones, proyectos e intereses. Es a través de la comunicación científica que se abren nuevos espacios para que el conocimiento llegue a la sociedad en su conjunto o a determinados sectores que puedan aplicar lo que se ha aprendido. Ese es (o debería ser) el fin último de la actividad científica, ¿verdad? Que alguien utilice lo que se ha observado en resultados, con el fin de crear una nueva realidad a partir de la transformación de una realidad actual que, se acuerda, necesita ser modificada.

La comunicación científica como espacio de transformación
Definir la comunicación científica, como toda definición, la limita. Por eso tal vez sea más apropiado hablar de enfoques de acuerdo a la historia y percepción del que la trabaja. En un artículo anterior hablé de los dos enfoques principales para abordar la comunicación científica: el funcionalista y el estratégico. El primero se caracteriza por su practicidad para lograr una presencia constante de la actividad científica en los medios aunque tiene la dificultad de no permitir la expresión del receptor del mensaje. A pesar de esta unidireccionalidad, el receptor al recibir y entender el mensaje ya ha sido cambiado. Ya sabe algo que antes desconocía, razón por la cual tiene nueva información para la toma de sus próximas decisiones. Habrá que trabajar para que ese conocimiento, además de ser recibido y comprendido, sea verdaderamente incorporado de manera permanente en el esquema mental del receptor. 

El segundo modelo es el estratégico, el cual plantea un espacio donde se desdibujan los roles de emisor y receptor, y en el que se abre un escenario para una interacción fluida que tiene por objetivo poner de manifiesto las tensiones asociadas a una problemática particular con el fin de acercarnos a la transformación deseada.

Detrás de toda gran ciencia hay una gran comunicación científica
Más que ser una de las cuatro patas, el proceso de comunicación de la ciencia se encuentra en lo profundo del entramado de las distintas facetas que constituyen la actividad científica. Más que ver a la obtención de fondos y atracción de nuevos candidatos como incomodidades que nos alejan del “verdadero trabajo”, tenemos la oportunidad de aceptar a estas actividades como inherentes a la actividad científica. Y considerar a la comunicación científica como una herramienta para explorar posibilidades de concretar resultados de manera exitosa dentro de los distintos componentes de la actividad investigativa. Cada uno con sus requerimientos especiales que demandarán nuevas habilidades de nuestra parte, configurando un nuevo universo para investigar. Porque investigar en ciencia también puede significar, si así lo decidimos, investigar cómo comunicarla de manera más eficiente. Y al hacerlo, podremos ser más eficientes y disfrutar más de los otros aspectos de la ciencia, esos que necesitan ser abrazados y reconocidos como parte de lo que se hace.

lunes, 15 de julio de 2013

Un enfoque glocal para el desarrollo de productos de divulgación de la ciencia.

Por Elaine Reynoso Haynes


En el presente trabajo se discute la necesidad construir una cultura científica a partir de un enfoque glocal e incluyente. Se analiza la labor de la comunidad de los divulgadores de la ciencia en este proceso y se propone un modelo para la planeación, desarrollo y evaluación de los productos y las actividades de divulgación. Hacia la construcción de una cultura científica glocal:

La ciencia y la tecnología nos afecta, cada día más, a nivel individual, colectivo, nacional y mundial, por lo cual es urgente incorporarlas a la cultura general de la población. Evidentemente tanto la comunidad científica como la docente juegan un papel central en este proceso. Los primeros como generadores del conocimiento nuevo y por consiguiente como asesores de la interpretación y la aplicación que se haga de éste y los segundos como los que aportan a la población los conocimientos básicos y las habilidades requeridas para lograr lo anterior. Sin embargo, la tarea de incorporar la ciencia y la técnica a la cultura general de la población, rebasa a estos dos sectores.

Las actividades principales del gremio de los científicos son la investigación y la formación de futuros investigadores por lo cual disponen de poco tiempo y oportunidades para comunicarse con la población. Por lo general, carecen de los medios, los conocimientos y las habilidades requeridos para llevar a cabo esta comunicación de manera exitosa. El sistema educativo tampoco puede satisfacer las necesidades e intereses de toda la población en asuntos relacionados con la ciencia y la tecnología, debido a que su alcance es limitado y a la dificultad para mantenerse al día, debido al acelerado avance en los campos mencionados.

