Por las calles arboladas de Barrio Norte, recorriendo sus arterias
empedradas, escuché que la radio del taxi anunciaba un viaje para la
calle Ugarteche y Cabello. Confirmé, y en menos de cinco minutos llegué
al lugar: se trataba del conocido Palacio de Los Patos.
Me anuncié en el sector de seguridad del edificio y a los pocos minutos
salió María Teresa, una señora muy elegante. Luego de los saludos de
rigor y las indicaciones para llegar a destino, le pregunté: "Ya que
usted vive aquí, ¿me podrá contar la verdadera historia del Palacio de
Los Patos?". La señora se explayó brevemente sobre los aspectos más
relevantes de la propiedad y su historia.
Cuando llegamos a destino, con la señora María Teresa intercambiamos
nuestros números de teléfono. Me dijo que pasara por la administración
del edificio, ya que era una de las propietarias y administradoras, y me
informaría sobre la historia del palacio. También me contó que faltaba
poco para los 80 años de la inauguración del edificio.
Tras varios meses y cuando menos lo esperaba recibí una invitación de
María Teresa para concurrir al Palacio, porque se haría una
extraordinaria recepción para conmemorar los 80 años, el 10 de diciembre
último.
Ese día fui recibido por las señoras María Teresa y Silvia, que me
permitieron recorrer y apreciar los sitios más importantes del edificio
con sus exquisitos y lujosos patios interiores, además de visitar las
muestras de importantes artistas plásticos que allí exponían.
Foto: Carlos Guarella |
Y me enteré de la historia completa de este emblemático edificio porteño del que haré una breve reseña.
El Palacio de Los Patos tuvo su origen en París, según el comentario que
hiciera el señor Manuel Chopitea, hijo de don Alfredo Chopitea,
propietario original del monumental edificio. Don Alfredo viajaba de
manera habitual a Europa con toda su familia. En uno de esos recorridos
quedó fascinado con un edificio que vio en la Ciudad Luz y pergeñó la
idea de construir uno igual en Buenos Aires. Entonces, ubicó y contrató
al arquitecto francés que lo había construido para lograr su sueño. Se
trataba de Henri Azière, que sobre los datos del terreno porteño
disponible, confeccionó los planos del nuevo edificio.
Pero Don Alfredo consideró que podían aprovecharse mejor los espacios.
Entonces contrató al arquitecto Julio Senillosa y modificó el proyecto
original. Alcanzaron así las 144 unidades funcionales, que combinaron el
diseño original de Azière, el interés de Chopitea y el valioso aporte
de Senillosa.
El origen del nombre Palacio de Los Patos es bastante controversial. No
hay datos fehacientes, pero contaré lo que pude obtener basándome en el
libro Historia del Palacio de Los Patos, del escritor Jorge Ercasi.
La tradición dice que los primeros inquilinos fueron familias de buena
cuna y delgada billetera. La leyenda cuenta que en este edificio
encontraron el lugar ideal para disimular sus penurias y aparentar que
todo seguía igual. En el lunfardo porteño, la palabra "pato" expresa a
la persona carente de dinero. Es que el plumaje del pato, aún estando en
el agua, siempre está "seco".
Ver El Palacio de Los Patos en un mapa ampliado
Otra versión dice que por la zona hubo una especie de arroyuelo, que hoy
está entubado y desemboca en el Río de la Plata, conocido como Arroyo
Ugarteche, en el que habitaban patos.
No obstante, sea cual fuere el origen con que el ácido humor porteño lo
bautizó, podemos garantizar que el nombre hoy tan incorporado a la
cultura ciudadana manifiesta un íntimo deseo de muchas personas que
quisieran poder vivir en él.
Desde el año 1959 el edificio fue administrado por sus propietarios,
habiendo sido el primero el Ingeniero Leslie Lomax. Actualmente lo hacen
las señoras Silvia Moras y María Teresa Jaunarena. También hay que
destacar que importantes personalidades han ocupado algunas de las 144
unidades.
Con esta somera reseña de este emblemático lugar de nuestra ciudad, nos
alejamos habiendo conocido algo más de lo muy destacable que tiene el
patrimonio cultural porteño.
Hasta nuestro próximo encuentro.
Fuente
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