Foto: Dopler Agencia de Noticias de Diseño. Todos los derechos reservados |
En
esta semana en la ciudad de La Plata entrevistamos a una investigadora
del diseño Silvia Fernández, recibida de la UNLP, donde nos atendió en
el impactante estudio que comparte con su compañero, Gui Bonsiepe. Con
un sentido crítico de la profesión y una mirada minuciosa del diseño de
investigación, observamos una mujer transgresora y apasionada por sus
trabajos y principalmente una visionaria del Diseño, una palabra que hoy
define ilimitadas áreas y proyecciones. Estos conceptos nos trasmitía
en su entrevista.
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DOPLER - ¿Cómo surge su interés y vocación para estudiar diseño, una palabra que abarca tantos aspectos?
FERNANDEZ S. – Cuando estaba en sexto año del Liceo Víctor Mercante, debía decidir mi ingreso a la universidad, siempre había pensado en estudiar veterinaria. Era un momento de decisiones y de gran confusión, porque en realidad me sentía mucho más afín a las materias humanísticas. En el gabinete psico-pedagógico me hicieron test de orientación y faltando muy pocos días para cerrar la inscripción de la Universidad, la orientación dio hacia letras, arquitectura y como me informó la psicóloga, a “una carrera nueva que tiene unos años en Bellas Artes, Diseño en Comunicación Visual.”
A mi familia más o menos tradicional sin exigirme nada en particular, diseño le resultaba nueva, prácticamente nadie la conocía, entonces me inscribí en Arquitectura y Diseño. Empecé el ingreso de Bellas Artes e hice unos días también en Arquitectura, me entusiasmé más con diseño, yo no sabía muy bien, en principio, cual era el perfil profesional, lo fui entendiendo en la medida que cursaba y descubrí que tenía en la memoria referencias antes de la elección: piezas gráficas claras y concisas que me habían impactado, muy vanguardistas de los ‘60 por su racionalismo, ciertas publicidades, la gráfica de alguna exposición en Buenos Aires. El primer año era en común con diseño industrial y me decidí por comunicación visual.
DOPLER - ¿Qué proyectos le fueron más enriquecedores a lo largo de tu amplia carrera?
FERNÁNDEZ S. En términos profesionales hubo un antes y un después al asumir la Dirección en Comunicación de la Municipalidad de La Plata en 1987. Yo viajé a España en el momento que tomé el cargo, conocí y me interioricé del trabajo que estaban haciendo los equipos técnicos de la primera imagen corporativa de la ciudad de Madrid, incluso me regalaron los manuales de identidad corporativa que acababan de publicar para uso interno. España estaba haciendo la apertura democrática y cultural, después de años de franquismo y en esa “movida” una de las cuestiones fue implementar identidad corporativa para la ciudad capital. A partir de conocer el trabajo y en la medida de las posibilidades locales, definí las incumbencias de la Dirección de Comunicación y se inició una gestión que tenía cuarenta y cinco direcciones como comitentes: espacios verdes, relaciones humanas, hacienda, juventud, salud, cultura, tránsito, etc., todas las áreas demandaban diseño. Eso nunca fue visto antes en la ciudad.
En el área de la Teoría, siempre tuve atención en la preparación de las clases y las reuniones con los docentes de las cátedras que estuve cargo, pero la vinculación con la revista Tipográfica, por invitación de Rubén Fontana, fue un estímulo para la producción teórica. Y con la enseñanza, son las tres áreas donde mayor actividad desarrollé. Como profesora titular de Taller de Diseño CV y de Tecnología en la Facultad de Bellas Artes, la creación de planes de estudio par las carreras terciarias de la provincia de Buenos Aires en los ’90, de la carrera de la Universidad Nacional de Misiones y últimamente los planes de la carrera de Diseño Visual en La Universidad Nacional de Río Negro, la coordinación del ISCI en La Plata y la experiencia de la implementación del aprendizaje basado en problemas en 2010 como decana de la facultad de Comunicación de la Universidad del Este fueron todos, en su momento desafíos y aperturas a nuevas formas de operar en la enseñanza.
DOPLER- ¿Qué significó su paso por la UNLP y también la dirección del ISCI?
FERNÁNDEZ S. - El pasaje por la universidad tanto como alumna (desde el jardín de infantes en la Escuela Anexa estuve en la universidad hasta 1990) como docente, hasta las dos titularidades de Tecnología y de Diseño ganadas por concurso, fueron un viaje de ida. Cuando renuncié a los dos cargos de la facultad en 1990, se abrió el mundo.
