jueves, 13 de junio de 2013

La idea de crear biolíderes.

El proyecto que lanzó Alejandro Vila del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), creó estos talleres de dos días con no-científicos, no sólo para que vean para qué sirve la ciencia básica, sino además para que participen en la idea de la no neutralidad en la aplicación de la ciencia.

Todo el grupo que participó del taller. Incluidos el gobernador Bonfatti y la intendenta Fein.


Por Pablo Feldman

El viernes y sábado pasados, el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) organizó el primer taller de Biotecnología para Líderes. La generosidad de los convocantes hizo que este cronista formara parte de la primera camada de lo que se llama -con el mismo derroche de amabilidad- Biolíderes. 

La historia comenzó hace un par de semanas, cuando Alejandro Vila cursó la invitación a una docena de personas y pidió reserva para evitar -según dijo en su conferencia de cierre- que le birlaran la idea y se hiciera algo de características similares en la Ciudad de Buenos Aires, por citar un ejemplo. Vila junto a una veintena de investigadores del CONICET se trasformaron en los anfitriones de un grupo heterogéneo en su edad, profesión, formación y seguramente expectativas.

¿Qué se hizo durante esos dos días en el IBR, qué hicimos? -permítaseme utilizar la primera persona-. Aunque parezca mentira, ataviado cada uno con su guardapolvos y guantes de latex, pudimos purificar ADN, aislar, manipular y caracterizar un gen. Ese mismo gen, en la segunda jornada, fue insertado en una bacteria de tal modo que se creó un organismo transgénico. Naturalmente, los grupos fueron integrados por dos "alumnos", en mi caso compartiendo la mesa de trabajo -aunque cada uno con sus pipetas, tubos, maquinas centrífugas y demás elementos- con Oscar De Fante y guiados por la doctora Susana Checa.

En otros grupos se vio trabajar alejados del armado de listas a Omar Perotti y Roberto Sukerman, al colega David Narciso con Miguel Lifschitz, a Monica Fein -que llevaba una evidente ventaja por su formación bioquimica- con Carlos Kretz -titular de la fábrica de balanzas- y severo impulsor del "control de calidad" de los experimentos, también al secretario de Ciencia y Técnología David Asteggiano. Además, al gobernador Antonio Bonfatti -que aprovechó los breaks para "atender" a sus ministros- junto al reconcentrado vicerrector de la Universidad Nacional de Rosario, Eduardo Seminara.

Cuatro horas la mañana del viernes, un intermedio para almorzar, otras cuatro horas, y la mañana del sábado hasta desembocar en un almuerzo de colación de grados. Durante esas jornadas, no sólo se trabajó en el laboratorio, manipulando elementos y genes; sino también compartiendo historias, anécdotas y relatos de un grupo de científicos que en nada se parecen al estereotipo del atormentado con los pelos volados, o el que no combina sus ropas, o que desprecian el maquillaje en el caso de la mujeres. Gente como todos, pero distinta, con un sentido de la vida profundo como que trabaja con los orígenes, con la génesis. Distintas edades, especialidades, logros y trayectorias, todos saben allí quién es quién, pero se trasunta un espíritu de cuerpo pocas veces visto en ámbitos donde la competencia también está presente.

Los mayores, como Néstor Carrillo o Diego de Mendoza son reconocidos tácitamente por sus pares, que son pares, pero que saben quiénes son los maestros. Una generación intermedia, que tomó la posta y que encarnan "Tato" Vila, Fernando Soncini, Elelonora García Vescovi, Nora Calcaterra -por citar sólo algunos-. También los que tomarán la posta en el futuro, todos doctorados de entre 30 y 40 y pico, con muchas horas de laboratorio y sentido común, como Javier Palatnik, Claudia Banchio, Jorgelina Ottado -una agrónoma "infiltrada" entre tanto bioquímico y biólogo- Pablo Armas, Gabriela Gago, Susana Checa (nuestra lazarillo) Leticia Llarrull, Juan Manuel Debernardi, Gisella Di Venanzio, y además Marta Vijande que seguramente se ha ocupado de que todo funcionara también fuera del laboratorio.

¿Para que sirve esto?
La misma pregunta para dos respuestas diferentes. La primera, y más importante, hace alusión a la "ciencia básica" que es lo que se desarrolla a gran nivel en 25 programas diferentes en el IBR. Es el conocimiento en estado puro, el punto de partida de todo lo demás, el origen de la vida. Carlos Finlay, "el cientifico de los mosquitos" como se lo conoce vulgarmente, fue un incansable batallador de la lucha contra la fiebre amarilla, al punto que el día del médico se celebra el 3 de diciembre porque ese fue el día que nació. Un día estaba estudiando y revisando sus notas y lo distrajo el zumbido de un mosquito y fue en ese instante que cambió la historia y dedicó el resto de su larga vida a establecer que el vector era el agente transmisor.

En el IBR, a Diego de Mendoza -primer director y durante más de una década al frente de la institución- se le ocurrió un día preguntarse: "Si hay bacterias flacas y gordas y si son todas iguales, y si son todas iguales por qué razón". Así lo contó él mismo en una de las clases magistrales, que fueron varias y que fueron tales no sólo por el nivel de los expositores sino porque hasta quien esto escribe logró entenderlas.

Fue así que descubrió -con su grupo- que después de producirse biodiesel, la glicerina (que es en principio el material desechable) puede manipularse genéticamente, con la incorporación de una bacteria y crear más biodiesel. Esto tiene, además del hallazgo, una clara aplicación y un evidente impacto en la industria y por tanto en el desarrollo económico de un país.

Entonces el primer "¿para qué?" estaría sobradamente explicado. Sin embargo los que hacen ciencia básica, en el ámbito del Estado no tienen ese imperativo (categórico) de hacer algo que sea rentable, o no en términos económicos. Pero sí en términos sociales, y es así que bajo la misma lupa o microscopio, las bacterias que sobreviven a altas temperaturas mientras haya liquido, y posibilitan esos avances en la industria, permiten también, mediante su manipulación establecer la identidad de un centenar de niños nacidos en cautiverio o secuestrados de sus hogares, como sucedió con los nietos recuperados por la Abuelas de Plaza de Mayo, cuyo afiche fue lo último que se vio en la ponencia de Vila, al cerrar las jornadas. "La ciencia debe ser neutral" dijo el director del IBR -parafraseando a Joan Manuel Serrat en "Sería fantastic"- pero no su uso".

Y eso explica el segundo "¿para que?". ¿Para qué convocar a una docena de "líderes"?. Precisamente para que no sean neutrales. Para que se tome contacto directo con lo que se está haciendo, para que transmitan la importancia de invertir en recursos no sólo tecnológicos sino también humanos.

En California, contó Vila, se invirtieron 40 mil millones de dólares en diez años en ciencia básica en tres universidades. No sólo obtuvieron treinta premios Nobel, sino que se desarrollaron 600 empresas de biotecnología. Algo parecido ocurrió en Boston, allí están el célebre MIT (Massachusetts Institute of Technologu) y Harvard, se inviertieron 26 mil millones de dólares en ciencia básica: 25 premio Nobel y 500 empresas de biotecnología.

Pero más allá de la contundencia de los datos, tal vez la "explicación" más convincente la aportó el físico Michael Faraday, cuando presentó hace casi 200 años la "inducción electromagnética", algo que hoy permite que haya electricidad.

Alguna vez, un periodista (como dijo Bernard Shaw, una profesión que refleja "un océano de conocimientos de un centímetro de profundidad") le preguntó al científico británico "¿para qué sirve la ciencia básica?". Faraday hizo una pausa, levantó la vista y le respondió: "Dígame usted para qué sirve un recién nacido y yo le digo después para que sirve la ciencia básica".

Fuente:
www.pagina12.com.ar

domingo, 9 de junio de 2013

Falta de sueño: la pesadilla de los estudiantes.