Se ha visto la creciente necesidad de recurrir a productos y espacios de la divulgación de la ciencia para satisfacer estas necesidades de conocimiento de la población en materia de ciencia y tecnología. Se emplean diferentes medios como: el escrito (libros, revistas, periódicos), la televisión, la radio, el cine, los medios electrónicos como el Internet, así como los espacios: museos, centros de ciencia, exposiciones, zoológicos, acuarios, jardines botánicos y parques ecológicos. También se organizan actividades de comunicación directa con el público como: conferencias, foros, debates, espectáculos, demostraciones, cursos y talleres para niños. A pesar de que se incrementa el interés por la divulgación de la ciencia, aún existen varias interrogantes como: ¿Qué cultura científica requiere la población? ¿Qué ciencia debemos comunicar: la global o la local? ¿Cuáles deberían ser los objetivos de las acciones de divulgación de la ciencia?

Dado que la información relacionada con ciencia y tecnología frecuentemente viene mezclada con intenciones de carácter económico y político, sólo una persona con ciertas bases en la materia, podrá “leer entre líneas” para identificar lo mensajes ocultos y extraer la información que necesita para formarse su propio criterio. Lo anterior se aplica para el nivel colectivo y personal.
Presentado en el Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación celebrado en México.

Fuente:
www.cooperacionib.org/glocal.php

sábado, 13 de julio de 2013

Hacia una comunicación científica sustentable

Transitamos un tiempo rico en posibilidades para ensayar nuevas perspectivas en el campo de la comunicación científica. Aprovechemos las oportunidades de generar nuevos encuentros que nos enriquezcan. 





El interés por la comunicación científica en la Argentina ha visto un resurgimiento en los últimos tiempos, de la mano de una mayor inversión en investigación por parte de las autoridades nacionales. El Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao, ha manifestado en reiteradas oportunidades la necesidad de generar proyectos de investigación que resuelvan problemáticas nacionales y locales. En una conferencia con los medios organizada en el Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario en 2011, Barañao expresó que quiere que los investigadores dediquen una hora por semana a pensar en aplicaciones concretas del trabajo que están haciendo.

La pregunta particular “para qué sirve lo que estoy haciendo” nos lleva a la pregunta más general ¿para qué sirve la ciencia? Y esta última está directamente conectada con otra requisitoria: ¿para qué sirve la comunicación científica? Difícilmente se puedan contestar las dos primeras sin recurrir a la segunda.

La situación actual, entonces, requiere que los investigadores vean aplicaciones potenciales de sus resultados. La concreción de esas aplicaciones necesitará de la comunicación con sus potenciales aplicadores: la sociedad en su conjunto. Esta interacción abre la puerta para que los investigadores, además de decir en qué están trabajando, puedan también escuchar qué es lo que la sociedad tiene para aportar en cuanto a sus necesidades.

¿Cómo puede abordarse la comunicación entre los investigadores y la sociedad en su conjunto? Considero que hay dos modelos para efectivizar esta comunicación:
  1. Funcionalista
  2. Estratégico

Modelo funcionalista
Desarrollado para explicar aspectos técnicos del proceso de comunicación telefónica, el modelo funcionalista desarrollado en 1948 por Shannon y Weaver tuvo una rápida aplicación al campo de la comunicación. Cuando hablamos de comunicación en general y científica en particular, este modelo tiene ventajas y desventajas. Entre las primeras podemos mencionar:
  • su rapidez para transmitir información tendiente a lograr que los receptores estén enterados con el fin de tomar determinadas decisiones
  • la posibilidad de producir contenido científico de manera rápida y sencilla (asumiendo que hay un conocimiento mínimo de las nuevas herramientas tecnológicas)
  • la oportunidad de generar una presencia constante de las noticias científicas
  •  es apropiada para objetivos a corto plazo

La desventaja radica en su unidireccionalidad, en la cual partimos de un emisor que tiene el conocimiento y un receptor que ignora. No hay feedback, o sea que se considera que el receptor no tiene nada para decirle al emisor.

Modelo estratégico
El modelo estratégico de la comunicación científica se basa en el modelo estratégico comunicacional desarrollado por la Dra. Sandra Massoni (Fac. Ca. Política y Relaciones Internacionales – Universidad Nacional de Rosario).

Este modelo tiene como diferencia fundamental del anterior a la forma en que se concibe al “otro” a quien va dirigido el mensaje. En este enfoque consideramos apropiado generar un espacio para interaccionar con los otros actores involucrados en el cambio que buscamos.

Las situaciones asociadas con el cambio buscado son complejas y fluidas. La complejidad del cambio buscado se vuelve clara al considerar que el mismo tiene orígenes y consecuencias de naturaleza política, económica, social, y cultural. La fluidez se manifiesta al comprender que estamos trabajando en un proceso que cambia en el tiempo. Es una película, no una foto fija.

¿Por qué sustentable?
El cambio en la comunicación científica que buscamos generar debe ser capaz de sostenerse ante situaciones cambiantes. Nutrirse de esos cambios y adaptarse a las situaciones que se presenten. Esta es la definición de sustentabilidad, en oposición a la idea de  durabilidad, la cual se asocia con una oposición al cambio.

