domingo, 2 de octubre de 2016

Cervigni: neurociencias, educación y adultos mayores

Mauricio Cervigni trabaja en la articulación entre las neurociencias y estas dos poblaciones buscando aplicar los últimos avances. Mejorar las capacidades que adquieren los alumnos en las escuelas y la calidad de vida de los adultos mayores entre los objetivos principales. 





Por Claudio Pairoba

Docente-investigador de la Facultad de Psicología y el Instituto Rosario en Ciencias de la Educación (IRICE, UNR-CONICET), Mauricio Cervigni nos cuenta sobre su área de investigación, la relación con el medio y su actividad docente. 

¿Cómo está formado el grupo de trabajo?
Somos un grupo bastante pequeño de la facultad de Psicología sobre todo, ya que a veces se incorporan estudiantes avanzados o de otras disciplinas. Parte de lo que inicialmente fue la organización del Centro de Investigación en Neurociencias de Rosario en el 2012.

Este centro nucleó a un grupo de profesionales docentes así como a muchos colaboradores que son estudiantes avanzados o en la mitad de la carrera. Teníamos inicialmente algunas líneas de investigación, también en colaboración con el IRICE. En ese caso estaba el Dr. Raúl Gagliardi como director. Él priorizó una línea que nosotros también implementamos por un proyecto que estábamos abordando llamado “Potenciación de funciones neurocognitivas en niños con necesidades básicas insatisfechas”. El objetivo básicamente era abordar poblaciones consideradas bajo riesgo por vulnerabilidad social sobre todo en un sentido amplio, no un sentido de considerar la pobreza simplemente material sino simbólico y de otra índole.

Por ende teníamos un proyecto para tener un buen diagnóstico sobre qué sucede en los colegios con estos chicos, por qué rinden menos en algunas funciones que nosotros consideramos vitales. En neurociencias hoy se habla de funciones ejecutivas, para adaptarse a la vida que tenemos, con gran incertidumbre y grandes cambios, de mucha flexibilidad y pocas certezas. Para ello necesitamos un sistema que llamamos ejecutivo, que pueda planificar bien y por el cual podamos pensar un futuro y podamos tener flexibilidad ante las contingencias del ambiente. Tener una buena memoria, de trabajo que nos permita operar en todo momento online para cambiar el foco atencional. 

¿Cómo se ven afectadas estas funciones ejecutivas por la pobreza?
Hay ciertas funciones que consideramos vitales para la organización y adaptación a un medio tan hostil. Cuando uno evalúa funciones ejecutivas en niños bajo riesgo por pobreza o por vulnerabilidad social, vemos que hay un menor rendimiento de la planificación, la flexibilidad, la memoria. Por ende nosotros pusimos en marcha un pequeño proyecto con una muestra de 40 chicos en un barrio que tenía estas condiciones socio-ambientales y también socio-sanitarias porque no hay que dejar de entender que nuestro pensamiento de la pobreza es que es un problema político, no es un problema natural, ni biológico. Es político y por ende muchas veces las propias instituciones educativas y sociales reproducen también los estereotipos de pobreza. 



¿Cómo se da esta reproducción?
Cuando uno analiza la infraestructura de las escuelas que nosotros trabajamos, te das cuenta que la infraestructura es pobre. El mobiliario es pobre, los docentes a veces no están a la altura de las circunstancias. En verdad el Estado debería tener los mejores docentes para un contexto de vulnerabilidad social a través de un sistema, quizás de premios económicos, para que se inserten los mejores directivos. La importancia que tienen los directores en las escuelas con estas condiciones es central. Vemos que hay mucha variabilidad, escuelas que están con muy buena gestión y otras con gran nivel de rotación de los directivos, están de paso y por ende tampoco hay compromiso. De esta manera, lo que buscamos era un pequeño programa para mejorar esas funciones cognitivas que considerábamos vitales. 

¿Cuál  fue el medio para hacerlo?
A través de juegos digitales. Otro problema que veíamos era la brecha digital. En este tipo de colegios ubicados en la periferia, en barrios considerados marginales, con baja infraestructura, los chicos no tienen directamente acceso digital. Están muy poco en la computadora, todo lo contrario al otro extremo de la clase media alta donde a veces tienen una sobreestimulación por estos dispositivos. En este caso nos encontramos con niños que no nacieron en una era digital (lo que hoy se llama nativo digital), si no que están discontinuamente y por escaso tiempo. Entonces queríamos ver a través de un programa de juegos digitales, seleccionados para potenciar estas funciones, si podíamos mejorarlas. Eso fue el punto de partida de este grupo, que terminó plasmándose en un centro de investigación. 