Estados Unidos está a la cabeza de la lista de jóvenes estudiantes con problemas de sueño.La falta de sueño es un significativo factor oculto en el descenso del desempeño en jóvenes en edad escolar, de acuerdo a una investigación llevada a cabo a nivel internacional. El problema es particularmente importante en países ricos. Los expertos en el tema vinculan la falta de sueño al incremento en el uso de teléfonos celulares y computadoras en los dormitorios a altas horas de la noche.


Estudiante dormida

La falta de sueño es un problema tan serio que la enseñanza escolar ha tenido que disminuir su dificultad para acomodarse a los estudiantes con problemas de sueño, indica el estudio.

La comparación de los datos a nivel internacional llevada a cabo por el Boston College encontró que Estados Unidos tiene el número más alto de estudiantes con falta de sueño. El 73% de los estudiantes de 9 y 10 años de edad y el 80% de estudiantes de 13 y 14 años fueron identificados por sus maestros como muy afectados.

En pruebas de lectura el 76% de los estudiantes de 9 y 10 años tenían el mismo problema de privación del sueño.

Los datos fueron mucho más altos que el promedio internacional de 47% en estudiantes de primaria y 57% en el grupo de secundaria.

 

Análisis robusto 

Otros países con altos índices son Nueva Zelanda, Arabia Saudita, Australia, Inglaterra, Irlanda y Francia. Finlandia, con muy buena fama debido a su excelente sistema educativo, también está entre las naciones que encabezan las cifras de estudiantes que sufren falta de sueño.

Entre los países con datos donde los jóvenes sí gozan de buen descanso están Azerbaiyán, Kazajistán, Portugal, República Checa, Japón y Malta.
El análisis fue parte de un enorme proceso de recabación de datos para establecer un ránking sobre educación global denominado: Tendencias en Matemáticas y Ciencia y el Progreso en el Estudio Internacional de la Lectura (TIMSS y PIRLS por sus siglas en inglés).

Estos análisis están entre los más completos para los estándares de educación. Las pruebas las tomaron más de 900.000 estudiantes de primaria y secundaria en más de 50 países.

Los resultados del ránking para matemáticas, ciencia y lectura fueron publicados a finales del año pasado y los sistemas educativos de países asiáticos fueron los que destacaron en todas las tablas.

Sin embargo, los investigadores también querían saber más sobre la influencia que ejercen los hogares en los jóvenes estudiantes. Se ha escrito mucho sobre el impacto de la riqueza y la pobreza, pero los investigadores del Boston College también querían medir datos como el sueño y la nutrición.

Por ello las pruebas fueron acompañadas de cuestionarios para maestros, estudiantes y padres sobre patrones de sueño. Esta información fue comparada con los resultados de las pruebas académicas, por lo que los resultados de los exámenes en matemáticas, ciencia y lectura fueron cotejados con los niveles de sueño.

"Creo que subestimamos el impacto del sueño. Nuestros datos muestran que a nivel internacional, en promedio, los niños que duermen más tienen mejor desempeño en matemáticas, ciencia y lectura. Eso es exactamente lo que muestran nuestros datos", afirma Chad Minnich, del Centro de Estudio Internacional TIMSS y PIRLS.

"Es el mismo vínculo para niños que no tienen buena nutrición", asegura Minnich, quien trabaja en la Escuela de Educación Lynch del Boston College.

"Si no puedes concentrarte, prestar atención, no puedes alcanzar tu nivel óptimo porque tu mente y tu cuerpo necesitan algo más básico".
sueño
Enemigos del sueño: celulares y computadoras.

"El sueño es una necesidad fundamental para todos los niños. Si los maestros reportan un importante número de niños sufriendo falta de sueño, esto tiene un impacto significativo".

"Pero peor que eso es el hecho de que los maestros están teniendo que modificar sus instrucciones dependiendo de los estudiantes que están sufriendo falta de sueño".

"Los niños con falta de sueño tienen instrucciones menos complicadas".
Incluso los niños que duermen bien sufren de estas modificaciones. 


 Por qué no duermen  
Lo que el estudio no muestra muy claramente es por qué los jóvenes no están durmiendo bien o por qué países con importantes avances tecnológicos lucen tener los mayores problemas.

Sin embargo, expertos en el sueño señalan como una de las razones la tecnología en los dormitorios de los niños, especialmente el uso de teléfonos inteligentes o laptops muy tarde en la noche.

No solo los jóvenes se mantienen despiertos mandando mensajes a sus amigos usando internet. La luz de las pantallas muy cerca del rostro físicamente interrumpe el escenario natural para el sueño.

"Al tener una pantalla de computadora que está a apenas ocho pulgadas del rostro te expone a mucha más luz que ver un televisor que está al otro lado de la habitación", asevera Karrie Fitzpatrick, investigadora del sueño de la Northwestern University en Illinois.

"Eso le va a decir a tu cerebro que te mantengas despierto", afirma Fitzpatrick.

"Esa luz puede reprogramar todo el sistema del ritmo circadiano y decir 'espera un minuto, no es el momento de ir a la cama'".

La falta de sueño también es una seria barrera física para aprender.

"La falta de sueño es un problema a todos los niveles que es relevante en el aprendizaje, la memoria y el desempeño académico", dice Derk-Jan Dijk, director del Centro de Estudio del Sueño de la Universidad de Surrey, en Reino Unido.

Las investigaciones en los desórdenes en el sueño y las funciones del cerebro han mostrado la importancia que tiene el sueño en la memoria y la consolidación de la información.

Sin sueño, el cerebro tiene problemas para absorber y retener ideas.


Sueño y desempeño académico
"Hay un creciente interés en la asociación que hay entre un sueño adecuado y el desempeño académico", indica Dijk.

Por su parte Fitzpatrick señala que la falta de sueño va a dejar a jóvenes estudiantes más emocionalmente volátiles, con menos capacidad de concentración y físicamente problemáticos a la hora de aprender.

Agrega que la pérdida de sueño y los esfuerzos por recuperarlo a corto plazo puede causar interrupciones más complejas en la manera en cómo el cerebro almacena información.

Pero hay buenas noticias. Si comienzas a dormir bien de manera cotidiana, la falta de aprendizaje se revierte.

"Mientras no llegues a un extremo de privación del sueño y regreses a un sueño de siete a nueve horas en la noche y mientras no haya un daño permanente probablemente puedes restaurar la funcionalidad de acumular, procesar y recolectar memoria", indica Fitzpatrick.

"Las bases del aprendizaje seguramente volverán a los niveles normales".

De otra forma, tratar de estudiar sin dormir va a ser bien difícil. "Tu cerebro funciona vacío".

Fuente:
www.bbc.co.uk/mundo

jueves, 6 de junio de 2013

Buscando soluciones sustentables: el desafío de los biocombustibles y el papel de las algas.

Julieta Barchiesi nos cuenta sobre las algas como nueva opción para la obtención de biocombustibles.


Las algas se posicionan como una fuente alternativa para la obtención de biocombustibles.

Julieta Barchiesi*
En las próximas décadas el mundo necesitará enormes cantidades de energía para respaldar el crecimiento económico y poblacional, y para mejorar los estándares de vida. Los suministros de energía convencionales lucharán para seguir el ritmo de la demanda, y la energía se deberá producir de forma ecológica y socialmente responsable. Simultáneamente, será necesario alimentar la población mundial creciente. Esto incrementará la presión en el medioambiente, la tierra cultivable, las reservas de peces y el suministro de agua pura. Las algas son la gran promesa debido a que son una fuente de energía para biocombustibles con baja emisión de dióxido de carbono (CO2), y como suplementos dietario animal.

Los biocombustibles son alcoholes, ésteres y otros compuestos químicos producidos a partir de la biomasa, residuos de la agricultura y de la actividad forestal, y desechos industriales. Entre otros podemos incluir al bioetanol, biodiésel, biohidrógeno, biometanol; siendo los dos primeros los más desarrollados y empleados. La biomasa hace referencia a toda materia que puede obtenerse a través de la fotosíntesis, proceso mediante el cual la mayoría de las especies vegetales generan azúcares utilizando energía solar. A partir de sustancias simples como el agua y el dióxido de carbono, esta energía se almacena en forma de moléculas de glucosa, almidón, celulosa y aceites.