Necesitamos entonces, generar un cambio que además de permitir una constancia en la comunicación, cree también los mecanismos para adaptarse y ser flexible. Necesitamos entonces una comunicación científica que sea tanto constante como cambiante.

Constante en cuanto a su presencia, constancia aportada por la visión funcionalista. Independizándose del capricho de los medios masivos de comunicación que la llevan y la traen dependiendo de la conveniencia a los intereses de esos medios. Esperar que los medios se hagan cargo de las necesidades comunicacionales de los científicos es ingenuo, además de injusto y peligroso.

Por otra parte, la comunicación científica que buscamos debe tener un componente de cambio, de adaptabilidad, de flexibilidad que viene dado por la visión estratégica, la cual incorpora a otros actores con sus necesidades, saberes e intereses. Con vulnerabilidades nuestras y suyas. Con la decisión de arriesgarnos a ser cambiados por esa situación que buscamos transformar.

Si bien no existen recetas aplicables a todas las situaciones, estos dos modelos mencionados pueden servir como guías para encarar las distintas situaciones comunicacionales que se nos presenten en ciencia. Las mayores posibilidades de cambio asociadas con el modelo estratégico requerirán que seamos vulnerables y nos arriesguemos a interaccionar con aquellos “otros” a quienes necesitamos convocar para el cambio, interacción que puede obligarnos a rever las creencias con las cuales comenzamos el proceso.

Al fin y al cabo la vida es cambio mientras que la certeza absoluta paraliza, limita y fosiliza. La ciencia, como la vida, crece entre incertidumbres y certezas. La comunicación científica también.

*Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y miembro fundador del ETEC (Espacio Transdisciplinario de Encuentro Comunicacional).

miércoles, 26 de junio de 2013

José Antonio López Cerezo: ‘La cultura científica tiene un extraordinario valor práctico para mejorar la vida de las personas’

Recuperamos esta entrevista realizada por el Proyecto Iberoamericano de Divulgación y Cultura Científica por su importancia en el contexto de la cultura científica. Actualmente López Cerezo trabaja en el desarrollo de un nuevo Máster Universitario totalmente on line titulado "Cultura de la Ciencia y de la Innovación" que será impartido junto a la Universidad Politécnica de Valencia. En ese contexto se ha lanzado el primero de los postgrados que estarán en ese marco institucional sobre Divulgación de la Ciencia.

Georgina de Diego (OEI-AECID) José Antonio López Cerezo es catedrático en Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Oviedo. Entre otras actividades profesionales dedicadas a la ciencia, la cultura, sociedad y la educación, coordina el Máster Oficial de Estudios Sociales de la Ciencia en el que imparte un seminario sobre Cultura Científica.  Se trata de uno de los investigadores más destacados del ámbito iberoamericano con un amplio reconocimiento en la vanguardia de la investigación mundial en temas de Ciencia, Tecnología y Sociedad que ha tenido una influencia decisiva en el impacto que el enfoque CTS ha tenido en Iberoamérica.

Pregunta: ¿Cuál es la necesidad de desarrollo de la cultura científica en Iberoamérica hoy en día?
Un lugar común de nuestros días es la importancia del recurso del conocimiento para el desarrollo económico y social. De ese recurso dependen no solamente el crecimiento económico y la competitividad, sino también otros elementos que son fundamentales para el bienestar de las sociedades y no se expresan en el mercado, como la conservación del entorno, un buen sistema público de salud o la educación de calidad. En ese sentido, creo que una de las principales prioridades de la región es fortalecer los sistemas de ciencia y tecnología de los países, no solamente mediante un mayor esfuerzo nacional sino también mediante la cooperación. Dicho esto, quiero también añadir que la ciencia y la tecnología no acaban en el laboratorio. Tienen continuidad en la empresa, en la escuela y en la sociedad. Sin interés por la ciencia en la población, sin oportunidades de aprendizaje en los medios, sin una presencia importante de las ciencias en la educación reglada, sin aprecio por la profesión científica, sin consumo de información científica, sin un nivel adecuado de alfabetización en ciencia entre los ciudadanos, etc., sin estas cosas un sistema de ciencia y tecnología se convierte en una isla que languidece y no tiene otra opción más que debilitarse continuamente. La buena salud de un sistema de ciencia y tecnología depende crucialmente de las vocaciones científicas que seamos capaces de generar en los jóvenes, del aprecio y respaldo de la población, que haga más improbables los recortes políticos en tiempos de dificultad, de la sensibilización de gestores y empresarios y la creación de una cultura de la innovación. Pero además, la cultura científica tiene un extraordinario valor práctico para mejorar la vida de las personas, en tanto que consumidores o usuarios de productos y artefactos técnicos, en el supermercado o en el hospital, o en tanto que profesionales que pueden hacer uso de la información especializada para obtener mejoras laborales. Tiene también la cultura científica un gran valor para la maduración democrática de los ciudadanos, dada la presencia ubicua de la ciencia en todos los ámbitos de la vida, pues sus oportunidades de formarse una opinión e implicarse en asuntos de interés general dependen cada vez en mayor medida de su familiaridad con la ciencia. Y, por último, no podemos olvidar el valor intrínseco de la cultura científica para las personas. Nos hace mejores personas. La experiencia de un joven que descubre asombrado la belleza de una demostración matemática, la sobria elegancia de una ley física o la exquisita armonía del funcionamiento del cuerpo humano, es una experiencia que nos enriquece enormemente y potencia lo mejor de cada uno.