¿Siguen trabajando con niños?
Sí. Tratamos de ocuparnos de la infancia ya que la consideramos prioritaria. El cerebro en etapas iniciales es más vulnerable que en otros momentos críticos como también puede ser la adolescencia. Pero el cuidado que debe tener el cerebro en estos primeros años de vida es fundamental. Consideramos que los factores mediadores son fundamentales para cuidar el cerebro del niño en ese contexto. Estos factores son los cuidados de los padres, la escuela, los directivos, o sea los factores que median entre el desarrollo cognitivo y factores ambientales. La idea era estudiar cómo impacta en un sentido amplio en este niño que tiene un bajo desempeño en funciones cognitivas de alto nivel o superiores, las cuales tienen la particularidad de ser muy desarrolladas en nuestra especie sobre otras especies. Justamente porque estamos abordando lo que es el lóbulo frontal, que es una de las últimas adquisiciones tanto onto como filogenéticas. 

¿Trabajan con otras poblaciones?
En la actualidad nos extendimos un poco a otra población que es la tercera edad, a la cual consideramos en riesgo y vulnerable, por otras razones. No solo por condiciones materiales si no por estudiar qué sucede en estos años. Y un poco cómo la sociedad le quita relevancia y descuida a la población de la tercera edad. Con Pablo Martino, otro docente que pertenece al grupo, estamos dictando un curso en adultos mayores, que se llama “Introducción a las neurociencias cognitivas”. Ahí tratamos de informar y poner en juego algunos de los conceptos centrales de las neurociencias actuales y cómo eso puede llevar a proteger el cerebro en una edad que necesitamos abordar y trabajar. 

Recientemente participaste en el dictado de un curso.
El curso que dimos con Miguel Ángel Alvarez se encuadró en esa dinámica. Ahí tratamos de abordar una problemática que tiene que ver con la educación. Hoy es un tema de interés central. A veces tenemos en la educación pedagogos o modelos educativos muy anacrónicos. En ningún lugar se forma al docente, no digo que tiene que ser un neurólogo o un psicólogo que entienda de neurociencias, pero al menos tener 4 o 5 conceptos centrales de cómo se da el neurodesarrollo, cuáles son las variables que están en juego a la hora de proteger el cerebro en los primeros años, cómo debemos trabajar en el grupo, en las relaciones para potenciar funciones ejecutivas como una buena teoría de la mente. Es decir, saber que el otro tiene intenciones y que a veces son distintas a las mías y por ende no son malas, o que sean diferentes no implica tener un temor y combatirlas. Con respecto a estas funciones que son vitales para la buena vida social, sería muy positivo que algunos pedagogos empezaran a generar manuales muy básicos con 4 o 5 conceptos y ver cómo se desarrollan estas funciones. Cómo podemos potenciarlas para una mejor vida social, para un desarrollo cognitivo apto. 

O sea que hay que hacer un replanteo de lo que se sabe.
Uno de los objetivos del curso fue transmitir algunos conceptos centrales para la vida del aula, para ver cómo algunas publicaciones van modificando los neuromitos. Estas son informaciones falsas o falsas creencias, con un lastre de modelos antiguos que hoy se han comprobado como falsos. ¿Por qué? Por que la psicología cognitiva parte de una metáfora que en algún momento fue útil, la del ordenador. Pensar al hombre similar a como se comporta una computadora personal. Hay un armazón y un espíritu, un alma. Las neurociencias actuales tienen una visión materialista y monista. Tener una lesión en el cerebro afecta nuestras facultades cognitivas y mentales. No hay un nivel de disociación tal, sino que está directamente vinculado y correlacionado. Esto ha dejado una tradición cognitivista que fue necesaria y útil en su momento pero ha dejado lastres a nivel pedagógico, estimulando mucho más las funciones cognitivas en el sentido intelectual.

La importancia de que el niño se desarrolle intelectualmente, que sea apto para resolver problemas y sobre todo matemáticos. Hoy en día hay una revolución sobre eso, en pensar la importancia que tienen las emociones. En ese modelo cognitivista y mecanicista, que en alguna forma parte del cognitivismo, era difícil integrar las variables emocionales a la conducta del niño. Hoy cuando hablamos de cognición las emociones ya están integradas y la disociación ya no es tal.