UNA SOLUCIÓN A BASE DE ALGAS
Las algas son la fuente de materia prima menos publicitadas para biocombustibles, a pesar de que muchas de ellas tienen un alto potencial para solucionar la dependencia mundial de los combustibles fósiles y limitar las emisiones de CO2 asociadas al cambio climático global. Las microalgas son organismos fotosintéticos que se encuentran tanto en el mar como en agua dulce y poseen un mecanismo de fotosíntesis muy similar al de las plantas terrestres. Están a la vanguardia de la investigación en los esfuerzos destinados a desarrollar tecnologías y sistemas modelos para la producción renovable de hidrógeno y otros biocombustibles como biodiesel y bioetanol. Su procesamiento es simple, debido a su pequeño tamaño y a que carecen de lignocelulosa, un polisacárido presente en todas las fuentes de biomasa terrestres que complica el proceso de conversión de la biomasa en biocombustible. En relación con las plantas terrestres, las microalgas son más eficaces en la conversión de la luz del sol a energía química. Pueden producir una cantidad de aceite por metro cuadrado substancialmente mayor que los aceites de semillas tradicionales y además, disminuir los niveles de CO2, ya que las algas consumen este gas mientras emiten oxígeno puro. Las algas no compiten por terrenos cultivables con las plantas terrestres, muchas cepas de algas pueden crecer en agua de mar o aguas residuales, preservando las valiosas fuentes de agua dulce. Su ventaja a nivel económico se basa en la alta eficiencia de las algas unicelulares para la conversión de energía solar respecto de los cultivos. Por esta y otras razones, las microalgas tienen muchas ventajas sobre las plantas terrestres en lograr uno de los desafíos más grandes a nivel mundial: obtener una forma de energía segura y sostenible, y reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Además, y respecto a la remediación ambiental, las microalgas secuestran naturalmente CO2 de la atmósfera. Sin embargo, para cubrir las necesidades del rápido crecimiento de una granja de algas, se necesitan cantidades de CO2 adicionales. La solución es capturar CO2 emitido por plantas industriales, tales como usinas, fábricas de cemento y fábricas de etanol, que de lo contrario serían una fuente de contaminación ambiental. Así, una fuente potencial de calentamiento global es convertida en una fuente de materia prima de combustión limpia para biocombustibles. Además, todos los otros métodos usados para mitigar el CO2 solo lo secuestran; no lo convierten en productos útiles o energía; por lo tanto el uso de microalgas es el mejor método para combatir el cambio climático.

EL ALMIDON
El almidón ha adquirido un inmenso valor en la vida humana, siendo la fuente de calorías más importante en nuestra alimentación, y como un recurso renovable y precursor de nuevos materiales biodegradables en el medio ambiente. En los últimos años, se ha incrementado la utilización de almidón y sus derivados en la industria, a partir de su uso como materia prima, compitiendo con aquellas derivadas de productos a base de petróleo. La modificación de la vía de síntesis de almidón, permite generar nuevos almidones con propiedades mejoradas y nuevas aplicaciones industriales. Sin embargo, uno de los problemas de su uso para biocombustibles es que compite con la alimentación de la población.

Ante esta problemática, la comunidad científica se interesó en profundizar el conocimiento en los mecanismos de producción de almidón en plantas y microalgas con el objetivo de desarrollar herramientas para obtener almidones modificados para distintos fines industriales, alimenticios y bioenergéticos.

Hace siete años, un equipo de investigadores pertenecientes al Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI) dependiente del CONICET (www.conicet.gov.ar) comenzó a investigar las propiedades de las proteínas de síntesis y degradación de almidón de una planta modelo, Arabidopsis thaliana, con fines biotecnológicos. En el último año, el estudio se expandió a otro organismo fotosintético, cuyo uso no compite con la alimentación humana, el microalga Ostreococcus tauri. Esta alga es el organismo eucariota más pequeño que se conoce hasta la actualidad, y es una de las microalgas más abundantes de los sistemas oceánicos y costeros. Además es un importante modelo biológico utilizado en estudios genómicos y de fisiología vegetal en todo el mundo.

O. tauri presenta ciertas características particulares respecto a la producción de almidón. Este pequeño microalga, de genoma compacto y fácil de cultivar en laboratorios, acumula almidón en un único gránulo y presenta una ruta metabólica de almidón incluso más compleja que la de algunas plantas terrestres, con múltiples formas de cada enzima (http://learn.genetics.utah.edu/es/units/activities/extraction/enzyme.html). El estudio de este organismo nos permitirá generar herramientas moleculares de gran utilidad para diseñar la ingeniería de proteínas que eventualmente permita obtener almidones con cualidades mejoradas para diversos usos.
* La Dra. Barchiesi es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Desempeña sus tareas en el Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI), instituto de doble dependencia Universidad Nacional de Rosario - CONICET.

Fuente
secyt.unr.edu.ar

lunes, 3 de junio de 2013

La libertad es un espejismo cerebral.

Como va unida al yo consciente, cuya existencia no está probada, es muy probable que el libre albedrío sea también una ilusión

Por Francisco J. Rubia.  

La cantidad de información que llega al cerebro proveniente de los órganos de los sentidos es de 11 millones de bits por segundo, pero la capacidad de información de nuestra consciencia no sobrepasa los 45 bits por segundo. Esto significa que la inmensa mayoría de nuestra actividad cerebral es inconsciente. Sin embargo, el llamado yo consciente piensa que todo lo que sucede está bajo la iluminación de la consciencia. De la misma manera que no se ha podido constatar la existencia de ese yo en ninguna parte del cerebro, es muy probable que la libertad sea también una ilusión, una construcción cerebral, ya que esa libertad va unida al yo consciente.


El movimiento de las fichas del dominó está dominado por las leyes físicas. ¿También la libertad? Foto: Enoch Lai.
El movimiento de las fichas del dominó está dominado por las leyes físicas. ¿También la libertad? Foto: Enoch Lai.
La mayoría de nosotros cree que, a no ser que estemos bajo coacción o sufriendo por una enfermedad mental, todos tenemos la capacidad de tomar decisiones y hacer elecciones libremente. Con otras palabras: que estamos en posesión de lo que llamamos “libre albedrío” o voluntad libre. Que no dependemos de fuerzas físicas, ni del destino, ni de Dios. Que nuestro yo es el que decide y elige.

No obstante, parece que la neurociencia moderna piensa, al menos una parte de los neurocientíficos entre los que me encuentro, que esa creencia no es más que una ilusión, de manera que el fantasma de la falta de libertad nos acecha.

Parece evidente que nuestras decisiones y elecciones son el resultado de toda una serie de factores sobre los que no tenemos ningún control consciente: la herencia genética, las experiencias que hemos vivido y que dormitan en nuestra memoria, la mayoría de ellas implícita o inconscientemente, pero que pueden ser activadas en cualquier momento, las circunstancias actuales o los fines que hayamos planificado previamente.

En realidad, seguimos asumiendo la existencia de un homúnculo dentro del cerebro que sería el que toma las decisiones y realiza las elecciones, aunque la existencia de ese homúnculo ha sido ya rechazada desde el punto de vista neurocientífico, no sólo por la ausencia de un centro cerebral que lo albergue, sino porque exigiría la presencia de otro homúnculo dentro del primero y así sucesivamente.

En la literatura filosófica encontramos tres posturas diferentes ante el tema de la libertad: el determinismo, el libertarianismo y el compatibilismo. Determinismo y libertarianismo sostienen que si nuestra conducta está determinada, la libertad es una ilusión.

Los libertarios invocan una entidad metafísica, como el alma, como la causa de nuestros actos voluntarios y libres. Los compatibilistas afirman que tanto los deterministas como los libertarios están equivocados y que la libertad es compatible con el determinismo. Los compatibilistas admiten, pues, algo evidente: que sucesos neurales inconscientes determinan nuestros pensamientos y acciones y que ellos están a su vez determinados por causas previas sobre las que no tenemos ningún control.