P: ¿Qué experiencias  conoce que destaquen en el buen desarrollo de la cultura científica?
La cultura científica no es el simple resultado de la divulgación de la ciencia. Es un fenómeno multidimensional complejo, que, en ese mismo sentido, puede expresarse en una diversidad de planos y generar diversos tipos de experiencias. En primer lugar podemos mencionar la cultura científica “escolar”, saber por ejemplo que el centro de la Tierra está muy caliente o que los antibióticos no son efectivos con los virus. Este tipo de cultura se expresa como alfabetización científico-técnica y un indicador es la capacidad de comprensión de suplementos científicos de diarios. También cabe destacar una cultura científica crítica que es la base de la reflexión y hace posible entender el alcance político, económico o las implicaciones éticas de las noticias en la vanguardia del desarrollo científico-tecnológico. Por ejemplo, saber qué está en cuestión en el tema del calentamiento global o los alimentos transgénicos. A continuación puede destacarse una cultura científica práctica, que se expresa en la utilización del conocimiento científico en la vida diaria de las personas como consumidores de artículos, como usuarios de sistemas de transporte o de salud, etc. Debemos ser conscientes de que vivimos completamente rodeados de productos y sistemas científico-técnicos, y de que una buena parte de la información que manejamos ordinariamente para tomar cualquier clase de decisión es información científica o técnica (sobre proteínas, calorías, watios, riesgos de sustancias diversas, programas de ordenador, interferencias electromagnéticas, etc.). Y, por último, puede también mencionarse una cultura científica cívica, en la que la apropiación individual del conocimiento científico genera una implicación en la vida social de la comunidad a través de experiencias de participación. Por ejemplo, cuando enviamos una carta al director de un diario, convocamos una reunión de vecinos, vamos a un juzgado a poner una denuncia, o convencemos a los amigos respecto a evitar el consumo de cierto tipo de productos, en respuesta a un riesgo potencial derivado de un producto tecnológico, una instalación industrial o una obra pública. A esto último me refería cuando hablaba de la cultura científica como instrumento de maduración democrática para las personas.

P: ¿Por qué genera conflictos sociales en determinados contextos?
No creo que la cultura científica genere conflictos por sí misma. La cultura científica es más bien un recurso, un instrumento que hace posible que ciertos conflictos sociales aparezcan o se manifiesten de ciertas formas. Pero el origen de esos conflictos es en mi opinión de naturaleza política. Una población ignorante se inhibirá ante un proyecto tecnológico que pueda generar un riesgo, o bien, debido a su posicionamiento político, se dejará llevar ciegamente por el grupo de interés que critique y presente batalla a ese proyecto. Ser científicamente cultos nos hace más capaces y menos manipulables. Es esa capacidad, ese “empoderamiento” que induce la cultura científica en las personas, el que utilizamos para reconocer y valorar un riesgo que ha generado otro actor social por acción o por omisión -la administración pública o una empresa, por ejemplo-, y de este modo tomar una decisión bien fundamentada acerca de cómo proceder. De otro modo nos quedamos al margen de la participación o, si finalmente nos involucramos, nos convertimos en rehenes de un grupo de presión en lo que suele convertirse en una dinámica ciega de enfrentamiento político. La cultura científica nos permite ser protagonistas en conflictos sociales relacionados con aplicaciones del conocimiento científico o desarrollos tecnológicos, y una proporción de asuntos generales cada vez mayor está relacionada con la ciencia y la tecnología. Quiero además añadir que los conflictos sociales no son negativos; son la pauta natural de una sociedad democrática saludable. La acción de los agentes sociales, en la búsqueda legítima del beneficio propio, genera con frecuencia riesgos potenciales o efectos negativos para la salud, economía o bienestar de otros agentes sociales. De ahí el conflicto. Pero no es ni inusual ni disfuncional. Para encauzar adecuadamente esos conflictos están los poderes del Estado en una sociedad democrática, mediante las leyes y la aplicación de las leyes. Una sociedad sin conflictos es una sociedad que reprime o esconde el disenso, es un tipo de sociedad que muchos recordamos y creo que ninguno queremos volver a vivir.

