Por ROGER COHEN
Traducción de Claudio Pairoba
21 de Junio de 2010
Johanesburgo – Lo llaman la “vuvuzela suelta” del Mundial. Se derriten mientras él desparrama amor, saltando en los brazos de sus jugadores como un tierno osito con aros de diamante y sin cuello.
No se cansan de sus expresiones secas, como cuando contesta a las preguntas sobre su estilo de besos y abrazos respondiendo que todavía prefiere a las mujeres, especialmente su novia “Verónica, que es rubia y tiene 31.”
A los 49, Diego Armando Maradona no es rubio ni tiene 31. Pero es el Sr. Sin Libreto en la era de los mensajes prearmados, el Hugo Chávez del fútbol global. Como entrenador de un increíblemente talentoso equipo argentino, uno armado a la imagen de sus extravagantes habilidades, Maradona está pasando por una buena Copa Mundial.
Al genio se le permite mucho. Y así debería ser.
El contraste con algunos de los más encorsetados rivales de Maradona, incluyendo al francés Raymond Domenech y el manager inglés Fabio Capello, no podría ser más marcado. Domenech tiene la expresión del hombre que preferiría estar leyendo Foucalt cuando “Los azules” hacen implosión y después arman una barricada en abierto motín.
En cuanto a Capello, ha impuesto un régimen tan estricto que sus jugadores, sin sus esposas y novias, se ven ligeramente trastornados. Muchas prisiones europeas permiten visitas conyugales; no Capello. Wayne Rooney se fue de paseo. El lenguaje corporal de los jugadores ingleses recuerda al reo rumbo a la silla eléctrica.
Inglaterra en estos momentos es para el fútbol lo que la vuvuzela es para la música: una nota que no va a ninguna parte.
He tenido mis dudas con Capello desde que le quitó a John Terry la capitanía del equipo inglés a principios de este año porque había tenido un romance. Para un italiano, esto es un poco gracioso. La disciplina está muy bien, pero Terry es un líder y hubiera liderado. Inglaterra no está armando una barricada para la insurrección está cerca.
Así que aquí estamos, 10 días después del comienzo de la Copa Mundial, un evento de grandes proporciones. Y se esta convirtiendo en un lindo ejemplo de la efectividad de la contienda asimétrica.
Los poderes tradicionales con las armas poderosas están viéndoselas en figurillas: Italia, Francia, Inglaterra – incluso Alemania y España. Los insurgentes – Paraguay, Nueva Zelanda, Eslovenia, Chile, Uruguay, México – están llevando adelante emboscadas letales (y para variar los corajudos norteamericanos no son el blanco).
Suiza, derrotando a España por 1 a 0, se ha vuelto impredecible por primera vez en la historia. Los cucú perdieron sus relojes.
Incluso Corea del Norte, con cero fans – Kim Jung-Il no les permitió salir de su estado policial – mostraron una tenacidad sorprendente hasta su debacle con los portugueses. Estuvieron entrenando en un gimnasio público (“Virgin Active” en Eco Park) porque no podían pagarse otro tipo de instalaciones.
Perdón, sí tienen 100 “fans”, un pelotón de chinos contratados por Pyongyang que no están disponibles para entrevistas. En el país de lo bizarro, este episodio le sigue de cerca a Maradona.
Pero el entrenador argentino – quien probó mas de 100 jugadores durante las rondas de clasificación – gana. Ya le dijó a Pelé que “vuelva al museo”. Trató con desdén al presidente de la UEFA, Michel Platini, tratándolo de sabelotodo (antes de balbucear una disculpa).
Vistiendo traje brillante y zapatos brillantes, merodea el área lateral durante los partidos, pateando pelotas imaginarias, mostrándose como un entrenador enjaulado. Cuando todo termina, le planta un beso a cada jugador. Para él no hay Foucalt, ni manual de entrenamiento, ni teleprompter. Él se mueve con la sabiduría de las barriadas de Buenos Aires.
Dije genio. Maradona lo tuvo. Su “gol del siglo” en los cuartos de final de 1986 contra Inglaterra, cuando gambeteó a seis jugadores, vive en el recuerdo, al igual que su esfuerzo de la “Mano de Dios” en el mismo partido. Ambos fueron increíbles. Sus batallas contra las drogas y la obesidad desde su retiro han sido tanto públicas como dolorosas. Al igual que su país, que ha tenido todos los dones pero ha menudo los ha malgastado a medida que transcurría el siglo 20, él ha ido de un lado para otro.