Desazón por la falta de libertad
La posible falta de libertad nos provoca una desazón importante. Como dicen los anglosajones, es algo “contraintuitivo”.  De ahí que muchos hayan  recurrido a la física cuántica para evitar el determinismo, aludiendo que a nivel cuántico ese determinismo es inexistente y que la probabilidad y el azar son los que dominan ese ámbito.

Pero se ha argumentado que sustituir el determinismo por el indeterminismo o por el azar o la probabilidad no soluciona el problema, antes bien lo empeora.

La física cuántica nos dice que a nivel de las partículas elementales subatómicas no existe el determinismo, que éstas no se rigen por las leyes de Newton de la macrofísica. Las leyes de causa y efecto no rigen a ese nivel.

El problema es que el funcionamiento de las neuronas de nuestro cerebro se realiza a un macronivel regido por las leyes de Newton. Imaginémonos lo que ocurriría si, por ejemplo, trasladásemos el indeterminismo cuántico al macronivel de las sociedades.

Con otras palabras: si las decisiones o elecciones son el resultado de sucesos aleatorios, el libre albedrío tampoco existiría.

Como ya dijo Spinoza hace unos 350 años, nuestra creencia en el libre albedrío no sólo refleja nuestra impresión subjetiva y personal de control consciente sobre nuestras acciones, sino que es el resultado de nuestra ignorancia de las verdaderas causas que determinan esas acciones.

Algunos neurocientíficos, entre los que me encuentro, y también filósofos, no se asombran de la posibilidad de la falta de libertad, ya que muchas cosas en las que firmemente creemos no son lo que parecen.

Algunas de las zonas cerebrales significativas en los desórdenes de la personalidad. Imagen: Brews ohare
Algunas de las zonas cerebrales significativas en los desórdenes de la personalidad. Imagen: Brews ohare
La percepción, una ilusión
Todas nuestras percepciones son en realidad ilusiones, ya que no tenemos acceso ninguno a la realidad, como ya expresó hace siglos Immanuel Kant. Nuestra mente simula la realidad y prefiere, porque no tiene más remedio, ese símil de la realidad a la realidad misma.

El planteamiento de la falta de libertad en neurociencia parte de los conocidos experimentos de Benjamin Libet en los años 80 del siglo pasado. No voy a repetirlos ya que son harto conocidos, sino a hacer un breve resumen.

Cuando requerimos a un sujeto sano y normal que realice un movimiento simple podemos detectar una onda negativa en el registro de la actividad eléctrica de la corteza cerebral, onda llamada de disposición o de preparación motora, que comienza varios cientos de milisegundos antes de que se produzca el movimiento. La impresión subjetiva de querer realizar el movimiento es posterior y está más cerca del movimiento que del comienzo del potencial preparatorio. Esta impresión subjetiva es, por tanto, así como el movimiento, el resultado de una actividad cerebral inconsciente.

Ante estos resultados, que han sido corroborados y ampliados posteriormente en otros laboratorios, Benjamin Libet planteó que en los 200 milisegundos que hay entre la impresión subjetiva y el movimiento el cerebro tenía la posibilidad de vetar ese movimiento, argumentando que un veto no es un acto voluntario y no produciría un potencial de disposición, porque si lo hacía no habría tiempo suficiente en los 200 ms entre la impresión subjetiva y el movimiento. A esto Libet lo llamó “free won’t” en vez de “free will”.

Resulta difícil aceptar que acciones negativas tengan que ser diferentes a las acciones positivas. Y, efectivamente, sujetos entrenados para dejar de hacer una determinada acción mostraron también un potencial de disposición previo al movimiento. De esta manera, la objeción de Libet quedó descartada.

Experimentos realizados en Berlín por el Profesor John-Dylan Haynes y colaboradores utilizando resonancia magnética funcional mostraron que los investigadores eran capaces de predecir 6 segundos antes de tomar una decisión cuál sería el resultado. Por supuesto que la impresión subjetiva de libertad de acción tenía lugar pocos milisegundos antes de la decisión, como en el experimento de Benjamin Libet.

Predomina el cerebro inconsciente
Estos resultados son difíciles de compaginar con el sentido que tenemos que somos los autores conscientes de nuestras acciones. Antes de ser conscientes de nuestros actos el cerebro ya ha determinado lo que vamos a hacer, pero creemos que esa toma de consciencia es la causa de nuestra acción.

Para la mayoría de las personas, estos resultados son sorprendentes. Sobre todo porque la falta de voluntad resulta no sólo algo molesto, sino como dije antes contraintuitivo para la mayoría de las personas. En neurociencia ya no lo son tanto, ya que sabemos que tanto el movimiento como la impresión subjetiva de la voluntad son resultado de la actividad cerebral, y la inmensa mayoría de esa actividad cerebral discurre de manera inconsciente.

Aparte de ello, los términos que son corrientes en filosofía no tienen un correlato exacto en neurociencia. Por ejemplo, “propósito” o “intencionalidad” son términos cercanos a “libertad”, pero en neurociencia no decimos, para poner sólo un ejemplo, que tenemos el reflejo corneal, que hace que parpadeemos cuando tocamos la córnea, para proteger el ojo. Eso es una forma de pensamiento teleológico que no constituye ninguna explicación del mecanismo del reflejo.

Tampoco podemos decir que las raíces de una planta absorben el agua con el propósito de llevar agua a sus hojas. O que el corazón tiene el propósito de llevar la sangre a los tejidos del organismo.

Se ha calculado la cantidad de información que llega al cerebro proveniente de los órganos de los sentidos. Es de poco más de 11 millones de bits por segundo. Sin embargo, la capacidad de información de nuestra consciencia no sobrepasa los 45 bits por segundo; cuando calculamos disminuye incluso a 12 bits por segundo.

Esto significa que Sigmund Freud se quedó corto y que la inmensa mayoría de nuestra actividad cerebral es inconsciente. Nuestros pensamientos e intenciones emergen de causas profundas de las que no somos conscientes y sobre las que no tenemos el mínimo control. Además, el llamado yo consciente se atribuye funciones que no le corresponden, ya que pensamos que todo lo que sucede está bajo la iluminación de ese foco de la consciencia. Este tema de la consciencia es importante como veremos luego para rebatir los argumentos de los compatibilistas.

Aunque de manera continua notamos cambios en nuestras experiencias, pensamientos, estados de ánimo, percepciones, conductas, etc., no somos conscientes de los estados neurofisiológicos que los producen.

¿Es posible entonces que nuestra impresión subjetiva de libertad no sea correcta? Claro que es posible. Otras impresiones subjetivas han resultado ser falsas, y no sólo me refiero a las ilusiones ópticas, sino, por ejemplo, a que el sol girase alrededor de la tierra, creencia mantenida desde Aristóteles en el siglo IV a.C. hasta Copérnico en el siglo XVI. Veinte siglos nada menos con una impresión subjetiva falsa. Y todavía hoy decimos que el sol sale por Oriente y se pone por Occidente.

Gráfico sobre las posiciones filosóficas sobre el determinismo y el libre albedrío. Autor: Tesseract2.
Gráfico sobre las posiciones filosóficas sobre el determinismo y el libre albedrío. Autor: Tesseract2.
La libertad, parte de la ilusión del yo
La libertad es una parte de la ilusión del “yo”, es decir, de la existencia de una persona u homúnculo que controla todo lo que sentimos y obramos. Y de la misma manera que no se ha podido constatar la existencia de ese yo en ninguna parte del cerebro, es muy probable que la libertad sea también una ilusión, una construcción cerebral, ya que esa libertad va unida al yo consciente.

Uno de los mejores ejemplos de pérdida del sentido de libertad es el hipnotismo. Aquí, se producen movimientos inducidos por el hipnotizador sin que el sujeto tenga la impresión de voluntad. Es algo parecido a lo que ocurre en el síndrome de la mano ajena, en el que el paciente, debido a una lesión cerebral, tiene la convicción que su mano es movida por otra persona o controlada desde fuera de él.