La vida en la universidad la viví como una endogamia, la vida adentro de una nube, siempre protegida (o amenazada) dentro la institución. Al salir a la intemperie se toma conciencia de quien uno es y de alguna manera, comienza a institucionalizarse la propia persona.
Respecto de la coordinación del ISCI, estuve dos años invitada a asumir el cargo, pero no tomaba la decisión de aceptar. Dejar la facultad fue un alivio, pero también la gran pena por no tener el intercambio con los estudiantes. Estaba muy activa en la profesión y no quería compromisos horarios. Pero en 1992 acepté el desafío de coordinar lo que era para mí una nueva forma de enseñanza, con otros objetivos que los de la universidad. El nivel terciario había sido creado durante el primer gobierno de Perón para la formación de oficios, así entendí que debía capacitarse a los estudiantes con excelencia para ejercer el trabajo brazal de manera innovadora y eficiente. La implementación de la computadora desde el primer año de los cursos, fue una herramienta diferenciadora. Fue una experiencia riquísima porque aprendí otros aspectos del diseño y disfruté de ver egresados profesionales que tenían muy rápida inserción laboral, inquietudes culturales y teóricas y muchos de ellos articularon después en licenciaturas universitarias.
DOPLER - ¿Qué piensa del diseño en la actualidad, tanto en Argentina como Latinoamérica?
FERNÁNDEZ S. – Si se ve, al menos el origen en las escuelas Vjutemás en Rusia, Bauhaus, Basilea hasta la influencia internacional de la escuela de Ulm muy marcada en Latinoamérica, puede percibirse como se fue consolidando el espacio del diseño incluso con influencia en el desarrollo económico de países.
La digitalización del trabajo desde los 80, siguió abriendo el campo del diseño ya no sólo el diseño fue impreso y no sólo diseño gráfico, sino que comenzaron a ampliarse las dimensiones de proyecto hasta lo que se deja ver hoy, siglo XXI.
El diseño ya no necesita presentaciones está incorporado en el ADN de cualquier producto que salga al mercado, de toda institución, empresa, emprendimiento. Hubo un tiempo donde el diseño era anónimo y estaba muy bien, después grandes diseñadores pusieron su firma en los productos, hoy la firma quedó relegada a productos de lujo. En el presente los diseñadores en general trabajan de manera autónoma o son subcontratados junto con otros profesionales, dentro de programas de generación de productos de los más variados. Hay una mayor diversificación de roles. El diseño hoy es un hecho natural y hace que sea difícil intentar una definición, hablar de diseño es hablar de sociología, de política, de educación.
Hay dos campos muy diferenciados, el profesional, y el académico (hasta los ’90 la docencia era ejercida por profesionales, era mal visto que un profesor de diseño no tuviera práctica profesional). Ahora cantidad de diseñadores que se forman en academia, se quedan en academia hacen maestrías y doctorados para consolidarse en el escalafón docente, hacen “carrera académica”.
Por otro lado está el que prefiere la práctica profesional en Argentina y en Latinoamérica en general, se encuentra con dificultades, con impedimentos que existieron siempre: la competencia, la falta de jerarquización, la falta de reconocimiento en pago de los servicios, falta de reconocimiento en los equipos, la falta de créditos, de subsidios…
Resumiendo, el mapa del diseño latinoamericano se presenta: así por un lado la academia y por otro lado la actividad profesional: no hay empleos fijos y la participación en grandes proyectos depende de la propia capacidad y de la habilidad para posicionarse. Por otro lado está el micro emprendimiento, la producción propia, las pequeñas intervenciones. El desafío está en la innovación y en la conformación de redes profesionales frente a los acuciantes problemas socio-estructurales regionales y mundiales que presenta el futuro mediato. Como en lo político la cuestión hoy está en la participación, la democratización del espacio de acción y la conciencia cívica.
DOPLER - ¿Qué le recomendaría a los chicos que quieren empezar a dar los primeros pasos en el diseño?