Pero los viejos pedagogos siguen cargando con estos lastres. Por ejemplo, ¿cómo funciona la memoria? Hoy en día la memoria está completamente reformulada, no nos sirve solamente para evocar el pasado si no para pensar el futuro. Está distorsionada por el sujeto, lo que recordamos no es precisamente lo que pasó. En la actualidad sabemos que hay una atribución de sentido, que la memoria autobiográfica parte de una íntima vinculación entre lo emocional y el evento. 

¿Hay que cuidar que no se desvirtúen los objetivos al buscar mejorar las capacidades cognitivas?
Hay una movida de entrenamiento para adaptación. Hay que tener siempre la visión de un sujeto activo, crítico, que no se adapte pasivamente a un contexto determinado para generar mentes aptas para un contexto laboral como en algún momento podemos pensar políticamente desde cierto concepto liberal. Potenciar en los chicos funciones que les van a dar mayor nivel de criticidad y márgenes de acción. Si podemos mejorar esto, potenciando funciones cognitivas de alto nivel, lograríamos que el chico pueda elegir sobre diferentes cosas y no estar atado a cuestiones que restringen su libertad. Esto implica tener docentes capacitados para trabajar con esta criticidad por parte de los alumnos. 

¿Han podido hablar con funcionarios sobre este tema? A veces pareciera que vamos entre extremos donde todo queda igual o pateamos el tablero.
No hemos buscado un apoyo municipal porque las líneas son jóvenes todavía. Necesitamos mayor tradición y resultados. Sí hemos tenido apoyo de autoridades aisladas, en este caso te mencionaba a Raúl Gagliardi. Ël es biólogo de base pero tiene su doctorado en educación, por lo cual consideraba central que el IRICE, en ese momento cuando él fue director, priorice los sectores de intervenciones en contextos de vulnerabilidad social. Por ende, en ese tiempo tuvimos un gran apoyo institucional del IRICE, visualizamos la temática haciendo jornadas, exponiendo lo que hacíamos en diferentes eventos. También nos llevó a institucionalizar la línea de investigación que teníamos en ese caso, dando posteriormente el centro de investigación. En la actualidad estamos elaborando un proyecto preliminar de un laboratorio de neurociencias y psicología social en la facultad de Psicología, que presentaremos a la brevedad. No buscamos un apoyo político, hasta ahora no lo hemos hecho porque era todo muy a pulmón y todavía teníamos que madurar algunas ideas. Pero seguramente en su momento lo vamos a hacer.

Sí tuvimos reuniones con el rector (actual y anterior), por algunas cuestiones puntuales. Nos comprometimos a presentar un programa de neurociencias y educación, el cual estamos elaborando. Creemos que es una línea prioritaria y central que a la universidad le puede dar mucha visibilidad y podemos trabajar con la población mucho más cercanamente. 

¿Están profundizando la parte de extensión?
Hasta ahora nos habíamos abocado mucho más a la investigación (básica o aplicada) pero con poco nivel de extensión y transferencia. Por ende, si logramos que se apruebe este programa, estaría más vinculado a apuntar a un mayor grado de extensión no tanto de investigación, para abordar los grandes problemas sobre todo con soluciones lo más sencillas posibles buscando apuntar a una población mucho más amplia.

Lo primero que vemos transitando por Rosario es que los hospicios de tercera edad, los geriátricos, están muy abandonados. Uno ve a los abuelos viendo la nada, pensando casi nada y prácticamente esperando la muerte. Esto es uno de los focos de interés que nos preocupa. Queremos tratar de articularlo con la docencia y la extensión que hacemos en la universidad de adultos de la Universidad Nacional de Rosario. 

Uno a veces se pregunta qué hacer con todo el conocimiento de los adultos mayores.
Tenemos mucha información acumulada y poca implementación de esa información. En estos últimos 20-30 años hemos aprendido mucho sobre lo que sucede en el cerebro, cuáles son los mecanismos, cómo el aislamiento deteriora el neurodesarrollo. Por ende, teniendo la información solo hay que buscar programas o mecanismos para que podamos poner en juego eso que sabemos, que nos ha dado el laboratorio o investigación básica y aplicada y ponerlo en juego. Primero tratar de apuntar desde lo más sencillo a lo más complejo, y tener una llegada mucho más masiva. Creo que para la vida social en los geriátricos ya sería un avance, tener un intercambio, que transite gente, que escuchen música, pintar mejor los lugares. 