En el caso del hipnotismo es muy curioso lo que ocurre cuando el experimentador hipnotiza a una persona y le ordena que camine a gatas por el suelo. Si lo despierta en ese momento y le pregunta al sujeto que qué hace en el suelo a gatas, el sujeto dice que estaba buscando una moneda que se le había caído. Es un ejemplo del yo consciente, que es un intérprete, como dice Michael Gazzaniga, o habría que decir incluso un mistificador. Es intérprete porque se inventa una historia plausible ya que desconoce las causas de esa conducta. Y es mistificador porque está engañando al afirmar algo que no es cierto.

Cuando estimulamos ciertas regiones del cerebro y hacemos que se muevan las extremidades, el sujeto tiene la impresión de que es él el que voluntariamente provoca los movimientos, aunque sea falso. Sin embargo, en otros casos, como cuando se estimula directamente la corteza motora del cerebro,  se producen movimientos que el sujeto sabe que no son inducidos por él.

En todos estos casos la conclusión es que la impresión subjetiva de voluntad y el propio movimiento no son simultáneos en el tiempo, como vimos en los experimentos de Libet, pero tampoco en el espacio, es decir, no tienen su origen en las mismas regiones cerebrales. Pueden ir juntos en algunos casos, pero en otros no, lo que indica que su localización es distinta.

Las posturas ante el tema de la libertad son muy diferentes, pero las principales se resumen en el determinismo, que afirma que estamos determinados, como el resto del universo por las leyes físicas, lo que incluye el cerebro, lo que llevó a Einstein a preguntarse que por qué el cerebro iba a ser una excepción.

El determinismo cree que todos los sucesos, incluidas las acciones humanas, están predeterminadas, una noción que es incompatible con la libertad. Hay que diferenciarlo del fatalismo que es la creencia de que todo suceso, pasado, presente y futuro, ya está predeterminado por Dios o por otra fuerza omnipotente; es lo que en religión se denomina predestinación. El fatalismo lleva a la inacción total, ya que todo esfuerzo por nuestra parte sería inútil. Y quedarse sentado observando los acontecimientos es ya una elección que tendrá sus consecuencias.

Que nuestras elecciones dependan de causas previas no significa que no importen.

Cuento árabe sobre el fatalismo
Un ejemplo de fatalismo lo tenemos en el antiguo cuento árabe que refiere el escritor Somerset Maugham en su obra de teatro Sheppey:

“Había un mercader en Bagdad que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al cabo de poco tiempo el criado volvió con la cara blanca y temblando y dijo: Maestro, justo ahora cuando estaba en la plaza del mercado fui empujado por una mujer que estaba entre el gentío, y cuando me volvía vi que era la Muerte la que me había empujado. Me miró e hizo un gesto amenazante; ahora, préstame por favor tu caballo que me voy de la ciudad para evitar mi destino. Voy a ir a Samarra y allí la Muerte no me encontrará. El mercader le dejó el caballo y el criado se montó en él, clavó las espuelas en sus costados y se marchó tan veloz como podía galopar el caballo. Entonces el mercader se fue al mercado y vio a la Muerte entre la multitud, se acercó y le dijo: ¿Por qué hiciste un gesto amenazador a mi criado al que viste esta mañana? Eso no fue un gesto amenazador, respondió la Muerte, sólo fue una expresión de sorpresa. Estaba asombrado de verlo en Bagdad, porque yo tenía una cita con él esta noche en Samarra.

Otro grupo de filósofos, los llamados libertarios, afirman que somos completamente libres, algo que hoy mantienen pocos.

Y, finalmente los compatibilistas, que sostienen que aunque estamos sometidos a las leyes físicas que rigen el universo, somos libres. Como este grupo es el que más se oye últimamente, me voy a detener en sus argumentos.

Los compatibilistas insisten en que la libertad, la responsabilidad moral y nociones semejantes son compatibles con el determinismo. Por ejemplo, afirman que la mayoría de las personas en Occidente que eligen estudiar una carrera lo hacen libremente y son responsables moralmente de esa elección, aunque sea el producto de deseos y creencias.

Desde luego no creo que sea mi caso. Yo iba decidido a estudiar ingeniería industrial y estuve todo el verano tomando clases particulares de dibujo y matemáticas para decidir poco antes de la matriculación en septiembre que iba a estudiar medicina. Todavía hoy no sé por qué tomé esa decisión.

Estamos, por tanto, ante uno de los problemas que plantea el compatibilismo. El tema de la consciencia en la toma de decisiones y la libertad y la responsabilidad moral.

El filósofo estadounidense Sam Harris dice que el concepto popular de libertad se basa en dos supuestos: 1) que cada uno de nosotros puede actuar de manera diferente a como lo hace, y 2) que nosotros somos la fuente consciente de la mayoría de nuestros pensamientos y acciones. Ambos supuestos, dice, son falsos.

O nuestras voluntades están determinadas por causas previas y no somos responsables de ellas, o son el producto del azar y tampoco somos responsables de ello.

Aun suponiendo que la mente fuera un alma inmaterial, las operaciones inconscientes de ese alma no garantizarían más libertad que las que nos proporciona la fisiología inconsciente de nuestro cerebro. Si no sabemos lo que ese alma va a hacer en el momento siguiente tampoco tenemos control sobre nuestras acciones.

El significado de tener libertad
Pensemos lo que significaría tener libertad. Necesitaríamos ser conscientes de todos los factores que determinan nuestros pensamientos y acciones y tener un control absoluto sobre ellos.

Sam Harris dice que podemos decidir lo que hacemos, pero no podemos decidir lo que queremos decidir hacer. Con otras palabras: no controlamos nuestra mente porque como agentes conscientes somos sólo una parte de esa mente. Somos libres de hacer lo que queremos hacer, pero ¿de dónde vienen los deseos de hacer algo? Cuando ahondamos en las causas psicológicas de nuestras decisiones nos enfrentamos siempre al misterio. El filósofo alemán Schopenhauer decía que el hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere.

Pasemos ahora a ocuparnos de los argumentos de los compatibilistas. Según éstos, para que una persona sea libre tienen que cumplirse tres condiciones.

La primera es que la persona tiene que tener varias alternativas a elegir y que puede elegir algo diferente a lo que elige. Es la condición de poder actuar de otra manera.

En este argumento, a mi entender, se confunde la libertad con los grados de libertad. Todos los animales tienen la capacidad de elección, pero no todos tienen los mismos grados de libertad. A medida que el sistema nervioso central se desarrolla a lo largo de la evolución, se hace más complejo, aumentan los grados de libertad, de manera que los humanos tenemos más grados de libertad que otros mamíferos, y éstos que los anfibios, etcétera.

Pero el hecho de disponer de varias opciones no significa que se tenga libertad para escogerlas. Ciertamente, podemos elegir entre varias opciones, pero el problema no es la oferta de opciones sino por qué elegimos una opción y no otra; en otras palabras: si la elección ha estado determinada por la llamada libertad o por condicionamientos que no son conscientes para el individuo. Si identificamos los grados de libertad con lo que llamamos libertad, entonces todos los animales son libres.

En relación con esta condición que sostiene que la persona es libre si pudiera haber querido hacer otra cosa, el filósofo estadounidense, Sam Harris, dice que eso es como decir que una marioneta es libre mientras esta quiera las cuerdas que la manejan.

La segunda condición de los compatibilistas para que exista libertad es que la decisión debe depender de la propia persona, llamada también la condición de autoría.

Aquí no se hacen distinciones entre funciones conscientes e inconscientes. Ahora bien, si la conducta de una persona está controlada por impulsos inconscientes no decimos que la persona es libre, al menos así lo entiende la psicología. Ante dijimos que los compatibilistas aceptaban lo evidente, a saber que los sucesos neurales inconscientes determinan nuestros pensamientos y acciones y que éstos están a su vez determinados por causas previas sobre las que no tenemos ningún control.