FERNÁNDEZ S. -Más que los estudiantes que empiezan, me preocupa la enseñanza. Lo que suceda con los estudiantes va a ser bueno, si las instituciones tienen propuestas de enseñanza superadoras. Si los profesores están entrenados para motivar y orientar a los estudiantes, si promueven los recursos propios de cada uno y estimulan la búsqueda de los recursos faltantes, si son capaces de fomentar las relaciones y la construcción de redes de conocimiento, sólo habrá que recomendar a los alumnos atención, voluntad y constancia. El problema hoy es que los planes son obsoletos, las clases producen tedio y aburrimiento, por lo repetitivas y auto-centradas en los profesores. Hoy muy poco es motivante. En la enseñanza del diseño, por lo que conozco en el país, salvo excepciones, hay pensar todo de nuevo.
DOPLER - ¿Qué nos puede contar de la Colección que está trabajando mujeres del Diseño Argentino?
FERNANDEZ S. Soy una investigadora independiente, es raro. Hoy las investigaciones de diseño se hacen en el campo universitario.
El tema surgió porque una editorial francesa me solicitó colaboración para un diccionario de mujeres creativas, aportando biografías de mujeres latinoamericanas que hayan trabajado en diseño. La invitación surgió porque conocían la Historia del Diseño en América Latina, publicada en 2008 por Ed. Blucher, que yo había coordinado (junto con Gui Bonsiepe). Aporté unas doce biografías mujeres en Ecuador, Colombia, Chile, México, entre otros y argentinas, claro. Trabajamos casi un año y medio, fue muy bueno el intercambio para entender como ellas planteaban el proyecto y los objetivos que se proponían. Cuando terminó mi colaboración me di cuenta había capitalizado un tema y tenía un incipiente y rico material, sobre todo de Argentina.
Continué haciendo listas de las mujeres de colegas, que fui ampliando con nuevas lecturas, por conversaciones, publicaciones, noticias, citas bibliográficas, casualidades y causalidades. Cada una de ellas tuvieron influencia y trabajaron en un contexto determinado y bajo determinadas limitaciones. La lista crece periódicamente y nunca será completada.
Son de interés para la investigación las mujeres que proyectaron en diseño visual como industrial, quedan fuera de la constelación, el diseño de indumentarias, las artes aplicadas las actividades docentes, institucionales, entre otras.
Tengo ya otro trabajo en la fase de edición y estudio avanzado, a Lala Méndez Mosquera referente de la década del ’60 en diseño editorial y diseño de marcas y avisos.
Cada trabajo es fascinante y obliga a rastrear primeras fuentes, a veces están en Buenos Aires pero y viajé también viajé a San Antonio de Areco, a Rosario, a Mendoza, a Córdoba, hasta a Bologna. La información no solo surge de entrevistas, de lecturas, de diálogos con quienes las conocieron o fueron sus colaboradores, sino en archivos, bibliotecas, anticuarios, ventas de usados, bauleras…
En un momento dado surgen dudas detectivescas, como es posible tal o cual hecho. Mientras tanto voy siguiendo la lista, obsesionada vinculado con el cine, el diseño industrial, los grandes premios de diseño. Por ejemplo fui a ver a Pepe Rey, custodio del archivo del CIDI, muy celoso del archivo y no lo mostraba. Me contó persuadirlo del trabajo que estaba realizando (en principio, sobre María Luisa Colmenero), hasta que lo logré y no permitió trabajar en el archivo, y tener largas horas de conversaciones con él. Otro ejemplo: una amiga, historiadora de arte, una ve me dice: hay una ceramista en Traslasierra estuve con ella, fascinante vida, trabajó en la cerámica Carstens, la entrevisté, fotografiamos (como a otras tantas).
Tengo registradas unas 45 mujeres, voy avanzando con sus historias con publicaciones en pequeño formato como la que presentamos el pasado 2 de diciembre en el Museo de La Plata, “Diseño Visual y conocimiento científico” sobre María Laura Pedroni, egresada de la UNLP y yendo hacia un libro mayor, que presente a toda la constelación.
DOPLER - ¿Qué significó el libro María Laura Diseño Visual y Conocimiento Científico?
FERNÁNDEZ S. María Laura Pedroni entró en la lista en 2012 así llamé a María Teresa Reca, que era ex alumna, había sido su compañera de estudios y la acompañó hasta el final de su vida. A Laura la había visto yo por última vez en el 2007. Le pregunté a Teresa ¿Quedó material de María Laura? Teresa lo tenía en custodia y su madre, Martha, tenía otra parte del archivo. Ella había trabajado en Bologna y fuimos desentrañando de a poco su historia.