P: ¿Qué importancia real le da la población a la cultura científica? ¿Cuál es su nivel de conciencia?
La importancia que le concede la población a la cultura científica depende de lo que entendamos por cultura científica, y también de la población a la que hagamos referencia. Una encuesta reciente, de otoño de 2007, ofrece datos interesantes sobre los ciudadanos iberoamericanos. Se trata de una macroencuesta sobre percepción social de la ciencia y cultura científica promovida por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y la Red Iberoamericanos de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), y pasada en las ciudades de Buenos Aires, Bogotá, Caracas, Madrid, Panamá, Santiago de Chile y Sao Paulo. De acuerdo con esta encuesta, que ofrece datos análogos a los de las correspondientes encuestas nacionales, los habitantes de las grandes urbes de Iberoamérica no tienen un gran interés por los temas de ciencia y tecnología. A este desinterés acompaña lógicamente un consumo muy bajo de este tipo de temas, en una población que se informa mayoritariamente a través de la televisión. Sin embargo, si entendemos la cultura científica de un modo un poco más amplio, no como cultura escolar sino como cultura crítica y práctica, e incluimos en los temas de ciencia no solamente descubrimientos científicos e inventos, sino también los temas de alimentación, salud, medio ambiente y medicina, entonces el interés como el consumo es mucho mayor y se acerca más a los temas estrella habituales (deportes, economía, espectáculos, etc.). Es también destacable, siguiendo esa encuesta, la alta valoración que dan los ciudadanos del potencial de la ciencia y la tecnología para transformar nuestras condiciones de vida, para bien o para mal. Al respecto, la percepción mayoritaria es claramente positiva, aunque hay una proporción importante de la población, superior al 40%, que considera que el desarrollo científico y tecnológico no sólo es fuente de muchos o bastantes beneficios sino también de muchos o bastantes riesgos. Sobre esta base, es lógico que esas mismas personas se hayan expresado mayoritariamente en esa misma encuesta a favor de la participación ciudadana en asuntos públicos relacionados con la ciencia o la tecnología. Cabe destacar que esa encuesta incluyó dos bloques de preguntas específicas sobre participación ciudadana en materia de ciencia y tecnología, como personas afectadas o simplemente interesadas en aplicaciones de la ciencia o instalaciones tecnológicas que puedan suponer un cierto impacto económico, para la salud o el medio ambiente. Aunque hubo diferencias significativas entre ciudades, con una mayor inclinación general a la participación en Buenos Aires y Panamá, en general la mayoría de los entrevistados se expresó con claridad a favor de tener cierta capacidad de influencia y oportunidades de participación en esta clase de temas. Creo que son resultados muy interesantes, pues no sólo contribuyen a perfilar una cierta dimensión política de la cultura científica, sino también muestran vías de acción para las políticas públicas en la materia.

P: ¿Hay algún dato sorprendente en el estudio de percepción de la ciencia y la tecnología? ¿Algún dato alarmante que cree justifique más aún la necesidad de desarrollo de la cultura científica?
Tomando como fuente documental esa misma encuesta, sí creo que hay algunos datos inquietantes que justifican una atención especial. En la posterior explotación de resultados, y utilizando programas estadísticos de análisis multivariante, se detectó un grupo poblacional con un muy fuerte distanciamiento respecto de la ciencia. Este grupo, que reúne a casi un cuarto de la población encuestada, no se interesa por la información científica ni la consume, tiene una marcada visión negativa de la ciencia y la tecnología, no atribuyen utilidad al conocimiento científico y es indiferente respecto a cuestiones de participación. Es un grupo que está muy distribuido por las diferentes ciudades, aunque en él tiene un peso especial la población con una escolaridad baja. Es un trabajo estadístico que coordinó Montaña Cámara, de la Facultad de Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid. La mera existencia de este grupo poblacional señala un desafío político, pero también muestra la estrecha dependencia de la cultura científica de una población respecto a la calidad y fortaleza de su sistema educativo. Mejorar la cultura científica de una sociedad no requiere únicamente multiplicar la oferta de información científica en los medios y espacios de comunicación social (como periódicos, televisión o museos de ciencia), requiere asimismo dar una mayor presencia a las ciencias en la educación reglada, mejorar las estrategias de enseñaza-aprendizaje y, en general, centrar los esfuerzos en la mejora de la educación de los jóvenes. En todas las encuestas aparece una estrecha asociación positiva entre nivel de escolaridad alcanzado y nivel de interés y consumo de información científica.