Pues, a pesar de ello, el filósofo estadounidense, Daniel Dennett, sostiene que todos somos responsables no sólo de los actos conscientes, sino también de los sucesos inconscientes de nuestro cerebro que son tan nuestros como los primeros. El que no seamos conscientes de las causas de nuestras acciones no niega la libertad. Esto es el argumento de la autoría llevado al extremo.

Ante este argumento podría decirse que no nos consideramos responsables de lo que hace el riñón o el hígado, que funcionan de manera inconsciente, pero que también son nuestros. En realidad, en el sentir popular de lo que hacen nuestros órganos internos nos sentimos más bien las víctimas que las causas. Algún filósofo preguntó: ¿Somos también responsables de lo que hacen nuestras bacterias intestinales porque son nuestras?

La tercera condición de los compatibilistas es obvia: que lo que decida la persona tiene que estar sometido a su control y ese control debe estar libre de cualquier tipo de coacción. Es lo que se ha llamado también la condición de control. Esta condición contradice en parte a la condición de autoría. Y la condición es total si en vez de control se dijese “control consciente”.

Siempre me ha llamado la atención lo contraintuitivo que resulta decir que es posible que no tengamos libertad, desde luego en el sentido en el que solemos usar esa palabra. Sin embargo, a nadie le llama la atención que no tengamos control alguno consciente sobre lo que almacenamos en la memoria, cuando esos contenidos van a ser claves para el futuro del organismo.

Cualquier vivencia es comparada automáticamente con esos contenidos para poder decir, desde luego inconscientemente, si suponen un peligro para la supervivencia del organismo o no. Esta comparación también es completamente inconsciente. Hay que decir que la memoria es mucho más importante que la libertad desde el punto de vista biológico.

La impresión de la libertad, una ilusión
En resumen, que los experimentos realizados hasta ahora, primero con la electroencefalografía, luego con técnicas modernas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones o PET, han arrojado resultados que indican que la impresión subjetiva de libertad es una ilusión.

Si experimentos futuros apuntasen a la existencia de la libertad, tendríamos que cambiar de opinión, pero hoy por hoy no veo ningún argumento satisfactorio, y tampoco ningún experimento, que eso indique.

Las consecuencias de esta afirmación son múltiples y en muchas disciplinas: en religión, en el derecho penal, en bioética y en muchas otras.

Ya en Estados Unidos ha habido casos en los que sujetos que habían delinquido afirmaron que no habían sido ellos, sino su cerebro. Por eso algún neurocientífico ha dicho que tendríamos que hacer “como si” la libertad realmente existiese.

El filósofo Saul Smilansky dice que para mantener nuestros mundos moral y personal intactos necesitamos la ilusión de la libertad. La ilusión nos ayuda a mantener, y en parte incluso a crear, aspectos cruciales de nuestra realidad moral y personal. Entendiendo por ilusión una definición de diccionario que reza: una idea o concepción falsa; una creencia u opinión que no está de acuerdo con los hechos.

El concepto que Smilansky tiene de ilusión es parecido al que expresó Sigmund Freud en su obra El porvenir de una ilusión, o sea ilusión en la que el cumplimiento de un deseo es el factor prominente de su motivación ignorando, de esta manera, sus relaciones con la realidad.

En el libro del filósofo alemán Hans Vaihinger Die Philosophie des Als Ob  (La filosofía del como si), el autor habla de “praktische Fiktionen” (ficciones prácticas). Ya al comienzo de este capítulo Vaihinger nos dice: “en el umbral de estas ficciones nos encontramos enseguida uno de los conceptos más importante que la humanidad ha formado: el concepto de libertad; las acciones humanas se consideran libres y por ello responsables y enfrentadas al curso necesario de la naturaleza… El concepto contradice no sólo la realidad observada, en la que todo sigue leyes inmutables, sino a sí mismo: pues una acción absolutamente libre, fortuita, que surge de la nada, es moralmente tan sin valor como una acción absolutamente necesaria…La humanidad ha desarrollado estos importantes conceptos a lo largo de su desarrollo por necesidad psíquica inmanente, porque sólo sobre su base es posible la cultura y la moralidad”.

Vaihinger, que publicó su libro en 1911, cita a varios autores que son de la misma opinión y menciona que durante siglos ha estado vigente la libertad no sólo como hipótesis, sino incluso como dogma irrefutable. Critica también que se niegue teóricamente la libertad, pero que se la coloque en la práctica como fundamento del derecho penal.

En su opinión si tiene que haber castigo tiene que tener lugar también la culpa, pero ésta no existe si se niega la imputabilidad y la libertad.

En realidad, la filosofía del “como si” se practica en España hace tiempo. Hacemos como si fuésemos demócratas, como si fuésemos europeos, como si nos preocupase el interés general, como si los cuatro poderes fuesen independientes, como si nos interesase la investigación y el desarrollo, etcétera, etcétera.

Resumiendo mi opinión sobre el tema de la libertad yo diría: una cosa es hacer como si fuésemos libres para mantener el orden y la cohesión en la sociedad, y otra muy distinta es creernos nuestros propios engaños. Algunos autores han comparado la mente con un avión que vuela con un piloto automático. Todas las difíciles operaciones y cálculos necesarios se realizan fuera de nuestro control. A muchas personas este hecho les infunde un terrible miedo a volar. Preferirían un piloto consciente que controlase todas las operaciones. Es un deseo pío, pero que no coincide con la realidad.

En Alemania aprendí el siguiente dicho: “El que en la oscuridad del bosque silba puede que auyente su miedo, pero no por eso va a ver más claro”.
 
 
Francisco J. Rubia Vila es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. Texto de la conferencia pronunciada por el autor en el Congreso Internacional de Bioética, celebrado en Valencia, 14 de noviembre de 2012.  La conferencia se publicó originalmente en el Blog Neurociencias   que el autor edita en Tendencias21.
Fuente:
www.tendencias21.net

viernes, 31 de mayo de 2013

La nueva gripe aviar se transmite por contacto directo e infecta al cerebro.

¿Y si después de años de alerta estuviéramos ante la verdadera amenaza? El primer estudio en profundidad que se publica sobre el nuevo virus de la gripe aviar, el H7N9, que ha surgido en China deja claro que no es un virus inocente: se transmite por contacto directo, la infección puede permanecer oculta hasta dar los primeros síntomas y llegar hasta el cerebro, además de dañar el aparato respiratorio.
Aparece un nuevo virus con características intermedias a los dos ya conocidos (Foto: www.eluniversal.com.mx).
Por N. Ramírez de Castro

Este primer retrato robot de la nueva gripe aviar se publica en la revista Science y lo ha trazado un grupo de investigadores de Estados Unidos, China y Canadá. La nueva infección empezó en las explotaciones y mercados de aves en el este de China. Pero la voz de alarma se dio, por primera vez, el pasado 4 de marzo en la superpoblada Shanghái, una megalópolis con más de 20 millones de habitantes. Ese día falleció un anciano de 87 años y seis días después un hombre de 27 años. Fueron las primeras muertes de una nueva infección que ya se ha cobrado 36 víctimas mortales y ha contagiado, al menos, a 131 personas.

Aunque ese no es, sin duda, el balance real. Puede haber muchos más casos de personas sin síntomas que estén infectados, como ha demostrado la investigación publicada en Science. Los investigadores infectaron con el virus a hurones, el modelo animal preferido para estudiar la gripe humana. Y comprobaron cómo los animales, pese a estar infectados, permanecían asintomáticos, sin rastro de la mayoría de los signos clínicos. Lo que lleva a pensar que habría más casos afectados que aún no ha sido diagnosticados y no aparecen en las estadísticas oficiales.  