Llevaron dos cajas a mi estudio donde había cartas personales de M. Laura, trabajos gráficos, fotos, material digitalizado. El trabajo de Laura sería una prueba, estaba a escala de mis posibilidades de investigación en ese momento. Estar a mi escala significaba que estaba en la ciudad, que había un archivo completo, que las fuentes era posible rastrearlas por que era más o menos contemporánea y que sus relaciones eran personas accesibles. Y tenía la hipótesis (o la presunción) que había algo que trascendía lo conocido del trabajo de Laura. Algo así como extraordinario. Había algo en el trasfondo me servía para supuestos mayores y haberlo encontrado me provocó mucha incertidumbre y después mucha felicidad. Haber descubierto cual era el verdadero valor del trabajo de Laura.
La posibilidad de dialogar horas con la madre, de haber recibido la memoria de Teresa, que las conocían mucho, haber tenido también la posibilidad de estar en Bologna con su colega, Diego González fueron cruciales. Como lo dije en la presentación, es un estudio biográfico, una micro-historia producida por una investigadora independiente.
Es muy importante ser consciente los propios límites y Laura resultaba para mí adecuado campo de investigación, así es que lo disfruté enormemente. Establecer macro-relaciones entre la biografía y los proyectos de María Laura, el universo de la ciencia y la gestión de conocimiento y finalmente poder presentar la historia de la escuela de Bellas Artes, en el origen de la Escuela de Dibujo del Museo de La Plata, fue un resultado esperado.
DOPLER - ¿Cómo ve el diseño y la vinculación con la ciencia?
FERNÁNDEZ S. - Cuando armaba el plan de carrera de la Universidad de Río Negro hace 4 años, tuve que tener en cuenta que el Instituto Balseiro en Bariloche y la Comisión Nacional de Energía Atómica están en la zona. Un egresado que se recibiera esa facultad, con sede en Gral. Roca, está a pocos kms. y eran una alternativa de trabajo. Así es que creé, para los últimos años, áreas de estudio que vincularan al diseño con la ciencia. Hoy en día el diseñador tiene un potencial para acompañar a un científico en sus investigaciones, no como ilustrador científico (eso dependerá de capacidades y formación exta-curricular), lo que tiene como diferenciador es el proceso proyectual y su capacidad de prever cómo se verá determinado objetivo. Pero hay que saber que muy pocos diseñadores son capaces de desarrollar este potencial. Aquellos que, como María Laura Pedroni sean capaces de sostener un diálogo en el campo de la ciencia y aportar al conocimiento científico.
FERNANDEZ S. – Cuando estaba en sexto año del Liceo Víctor Mercante, debía decidir mi ingreso a la universidad, siempre había pensado en estudiar veterinaria. Era un momento de decisiones y de gran confusión, porque en realidad me sentía mucho más afín a las materias humanísticas. En el gabinete psico-pedagógico me hicieron test de orientación y faltando muy pocos días para cerrar la inscripción de la Universidad, la orientación dio hacia letras, arquitectura y como me informó la psicóloga, a “una carrera nueva que tiene unos años en Bellas Artes, Diseño en Comunicación Visual.”
A mi familia más o menos tradicional sin exigirme nada en particular, diseño le resultaba nueva, prácticamente nadie la conocía, entonces me inscribí en Arquitectura y Diseño. Empecé el ingreso de Bellas Artes e hice unos días también en Arquitectura, me entusiasmé más con diseño, yo no sabía muy bien, en principio, cual era el perfil profesional, lo fui entendiendo en la medida que cursaba y descubrí que tenía en la memoria referencias antes de la elección: piezas gráficas claras y concisas que me habían impactado, muy vanguardistas de los ‘60 por su racionalismo, ciertas publicidades, la gráfica de alguna exposición en Buenos Aires. El primer año era en común con diseño industrial y me decidí por comunicación visual.
DOPLER - ¿Qué proyectos le fueron más enriquecedores a lo largo de tu amplia carrera?