Pero la pasión nunca lo abandonó. Maradona sabe que no hay ballet sin primera bailarina.
En la era del mediocampo sofocante – usar no uno sino dos jugadores mediocampistas como defensa es la nueva moda aquí – Maradona no la está siguiendo. Él hace jugar a un volante de habilidades como la seda, Angel Di María, al descontrolado Carlos Tévez, y al clínicamente furtivo Gonzalo Higuaín. Sobre todo, en su propia camiseta número 10, tiene a un colega genio y petisito, Lionel Messi de 22 años.
La destrucción de Corea del Sur por parte de Messi en la Victoria por 4 a 1, no incluyó un gol propio (Higuaín hizo 3), pero incluyó todo lo demás en el repertorio de un futbolista: pases de increíble sutileza, golpecitos cortos laberínticos, cruces con efecto, sorprendente control de la pelota en movimiento y 360 grados de visión al patear. Maradona le ha dicho a Messi, con razón, que juegue donde quiera.
El juego bonito ha sido tradicionalmente propiedad de Brasil. Pero Dunga, el entrenador brasileño, es uno de esos tipos que se manejan con los dos mediocampistas. Es el Sr. Adusto frente al Sr. Emoción de Argentina. Todavía, Brasil tiene que sambar y en Robinho y en Kaká en tren de despertarse, ha habido flashes.
Se avizora una batalla épica. Brasil puede tener la disciplina de la que Argentina carece al romper con lo establecido.
Por ahora, sin embargo, el manejo estilo vuvuzela suelta ha superado al control de esposas y novias. Una a favor para los hombres comunes y la vida sin libreto.
Fuente:
http://www.nytimes.com/2010/06/22/opinion/22iht-edcohen.html?src=un&feedurl=http%3A%2F%2Fjson8.nytimes.com%2Fpages%2Fopinion%2Findex.jsonp
jueves, 24 de junio de 2010
lunes, 21 de junio de 2010
Aurora: ayer y hoy
Aurora es una ópera nacional argentina de Héctor Panizza. Fue la primera ópera estrenada en la temporada inaugural del Teatro Colón (Buenos Aires).
El aria principal originó la "Canción a la bandera"("Alta en el cielo"), que se conoce con el mismo título de modo independiente a la ópera completa y la cual es una de las canciones oficiales del Estado Argentino.
Historia
La ópera fue compuesta por el músico argentino Héctor Panizza (1875-1967), formado en el conservatorio Giuseppe Verdi de Milán, director de orquesta y autor de varias obras del repertorio lírico. En septiembre de 1908 se estrenó, coincidiendo con la inauguración del edificio del actual Teatro Colón de Buenos Aires. Es una pieza creada para exaltar los ideales patrióticos en vísperas de la celebración del Centenario.
Proverbios y musica
* "Que curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere.
* "Le pedi a Dios todo para gozar la vida, el me dio vida para gozarlo todo."
* "Afortunado el que vive tiempos interesantes."
* "Al comer retoños de bambú, recuerda al hombre que los plantó."
* "Ama a tus vecinos, pero no te deshagas de la cerca."
domingo, 20 de junio de 2010
Crece la compra de tierras por extranjeros. La Argentina en venta
Este artículo fue publicado en el año 2007. A pesar de ello, su vigencia es innegable.
03-04-07 Por Carlos Machado
La Federación Agraria Argentina confirma que unos 300.000 kilómetros cuadrados –el 10% del territorio nacional- están en manos de inversores extranjeros, que “se han beneficiado de la actitud flexible de los diferentes gobiernos nacionales y provinciales para adquirir millones de hectáreas y recursos no renovables, sin restricciones y a precios módicos”.
El diario francés “Le Monde”, con la firma de su columnista Christine Legrand y en una nota que fue reproducida en su edición de este domingo por “La Nación”, de Chile, hace referencia al crecimiento en la venta de tierras argentinas a millonarios extranjeros, que en este momento ya ha alcanzado al 10% del territorio. Señala que “Argentina está en venta, y ésa es la voz de alarma lanzada en Buenos Aires por economistas y ecologistas, además de la Iglesia Católica”, mencionando que esta última publicó, en septiembre del 2006, el documento “Una tierra para todos”, reclamando una política federal para resolver un problema que afecta a las comunidades indígenas y a pequeños campesinos expulsados de sus tierras.
Recuerda además que en los años ’90 el entonces presidente Menem declaró: “Tenemos tierra en exceso”, invitando a corporaciones extranjeras y a particulares a invertir, y que a partir de allí son cada vez más numerosos los extranjeros que adquieren vastas extensiones.