P: ¿Cuáles cree que son los límites de la ciencia en su divulgación?
Más que de límites me gustaría hablar de oportunidades. Señalar oportunidades es también indicar límites y carencias, pero centrando el discurso en el lado positivo. De un modo habitual, podemos entender la divulgación científica como un proceso de transferencia de conocimiento, desde un polo productor de conocimiento (los científicos), pasando por un medio que traslada un mensaje (los medios de comunicación con sus profesionales), hasta un polo receptor de conocimiento (los ciudadanos). Tomando en consideración estas dimensiones, hay oportunidades de mejora en cada eslabón del proceso e incluso en la modificación de la estructura del propio proceso. Por señalar solamente algunos de esos retos, con respecto a los científicos que trabajan y producen resultados que pueden alimentar una mejor y más intensa divulgación, hay deficiencias muy claras. Hay, por ejemplo, una falta de incentivos curriculares a la divulgación, y esta llega incluso a ser un demérito en muchas áreas de conocimiento. No es infrecuente el profesor universitario que tiene que eliminar las entradas de divulgación en su currículum cuando prepara este para un concurso o una oposición, anticipando un tribunal poco receptivo a esa clase de actividades. Otra deficiencia tiene que ver con la rendición de cuentas de los resultados de la investigación. Con mucha frecuencia, las convocatorias de financiación de proyectos de investigación con fondos públicos no demandan más que la rendición final de cuentas ante los pares científicos, no ante los “impares”, es decir, los ciudadanos que no llegan a saber qué se está haciendo con el dinero de sus impuestos. Si nos centramos ahora en la dimensión de la mediación, que es responsabilidad de los periodistas y profesionales de la comunicación de la ciencia, creo que hay un cierto déficit de profesionales preparados para realizar esa tarea satisfactoriamente. La ciencia que encontramos habitualmente en los medios es una ciencia ahistórica, triunfalista y descontextualizada; es una ciencia donde el lado humano, los aspectos políticos o los dilemas éticos suelen estar ausentes. Es una divulgación que se preocupa por la actualización científica, procedente por ejemplo de revistas como Science o Nature, pero no de la actualización metacientífica de una imagen académica de la ciencia ya caduca y poco ajustada a la realidad. En este sentido, creo muy positiva una mayor presencia de la filosofía, la historia y la sociología de la ciencia en los programas formativos de periodistas científicos y profesionales de la divulgación. En relación a lo anterior, pero también debido a motivos estructurales propios del mundo de la comunicación, hay una cierta falta de espíritu crítico y una tendencia al sobredimensionamiento en la comunicación de noticias científicas. Un ejemplo, entre muchos, son los proyectos hoteleros en la luna (Hilton), recogidos en los medios tras el anuncio del descubrimiento de barro congelado en los casquetes polares lunares, o las espectaculares promesas de cura de enfermedades que se asocian cada poco tiempo con pequeños avances en genética o bioquímica, y que pronto pasan al olvido y van alimentado la incredulidad pública. En los casos donde se recoge críticamente una noticia es cuando existe un mercado específico asociado a la crítica, como en la utilización comercial de los organismos genéticamente modificados o la investigación con células madre embrionarias, consiguiendo en estos casos más bien amplificar públicamente la cuestión e incluso tematizarla políticamente por el efecto “bola de nieve”. Por último, con respecto al polo de la apropiación social, hay una falta de estímulos y motivación ciudadana respecto a la apropiación de conocimiento científico y tecnológico, debido en parte al menos, a los factores anteriores. Este creo que es el caso particular de los países iberoamericanos, unos países donde además existe una estrecha asociación de la cultura -y las personas cultivadas- con la cultura artística y literaria, contribuyendo así al desinterés por la ciencia. Creo también que hay vías de mejora si repensamos mejor el propio proceso de comunicación social de la ciencia. Los ciudadanos, en este proceso, no pueden ser vistos como meros receptores pasivos de contenidos científico-técnicos. Tienen intereses y actitudes, y también son portadores de otros tipos de saber; tienen unas especificidades que con frecuencia no son tenidas en cuenta por aquellos que producen ciencia y por aquellos que la trasmiten. Más producción de conocimiento científico, mayor oferta en los medios, no significa inexorablemente más apropiación de la ciencia. El desinterés y la desconfianza pueden conducir al fracaso. No hay que olvidar que los dos motivos más frecuentemente aducidos por los ciudadanos en las encuestas, en respuesta a la pregunta por su falta de inclinación por la ciencia, son que no la entienden y que no les interesa. Sin duda, algo estamos haciendo mal. Y la reacción, desde luego, no puede limitarse a mejorar la presencia de la ciencia en medios y museos, por importante que sea, hay también que actuar en las escuelas, en los sistemas de ciencia y tecnología, y reorientar las actuaciones de forma que los ciudadanos dejen de ser concebidos como científicos o ingenieros subdesarrollados, como meros sujetos pasivos con un déficit de información y actitudes.

