El gobierno británico se disculpó por haber condenado a la castración química al científico Alan Turing en 1952.
Por Bruno Bimbi
13.09.2009
“En nombre del gobierno británico y de todos aquellos que viven en libertad gracias al trabajo de Alan, estoy orgulloso de decir: lo sentimos; merecías algo mucho mejor”, dijo este viernes el primer ministro Gordon Brown. Sus palabras fueron la respuesta a un reclamo nacido en la comunidad científica de ese país para que el Estado se disculpara y rindiera homenaje a la memoria del matemático Alan Turing, considerado uno de los padres de la computación. Nacido en 1912, Turing murió a los 41 años –oficialmente, por suicidio– luego de ser procesado y sometido a un brutal castigo por su orientación sexual. Fue una de las personalidades más importantes de la ciencia del siglo XX, pero le tocó vivir una época en la que ser gay era delito en Gran Bretaña y, como antes Oscar Wilde, fue tratado como un criminal y humillado por el país que hoy le rinde homenaje. En 1952, dos años antes de su muerte, lo condenaron a la castración química mediante inyecciones de estrógeno.
Según Brown, que pidió perdón por ese trato “horroroso”, de no ser por Turing los nazis podrían haber ganado la Segunda Guerra Mundial. “No es exageración decir que la historia de esa guerra podría haber sido muy diferente”, dijo el primer ministro británico, y recordó que gracias al trabajo de este matemático fue posible descifrar los códigos secretos con los que se comunicaban los alemanes. Agregó que “aunque al señor Turing se le aplicó la ley de la época y hoy no podemos volver atrás en el tiempo, ello fue completamente injusto y estoy encantado de tener la oportunidad de decir cuánto lo sentimos”. Más de 30 mil ingleses habían firmado una petición para reivindicar la memoria del científico.
“Existen pocas disciplinas intelectuales que reconozcan tan claramente a un único fundador: la computación existe gracias a Alan Turing y el premio más importante de esa ciencia, equivalente a un Premio Nobel, se llama Premio Turing”, explica Martin Farach-Colton, profesor titular de computación en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey) y doctor en Computación por la Universidad de Maryland –con otro doctorado en Medicina por la Universidad Johns Hopkins de Nueva York–. Farach-Colton es argentino, pero se crió en Estados Unidos, donde conoció a Andrew, su pareja desde hace más de dos décadas. Se casaron en Canadá, donde, al igual que en Gran Bretaña, hoy es legal el casamiento entre personas del mismo sexo, y tienen dos hijos gestados en vientres de alquiler. Algo que Turing seguro jamás imaginó.
–¿Cuáles fueron las principales contribuciones científicas de Turing?
–Hubo un matemático alemán llamado Hilbert que propuso una lista de veintitrés problemas matemáticos que aún no habían sido resueltos. Una de sus preguntas había sido respondida por Kurt Gödel, pero su respuesta fue superada por un descubrimiento de Turing. Cuando estudiaba en la universidad, apenas dos años después de terminar el secundario, él demostró que había funciones matemáticas que eran imposibles de computar, es decir, que no podían hacerse mecánicamente, y, para eso, inventó un formalismo que describía qué significaba computar mecánicamente. Ese formalismo hoy se conoce como “Máquina de Turing” y, aunque es un teorema, sin pantalla ni disco rígido, es matemáticamente lo que hoy entendemos por una computadora, aunque faltaba mucho (hablamos de 1936) para que se inventara la primera computadora y la palabra computación, en inglés, denominaba la profesión de quienes se dedicaban a hacer cálculos. La “Máquina de Turing” sigue siendo objeto de estudio hasta hoy, y más de 70 años después, es una de las cosas más importantes que estudian en cualquier universidad los estudiantes de computación teórica, que es una de las tres ramas de la computación.
–¿Cuáles son las otras dos?
–La segunda es la de sistemas, que engloba lo que hoy conocemos como sistemas operativos, lenguajes de programación y todo lo relacionado con la construcción de una computadora. También se la debemos a Turing.