FERNÁNDEZ S. En términos profesionales hubo un antes y un después al asumir la Dirección en Comunicación de la Municipalidad de La Plata en 1987. Yo viajé a España en el momento que tomé el cargo, conocí y me interioricé del trabajo que estaban haciendo los equipos técnicos de la primera imagen corporativa de la ciudad de Madrid, incluso me regalaron los manuales de identidad corporativa que acababan de publicar para uso interno. España estaba haciendo la apertura democrática y cultural, después de años de franquismo y en esa “movida” una de las cuestiones fue implementar identidad corporativa para la ciudad capital. A partir de conocer el trabajo y en la medida de las posibilidades locales, definí las incumbencias de la Dirección de Comunicación y se inició una gestión que tenía cuarenta y cinco direcciones como comitentes: espacios verdes, relaciones humanas, hacienda, juventud, salud, cultura, tránsito, etc., todas las áreas demandaban diseño. Eso nunca fue visto antes en la ciudad.
En el área de la Teoría, siempre tuve atención en la preparación de las clases y las reuniones con los docentes de las cátedras que estuve cargo, pero la vinculación con la revista Tipográfica, por invitación de Rubén Fontana, fue un estímulo para la producción teórica. Y con la enseñanza, son las tres áreas donde mayor actividad desarrollé. Como profesora titular de Taller de Diseño CV y de Tecnología en la Facultad de Bellas Artes, la creación de planes de estudio par las carreras terciarias de la provincia de Buenos Aires en los ’90, de la carrera de la Universidad Nacional de Misiones y últimamente los planes de la carrera de Diseño Visual en La Universidad Nacional de Río Negro, la coordinación del ISCI en La Plata y la experiencia de la implementación del aprendizaje basado en problemas en 2010 como decana de la facultad de Comunicación de la Universidad del Este fueron todos, en su momento desafíos y aperturas a nuevas formas de operar en la enseñanza.
DOPLER- ¿Qué significó su paso por la UNLP y también la dirección del ISCI?
FERNÁNDEZ S. - El pasaje por la universidad tanto como alumna (desde el jardín de infantes en la Escuela Anexa estuve en la universidad hasta 1990) como docente, hasta las dos titularidades de Tecnología y de Diseño ganadas por concurso, fueron un viaje de ida. Cuando renuncié a los dos cargos de la facultad en 1990, se abrió el mundo.
La vida en la universidad la viví como una endogamia, la vida adentro de una nube, siempre protegida (o amenazada) dentro la institución. Al salir a la intemperie se toma conciencia de quien uno es y de alguna manera, comienza a institucionalizarse la propia persona.
Respecto de la coordinación del ISCI, estuve dos años invitada a asumir el cargo, pero no tomaba la decisión de aceptar. Dejar la facultad fue un alivio, pero también la gran pena por no tener el intercambio con los estudiantes. Estaba muy activa en la profesión y no quería compromisos horarios. Pero en 1992 acepté el desafío de coordinar lo que era para mí una nueva forma de enseñanza, con otros objetivos que los de la universidad. El nivel terciario había sido creado durante el primer gobierno de Perón para la formación de oficios, así entendí que debía capacitarse a los estudiantes con excelencia para ejercer el trabajo brazal de manera innovadora y eficiente. La implementación de la computadora desde el primer año de los cursos, fue una herramienta diferenciadora. Fue una experiencia riquísima porque aprendí otros aspectos del diseño y disfruté de ver egresados profesionales que tenían muy rápida inserción laboral, inquietudes culturales y teóricas y muchos de ellos articularon después en licenciaturas universitarias.
DOPLER - ¿Qué piensa del diseño en la actualidad, tanto en Argentina como Latinoamérica?
FERNÁNDEZ S. – Si se ve, al menos el origen en las escuelas Vjutemás en Rusia, Bauhaus, Basilea hasta la influencia internacional de la escuela de Ulm muy marcada en Latinoamérica, puede percibirse como se fue consolidando el espacio del diseño incluso con influencia en el desarrollo económico de países.
La digitalización del trabajo desde los 80, siguió abriendo el campo del diseño ya no sólo el diseño fue impreso y no sólo diseño gráfico, sino que comenzaron a ampliarse las dimensiones de proyecto hasta lo que se deja ver hoy, siglo XXI.
El diseño ya no necesita presentaciones está incorporado en el ADN de cualquier producto que salga al mercado, de toda institución, empresa, emprendimiento. Hubo un tiempo donde el diseño era anónimo y estaba muy bien, después grandes diseñadores pusieron su firma en los productos, hoy la firma quedó relegada a productos de lujo. En el presente los diseñadores en general trabajan de manera autónoma o son subcontratados junto con otros profesionales, dentro de programas de generación de productos de los más variados. Hay una mayor diversificación de roles. El diseño hoy es un hecho natural y hace que sea difícil intentar una definición, hablar de diseño es hablar de sociología, de política, de educación.