Gracias a aquella generosidad de Menem, no tardó mucho en iniciarse la “invasión” que comenzaron los hermanos Benetton, poseedores hoy de la mayor porción de territorio argentino en la Patagonia, estimada en 900.000 hectáreas. A ellos les siguió Ted Turner, el magnate de AOL-Time Warner y fundador de la cadena CNN, que compró unas 45.000 hectáreas en la misma región para dedicarse a su afición de “pescar truchas”. En esto de los placeres personales también se incluye el millonario Douglas Tompkins, que además de varias hectáreas en la Patagonia compró también una importante parte de los esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes. Según Tompkins, su intención es “resguardar el ambiente y los patrimonios naturales”, mientras desde otros sectores se lo acusa de querer resguardar, en realidad, el agua que, dada su escasez, va a necesitar quizás muy pronto su país de origen. Recordemos que el pintoresco personaje encarnado por el piquetero oficialista y ex funcionario Luis D’Elía, en uno de sus tantos papelones, se publicitó hace varios meses en los medios blandiendo un enorme alicate con el cual, haciendo de “el gordito justiciero”, cortó los alambrados de acceso al campo de Tompkins en la provincia litoraleña.
Los avances de los terratenientes extranjeros continuaron con Joseph Lewis, uno de los empresarios más ricos del Reino Unido, quien suele pasar el verano austral en sus 14.000 hectáreas rodeando el Lago Escondido; Ward Lay, magnate de las papas fritas “Lay’s” y amigo de George Bush, que adquirió miles de hectáreas porque “la Patagonia me recuerda al Texas de los años ‘50”, además de viñedos en Mendoza; el belga Hubert Grosse, que compró 11.000 hectáreas en la provincia de Río Negro, donde sus amigos y turistas ricos van a jugar al golf y al polo; y el cantante Florent Pagny, enamorado del sur argentino y de una argentina, quien pasa parte del año en sus dos estancias de la provincia de Chubut.
Barato, pero lo mejor
Luego de una investigación efectuada durante tres años por todo el país, los periodistas Andrés Klipphan y Daniel Enz publicaron el libro “Tierras S.A.”, donde afirman que “en las provincias de Santiago del Estero y Chaco la hectárea cuesta lo mismo que una hamburguesa”, y que “hay treinta proyectos para regular esas ventas, en el Parlamento y en los gobiernos de las provincias, pero siguen en el cajón”. En tal sentido, agregan que los millonarios extranjeros “se han beneficiado de la actitud flexible de los diferentes gobiernos nacionales y provinciales para adquirir millones de hectáreas y recursos no renovables, sin restricciones y a precios módicos”.
Por su parte, la Federación Agraria Argentina confirma que unos 300.000 kilómetros cuadrados –el 10% del territorio nacional- están en manos de inversores extranjeros, una cifra que puede parecer mínima en relación a la superficie total del país, pero que equivale a más de la mitad de Francia. A su vez Gonzalo Sánchez, autor del libro “La Patagonia vendida”, quien entrevistó a la mayoría de los extranjeros que compraron tierras en el sur, asegura que “se puede comprar lo que quiera, en cualquier lugar, si se tiene el capital suficiente, incluso en los parques nacionales”.
Es que la Patagonia es una de las regiones más codiciadas. Solamente el 5% de los 37 millones de argentinos vive en esa zona austral del país, que de todas maneras representa la tercera parte del territorio nacional y contiene sus principales riquezas: energía hidroeléctrica, 80% del petróleo y el gas natural y una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta. En contrapartida, la Patagonia es la región menos defendida, como se dijo, por los gobiernos nacionales y provinciales de turno, más inclinados a seguir la ancestral corruptela de entregar patrimonio nacional en tanto y en cuanto sus bolsillos puedan albergar las correspondientes “comisiones” devenidas de esas ventas.
Claro que hay otras provincias argentinas que también son blanco de compradores extranjeros. Por ejemplo los actores norteamericanos Richard Gere, Matt Damon y Robert Duvall poseen varias estancias en las provincias norteñas de Salta, Jujuy y Tucumán, y en Mendoza se han instalado consorcios vitivinícolas españoles, italianos y franceses.
