Biología
y lenguaje. Lenguaje y pensamiento. La relación entre aspectos físicos y cuestiones abstractas no parecen claras a primera vista. Profundicemos en
cómo se las está abordando y cuáles son los avances.
Por Claudio Pairoba*
Entre el paladar y las vocales
El
lenguaje es un sistema en constante evolución. No todos hablamos un lenguaje
con la misma pronunciación. Y entre lenguajes la diferencia puede ser mayor. Considerando
que existen en la actualidad unos 7.000 lenguajes, uno de los temas que
despierta la curiosidad de los especialistas es qué es lo que hace que surjan y
se mantengan esta gran diversidad de sonidos, campo cubierto por la fonética
¿Cuáles son los factores que determinan que pronunciemos de la manera en que lo
hacemos, llegando incluso a facilitar o dificultar el aprendizaje de un idioma?
La fonética se centra en estudiar cómo producimos determinados sonidos,
independientemente de su significado. Los cambios en esos sonidos puede
depender de factores propios del lenguaje (por ejemplo co-articulación),
ambientales (altitud y humedad) e individuales (cognitivos, fisiológicos,
anatómicos).
Un grupo de investigadores de Francia y los Países Bajos se centran en variaciones en la forma del tracto vocal, para la cual no hay mucha evidencia, de acuerdo a lo que indican en su trabajo “Weak biases emerging from vocal tract anatomy shape the repeated transmission of vowels”. Su objetivo era estudiar si variaciones en una parte específica del tracto vocal (el paladar duro) pueden jugar un papel en los cambios en la producción de sonidos. Los resultados preliminares han sido publicados esta semana del 19 de agosto en la revista “Nature Human Behaviour”. Tendencias anatómicas compartidas por todos los seres humanos resultan en tendencias universales en el lenguaje. Pero los estudios indican que variaciones extensivas en distintos niveles juegan un papel en la variación entre lenguajes.
Se
estudiaron 107 participantes de cuatro grupos: 1) europeos y norteamericanos de
ascendencia europea, 2) India del norte, 3) India del sur y 4) Chinos. Se
hicieron resonancias magnéticas mediosagitales para determinar distintas
características del paladar duro. Luego, a través de programas de computadora,
se conectaron determinadas formas con determinadas vocales. De esta manera se
pudo cuantificar el efecto de variaciones en el paladar duro sobre el
aprendizaje de las vocales. Cambios en el paladar duro resultan en tendencias
que afectan la articulación de las vocales de manera sutil lo que lleva a
diferencias débiles pero sistemáticas en la acústica de las vocales producidas.
Estos efectos son pequeños dentro de una generación pero utilizando programas
computarizados se muestra que los mismos pueden ser amplificados a través de la
transmisión cultural. Esto puede derivar en diferencias en los sistemas de
vocales entre idiomas.
Resumiendo,
los autores encontraron que pequeñas diferencias en el paladar duro pueden
ocasionar cambios en el sonido de ciertas vocales y que estos cambios, a través
de una simulación computarizada podrían transmitirse a futuras generaciones a
través de la repetición transmitida del lenguaje.
Lenguaje y pensamiento
En
una charla reciente, la neuróloga Lera Borodistky exploró las maneras en que el
lenguaje puede moldear nuestro pensamiento. Vayan dos casos a manera de
ejemplo: el género de un sustantivo y las asociaciones que esto provoca, y la
activación neuronal al ver colores que tienen un nombre determinado.
La
palabra puente en alemán tiene género femenino mientras que en español es
masculino. De esta manera, cuando uno describe un puente en alemán lo asocia
con adjetivos que, tradicionalmente, se asocian a lo femenino: belleza, gracia,
elegancia. Pero cuando se describe un puente en español se lo asocia con
características tradicionalmente masculinas: fuerza, solidez, etc. Nuestro
lenguaje está influenciando nuestro pensamiento.
En
ruso hay 2 palabras para designar distintas gradaciones de azul, mientras que en
inglés los mismos 4 colores se agrupan en solo 1 palabra. De esta manera,
cuando el cerebro de un ruso ve cada cambio de color que corresponde a una
palabra distinta, su cerebro se activa de manera distintiva. En cambio, cuando
un inglés ve los mismos 4 colores, su cerebro no se activa ante un cambio de
cambio de color.
Estos
ejemplos sirven como disparadores para una pregunta intrigante: ¿por qué
pensamos lo que pensamos? Los casos mencionados abren el abanico para explorar
numerosísimas avenidas, incluyendo el tema del lenguaje inclusivo, la capacidad
para acceder al pensamiento abstracto (para lo cual el lenguaje es
absolutamente necesario) y en definitiva nuestra identidad como seres pensantes
y con opiniones.
Se considera que la mitad de los 7.000 lenguajes existentes se habrán extinguido en 100 años. Se pierde un lenguaje por semana.
Referencias
Dan
Dediu 1,2,3,4*, Rick Janssen2 and Scott R. Moisik 2,5
2. Video de Lera Boroditsky.
*Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of Science (Science) y la revista Nature.
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