Hay dos campos muy diferenciados, el profesional, y el académico (hasta los ’90 la docencia era ejercida por profesionales, era mal visto que un profesor de diseño no tuviera práctica profesional). Ahora cantidad de diseñadores que se forman en academia, se quedan en academia hacen maestrías y doctorados para consolidarse en el escalafón docente, hacen “carrera académica”.
Por otro lado está el que prefiere la práctica profesional en Argentina y en Latinoamérica en general, se encuentra con dificultades, con impedimentos que existieron siempre: la competencia, la falta de jerarquización, la falta de reconocimiento en pago de los servicios, falta de reconocimiento en los equipos, la falta de créditos, de subsidios…
Resumiendo, el mapa del diseño latinoamericano se presenta: así por un lado la academia y por otro lado la actividad profesional: no hay empleos fijos y la participación en grandes proyectos depende de la propia capacidad y de la habilidad para posicionarse. Por otro lado está el micro emprendimiento, la producción propia, las pequeñas intervenciones. El desafío está en la innovación y en la conformación de redes profesionales frente a los acuciantes problemas socio-estructurales regionales y mundiales que presenta el futuro mediato. Como en lo político la cuestión hoy está en la participación, la democratización del espacio de acción y la conciencia cívica.
DOPLER - ¿Qué le recomendaría a los chicos que quieren empezar a dar los primeros pasos en el diseño?
FERNÁNDEZ S. -Más que los estudiantes que empiezan, me preocupa la enseñanza. Lo que suceda con los estudiantes va a ser bueno, si las instituciones tienen propuestas de enseñanza superadoras. Si los profesores están entrenados para motivar y orientar a los estudiantes, si promueven los recursos propios de cada uno y estimulan la búsqueda de los recursos faltantes, si son capaces de fomentar las relaciones y la construcción de redes de conocimiento, sólo habrá que recomendar a los alumnos atención, voluntad y constancia. El problema hoy es que los planes son obsoletos, las clases producen tedio y aburrimiento, por lo repetitivas y auto-centradas en los profesores. Hoy muy poco es motivante. En la enseñanza del diseño, por lo que conozco en el país, salvo excepciones, hay pensar todo de nuevo.
DOPLER - ¿Qué nos puede contar de la Colección que está trabajando mujeres del Diseño Argentino?
FERNANDEZ S. Soy una investigadora independiente, es raro. Hoy las investigaciones de diseño se hacen en el campo universitario.
El tema surgió porque una editorial francesa me solicitó colaboración para un diccionario de mujeres creativas, aportando biografías de mujeres latinoamericanas que hayan trabajado en diseño. La invitación surgió porque conocían la Historia del Diseño en América Latina, publicada en 2008 por Ed. Blucher, que yo había coordinado (junto con Gui Bonsiepe). Aporté unas doce biografías mujeres en Ecuador, Colombia, Chile, México, entre otros y argentinas, claro. Trabajamos casi un año y medio, fue muy bueno el intercambio para entender como ellas planteaban el proyecto y los objetivos que se proponían. Cuando terminó mi colaboración me di cuenta había capitalizado un tema y tenía un incipiente y rico material, sobre todo de Argentina.
Continué haciendo listas de las mujeres de colegas, que fui ampliando con nuevas lecturas, por conversaciones, publicaciones, noticias, citas bibliográficas, casualidades y causalidades. Cada una de ellas tuvieron influencia y trabajaron en un contexto determinado y bajo determinadas limitaciones. La lista crece periódicamente y nunca será completada.
Son de interés para la investigación las mujeres que proyectaron en diseño visual como industrial, quedan fuera de la constelación, el diseño de indumentarias, las artes aplicadas las actividades docentes, institucionales, entre otras.
Tengo ya otro trabajo en la fase de edición y estudio avanzado, a Lala Méndez Mosquera referente de la década del ’60 en diseño editorial y diseño de marcas y avisos.