–¿Por qué?
–Durante la Segunda Guerra Mundial, él participó de un grupo de matemáticos que se dedicaban a descifrar los códigos secretos de los alemanes y los japoneses, y fue la persona central del equipo que descifró el código “Enigma”, el más importante de los nazis. Para ello, Turing diseñó una máquina especial que rompía códigos. Y en el diseño de esa máquina están los principios de ingeniería electrónica que hoy hacen posible hacer una computadora. Sin ese invento, por otra parte, no está claro si los aliados hubiesen ganado la guerra.
–¿Cuándo Turing empieza a ser perseguido por su homosexualidad?
–Después de la guerra, viaja a Estados Unidos y recibe el doctorado en la Universidad de Princeton. Vuelve a Inglaterra y, poco después, lo agarran por primera vez con otro hombre. El problema, para los ingleses, no era sólo la homosexualidad, sino que un hombre de una clase social tuviese relaciones con otro de otra clase. Wilde fue perseguido por relacionarse con alguien de una clase social superior; a Turing, en cambio, le gustaban los obreros. Cuando lo procesan, le dan a elegir entre la cárcel o la castración química.
–¿En qué consistía concretamente?
–En esa época, se pensaba que ser homosexual era ser menos hombre. Entonces, les daban testosterona para “hacerlos más machos”. Pero funcionaba mal, porque los calentaba más y tenían más sexo... con hombres. Así que empezaron a darles estrógeno, para anular la libido. Eso hicieron con Turing. Era una tortura terrible y provocó, entre otras secuelas, que empezaran a crecerle las tetas.
–¿Y cómo reacciona?
–Pese a todo, sigue con su vida y publica otro artículo que sienta las bases de la tercera rama de la computación: la inteligencia artificial. Él plantea una prueba, hoy conocida como “Prueba de Turing”, que propone que si una persona se comunica por una terminal con una máquina y con otro ser humano por otra, y no consigue distinguir, dialogando con ambos, cuál es el humano y cuál la máquina, entonces esa máquina es inteligente. No simula inteligencia, sino que es inteligente. Y él plantea que eso es posible. Ese artículo también tuvo enormes repercusiones en la filosofía. Pero, luego de eso, lo vuelven a agarrar con un tipo, porque él seguía viviendo su sexualidad libremente. Y el problema, esa vez, son las relaciones entre Inglaterra y Estados Unidos.
–¿Por qué?
–Turing, por sus descubrimientos en la Segunda Guerra, formaba parte del aparato secreto británico y tenía acceso a información clasificada. Estados Unidos, durante el período en que Hoover funda y dirige el FBI, comienza a perseguir a los homosexuales en las áreas de seguridad, porque decían que a los gays se los podía extorsionar y, por lo tanto, no eran confiables para guardar secretos. Hoover era un gay tapado que perseguía a los gays, un personaje tan nefasto como McCarthy. Y como Estados Unidos no compartía secretos con países que no aplicaran sus mismas normas, Turing era un problema para el gobierno de Churchill, que fue un chupamedias de los Estados Unidos.
–¿Por eso lo persiguen hasta que se suicida?
–La versión oficial es que se suicida, comiendo una manzana envenenada. Eso no está claro y su madre nunca lo creyó.
–¿Usted qué cree?
–Creo que lo mataron. Hasta su muerte, Turing seguía, pese a todo, escribiendo, publicando y acostándose con los obreros de su barrio, y no parecía que pensara suicidarse. Brown pidió perdón por la persecución, pero no van a reconocer que lo mandó a matar el gobierno. Además de haber sido uno de los científicos más brillantes del siglo XX, Turing fue un homosexual que no se escondió. En los años 20, en el secundario, tuvo un amor que lo marcó para siempre, y su madre lo sabía. Nunca estuvo en el armario y vivió con dignidad y sin mentir.
Fuente:
http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=30695
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