lunes, 15 de junio de 2009

Canas: la conexión melanocítica

El tiempo pasa. Nos vamos poniendo canosos. Algunos antes otros después, pero parece ser una de esas realidades inevitables en la cuales preferimos no pensar. L’Oreal, Koleston y Silkey han construido imperios en la necesidad imperiosa de las mujeres de ocultar esos cabellos blancos que en los hombres adquieren una textura plástica difícil de manejar.
¿Podrá haber alguna solución para evitar que el cabello se ponga blanco con el tiempo? Esa podría ser la pregunta inicial que se hicieron un grupo de investigadores japoneses. La respuesta inicial se publicó recientemente en la revista científica Cell.
Los investigadores descubrieron que luego de una situación de estrés, entendiendo por tal a la exposición a agentes químicos luz ultravioleta y radiación ionizante, las células madres melanocíticas dentro de los folículos se diferencian totalmente formando melanocitos. Como resultado tenemos más melanocitos (células responsables del color del pelo) pero nos quedamos sin células madres.
Recordemos que una célula madre es aquella que tiene la capacidad para convertirse en cualquier tipo celular del organismo. Si bien estas células madres se encuentras en muchos tejidos del cuerpo, en el caso del cabello, normalmente las células madres se dividen originando 2 células: una igual a la célula madre inicial y otra que termina convirtiéndose en un melanocito, la célula responsable del color del pelo.

Consecuencias
¿Pero qué pasa cuando el material genético de la célula madre ha sido dañado? De acuerdo a los investigadores, esa célula madre se “diferencia” (o sea que se convierte) en un melanocito. Moraleja: no se da la división que mencionamos antes y nos quedamos sin nuevas células madres lo cual va a originar que a la larga nos quedemos sin melanocitos. El pelo se queda sin células productoras de pigmento (color) y se vuelve blanco.
Lo interesante de este descubrimiento es que pone de manifiesto una nueva forma de reacción por parte de las células madres ante una situación de daño. Hasta el momento las células madres tenían dos formas de desaparecer: se inactivaban, por lo cual dejaban de dividirse o bien directamente morían.
Pero ahora los japoneses descubrieron una nueva forma por la cual una célula madre desaparece: se convierte en otra cosa. La célula madre puede convertirse irreversiblemente en un determinado tipo celular (en este caso un melanocito) sin producir al mismo tiempo una célula madre.
En todos los casos el resultado es el mismo. La eliminación de una célula madre dañada, lo cual es necesario para mantener la calidad del conjunto de células madres.

Generalizando los resultados
El daño de las células madres del folículo piloso es responsable de la pérdida de color del pelo. Además de ser interesante de por sí, este resultado respalda la idea general de que todo aquello que dañe el ADN de las células madres de cualquier tejido del cuerpo humano es condición necesaria para la aparición de señales de envejecimiento. La desaparición de células madres productoras de células de la sangre (glóbulos rojos, blancos y plaquetas) y músculo cardíaco y esquelético ya ha sido demostrada, contribuyendo a la idea general de que envejecemos porque nuestras células madres se dañan y desaparecen. Disminuye entonces la capacidad de regeneración de los tejidos y aparecen las características típicas del envejecimiento.
A medida que pasa el tiempo las células de nuestro organismo son expuestas a condiciones que pueden dañarlas. Y, obviamente, cuanto más tiempo pasa, mayor es la cantidad de este tipo de circunstancias y mayor la probabilidad de que las células no salgan indemnes de este tipo de ataques.
“Lo bueno de que el pelo se vuelva gris es que nos estamos liberando de células que tienen su ADN dañado”, dice David Fisher, oncólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
¿El próximo paso? Explorar si este mismo mecanismo se está dando en otras células madres de otros tejidos. Y si se encuentra alguna forma de evitar o minimizar el daño del ADN a nivel del cabello, se podría evitar el encanecimiento.
De suma importancia: cuando se menciona la palabra estrés en este trabajo no estamos hablando de estrés emocional. O sea: este trabajo no dice que el estrés emocional sea responsable de que el cabello se ponga gris. Esta idea todavía no ha sido probada, pero, ¿quién sabe? Este podría ser el puntapié inicial para ver si eso es realmente cierto.

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