¿Qué
posición ocupa la comunicación científica en la estructura de la ciencia? ¿Cuarta
pata o estructura englobadora? La comunicación científica es fluida y las formas de
acercarse a ella van cambiando a medida que descubrimos su rol actual y sus
potencialidades.
La comunicación científica es un proceso más profundamente arraigado en la actividad investigativade lo que percibimos. |
Y en un
principio eran cuatro las patas
Hace poco tuve oportunidad de dar una charla para
la cual armé una imagen: un asiento donde reposa la ciencia. El asiento tiene
cuatro patas: financiamiento, recursos humanos,
trabajo experimental y comunicación científica. Estos son los cuatro
soportes que sustentan a la ciencia desde mi mirada actual.
Las razones son bastante obvias:
- Financiamiento: para funcionar, la ciencia necesita dinero. Dinero para crear la infraestructura dentro de la cual
se desempeñan los científicos (becarios e investigadores formados y en
formación) quienes también necesitan un sustento económico además de fondos para sus proyectos.
- Recursos Humanos: alguien tiene que pensar los experimentos y llevarlos a cabo. Alguien tiene que saber el estado del conocimiento sobre un tema determinado y decidir los rumbos a seguir para continuar construyendo ese conocimiento. El ser humano es la polea que conecta el mundo abstracto de las ideas y elucubraciones con el mundo concreto de la observación y la experimentación.
- Trabajo experimental: las manos a la obra. El momento de la verdad. La herramienta que posibilita encontrar la respuesta a la pregunta. Y generar nuevas preguntas.
- Comunicación científica: El proceso a través del cual las respuestas encontradas se difunden dentro del ámbito científico y fuera de él con el objetivo de que sean incorporadas culturalmente.
Es una primera aproximación que nos permite ubicar a la comunicación científica en su relación con la ciencia. Pero una mirada más cercana, más detallada, nos ayudará a descubrir que esa ubicación de la comunicación científica es aún más central que ser una de las cuatro patas que sostienen al mundo científico.
La estructura
que sostiene y conecta a todas las patas
La comunicación científica es uno de los procesos
que sostienen a la ciencia. Todos coincidimos a esta altura de la situación
acerca de la importancia de comunicar los resultados de la ciencia. Pero, ¿es
posible que de tanto repetir lo importante que es la comunicación científica,
hayamos perdido de vista el papel de este proceso en el entramado de la
actividad científica?
Creo que la comunicación científica es más que una
de las patas de la ciencia. Es mucho más. De hecho, es la actividad que sustenta el funcionamiento de las otras tres patas.
Para conseguir hay que pedir. La forma en que se
pide es clave al momento de buscar fondos para la actividad científica. En
nuestro país, la investigación ha estado tradicionalmente solventada por el
Estado. No creo equivocarme si digo que los fondos destinados a ciencia y
tecnología en la actualidad atraviesan una de sus mejores etapas. Al mismo
tiempo, como dice el dicho, nunca es bueno poner todos los huevos en una misma
canasta. Ergo, ¿por qué no buscar fuentes alternativas de financiamiento? Si
bien la interacción entre la investigación estatal (desarrollada principalmente
en las universidades públicas) y el sector privado se ha movido siempre con
altibajos, la búsqueda de otros inversores para desarrollar ideas es una
posibilidad que merece ser explorada y fortalecida. Por el bien de todos los involucrados. Nace
entonces la vinculación tecnológica, una de cuyas funciones principales es
precisamente establecer vínculos entre investigadores e inversores. ¿Se puede
hacer vinculación tecnológica sin comunicación científica? ¿Se puede interesar
a un empresario para que aporte dinero en algo que no entiende y cuyas
potencialidades no tiene claras? ¿Es posible lograr que el investigador entre
en sintonía con las necesidades del inversor y pueda explicar sus propias
necesidades de manera de lograr una interacción fluida y minimizando los malos entendidos?
Es evidente que la comunicación científica está detrás de la interacción entre
estos dos actores.