Como para dejar algo para los inversionistas argentinos, podemos decir que el basquetbolista Emanuel Ginóbili invirtió más de dos millones de dólares en lujosos proyectos turísticos en las costas del Río Negro y en la ribera del Lago Correntoso, en la Patagonia, mientras el ex futbolista Gabriel Batistuta se convirtió en uno de los grandes terratenientes de la provincia de Santa Fe. En tanto, ya mucho se ha hablado de las inversiones del conductor Marcelo Tinelli -vecino de los Benetton en la Patagonia-, y mucho se habló también –aunque no lo hacen los medios que lo protegen o reciben su pauta publicitaria- del mal trato que le da a las comunidades mapuches que habitan esa región desde hace siglos, cuyos integrantes son expulsados o no pueden transitar por los ancestrales caminos que siempre han utilizado y que, por esas cuestiones de las “inversiones en tierras”, atraviesan por lo que hoy es “propiedad privada”.
Cuestiones todas éstas heredadas de la generosidad de un patético “visionario” que gobernó el país durante diez años, y afirmadas por la desidia de quienes lo sucedieron, que aunque aparentemente se encuentran opuestos a aquél en lo político, en los hechos son firmes continuadores de su obra de corrupción.
Fuente:
http://www.ecoportal.net/content/view/full/68008
03-04-07 Por Carlos Machado
La Federación Agraria Argentina confirma que unos 300.000 kilómetros cuadrados –el 10% del territorio nacional- están en manos de inversores extranjeros, que “se han beneficiado de la actitud flexible de los diferentes gobiernos nacionales y provinciales para adquirir millones de hectáreas y recursos no renovables, sin restricciones y a precios módicos”.
El diario francés “Le Monde”, con la firma de su columnista Christine Legrand y en una nota que fue reproducida en su edición de este domingo por “La Nación”, de Chile, hace referencia al crecimiento en la venta de tierras argentinas a millonarios extranjeros, que en este momento ya ha alcanzado al 10% del territorio. Señala que “Argentina está en venta, y ésa es la voz de alarma lanzada en Buenos Aires por economistas y ecologistas, además de la Iglesia Católica”, mencionando que esta última publicó, en septiembre del 2006, el documento “Una tierra para todos”, reclamando una política federal para resolver un problema que afecta a las comunidades indígenas y a pequeños campesinos expulsados de sus tierras.
Recuerda además que en los años ’90 el entonces presidente Menem declaró: “Tenemos tierra en exceso”, invitando a corporaciones extranjeras y a particulares a invertir, y que a partir de allí son cada vez más numerosos los extranjeros que adquieren vastas extensiones.
Gracias a aquella generosidad de Menem, no tardó mucho en iniciarse la “invasión” que comenzaron los hermanos Benetton, poseedores hoy de la mayor porción de territorio argentino en la Patagonia, estimada en 900.000 hectáreas. A ellos les siguió Ted Turner, el magnate de AOL-Time Warner y fundador de la cadena CNN, que compró unas 45.000 hectáreas en la misma región para dedicarse a su afición de “pescar truchas”. En esto de los placeres personales también se incluye el millonario Douglas Tompkins, que además de varias hectáreas en la Patagonia compró también una importante parte de los esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes. Según Tompkins, su intención es “resguardar el ambiente y los patrimonios naturales”, mientras desde otros sectores se lo acusa de querer resguardar, en realidad, el agua que, dada su escasez, va a necesitar quizás muy pronto su país de origen. Recordemos que el pintoresco personaje encarnado por el piquetero oficialista y ex funcionario Luis D’Elía, en uno de sus tantos papelones, se publicitó hace varios meses en los medios blandiendo un enorme alicate con el cual, haciendo de “el gordito justiciero”, cortó los alambrados de acceso al campo de Tompkins en la provincia litoraleña.
Los avances de los terratenientes extranjeros continuaron con Joseph Lewis, uno de los empresarios más ricos del Reino Unido, quien suele pasar el verano austral en sus 14.000 hectáreas rodeando el Lago Escondido; Ward Lay, magnate de las papas fritas “Lay’s” y amigo de George Bush, que adquirió miles de hectáreas porque “la Patagonia me recuerda al Texas de los años ‘50”, además de viñedos en Mendoza; el belga Hubert Grosse, que compró 11.000 hectáreas en la provincia de Río Negro, donde sus amigos y turistas ricos van a jugar al golf y al polo; y el cantante Florent Pagny, enamorado del sur argentino y de una argentina, quien pasa parte del año en sus dos estancias de la provincia de Chubut.
