Para fomentar la aplicación del conocimiento en el sector productivo,
las universidades, el Conicet y los demás organismos que integran el
sistema científico definen junto al Ministerio de Ciencia criterios
específicos para evaluar a los investigadores.
Las publicaciones son un punto clave en el sistema actual de evaluación de los investigadores.
Por Agustín Saavedra.
El Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet, las universidades públicas y privadas, y los demás organismos del sistema científico nacional avanzan en un acuerdo para redefinir el régimen de evaluación de los investigadores. Se trata de un “acuerdo histórico” que podría “cambiar la forma de hacer ciencia en la Argentina”, según anuncian sus impulsores. Las instituciones que integran el sistema científico coincidieron una vez por mes durante un año de trabajo exhaustivo y llegaron a una definición: crear parámetros de evaluación propios para la ciencia aplicada, hasta ahora examinada bajo las reglas de juego de la ciencia básica. “No queremos que el conocimiento permanezca en el ámbito académico –le dijo a Página/12 el secretario de Articulación Científica y Tecnológica de la Nación, Alejandro Ceccatto–. Hay una voluntad política de poner el sistema científico y tecnológico al servicio del bienestar del país.”
El proyecto de evaluación del personal científico, que podría ser presentado formalmente el mes que viene, avanza en el seno del Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (Ciciyt), que preside Ceccatto y que reúne a todos los organismos del sector, el Conicet, el INTI, el INTA, la CNEA, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), entre otras instituciones.
“Si ponemos el acento únicamente en las formas tradicionales de evaluación, basadas en indicadores bibliométricos, los famosos papers, estamos condicionando el trabajo de muchos investigadores. Porque se hace muy difícil desarrollar tecnología cuando las carreras científicas demandan la publicación de papers –explicó Ceccatto–. Esta problemática de alguna manera venía impidiendo concretar más fuertemente el objetivo global del ministerio, lograr que el conocimiento académico se inserte en el sector productivo y ayude a mejorar al conjunto de la sociedad.”
Organizados en dos subcomisiones, los representantes de las entidades científicas centraron el trabajo en dos temáticas consideradas “urgentes”. En primer lugar, la evaluación de la actividad tecnológica y de transferencia, esto es, cómo generar un mecanismo de evaluación alternativo, no excluyente, al tradicional, y en segundo término, cómo hacer para compatibilizar las evaluaciones del personal del Conicet que esté inserto en organismos de ciencia aplicada. Para Ceccatto, hoy “se genera una situación casi esquizofrénica en el investigador. Si trabajás en la Comisión Nacional de Energía Atómica, pero sos un investigador del Conicet, tenés dos patrones. Si respondés al empleador del Conicet tenés que publicar mucho; si querés responder a la CNEA no tenés que publicar nada. Entonces, ¿qué hacés?”. La respuesta es lo que se busca con un nuevo mecanismo de evaluación.
En los hechos, la cuestión va a pasar por la conformación de un banco nacional de “proyectos de desarrollo tecnológico y social” que estará en la órbita del Ministerio de Ciencia. Allí se ubicarán las propuestas de investigación aplicada que cada institución decida elevar. “Para la gente que trabaje en esos términos se va a implementar una filosofía de evaluación completamente distinta de la actual –explica Ceccatto–. No se los va a mirar en primera instancia por el número de publicaciones que tengan o por lo que estén haciendo como investigadores aislados. Se los va a evaluar en el contexto del proyecto que los ocupe, es decir, a qué apunta, qué quiere lograr el proyecto. Al individuo que hace tecnología hay que considerarlo dentro de un grupo de trabajo que tiene un objetivo trascendente más allá de la búsqueda personal de cada científico. Se trata de una evaluación global de la actividad, que reemplazaría al paper.”
Si bien el acuerdo está avanzado y los representantes de las instituciones dieron su visto bueno en el marco del debate, cada organismo deberá ahora analizar el proyecto puertas adentro para obtener una resolución final, que podría llegar el mes que viene. A nivel universitario, será analizado en un encuentro del CIN el 27 y 28 de este mes. “No es mi estilo la grandilocuencia –dijo Ceccatto–, pero creo que estamos a punto de arribar a acuerdos y consensos del conjunto del sistema que son históricos.”