ASÍ SE TRANSMITE 
Para comprobar cómo se transmitía el virus estudiaron a animales sanos e infectados. Hicieron dos grupos, uno en el que convivían los enfermos y los sanos y otro en el que permanecían separados en jaulas. Así demostraron que el virus se transmite por contacto directo y no por vía aérea. Es decir una persona no se contagiaría por respirar en el mismo ambiente que otro infectado. Una buena noticia es que los cerdos fueron incapaces de contagiar a otros animales no infectados.

También se vio cómo el virus invade el tracto respiratorio y no se queda en los pulmones: infecta los ganglios linfáticos y alcanza el cerebro. Esto último solo sucede de forma excepcional en las infecciones gripales. De los casos que han llegado al hospital, la mayoría han sido muy graves y han tenido que ingresar en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales chinos. De momento el virus se transmite de aves a humanos aunque aún no se ha comprobado su capacidad para contagiarse entre personas. Si adquiriera esa capacidad para infectar entre humanos tendría carácter de epidemia, aseguran en la revista Science los autores del estudio. Para frenarla aconsejan cambios en los mercados de aves que eviten el contacto directo con las aves.

UN VIRUS INTERMEDIOAntes que esta cepa, otros virus aviares habían puesto en jaque a la población mundial. Primero fue el H5N1 y después la llamada gripe A. Con la primera preocupaba su letalidad y con la segunda su capacidad para contagiarse, aunque era menos leve. ¿Cuál es más peligroso? Juan Ortín, investigador del departamento de Biología Molecular y Celular del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), cree que estamos ante un virus 'intermedio'. "Por los resultados que tenemos, nos encontramos con un virus intermedio entre los H1N1 pandémicos (mal llamados gripe A) y los H5N1. Los nuevos virus H7N9 parecen más patogénicos que los pandémicos pero menos que los H5N1. Esto puede ser debido a que los H5N1 tienen una hemaglutinina fácilmente procesable por el organismo y los pandémicos o los H7N9 no".

Ortín advierte que no se sabe aún cómo se comportará el nuevo virus. "Como para todos los nuevos virus gripales que afectan al hombre, el problema es que se pueda adaptar para transmitirse con mayor eficacia". Si el H7N9 adquiriera su capacidad para contagiar persona a persona, "definitivamente estaríamos ante una nueva alerta", advierte el investigador.

DÓNDE SE ORIGINÓLa Universidad de Fudan, en Shanghái, sostiene que la nueva cepa de la gripe aviar H7N9 se originó entre aves de corral o pájaros salvajes en el este de China, en vez de la teoría más aceptada hasta hoy, que lo atribuía a otras aves de China y Corea. Según recoge el diario oficial Shanghái Daily, los investigadores de Fudan han determinado que ése es en realidad el origen de la combinación de las dos principales proteínas del virus bajo la forma H7N9.

Fuente:

jueves, 30 de mayo de 2013

Escenas de la vida lacaniana.

El cine ha sido más que un placer para Lacan. También fue una fuente para nutrir su método terapéutico. Un libro retoma sus filmes preferidos, notas, e interpreta por qué la ficción cumple un papel clave en el diván.

Por Martina Menzio


Escenas de la vida lacaniana

Un hombre intenta salir de una habitación con demasiado peso en sus espaldas: arrastra dos pianos de cola, dos burros moribundos y a una dupla de eclesiásticos, sujetos a una cuerda. Esta escena surrealista que pertenece a la película del español Luis Buñuel Un perro andaluz , es una de las tantas referencias cinematográficas a las que alude Jacques Lacan (en este caso para hablar de identificación) y que pueden rastrearse a lo largo de los seminarios, clases y conferencias que abonaron el campo del psicoanálisis, y que el psicoanalista y realizador cinematográfico Carlos Gustavo Motta acaba de condensar en el libro Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis (Editado por Paidos). Motta, que además es doctor en Psicología (Universidad del Salvador) y miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana, se detiene en cada comentario cinematográfico significativo de Lacan, en la búsqueda por señalar los aportes que el cine ha dado al campo de la psicología y viceversa.

Se trata de una relación intrínseca entre dos lenguajes que Motta investiga y estudia desde hace años, a sabiendas que “se debe leer y escribir en la imagen” y que plasma en el seminario sobre cine y psicoanálisis que dicta desde 2004, y en los dos cortometrajes que lo tienen como realizador. El primero Iconos, de qué estará hecho el mañana (finalista de Telefé Cortos en 2004), y el segundo, cuyo título es homónimo a este libro se convirtió en la antesala de esta investigación. Su ensayo –asegura Motta–, es “una de las investigaciones posibles a las múltiples alusiones que tanto Lacan como Freud aventuraron a distintas ideas que circularon en otras dimensiones médicas, políticas, teológicas, filosóficas y científicas, desde los antiguos hasta sus contemporáneos”. Apenas una posibilidad. Porque si algo entiende el psicoanálisis es que no hay verdades absolutas, ni lecturas ubicuas. Como los testigos alrededor de un crimen que se muestra en Rashômon (1950) la película del japonés Akira Kurosawa, a cuya lógica alude Lacan en una clase dictada en 1962: “cada uno dará su palabra de lo que dice asegurando que es la verdad y sólo la verdad. Su verdad, claro”.

Así, ahora Motta se niega a “interpretar” o “psicoanalizar” las películas que convoca en su libro, y esquiva las posibles discusiones inertes. “Para un realizador cinematográfico, su obra de arte se encuentra en el propio lenguaje. Un filme implica comprenderlo, independientemente de su grado de narratividad. Una película comunica un sentido posible y justamente por eso es un medio de comunicación, un lenguaje. Queda claro que en la enseñanza de Freud y de Lacan ambos se servían de otras disciplinas para ampliar sus conceptos. Y entiendo que así como el psicoanálisis ha influido en el cine, es el cine que debe reflexionar y desarrollar su inscripción en la historia del pensamiento. Pero los guiones de las películas que buscan explicar lo psíquico se construyen con un método seudocientífico que trasladado a secuencias fílmicas, sólo provocan en el espectador un sentimiento de ridículo o bien una sensibilidad garantizada”, reflexiona Motta y trae un ejemplo que cita en su libro sobre una experiencia del realizador argentino Jorge Prelorán, en la que en pleno fervor del ‘cine debate’ alguien comenta acerca de la “toma de peso de la sombra sobre el alma en conflicto” y él responde que “esa es la única luz que tenía para dirigir en ese lado, y por eso la secuencia había salido así”.

Por el contrario, el trabajo de Motta, también presidente del Capítulo de Psicoanálisis y Cine de la Asociación Argentina de Salud Mental, intenta trasladar las imágenes a los conceptos psicoanalíticos para alimentar la teoría y la práctica del campo. “Retransformar diversas problemáticas de nuestro tiempo para convertirlos en interrogantes válidos acerca de lo que puede ser un sujeto, es decir alguien con otro. De captar una realidad posible, tal como Freud puede hacerlo además a lo largo de sus historiales clínicos, imposible de fijar en un patrón estándar”, comparte. Así, el lector que se aventure en su investigación no se topará con explicaciones sobre el qué y el porqué de cada escena que forman parte de las más de veinte películas que llaman la atención del autor y que desglosa al final de su ensayo, a modo de fichas técnicas ordenadas cronológicamente por año en el que se vieron en la pantalla. Un perro andaluz , la primera en la que colaboró Salvador Dalí (1929); Monsieur Verdoux , del británico Charles Chaplin (1947); La ventana indiscreta , de Alfred Hitchcock (1954); Psicosis , del mismo director (1960); Háblame de amor , de Giorgio Simonelli (1961); Satyricón , de Federico Fellini (1969) o El imperio de los sentidos , de Nagisa Oshima (1976), sólo por nombrar algunas de las que componen el conjunto de filmes elegidos por Lacan para abordar.