Barato, pero lo mejor
Luego de una investigación efectuada durante tres años por todo el país, los periodistas Andrés Klipphan y Daniel Enz publicaron el libro “Tierras S.A.”, donde afirman que “en las provincias de Santiago del Estero y Chaco la hectárea cuesta lo mismo que una hamburguesa”, y que “hay treinta proyectos para regular esas ventas, en el Parlamento y en los gobiernos de las provincias, pero siguen en el cajón”. En tal sentido, agregan que los millonarios extranjeros “se han beneficiado de la actitud flexible de los diferentes gobiernos nacionales y provinciales para adquirir millones de hectáreas y recursos no renovables, sin restricciones y a precios módicos”.
Por su parte, la Federación Agraria Argentina confirma que unos 300.000 kilómetros cuadrados –el 10% del territorio nacional- están en manos de inversores extranjeros, una cifra que puede parecer mínima en relación a la superficie total del país, pero que equivale a más de la mitad de Francia. A su vez Gonzalo Sánchez, autor del libro “La Patagonia vendida”, quien entrevistó a la mayoría de los extranjeros que compraron tierras en el sur, asegura que “se puede comprar lo que quiera, en cualquier lugar, si se tiene el capital suficiente, incluso en los parques nacionales”.
Es que la Patagonia es una de las regiones más codiciadas. Solamente el 5% de los 37 millones de argentinos vive en esa zona austral del país, que de todas maneras representa la tercera parte del territorio nacional y contiene sus principales riquezas: energía hidroeléctrica, 80% del petróleo y el gas natural y una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta. En contrapartida, la Patagonia es la región menos defendida, como se dijo, por los gobiernos nacionales y provinciales de turno, más inclinados a seguir la ancestral corruptela de entregar patrimonio nacional en tanto y en cuanto sus bolsillos puedan albergar las correspondientes “comisiones” devenidas de esas ventas.
Claro que hay otras provincias argentinas que también son blanco de compradores extranjeros. Por ejemplo los actores norteamericanos Richard Gere, Matt Damon y Robert Duvall poseen varias estancias en las provincias norteñas de Salta, Jujuy y Tucumán, y en Mendoza se han instalado consorcios vitivinícolas españoles, italianos y franceses.
Como para dejar algo para los inversionistas argentinos, podemos decir que el basquetbolista Emanuel Ginóbili invirtió más de dos millones de dólares en lujosos proyectos turísticos en las costas del Río Negro y en la ribera del Lago Correntoso, en la Patagonia, mientras el ex futbolista Gabriel Batistuta se convirtió en uno de los grandes terratenientes de la provincia de Santa Fe. En tanto, ya mucho se ha hablado de las inversiones del conductor Marcelo Tinelli -vecino de los Benetton en la Patagonia-, y mucho se habló también –aunque no lo hacen los medios que lo protegen o reciben su pauta publicitaria- del mal trato que le da a las comunidades mapuches que habitan esa región desde hace siglos, cuyos integrantes son expulsados o no pueden transitar por los ancestrales caminos que siempre han utilizado y que, por esas cuestiones de las “inversiones en tierras”, atraviesan por lo que hoy es “propiedad privada”.
Cuestiones todas éstas heredadas de la generosidad de un patético “visionario” que gobernó el país durante diez años, y afirmadas por la desidia de quienes lo sucedieron, que aunque aparentemente se encuentran opuestos a aquél en lo político, en los hechos son firmes continuadores de su obra de corrupción.
Fuente:
http://www.ecoportal.net/content/view/full/68008
“Sabios” e “ignorantes”, o una peligrosa distinción para América Latina (4a. parte)
Última parte del artículo de Carmelo Polino del Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior de Buenos Aires, Argentina.
La cultura científica debería entenderse entonces como la capacidad de la sociedad para incorporar la actividad científica en la agenda de los temas sociales, en la medida en que la misma sea funcional a los objetivos de la sociedad. Dicho de otro modo, en una correcta articulación que rescate los mejores valores intrínsecos del rumbo de la modernidad. Pensar la comunicación de la ciencia implica estar atentos a promover formas inteligentes, atractivas, que entusiasmen a la sociedad y le permitan
involucrarse en la definición, el seguimiento y la proyección del desarrollo científico y tecnológico local.
Una cultura científica entendida en estos términos, implicaría un verdadero proceso de maduración social y la puerta de entrada para que la ciencia forme parte de las preocupaciones o los discursos cotidianos. Cuando concebimos a la cultura científica como capacidad enciclopédica, reducimos considerablemente el horizonte de acción, y no parece que estamos haciendo un buen análisis de la ciencia y la tecnología insertas en contextos industriales, políticos y económicos cambiantes.