Es similar a lo que mencionabas antes sobre la pobre infraestructura de algunas escuelas.
Sucede lo mismo, se repite con otras variables pero se repite lo mismo. También estamos hablando de construir, porque a veces uno no se da cuenta de las cosas porque no las atraviesa. Uno toma conciencia de ciertas discapacidades motrices. Cuando va con el carrito de nuestro niño por las veredas, ahí se da cuenta que difícil es moverse en Rosario donde todas las baldosas están flojas, donde se rompen las veredas por distintas razones. Ahí nos damos cuenta de las dificultades de la gente mayor para movilizarse en esta o cualquier ciudad. La idea es generar una encuesta para estudiar diferentes variables de los lugares para la tercera edad. Partir de problemas que muchas veces son groseros y de fácil solución, donde solo necesitamos la información requerida para poder intervenir. 

¿Cómo es la población de adultos mayores que asiste al curso que Uds. dictan?
Nosotros damos en Rosario y a veces vamos a algunas ciudades de Santa Fe, a pocos kilómetros. La población de Rosario tiene personas muy vitales, no son todas consideradas jubiladas o adultas mayores, también tenemos gente más joven, pero que se ha retirado. Es gente que busca información o tiene problemas particulares con familiares por lo cual se interesan por las neurociencias para dar una respuesta a problemas concretos que se les presentan. Tenemos una población muy heterogénea: desde ingenieros, economistas, amas de casa, gente que trabaja en barrios. Esto es muy interesante ya que no solo transmitimos los pocos conocimientos que podemos tener, si no que es un diálogo constante. Cada clase termina en discusiones que son muy interesantes y ricas por el bagaje que tiene el público que asiste. 

¿Hay otros grupos trabajando a nivel país?
En Buenos Aires hay un grupo fuerte. Sebastián Lipina en la Unidad de Neurobiología Aplicada en el CEMIC. Mar del Plata tiene un grupo fuerte donde vinculan neurociencias y educación. En Córdoba también hay grupos importantes trabajando. Los objetivos son diversos, no centrados en los mismos temas. 

¿Cuál es el rol de las neurociencias en la educación?
Las neurociencias actuales tratan de revitalizar y resignificar muchas de las categorías que tenían los pedagogos y que tienen gran efecto a la hora de educar. Ese es el camino que creemos hay que tomar cuando hablamos de esta articulación entre neurociencias y educación. Tratando de modificar, enriquecer y cambiar estos viejos paradigmas que siguen teniendo efectos porque también nuestra idea de niño escolarizado es un niño racionalista. En cambio hoy se habla de gestión de emociones, y la importancia de la gestión de las mismas. A la par de ser un buen chico que tenga buenos resultados en matemáticas, no vamos a quitar importancia a lo otro, pero exaltar el valor que tienen otras funciones que son vitales para la vida social. 

¿Por ejemplo?
Por ejemplo lo que es teoría de la mente lo cual es importante para una buena vida social. Cuando alguien me mira hago inferencias sobre qué está pensando el otro de mí, y el otro hace inferencias sobre lo que yo pienso en base al mapeo de gestos, miradas, semblantes, fisiología. Por ende, son funciones muy complejas a las que tal vez no se les daba la  importancia debida y hoy las ponemos en agenda escolar como fundamentales para el desarrollo del niño. 

¿Cuáles son los aspectos negativos de las neurociencias?
Tienen un defecto para mi gusto, y es que hay un orden de prioridad que hace que los neurobiólogos más duros terminen queriendo bajarle información a los pedagogos. Tiene que haber un diálogo entre ambas partes que hasta el momento no se da. Eso es peligroso, no estamos atentos a escuchar lo que sabe el otro. Los que saben cuál es la dinámica del curso, qué pasa con los niños, son los pedagogos. Cuando tengamos un mejor diálogo en esa comunidad científico-pedagógica, ahí vamos a poder enriquecer mucho más la práctica. 

A título personal
Universidad Nacional de Rosario
Facultad de Psicología
Docente de la Práctica Profesional Supervisada.
Coordinador Área Neurociencia Cognitiva
Docente de Psicología del Trabajo
Docente de la Universidad de Adultos Mayores
Instituto Universitario del Gran Rosario
Carrera Psicopedagogía
Docente titular de Neurociencias aplicadas al aprendizaje, Neuropsicología y Metodología de la Investigación
Instituto Rosario de Investigación en Ciencias de la Educación (IRICE, UNR-CONICET)
Investigador Asistente CONICET
Doctor en Psicología
Maestrando de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de Quilmes.

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