Imágenes resignificadas
Filmada con colaboración indirecta de su amigo Salvador Dalí en 1952, El , otra de las películas de Buñuel citadas por Lacan en sus clases (además de Viridiana ) constituye un completo retrato sobre la paranoia. Lacan la proyectó entre sus alumnos y la recomendó a sus colegas, y solía decir que si uno quería saber todo acerca de la neurosis obsesiva debía leer el caso de “El hombre de las ratas” de Freud, pero si se pretendía entender la paranoia y los celos no tenía que perderse esta película. Por otro lado, Nunca es domingo , de Jules Dassin es citada en una clase que Lacan impartió el 6 de julio de 1960 para explicar la articulación tirante que existe entre la ética y el propio deseo. “En la película, el personaje (…) toma una copa para marcar el exceso de su entusiasmo y de su satisfacción y la estrella contra el suelo. Cada vez que se produce uno de estos estrépitos, vemos que la caja registradora se agita frenéticamente. Esta caja fuerte define muy bien la estructura con la que nos vemos. Lo que hace que pueda haber deseo humano, que ese campo exista, es la suposición de que todo lo que sucede de real es contabilizado en algún lado”.

De otras películas se sirvió Lacan para hablar del rol del psicoanalista y sumergirse en dos conceptos fundamentales de esta disciplina, “la transferencia” y la “contratransferencia” (aunque no era una palabra que usara Lacan, que prefería hablar de “mala palabra”, para referirse a los efectos que puede provocar el paciente en el analista). Lacan comprende que al “encanto” que debe producir el profesional puede convertirse en un “inconveniente de la praxis”. Y para ello alude al modo en el que se presenta el Dr. Fred Richdmond en Psicosis , de Alfred Hitchcock o el médico psiquiatra, especialista en realizar lobotomías, John Cukrowicz (interpretado por Montgomery Clift) en De repente, el último verano , el drama dirigido por Joseph Mankiewicz y guionada por Tennessee Williams. “Ser un esclarecedeor de enigmas no es resolverlos de manera directa, de un solo golpe, sino de un modo donde se establece la relación entre la apariencia engañosa (o el contenido manifiesto, en términos de Freud) y la verdad acerca de lo que puede ocurrir. Ser un esclarecedor señala el proceso del desciframiento, no sólo su resultado”, comparte Motta, llevando claridad a los malentendidos que pueden aparecer al inicio de un tratamiento psicoanalítico.

La presencia del otro
“El encanto –analiza Motta– no está mal. Incluso es lo esperado por una persona o por una obra. Ese encanto provoca y debe hacerlo. En cada disciplina también tiene sus riesgos. El cine puede caer en la vulgaridad o en la obscenidad y deja de ser un encanto. Es cuando el psicoanálisis puede transformar ese vínculo ‘encantador’ llamado transferencia en otro: la contratransferencia. Pero no se trata de no aplicarla sino que se trata de que ese vínculo no se transforme en un abuso de poder como muchas veces el cine quiere mostrar, una imagen perturbadora de algún tratamiento o la ineficacia del psicoanálisis o de la figura del analista”. En otras palabras, el analista en su primera impresión con el analizante no sólo debe detentar un saber acerca del motivo de consulta sino que eso debe acompañarse en todo momento con su posición amable. Pero la misma connotación de “encantador” encierra el concepto de sugestión del cual debe apartarse y del cual el cine siempre ha cuestionado. ¿O no es un encanto el personaje que Barbra Streisand compone como psicoanalista en El príncipe de las mareas y es de la más absoluta aberración en cuanto a su aplicación en el dispositivo psicoanalítico?, interpela el psicoanalista argentino. Por su parte la ópera prima de Alain Resnais Hiroshima mon amour , (de 1959) ayuda a Lacan a graficar la posibilidad de elaboración de los duelos y sobre ella dirá que “es una historia muy adecuada para mostrarnos que cualquier alemán irreemplazable puede encontrar inmediatamente un sustituto perfectamente válido en el primer japonés que aparezca a la vuelta de la esquina”.

El cine es imagen a imagen en movimiento, y desde ese lugar es una cárcel del goce, como un cuadro, que remarca lo inaprensible de la mirada, y también su límite. ¿Pero da lo mismo cualquier construcción de la ficción? Probablemente no: estará atravesada por nuestros fantasmas y de la constitución particularísima de nuestro Yo. Además dependerá de la verosimilitud lograda con aquello inefable: la verdad, tal como la entiende Lacan. En el escrito, que forma parte del último capítulo del ensayo de Motta, el célebre psicoanalista no se priva de elogiar al director francés Benoît Jacquot, creador prolífico de películas como El asesino musical (de 1975, que vio la luz un año antes del documental que realizó con el propio Lacan y que se emitió dos veces en televisión con el nombre Jacques Lacan: la psychanalyse , –1974–). “Benoît Jacquot, relata Lacan, al tener talento, hace del fantasma la verdad. Porque el talento consiste en eso: dar en el blanco (…) Se dice que un arte está concebido para gustar: es su definición pero no es suficiente en el cine: hay que ser convincente”.

Como explica Motta si pensamos que el concepto de fantasma remite a “algo más íntimo y más comprometido con nuestras propias ficciones que nos hacen ver por momentos que son verdades únicas e irrebatibles. La necedad de una frase fantasmática puede convertirse en otra que nos permita saber que hacer en un momento cuando ya no teníamos esperanza alguna de continuar. Desalentados por nuestras propias miserias neuróticas. El cine no es quien pueda ayudar a entender nuestra constitución subjetiva, en cambio sí un filme en particular, aquel que la persona pueda encontrar la ‘punta del ovillo’ para desanudar su propia historia y embrollarse con ella cada vez menos. En el cine, en la literatura, visitando un museo, y hasta yendo de compras, es decir, en cada acto cotidiano, podemos entender nuestras repeticiones que se elaboran en presencia de otro. En este caso es lo que el psicoanálisis nos viene ofrecer: romper con el discurso autista de la época que nos toca vivir”.

Fuente:
www.revistaenie.clarin.com

miércoles, 29 de mayo de 2013

Quimiofobia: lo contrario de químico no es ecológico.



 La única razón que encuentro para que, de un tiempo a esta parte, se le haya encontrado un antónimo a “química” como “natural”, que poco o nada tiene que ver con la lengua y mucho con la ideología, es la quimiofobia. La circunstancia está siendo muy explotada por los departamentos de marketing de empresas de todo tipo y es algo que ya está tan aceptado que oponerse es inútil y solo se arregla con formación. Entonces, ¿por qué escribo sobre esto?  Porque el otro día vi una vuelta de tuerca en un conocido blog ambiental que rebasó mi raya roja: contraponer ecológico a químico

En el artículo se diferencia entre productos de limpieza ecológicos y productos de limpieza químicos. Cada vez que veo algo que se define, aunque sea indirectamente, como “no químico” me pregunto si estará compuesto de sangre o cuerno de unicornio, de polvo de hadas o será, tal vez, “El halcón maltés”.  En la página de la empresa ni por asomo se les ocurre decir tamaña tontería. ¿Cómo podrían decir que algo no es químico cuando tiene una ficha de seguridad tal que así

Composicon friegasuelos Natursafe

El artículo hace gala de un nivel de ignorancia científica básico al afirma indirectamente que esos productos de limpieza no son una mezcla de compuestos químicos pero no todo es desinformación en el mundo de los productos de limpieza eco: tienen unos niveles de compuestos tales que los hacen merecedores de diversos sellos de sostenibilidad (espero) y el sistema de gestión de de residuos de envase usando un concentrado para mezclar con agua es algo que debería ser obligatorio en la UE desde hace tiempo para aquellos productos que lo permitan. 
Por lo que no paso es por asociar “químico” a “no ecológico”. Lo más aproximado al antónimo de “natural”, en este contexto, sería “sintético” y no, no todo lo “sintético” es malo. 

PD: los trucos caseros para limpiar también usan químicos sintéticos como el vinagre, ojocuida.

Fuente:
http://uncuartodeambiente.es 

Me siento Rosario: mostrando lo bueno de vivir en la ciudad junto al río marrón

Un grupo de jóvenes muestra su pasión por la ciudad en un corto que destaca parte de sus habitantes y actividades. Messi, Aymar, el Acuario ...