Lógicamente, esta perspectiva conduce a que adoptemos irreflexivamente un modelo de comunicación deficitario que, además de ideológico, no lleva a ningún lugar. Nos estamos perdiendo de vista los problemas más relevantes a atender. Antes que cambiar la mente del público, deberíamos cambiar las propias.
Fuente:
http://jcom.sissa.it/archive/03/03/F030303/jcom0303%282004%29F03_sp.pdf
La cultura científica debería entenderse entonces como la capacidad de la sociedad para incorporar la actividad científica en la agenda de los temas sociales, en la medida en que la misma sea funcional a los objetivos de la sociedad. Dicho de otro modo, en una correcta articulación que rescate los mejores valores intrínsecos del rumbo de la modernidad. Pensar la comunicación de la ciencia implica estar atentos a promover formas inteligentes, atractivas, que entusiasmen a la sociedad y le permitan
involucrarse en la definición, el seguimiento y la proyección del desarrollo científico y tecnológico local.
Una cultura científica entendida en estos términos, implicaría un verdadero proceso de maduración social y la puerta de entrada para que la ciencia forme parte de las preocupaciones o los discursos cotidianos. Cuando concebimos a la cultura científica como capacidad enciclopédica, reducimos considerablemente el horizonte de acción, y no parece que estamos haciendo un buen análisis de la ciencia y la tecnología insertas en contextos industriales, políticos y económicos cambiantes.
Lógicamente, esta perspectiva conduce a que adoptemos irreflexivamente un modelo de comunicación deficitario que, además de ideológico, no lleva a ningún lugar. Nos estamos perdiendo de vista los problemas más relevantes a atender. Antes que cambiar la mente del público, deberíamos cambiar las propias.
Fuente:
http://jcom.sissa.it/archive/03/03/F030303/jcom0303%282004%29F03_sp.pdf
sábado, 19 de junio de 2010
EE.UU. evita las medidas brasileñas de castigo aprobadas por la Organización Mundial de Comercio (OMC) en el tema de los subsidios ilegales al algodón
Por EconomyWatch
19 de Junio de 2010
El Jueves Brasil suspendió las medidas de castigo contra los artículos norteamericanos en referencia a una disputa por subsidios para el algodón, congelando hasta el año 2012 un tema de larga data que ha demostrado la influencia comercial de esa nación sudamericana.
El gobierno manifestó que se mantendrá un acuerdo logrado entre los dos países en Abril para evitar hasta U$S 829 millones en medidas de castigo sancionadas por la OMC contra artículos de los EE.UU. hasta que se obtenga una legislación agraria en el país del norte.
La actual legislación agrícola en los EE.UU., la cual incluye subsidios para los productores de algodón que para la OMC son muy altos y por lo tanto ilegales, expirará el 30 de Septiembre de 2012.
Bajo este acuerdo, los EE.UU. solicitaron hacer algunos cambios de corto plazo a sus garantías de crédito para exportación dándole a Brasil cerca de U$S 147 millones por año en concepto de daños para un fondo de “asistencia técnica” destinado a los productores de algodón.
“Brasil no excluye la posibilidad de tomar medidas en cualquier momento,” expresó Roberto Azevedo, el enviado del país sudamericano a la OMC, a los periodistas en Brasilia. “Es solo una suspensión de este derecho.”
El enviado agregó que Brasil podía responder en cualquier momento si los EE.UU. no respeta el acuerdo, aclarando que su país no está interesado en un enfrentamiento.
“Este proceso de negociación y reforma es mejor que cualquier acto de castigo que no trae beneficios para nadie en el sector privado de Brasil.”
Los analistas habían esperado que Brasil expresara de forma explícita que conserva su derecho a aplicar sanciones si el Congreso no actúa.
El acuerdo para evitar las medidas de castigo deja para más adelante el regateo que ocurrirá en el 2012 con la Ley Agraria en el Congreso norteamericano, un organismo conocido primero y principal por ocuparse de asuntos domésticos, de acuerdo a un informe de Reuters aparecido en el New York Times (1).
“Estamos conformes en haber logrado un acuerdo con Brasil en lo referente a la disputa por el algodón presentada ante la OMC, el cual suspendería la imposición de contramedidas,” dijo.
La OMC dictaminó el año pasado que Brasil tenía derecho a imponer medidas de castigo luego de haber considerado ilegales las medidas de subsidio del algodón así como el programa de garantías de exportación creados por el gobierno norteamericano.
En Abril, Brasil demoró por 60 días medidas de castigo comercial contras los EE.UU. después de que el gobierno del norte cumplió con la última de las 3 condiciones que Brasil había establecido para suspender los impuestos de aduana para la importación de productos norteamericanos.
