Los apasionados por la historia y la
cultura argentinas tienen un lugar donde contactarse con el pasado.
Por Claudio Pairoba
La historia comienza el 1 de julio de 1822 cuando las autoridades de la época deciden expropiar
terrenos de los monjes recoletos con el fin de crear un cementerio. Se
terminaría entonces la costumbre de sepultar a los difuntos en las iglesias o
los camposantos.
Luego de atravesar una etapa de
desorden durante la cual estuvo a punto de ser cerrado, es el intendente
Torcuato de Alvear quien decide modernizarlo en 1881.
A partir de entonces
comienza a poblarse, constituyendo una fuente de trabajo para escultores,
herreros y fabricantes de vitrales.
Presidentes, militares,
gobernadores, personalidades de la cultura y la ciencia tienen su descanso
final en estas poco más de 5 hectáreas limitadas por las calles Junín, Vicente López,
Azcuénaga y la iglesia Nstra. Sra. del Pilar.
Apenas se ingresa al predio
tenemos sobre la izquierda la tumba de parte de la familia Alvear y a la
derecha el lugar donde descansan los restos del coronel Federico Brandsen. Este
último falleció por llevar a cabo una orden dada por el general Carlos de
Alvear, su vecino de enfrente.
Para que tengamos una idea de la
riqueza histórica del lugar, en solo unos pocos metros cuadrados de la entrada
tenemos, además, a Facundo Quiroga, Renata Pacini de Alvear (fundadora de la Casa del Teatro), Federico
Soares (uno de los fundadores de la ciudad de Chivilcoy), el dramaturgo Enrique
García Velloso (fundador de lo que luego sería Argentores), la actriz Blanca
Podestá y Lorenzo Chaves (uno de los fundadores de la mítica tienda “Gath y
Chaves”). Los restos de María Luz García Velloso, supuestamente la “dama de
blanco” que ronda el cementerio, descansan aquí también.
Esta y muchas otras historias y
anécdotas aparecen en el libro “Las mil y una curiosidades del cementerio de la Recoleta” escrito por el
periodista y guía turistico Diego M. Zigiotto con la colaboración de Axel Díaz
Maimone, Susana Gesualdi y Alicia Braghini. A través de un recorrido de 322
tumbas, Zigiotto relata parte de la historia argentina, desde grandes momentos
que nos moldearon como nación hasta sucesos familiares que muestran los
dramas y costumbres de la época.
Uno se queda con ganas de conocer
más, por lo cual es de esperar que el autor continúe contándonos sobre los
moradores del lugar. Material no le ha de faltar.
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