Durante las décadas de 1920 y 1930 tuvo lugar, sobre todo en las universidades más destacadas de Gran Bretaña (Cambridge y Oxford), el surgimiento de un nuevo campo de investigación científica procedente de la colaboración de dos disciplinas que por aquellas fechas se estaban consolidando: se trataba de la genética y de la bioquímica.
Rose Scott-Moncrieff. |
Formando parte de los primeros grupos de trabajo que vislumbraron la
importancia de la cooperación entre ambas áreas de conocimiento, y que
establecieron los cimientos de una nueva disciplina, la
«bioquímica-genética», se encontraban lúcidas biólogas vegetales. Las
innovadoras ideas, la creatividad y la capacidad investigadora de estas
científicas proporcionaron un gran impulso a los estudios sobre la
relación existente entre la bioquímica de las plantas y la herencia del
color de sus flores.