El fondo de asistencia para el sector algodonero se destinará a áreas tales como asistencia técnica, marketing e investigación de mercado, antes que a subsidios para los granjeros brasileños.
Brasil había considerado tomar medidas tales como levantar las protecciones de patentes, lo cual hubiera perjudicado a los productores norteamericanos de medicamentos y productos químicos.
La OMC le había concedido previamente a dos países el derecho a tomar medidas de castigo en disputas comerciales, pero Brasil hubiera sido la primera nación en aplicarlas.
1. http://www.nytimes.com/reuters/2010/06/17/us/politics/politics-us-brazil-us-trade.html?_r=2&emc=eta1
19 de Junio de 2010
El Jueves Brasil suspendió las medidas de castigo contra los artículos norteamericanos en referencia a una disputa por subsidios para el algodón, congelando hasta el año 2012 un tema de larga data que ha demostrado la influencia comercial de esa nación sudamericana.
El gobierno manifestó que se mantendrá un acuerdo logrado entre los dos países en Abril para evitar hasta U$S 829 millones en medidas de castigo sancionadas por la OMC contra artículos de los EE.UU. hasta que se obtenga una legislación agraria en el país del norte.
La actual legislación agrícola en los EE.UU., la cual incluye subsidios para los productores de algodón que para la OMC son muy altos y por lo tanto ilegales, expirará el 30 de Septiembre de 2012.
Bajo este acuerdo, los EE.UU. solicitaron hacer algunos cambios de corto plazo a sus garantías de crédito para exportación dándole a Brasil cerca de U$S 147 millones por año en concepto de daños para un fondo de “asistencia técnica” destinado a los productores de algodón.
“Brasil no excluye la posibilidad de tomar medidas en cualquier momento,” expresó Roberto Azevedo, el enviado del país sudamericano a la OMC, a los periodistas en Brasilia. “Es solo una suspensión de este derecho.”
El enviado agregó que Brasil podía responder en cualquier momento si los EE.UU. no respeta el acuerdo, aclarando que su país no está interesado en un enfrentamiento.
“Este proceso de negociación y reforma es mejor que cualquier acto de castigo que no trae beneficios para nadie en el sector privado de Brasil.”
Los analistas habían esperado que Brasil expresara de forma explícita que conserva su derecho a aplicar sanciones si el Congreso no actúa.
El acuerdo para evitar las medidas de castigo deja para más adelante el regateo que ocurrirá en el 2012 con la Ley Agraria en el Congreso norteamericano, un organismo conocido primero y principal por ocuparse de asuntos domésticos, de acuerdo a un informe de Reuters aparecido en el New York Times (1).
“Estamos conformes en haber logrado un acuerdo con Brasil en lo referente a la disputa por el algodón presentada ante la OMC, el cual suspendería la imposición de contramedidas,” dijo.
La OMC dictaminó el año pasado que Brasil tenía derecho a imponer medidas de castigo luego de haber considerado ilegales las medidas de subsidio del algodón así como el programa de garantías de exportación creados por el gobierno norteamericano.
En Abril, Brasil demoró por 60 días medidas de castigo comercial contras los EE.UU. después de que el gobierno del norte cumplió con la última de las 3 condiciones que Brasil había establecido para suspender los impuestos de aduana para la importación de productos norteamericanos.
El fondo de asistencia para el sector algodonero se destinará a áreas tales como asistencia técnica, marketing e investigación de mercado, antes que a subsidios para los granjeros brasileños.
Brasil había considerado tomar medidas tales como levantar las protecciones de patentes, lo cual hubiera perjudicado a los productores norteamericanos de medicamentos y productos químicos.
La OMC le había concedido previamente a dos países el derecho a tomar medidas de castigo en disputas comerciales, pero Brasil hubiera sido la primera nación en aplicarlas.
1. http://www.nytimes.com/reuters/2010/06/17/us/politics/politics-us-brazil-us-trade.html?_r=2&emc=eta1
“Sabios” e “ignorantes”, o una peligrosa distinción para América Latina (3ra. parte)
Por Carmelo Polino
En algunos círculos académicos de América Latina, afortunadamente, empieza a sentirse cierta inquietud por revisar el alcance de la noción de cultura científica y otros conceptos cercanos que utilizamos habitualmente, y proponer modelos alternativos que permitan hacer preguntas desde la óptica de nuestras propias realidades institucionales, sociales y políticas. Esta cuestión la hemos ido constatando a medida que desarrollamos una línea de trabajo común sobre el tema entre la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT/CYTED) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), junto a otras instituciones y organismos de la región.