Fuente:
http://cooperacionib.org

domingo, 23 de junio de 2013

domingo, 16 de junio de 2013

Corrientes: Ciencia, Investigación, y Pasión por la Comunicación (segunda parte).

Invitado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) a cargo de la Dra. Silvia Mazza, tuve oportunidad de asistir a la XIX Reunión de Comunicaciones Científicas y Tecnológicas como miembro del panel “Acerca de los productos de la actividad científico-tecnológica”.  



La charla
La audiencia estuvo integrada en su mayoría por becarios que desarrollan sus actividades en la UNNE. Por eso me pareció apropiado enfatizar que ellos son los protagonistas del cambio cultural que estamos transitando: la comunicación de la ciencia como actividad inherente a la actividad científica. Es un tiempo interesante (como dirían los chinos) donde las funciones, responsabilidades e incumbencias de todos los que estamos relacionados con la ciencia están siendo replanteados. Con las herramientas adecuadas, todos podemos hacer comunicación científica. Cada uno con su estilo, su mirada y su aporte. Los periodistas preparándose con mayores conocimientos sobre ciencia, (sobre todo de las llamadas ciencias duras) y los científicos con herramientas comunicacionales.

Si bien todavía se puede lograr una mayor presencia de la ciencia en los medios de comunicación, creo que no es sabio ni justo esperar que ellos se ocupen de todas las necesidades comunicacionales de los científicos. Los científicos pueden generar sus propios contenidos, más en los tiempos que corren, donde los avances tecnológicos nos muestran variedad de formas de comunicar. Es solo cuestión de interesarse y aprender o bien acercarnos a aquellos que pueden ayudarnos en la tarea.

A través de blogs, de las páginas de las universidades nacionales, de los laboratorios de investigación, se pueden generar textos de divulgación. Algunos lo harán como una obligación ante un requerimiento administrativo, otros como un camino para mejorar su actividad. Otros, directamente no lo harán. Como dice el dicho “cuando uno no quiere, dos no pueden”. No se puede obligar a hacer comunicación científica a un científico que no quiere hacerlo. Es más productivo concentrarnos en aquellos que sí están interesados en avanzar en esta actividad que forma parte, queramos o no, de la actividad científica.

Hasta ahora se lo pudo evitar. Hoy, con el desarrollo tecnológico existente y con un ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva que pide a los investigadores que cuenten lo que hacen y busquen aplicaciones potenciales para sus trabajos, y universidades con un firme compromiso de acercarse a la sociedad para resolver los problemas regionales más acuciantes, ya no podemos seguir evitando comunicar la ciencia. No sin que haya consecuencias. Que las mismas tarden en aparecer, no quiere decir que no vayan a hacerlo. Sería positivo anticiparse.

La pasión como base de la comunicación
Los años pasan y las relaciones se desgastan. No es distinto en el caso de los científicos y su relación con la ciencia. Esa atracción inicial por la ciencia, el conocimiento y las ganas de construirlo puede transformarse por la inevitable rutina asociada con gestiones administrativas para conseguir fondos, tratar con colaboradores en todos los niveles y manejar cuestiones alejadas del trabajo experimental. La presión y responsabilidad se incrementan a medida que se avanza en la carrera de investigación. No es raro entonces, que muchas veces se olvide la razón por la cual se comenzó en esa actividad. La tarea de investigación se elige por vocación y no debería ser un trabajo al que uno se sienta obligado a concurrir. A pesar de esto, y en medio de ese torbellino de actividades extra investigación, la pasión inicial va menguando.

Planteo que la comunicación científica puede ser un camino para reavivar esa pasión y amor por la profesión. Mostrarles a los demás la pasión puesta en el trabajo de investigación diario, contarles el día a día de nuestra actividad científica, ayuda a que la sociedad comprenda mejor que es esto de hacer ciencia e investigar, al mismo tiempo que puede estimular la misma pasión en los nuevos recursos humanos que la ciencia necesita atraer continuamente. También ayuda al científico a replantear su trabajo, a reconocer sus logros, enfrentar sus miedos y fracasos y asumirse como un ser humano que hace ciencia.

La experiencia correntina
Un párrafo aparte merece la calidez con que me recibieron en la UNNE. Va mi especial agradecimiento para la Dra. Silvia Mazza, la Lic. Francisca Milano y para Damian Gonzalez, todos de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la universidad con sede en Corrientes, y campus en esa provincia y en la vecina Resistencia, Chaco. El puente que hace poco cumplió 40 años une a estas dos provincias que comparten el ancho y torrentoso Paraná. También agradezco a Laura Ramírez y Gloria Gimenez, las docentes-investigadoras que me acercaron a Corrientes luego de terminar con las actividades del día. Volví con una sensación de enriquecimiento tanto en lo personal como en lo académico.


