domingo, 7 de febrero de 2010

Chernóbil necesita otro sarcófago

Medio ambiente. Dos gigantes franceses de las obras públicas preparan el nuevo envoltorio de la nuclear accidentada.
ANDRÉS PÉREZ - CORRESPONSAL - 07/02/2010 08:00



En 2007, dos gigantes franceses del sector de las obras públicas ganaban por goleada el concurso para la construcción del segundo sarcófago de Chernóbil, una obra gigantesca inmediatamente apodada como la "octava maravilla del mundo". Una maravilla multimillonaria para cubrir esa pesadilla que es el reactor número 4 accidentado y su combustible, que siguen contaminando. Casi tres años después del concurso, las obras siguen sin comenzar, acumulan al menos 10 meses de retrasos y ya se prevén sobrecostes. Una radiación en los suelos en torno a la central, superior a la prevista, lo complica todo.

El segundo sarcófago de Chernóbil, a la vista de los planos presentados por las empresas Vinci y Bouygues, es una obra gigantesca, impecable, perfecta. Al precio presupuestado de 432 millones de euros, la inmensa bóveda metálica antirradiación de 257 metros de envergadura y 105 metros de alto debe envolver por completo el exterior del reactor número 4. Y envolver, sobre todo, el primer sarcófago de cemento, el construido con toda urgencia pocas semanas después de la hecatombe de abril de 1986 que, según el informe de 2005 de la Organización Mundial de la Salud, provocó 50 muertes directas y ha podido causar más de 4.000 a causa de la radiación. Ahora, esa primera cápsula amenaza repetidamente con derrumbarse y, de hecho, ya se han caído hasta 150 metros cuadrados de su techo metálico. Hay que cubrirla rápidamente.

El nuevo sarcófago, diseñado por los ingenieros de Vinci y de Bouygues, reunidos en el consorcio Novarka, pesará 18.000 toneladas de metal, esto es, el peso de tres torres Eiffel. Con ese acero, y con otro componente metálico cuya identidad es celosamente guardada, el objetivo declarado es confinar totalmente el primer sarcófago y sus fisuras, para poder comenzar a desmantelarlo sin riesgos.

El primer desmantelamiento del viejo cofre es la etapa obligatoria antes de poder acceder en algún momento, en un futuro muy lejano, al corazón del reactor, el combustible que, en fusión, atravesó el suelo de su cajón, fundió la totalidad del recinto del reactor número cuatro, y fue a colarse como lava en los subsuelos de la central, a 20 metros bajo tierra.

Acercarse al monstruo del reactor es imposible. Ni que decir tiene que más imposible aún es trabajar horas en él. Por eso, para edificar el segundo sacórfago de la central, Vinci y Bouygues han planificado construir primero la bóveda metálica por partes en un punto alejado, al oeste del reactor. Después, blindarán la totalidad de la estructura y la cubrirán de una piel metálica, que además de acero podría llevar un material de absorción de radiaciones, en función del precio de estos materiales en los mercados internacionales de metales en su momento.

Se trata de envolver el primer sarcófago de cemento, construido con toda urgencia

Una vez armada la estructura y completado ese escudo, los planes previstos por el consorcio francés consisten en deslizar las 18.000 toneladas de peso sobre unos raíles, llevarlas sobre la central accidentada y su primer sarcófago, y posarlas suavemente sobre unas pilonas, que apenas sobresaldrán del suelo y tendrán sus propios cimientos todopoderosos. Como una pluma que cae suavemente ante una ventana. El segundo sarcófago perfecto taparía así por completo el primero, chamuscado, viejo y lleno de boquetes.

De la maqueta a la realidad
Pero en la vida real, en la zona de exclusión de Chernóbil contaminada, todo es mucho más difícil. Y de la maqueta virtual de Vinci y de Bouygues hasta la realidad de las estructuras de 18.000 toneladas con cimientos capaces de sostenerlas hay un paso de gigante que lleva ya 10 meses de retraso respecto al inicio previsto. Y es que la tierra es testaruda. Y el subsuelo de Chernóbil está encerrando más sorpresas de lo previsto.

Ya se han derrumbado 150 metros cuadrados del techo metálico del anterior almacén

El aplazamiento del inicio de las obras "es un retraso que tiene que ver con el programa de estudios preliminares", señala tímidamente Vince Novak, administrador del Fondo del Sarcófago de Chernóbil y director del programa de seguridad nuclear del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD).

En una conversación con Público, el hombre que conoce todos los hilos de la bolsa que, con financiación pública, cubre los costes de todo lo relativo a Chernóbil, es taxativo. Sí, hay un retraso debido a lo que se ha encontrado en los estudios preliminares del subsuelo; no, el programa del segundo sarcófago no está en peligro. Y sí, reconoce, los 432 millones de euros presupuestados "posiblemente van a tener que ser revisados al alza", cosa que "ya está siendo discutida con los Gobiernos" integrados en el plan.

Según la idea inicial de las obras, los cimientos deberían estar ya construidos. El problema es que los estudios preliminares han demostrado la presencia de grandes equipamientos metálicos enterrados y altamente radiactivos, reconocen fuentes de Novarka y el propio administrador del Fondo del Sarcófago de Chernóbil. Por eso no se pueden excavar los cimientos. Los equipamientos de radioprotección inicialmente previstos para los obreros unos escudos de cemento y plomo que les precederían en la excavación para separarlos de las fuentes radiactivas no son suficientes.

Los 432 millones de euros presupuestados «van a tener que ser revisados al alza»

Por otra parte, según una presentación efectuada a principios de enero ante la Unión Geofísica de EEUU por científicos del programa de estudio en la zona de exclusión de Chernóbil, existe una segunda sorpresa bajo los pies del reactor. El cesio-137 presente en el suelo y el subsuelo de los alrededores a consecuencia de la explosión no está desapareciendo tan rápido como decían los modelos científicos sobre los que siempre se ha basado la industria.

La duración de la actividad media de este radionucleido debería estimarse en unos 180 años, en lugar de los 30,2 que decía la industria, según indicó Tim Jannick, un físico nuclear del Laboratorio Nacional Savannah River de EEUU, destacado en Chernóbil para las pruebas. La presencia en alta concentración del cesio-137 en el suelo de la zona de exclusión de Chernóbil va a seguir siendo letal, por lo tanto, mucho más allá de lo inicialmente previsto por los modelos científicos de hace medio siglo, y sobre los que se basaba la industria nuclear.

La compañía Vinci no quiso comunicar a este diario ninguna información adicional al dossier que elaboró 2007 para los medios de comunicación. El documento no ha sido actualizado y sigue anunciando el fin de los estudios preliminares para marzo de 2009 y el inicio de las obras para un mes después.

La ChNPP, empresa estatal ucraniana para la gestión de la central nuclear hoy totalmente fuera de servicio, tampoco quiso comentar el retraso en la construcción del segundo sarcófago.

Fuente:
http://www.publico.es/ciencias/292305/chernobil/necesita/sarcofago

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