sábado, 13 de junio de 2015

El cerebro menos pensado

Un estudiante con preguntas y respuestas que incomodan fue el inicio para lo que hoy es una mirada revolucionaria sobre el cuerpo humano.

Una nueva comprensión del rol del intestino lleva a maravillosos descubrimientos. (Foto: Istockphoto/Eraxion)



Corría la convulsionada década del ’60 cuando un joven médico se dedicaba a investigar un tema sobre el cual había aprendido poco tiempo antes cuando era un estudiante: la función de la serotonina.

Sus estudios arrojaron resultados que le valieron el ataque virulento de la comunidad científica de la época. Como recuerda Michael Gershon, hoy un especialista reconocido, en ese momento ya existían dos neurotransmisores y la existencia de un tercero alteraba el orden establecido. “Los científicos, más que cualquier otro grupo de personas, admira el orden y el orden que había sido establecido en el sistema nervioso periférico no dejaba lugar para otro neurotransmisor”, comentaba el médico en su libro del año 1998 “El segundo cerebro”.

Los neurotransmisores pueden compararse con las palabras que usan las neuronas para comunicarse entre sí. Los trabajos de Gershon demostraron que el 95% de la serotonina del cuerpo humano es producida en el intestino, detalle no menor si uno considera que esta sustancia actúa sobre el hipotálamo, centro cerebral que regula las emociones.

Un órgano sensible e inteligente
El intestino contiene entre 200 y 300 millones de neuronas que tapizan sus paredes y constituyen el sistema nervioso entérico. Este número es equivalente a las neuronas presentes en el cerebro de una mascota. Por largo tiempo se ha sabido que estas neuronas intestinales tienen diversas funciones tales como los movimientos peristálticos y la regulación de la secreción biliar y pancreática entre otras.

Desde un punto de vista evolutivo, los especialistas consideran que la aparición del encéfalo como parte del cerebro coincide con la aparición de los ojos. Esto permitió independizar el proceso de búsqueda de comida y digestión de los alimentos. No olvidemos que muchos organismos primitivos están constituidos por un tubo digestivo que contiene su sistema nervioso.

La presencia de este sistema nervioso en el vientre aumenta la eficiencia al descentralizar el control que tendría el sistema nervioso central. Al mismo tiempo evita que el cerebro tenga que incorporar 200 millones más de neuronas. Algo así como una separación de tareas: pensar y digerir.

Comunicación
Ambos cerebros están conectados por el nervio vago y utilizan los mismos neurotransmisores. Pero el significado de las palabras para comunicarse, o sea la acción de los neurotransmisores, varía dependiendo del lugar donde se encuentren. Por ejemplo, en el cerebro, serotonina significa bienestar. En el intestino significa ritmo del tránsito intestinal y regulación del sistema inmunológico.

Uno de los cambios en la concepción del intestino como el segundo cerebro es que ya no se considera a la comunicación cerebro-intestino como de ida solamente. Ya sabíamos que nuestras emociones influencian a nuestro vientre. Ahora sabemos que nuestro vientre influencia a nuestras emociones debido a esta carga adicional de serotonina producida en el intestino.

Problemas de comunicación = Problemas de salud
La mala comunicación entre estos dos sistemas neuronales parece ser la causa de numerosas enfermedades, algunas de origen desconocido hasta el momento. Veamos el síndrome del colón irritable. Afectando a 1 de cada 10 personas, esta enfermedad se caracteriza por dolores abdominales, problemas de tránsito intestinal y digestivos. Esto generalmente no se traduce en problemas orgánicos. O sea: en muchos casos las pruebas de laboratorio y los diversos estudios que se realizan no detectan ninguna falla orgánica. Como resultado de esta noción del segundo cerebro, ahora comienza a considerarse la idea de que esta patología resulte de una falla en la comunicación entre cerebro y vientre.

Estudios recientes muestran que las neuronas intestinales de pacientes con síndrome de colon irritable son muchos más activas que las de pacientes sanos. Algo así como una neurosis intestinal.

El vientre como ventana al cerebro
El Parkinson es otra patología cuyo origen está siendo revisado. Dado que esta enfermedad se manifiesta con problemas digestivos, los investigadores proponen que las neuronas alteradas no solo están en el cerebro si no en el intestino. Incluso los problemas digestivos anteceden a la aparición de problemas en el cerebro.

En el 2006 se vio que las biopsias de neuronas intestinales provenientes de pacientes con Parkinson mostraban daños similares a los observados en neuronas cerebrales. Esto es de gran importancia ya que, como método de diagnóstico, una biopsia intestinal es mucho más fácil de hacer que una cerebral. Este descubrimiento abre la posibilidad de que, en los próximos años, puedan realizarse biopsias intestinales con el fin de diagnosticar la enfermedad hasta con 20 años de anticipación. Se lograría así un tratamiento precoz y eficaz.

El panorama actual de la enfermedad de Parkinson sugiere que la enfermedad comenzaría en el intestino, expandiéndose gradualmente hacia el cerebro, donde en una fase tardía se manifestaría con deterioro intelectual y trastornos del equilibrio. De todas formas, aún no es claro en cuál de los dos lugares aparece el problema.

Los resultados obtenidos con la enfermedad de Parkinson generan nuevas preguntas. ¿El intestino puede dar información sobre otras enfermedades neurodegenerativas como el mal de Alzheimer? ¿Y qué hay de otras enfermedades no neurodegenerativas como el autismo y las patologías psiquiátricas?

Medicina china
En 1972, un médico chino, el profesor Bo Liu, comienza un novedoso enfoque: la acupuntura abdominal, descubierta accidentalmente al tratar a un paciente. Mediante estudios usando RMN, Bo comprobó que la acupuntura abdominal mejora las capacidades cognitivas y regula las emociones.

De esta manera, la acupuntura abdominal es usada por este especialista para el tratamiento de la depresión, entre otros estados desarmonizados.

Nuevas miradas, nuevas ideas
Numerosos especialistas concuerdan en que el sistema nervioso entérico afecta la forma en que nos sentimos y cómo funciona el cerebro a través de los mensajes que le dirige.

Estos mensajes pueden afectar la manera en que percibimos el mundo y esta es la forma en que nuestro vientre participa de nuestro inconsciente. Incluso algunos se preguntan si el inconsciente está localizado en el vientre.

El tiempo y el trabajo de los investigadores irán develando estos misterios, lo cual implicará poner en el tapete conceptos e ideas profundamente arraigadas. Tal como le pasó a Michael Gershon hace tantos años. Eso es la ciencia.


Audio columna radial - "Gente que hace" - Del Plata Rosario 93.5 - Sábados 8 a 10 hs - Columna: 9 hs.



Fuentes:



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