El problema de la cultura científica en los países de América Latina no puede desconocer el hecho cruento de que millones de personas viven y mueren marginados en la más absoluta pobreza, y que en esta desgarradora deuda social la ciencia y la tecnología podrían convertirse en opciones de futuro. El fracaso histórico de nuestras sociedades también puede contarse desde la óptica de las oportunidades que hemos perdido para articular el conocimiento que se produce en los laboratorios con las aulas, las fábricas, las leyes y el mercado. La condición normal del desarrollo de la ciencia en la mayoría de los países de América Latina se caracteriza por su débil conexión con la estructura productiva, su inadvertido peso para la dirigencia política y por la tolerante, pero infructífera, valoración positiva de una amplia mayoría social que no sabe muy bien qué hacer con ella.
Los indicadores básicos permiten apreciar la poca cantidad de plata que nuestras sociedades destinan en conjunto a financiar el conocimiento. De esta forma, y aunque no sea una decisión ciudadana consciente, lo claro es que en términos generales la sociedad no espera que la ciencia local solucione sus problemas.
Lo paradójico es que no hay alternativa viable para un crecimiento sostenido sin ciencia y tecnología propias. El problema de la percepción de la ciencia cobra entonces un status diferente, y la cultura científica se revela ahora como una cuestión de la ciencia inserta en la dinámica social. ¿Qué utilidad tiene ahora insistir con el halo de superioridad del sabio y la caracterización del público como un ignorante al que hay que instruir? Su ventaja es dudosa. Y cuanto más lo miremos de esta forma, resultará más evidente que la dimensión cognitiva es sólo un aspecto más, relevante, pero sólo parcialmente.
En este sentido, las estrategias de comunicación más eficaces serán las que permitan aumentar el reclamo social para que se haga más y mejor ciencia y se desarrolle más y mejor tecnología.
Y en este punto podremos hablar de una sociedad cuya cultura está más o menos orientada hacia la ciencia, la tecnología y la innovación.
Continuará
En algunos círculos académicos de América Latina, afortunadamente, empieza a sentirse cierta inquietud por revisar el alcance de la noción de cultura científica y otros conceptos cercanos que utilizamos habitualmente, y proponer modelos alternativos que permitan hacer preguntas desde la óptica de nuestras propias realidades institucionales, sociales y políticas. Esta cuestión la hemos ido constatando a medida que desarrollamos una línea de trabajo común sobre el tema entre la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT/CYTED) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), junto a otras instituciones y organismos de la región.
El problema de la cultura científica en los países de América Latina no puede desconocer el hecho cruento de que millones de personas viven y mueren marginados en la más absoluta pobreza, y que en esta desgarradora deuda social la ciencia y la tecnología podrían convertirse en opciones de futuro. El fracaso histórico de nuestras sociedades también puede contarse desde la óptica de las oportunidades que hemos perdido para articular el conocimiento que se produce en los laboratorios con las aulas, las fábricas, las leyes y el mercado. La condición normal del desarrollo de la ciencia en la mayoría de los países de América Latina se caracteriza por su débil conexión con la estructura productiva, su inadvertido peso para la dirigencia política y por la tolerante, pero infructífera, valoración positiva de una amplia mayoría social que no sabe muy bien qué hacer con ella.
Los indicadores básicos permiten apreciar la poca cantidad de plata que nuestras sociedades destinan en conjunto a financiar el conocimiento. De esta forma, y aunque no sea una decisión ciudadana consciente, lo claro es que en términos generales la sociedad no espera que la ciencia local solucione sus problemas.
Lo paradójico es que no hay alternativa viable para un crecimiento sostenido sin ciencia y tecnología propias. El problema de la percepción de la ciencia cobra entonces un status diferente, y la cultura científica se revela ahora como una cuestión de la ciencia inserta en la dinámica social. ¿Qué utilidad tiene ahora insistir con el halo de superioridad del sabio y la caracterización del público como un ignorante al que hay que instruir? Su ventaja es dudosa. Y cuanto más lo miremos de esta forma, resultará más evidente que la dimensión cognitiva es sólo un aspecto más, relevante, pero sólo parcialmente.
En este sentido, las estrategias de comunicación más eficaces serán las que permitan aumentar el reclamo social para que se haga más y mejor ciencia y se desarrolle más y mejor tecnología.
Y en este punto podremos hablar de una sociedad cuya cultura está más o menos orientada hacia la ciencia, la tecnología y la innovación.
Continuará
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