Fuente:
www.pagina12.com.ar
El Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet, las universidades públicas y privadas, y los demás organismos del sistema científico nacional avanzan en un acuerdo para redefinir el régimen de evaluación de los investigadores. Se trata de un “acuerdo histórico” que podría “cambiar la forma de hacer ciencia en la Argentina”, según anuncian sus impulsores. Las instituciones que integran el sistema científico coincidieron una vez por mes durante un año de trabajo exhaustivo y llegaron a una definición: crear parámetros de evaluación propios para la ciencia aplicada, hasta ahora examinada bajo las reglas de juego de la ciencia básica. “No queremos que el conocimiento permanezca en el ámbito académico –le dijo a Página/12 el secretario de Articulación Científica y Tecnológica de la Nación, Alejandro Ceccatto–. Hay una voluntad política de poner el sistema científico y tecnológico al servicio del bienestar del país.”
El proyecto de evaluación del personal científico, que podría ser presentado formalmente el mes que viene, avanza en el seno del Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (Ciciyt), que preside Ceccatto y que reúne a todos los organismos del sector, el Conicet, el INTI, el INTA, la CNEA, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), entre otras instituciones.
“Si ponemos el acento únicamente en las formas tradicionales de evaluación, basadas en indicadores bibliométricos, los famosos papers, estamos condicionando el trabajo de muchos investigadores. Porque se hace muy difícil desarrollar tecnología cuando las carreras científicas demandan la publicación de papers –explicó Ceccatto–. Esta problemática de alguna manera venía impidiendo concretar más fuertemente el objetivo global del ministerio, lograr que el conocimiento académico se inserte en el sector productivo y ayude a mejorar al conjunto de la sociedad.”
Organizados en dos subcomisiones, los representantes de las entidades científicas centraron el trabajo en dos temáticas consideradas “urgentes”. En primer lugar, la evaluación de la actividad tecnológica y de transferencia, esto es, cómo generar un mecanismo de evaluación alternativo, no excluyente, al tradicional, y en segundo término, cómo hacer para compatibilizar las evaluaciones del personal del Conicet que esté inserto en organismos de ciencia aplicada. Para Ceccatto, hoy “se genera una situación casi esquizofrénica en el investigador. Si trabajás en la Comisión Nacional de Energía Atómica, pero sos un investigador del Conicet, tenés dos patrones. Si respondés al empleador del Conicet tenés que publicar mucho; si querés responder a la CNEA no tenés que publicar nada. Entonces, ¿qué hacés?”. La respuesta es lo que se busca con un nuevo mecanismo de evaluación.
En los hechos, la cuestión va a pasar por la conformación de un banco nacional de “proyectos de desarrollo tecnológico y social” que estará en la órbita del Ministerio de Ciencia. Allí se ubicarán las propuestas de investigación aplicada que cada institución decida elevar. “Para la gente que trabaje en esos términos se va a implementar una filosofía de evaluación completamente distinta de la actual –explica Ceccatto–. No se los va a mirar en primera instancia por el número de publicaciones que tengan o por lo que estén haciendo como investigadores aislados. Se los va a evaluar en el contexto del proyecto que los ocupe, es decir, a qué apunta, qué quiere lograr el proyecto. Al individuo que hace tecnología hay que considerarlo dentro de un grupo de trabajo que tiene un objetivo trascendente más allá de la búsqueda personal de cada científico. Se trata de una evaluación global de la actividad, que reemplazaría al paper.”
Si bien el acuerdo está avanzado y los representantes de las instituciones dieron su visto bueno en el marco del debate, cada organismo deberá ahora analizar el proyecto puertas adentro para obtener una resolución final, que podría llegar el mes que viene. A nivel universitario, será analizado en un encuentro del CIN el 27 y 28 de este mes. “No es mi estilo la grandilocuencia –dijo Ceccatto–, pero creo que estamos a punto de arribar a acuerdos y consensos del conjunto del sistema que son históricos.”
Fuente:
www.pagina12.com.ar