Atrayendo interesados
La ciencia precisa de estudiantes interesados, con
vocación y, sobre todo, con capacidad para ejecutar el trabajo. Una investigadora,
hoy destacadísima, me decía una vez que en la investigación hay un porcentaje
de capacidad pero una enorme proporción de trabajo. ¿Cómo se atrae a los nuevos
interesados? ¿Cuáles son los canales que tiene la ciencia para mostrar su
realidad, su potencialidad para aportar al desarrollo personal y profesional?
¿A través de qué mecanismos la actividad científica se da a conocer a las
nuevas generaciones de estudiantes que ven a la actividad científica como algo
lejano? Nuevamente es la comunicación científica el proceso para establecer una
interacción entre estudiantes y científicos.
Trabajo
experimental: contando las buenas nuevas
El momento culminante de la actividad científica
se da con la publicación del trabajo científico en una revista apropiada. Es
entonces cuando los pares especializados en un área determinada del
conocimiento científico, validan los resultados que se han obtenido. Podemos ir
un paso más allá y darle mayor valor agregado a esta instancia. Esto se logra
cuando el “paper” científico se trabaja de manera de lograr un material que
pueda ser dado a conocer a distintos públicos. El conocimiento como material
arrumbado en una publicación que no se ve más allá del curriculum del
investigador, desperdicia nuevas formas de generar conexiones, proyectos e
intereses. Es a través de la comunicación científica que se abren nuevos
espacios para que el conocimiento llegue a la sociedad en su conjunto o a
determinados sectores que puedan aplicar lo que se ha aprendido. Ese es (o
debería ser) el fin último de la actividad científica, ¿verdad? Que alguien
utilice lo que se ha observado en resultados, con el fin de crear una nueva
realidad a partir de la transformación de una realidad actual que, se acuerda,
necesita ser modificada.
La
comunicación científica como espacio de transformación
Definir la comunicación científica, como toda
definición, la limita. Por eso tal vez sea más apropiado hablar de enfoques de
acuerdo a la historia y percepción del que la trabaja. En un artículo anterior
hablé de los dos enfoques principales para abordar la comunicación científica:
el funcionalista y el estratégico. El primero se caracteriza
por su practicidad para lograr una presencia constante de la actividad
científica en los medios aunque tiene la dificultad de no permitir la expresión
del receptor del mensaje. A pesar de esta unidireccionalidad, el receptor al
recibir y entender el mensaje ya ha sido cambiado. Ya sabe algo que antes
desconocía, razón por la cual tiene nueva información para la toma de sus
próximas decisiones. Habrá que trabajar para que ese conocimiento, además de ser
recibido y comprendido, sea verdaderamente incorporado de manera permanente en
el esquema mental del receptor.
El segundo modelo es el estratégico, el cual
plantea un espacio donde se desdibujan los roles de emisor y receptor, y en el que se abre un escenario para una interacción fluida que tiene por objetivo
poner de manifiesto las tensiones asociadas a una problemática particular con
el fin de acercarnos a la transformación deseada.
Detrás
de toda gran ciencia hay una gran comunicación científica
Más que ser una de las cuatro patas, el proceso de
comunicación de la ciencia se encuentra en lo profundo del entramado de las
distintas facetas que constituyen la actividad científica. Más que ver a la
obtención de fondos y atracción de nuevos candidatos como incomodidades que nos
alejan del “verdadero trabajo”, tenemos la oportunidad de aceptar a estas
actividades como inherentes a la actividad científica. Y considerar a la
comunicación científica como una herramienta para explorar posibilidades de
concretar resultados de manera exitosa dentro de los distintos componentes de la actividad investigativa.
Cada uno con sus requerimientos especiales que demandarán nuevas habilidades de
nuestra parte, configurando un nuevo universo para investigar. Porque
investigar en ciencia también puede significar, si así lo decidimos, investigar
cómo comunicarla de manera más eficiente. Y al hacerlo, podremos ser más
eficientes y disfrutar más de los otros aspectos de la ciencia, esos que
necesitan ser abrazados y reconocidos como parte de lo que se hace.