Monumento al Sgto. Cabral e iglesia Nstra. Sra. del Rosario (Fotos: C. Pairoba)

Atardecer en la costanera correntina (Foto: C. Pairoba)


A pesar de la breve visita pude recorrer la famosa costanera correntina y disfrutar de su serenidad, además de las calles de Corrientes: la plaza seca con la estatua del Sgto. Cabral (¿sabían que era correntino?), la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, el Museo Provincial de Bellas Artes Dr. Juan Ramón Vidal (que funciona en la que fuera la casa del gobernador, caudillo y líder del Partido Autonomista de Corrientes, posteriormente donada por su esposa). Allí Elisa Ramírez (hermana de Gloria) me guió por las salas restauradas y me contó sobre la historia de la casona, sus propietarios y la pinacoteca del museo. En la sala azul se exhibe, entre otras obras, un Quinquela Martin, lo que motivó que Elisa me contara sobre su experiencia como restauradora de varias obras de este ilustre pintor argentino, nacido en Rosario y luego adoptado por una familia del barrio de La Boca en Buenos Aires.

En síntesis, una experiencia provechosa en todos los aspectos y que espero se repita.

Audios de las charlas:

1. Dra. Nélida Peruchena (publicación de trabajos en ciencias duras)


 2.Dra. María Silvia Leoni (publicación de trabajos en Cs. Sociales)

3. Charla Dra. Liliana Ramirez (Innovación y Transferencia)


4. Charla Dr. Pedro Sansberro (Innovación y Transfererencia: clonación de yerba mate)


5. Charla Dr. Claudio Pairoba (Ciencia en medios de comunicación masivos)


6. Palabras de cierre de la Dra. Silvia Mazza (Sec.C y T - UNNE)


sábado, 15 de junio de 2013

Corrientes: Ciencia, Investigación, y Pasión por la Comunicación (Primera parte).

Por Claudio Pairoba




Invitado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) a cargo de la Dra. Silvia Mazza, tuve oportunidad de asistir al XIX Reunión de Comunicaciones Científicas y Tecnológicas como miembro del panel “Acerca de los productos de la actividad científico-tecnológica”. Los disertantes (cinco en total) expusimos sobre las formas en que estos productos son dados a conocer, ya sea a través de transferencia tecnológica o producción de papers científicos provenientes tanto de las ciencias duras como de las ciencias sociales. El tema de mi charla se centró en la presencia de estos productos bajo la forma de notas científicas en los medios de comunicación masivos.

Los restantes expositores fueron los doctores Nélida Peruchena (investigadora de la Facultad deCiencias Exactas de la UNNE), María Silvia Leoni (directora del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (UNNE-CONCET), Liliana Ramirez (investigadora del Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades de la UNNE) y Pedro Sansberro (investigador del Instituto de Botánica del Nordeste (UNNE-CONICET)).  


El ámbito del XIX Encuentro de Ciencia y Tecnología
El encuentro se desarrolló durante tres días (12 al 14 de junio) en el aula magna del Campus Universitario Resistencia. La sensación de familiaridad que me invadió al ingresar a dicho salón tenía su justificativo: la construcción es una copia, casi exacta diría yo, del Hogar Escuela Eva Perón de la vecina localidad de Gdro. Baigorria. Preguntando, me comentaron que el predio había albergado al Hogar Escuela de Corrientes, el cual luego se trasladó, siendo sus instalaciones ocupadas por la universidad. La mañana del primer día estuvo dedicada al panel mencionado y durante la tarde se premiaron los trabajos presentados por becarios. Durante los dos días siguientes se dieron a conocer trabajos distribuidos en cinco áreas: Cs. Agropecuarias, Cs. Exactas y Naturales, Sociales/Humanísticas/Artísticas, Tecnologías y Cs. Médicas

Ciencia, medios y razones para comunicar
La presencia de noticias científicas en los diarios argentinos (el medio que fija la agenda para los restantes) en los últimos años viene en franco aumento. Eso es positivo. Lo que no es tan positivo, según un interesante trabajo de Hector Palma es la calidad de los artículos que se escriben. Sumado a esto, una encuesta llevada a cabo por el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva indica que el formato predominante en los textos científicos es el de noticia. Poco hay de periodismo científico crítico, ahondando en las implicancias sociales, consecuencias, conflictos de intereses, etc., relacionados con el tema descripto. Palma plantea un replanteo de las razones para comunicar ciencia, porque las razones esgrimidas hasta el momento no se verifican en los artículos que aparecen en los diarios.

(Continúa en la próxima entrega). 

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