Cada trabajo es fascinante y obliga a rastrear primeras fuentes, a veces están en Buenos Aires pero y viajé también viajé a San Antonio de Areco, a Rosario, a Mendoza, a Córdoba, hasta a Bologna. La información no solo surge de entrevistas, de lecturas, de diálogos con quienes las conocieron o fueron sus colaboradores, sino en archivos, bibliotecas, anticuarios, ventas de usados, bauleras…
En un momento dado surgen dudas detectivescas, como es posible tal o cual hecho. Mientras tanto voy siguiendo la lista, obsesionada vinculado con el cine, el diseño industrial, los grandes premios de diseño. Por ejemplo fui a ver a Pepe Rey, custodio del archivo del CIDI, muy celoso del archivo y no lo mostraba. Me contó persuadirlo del trabajo que estaba realizando (en principio, sobre María Luisa Colmenero), hasta que lo logré y no permitió trabajar en el archivo, y tener largas horas de conversaciones con él. Otro ejemplo: una amiga, historiadora de arte, una ve me dice: hay una ceramista en Traslasierra estuve con ella, fascinante vida, trabajó en la cerámica Carstens, la entrevisté, fotografiamos (como a otras tantas).
Tengo registradas unas 45 mujeres, voy avanzando con sus historias con publicaciones en pequeño formato como la que presentamos el pasado 2 de diciembre en el Museo de La Plata, “Diseño Visual y conocimiento científico” sobre María Laura Pedroni, egresada de la UNLP y yendo hacia un libro mayor, que presente a toda la constelación.
DOPLER - ¿Qué significó el libro María Laura Diseño Visual y Conocimiento Científico?
FERNÁNDEZ S. María Laura Pedroni entró en la lista en 2012 así llamé a María Teresa Reca, que era ex alumna, había sido su compañera de estudios y la acompañó hasta el final de su vida. A Laura la había visto yo por última vez en el 2007. Le pregunté a Teresa ¿Quedó material de María Laura? Teresa lo tenía en custodia y su madre, Martha, tenía otra parte del archivo. Ella había trabajado en Bologna y fuimos desentrañando de a poco su historia.
Llevaron dos cajas a mi estudio donde había cartas personales de M. Laura, trabajos gráficos, fotos, material digitalizado. El trabajo de Laura sería una prueba, estaba a escala de mis posibilidades de investigación en ese momento. Estar a mi escala significaba que estaba en la ciudad, que había un archivo completo, que las fuentes era posible rastrearlas por que era más o menos contemporánea y que sus relaciones eran personas accesibles. Y tenía la hipótesis (o la presunción) que había algo que trascendía lo conocido del trabajo de Laura. Algo así como extraordinario. Había algo en el trasfondo me servía para supuestos mayores y haberlo encontrado me provocó mucha incertidumbre y después mucha felicidad. Haber descubierto cual era el verdadero valor del trabajo de Laura.
La posibilidad de dialogar horas con la madre, de haber recibido la memoria de Teresa, que las conocían mucho, haber tenido también la posibilidad de estar en Bologna con su colega, Diego González fueron cruciales. Como lo dije en la presentación, es un estudio biográfico, una micro-historia producida por una investigadora independiente.
Es muy importante ser consciente los propios límites y Laura resultaba para mí adecuado campo de investigación, así es que lo disfruté enormemente. Establecer macro-relaciones entre la biografía y los proyectos de María Laura, el universo de la ciencia y la gestión de conocimiento y finalmente poder presentar la historia de la escuela de Bellas Artes, en el origen de la Escuela de Dibujo del Museo de La Plata, fue un resultado esperado.
DOPLER - ¿Cómo ve el diseño y la vinculación con la ciencia?
FERNÁNDEZ S. - Cuando armaba el plan de carrera de la Universidad de Río Negro hace 4 años, tuve que tener en cuenta que el Instituto Balseiro en Bariloche y la Comisión Nacional de Energía Atómica están en la zona. Un egresado que se recibiera esa facultad, con sede en Gral. Roca, está a pocos kms. y eran una alternativa de trabajo. Así es que creé, para los últimos años, áreas de estudio que vincularan al diseño con la ciencia. Hoy en día el diseñador tiene un potencial para acompañar a un científico en sus investigaciones, no como ilustrador científico (eso dependerá de capacidades y formación exta-curricular), lo que tiene como diferenciador es el proceso proyectual y su capacidad de prever cómo se verá determinado objetivo. Pero hay que saber que muy pocos diseñadores son capaces de desarrollar este potencial. Aquellos que, como María Laura Pedroni sean capaces de sostener un diálogo en el campo de la ciencia y aportar al conocimiento científico.
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