"Espero que el siglo XXI nos traiga la diversidad en todos los sentidos, entre gentes de diversos países, de sexos o de orientación sexual." María Blasco
Por Carolina Martinez Pulido
En una entrevista realizada por la revista digital Jot Down en 2013, María Blasco hacía referencia a su condición personal de mujer científica y responsable de gestionar un centro en el que investigan cerca de quinientos especialistas: «Yo ya pertenezco a una generación [nació en 1965] en la que no era raro ver a mujeres estudiando carreras científicas o trabajando en los laboratorios. No he vivido en este sentido el mundo de la ciencia sin mujeres».
Subrayando este hecho, continúa: «Todo lo contrario. Las dos
directoras que he tenido han sido mujeres. Y no fue porque lo eligiera
así por algún motivo; simplemente, en el caso de Margarita [Margarita
Salas fue su directora de tesis doctoral], era uno de los mejores
laboratorios de investigación de España para aprender biología molecular
y bioquímica y, en el caso de Carol Greider [bióloga Premio Nobel con
quien trabajó durante cuatro años en los Estados Unidos], me encantaba
la investigación que hacía, era biología molecular y tenía el potencial
de ser importante tanto para el cáncer como para el envejecimiento».
No obstante, en la misma entrevista también relata cómo el tiempo
inexorablemente ha ido cambiando su perspectiva sobre las mujeres
científicas: «Durante mi carrera profesional siempre pensé que en la
ciencia no había actitudes machistas. Sin embargo, desde que ocupo un
puesto directivo importante, afirmo que sí existe. Hay un tipo de
machismo que da la cara cuando una mujer alcanza una posición de poder.
El motivo es simple: es entonces cuando algunos egos se revuelven ante
la idea de que una mujer esté por encima de ellos en la toma de
decisiones. A las estructuras viejas les cuesta mucho ceder poder».
La escasa presencia femenina en los entornos jerárquicamente más
altos, ha llevado a María Blasco a sostener con convicción que «hoy el
machismo en la ciencia sigue siendo un problema. Las esferas de decisión
están copadas por hombres». No se trata de una declaración basada en el
vacío o que sólo la sostengan unas pocas investigadoras. Por el
contrario, es un serio problema que afecta a la ciencia en prácticamente
todos los países del mundo, desde los Estados Unidos y Europa hasta
Japón o China.
La relevancia del tema y su significación es tal, que el 7 de marzo de 2013 la respetada revista Nature publicaba un número especial justamente dedicado a la situación de las mujeres en la ciencia.
Compuesto por numerosos artículos, a cual más interesante, la editorial
del prestigioso medio denunciaba: «La ciencia sigue siendo
institucionalmente sexista. Pese a que ha habido algún progreso, las
mujeres científicas aún están peor pagadas, se las promueve con menor
frecuencia, consiguen menos becas o proyectos y tienen más
probabilidades de abandonar la carrera investigadora que los hombres con
una cualificación semejante».
En la revista se explicita: «Este número especial de Nature
lanza una dura mirada al brecha de género, desde las poyatas a las salas
de juntas, e indaga qué se está haciendo para acabar con la segregación
femenina». Las conclusiones, sin embargo, son muy poco estimulantes: «A
muchas mujeres se las desalienta en sus intentos por seguir una carrera
científica al nivel más elevado. Hay que hacer mucho más de lo hecho
hasta ahora para abordar las razones que yacen tras este potencial
desperdicio de talento humano».
Haciéndose eco de esta publicación, María Blasco escribía dos meses después en el Huffington Post: «El último número de la revista Nature
está dedicado al estancamiento o incluso retroceso de la situación de
las mujeres en la ciencia. Las científicas tienen una clara desventaja
para escalar a los puestos de máxima responsabilidad en la carrera
investigadora, mientras que los colegas varones tienen más
probabilidades de llegar los cargos más altos». La denuncia feminista,
en la voz de Blasco, alcanzaba así una mayor difusión entre los lectores
de habla hispana.
Pero la investigadora no se queda ahí. Durante una larga conversación
mantenida con el periodista José Luis Barbería, publicada por El País Semanal
el 13 de octubre de 2016, declaraba: «En nuestro centro [CNIO], en el
que las investigadoras somos mayoría, únicamente el 30% de los puestos
de jefatura están en manos de mujeres. Nuestros problemas no son
diferentes a los de las mujeres de EE. UU. u otros países de Europa. Las
esferas de decisión están copadas por hombres que a la hora de
planificar y organizar la actividad no tienen en cuenta las necesidades
específicas de las mujeres».
En la entrevista de Jot Down, la científica también ha
insistido en sus denuncias ante tan injusta situación: «Pese a que el
número de mujeres graduadas y doctoradas en las universidades sigue
siendo igual o ligeramente superior al de los hombres, la discriminación
femenina en los altos cargos apenas se ha modificado durante los
últimos treinta años». Este hecho, afirma Blasco, demuestra «que no es
solo una cuestión de dejar pasar el tiempo. Ya en los años setenta había
el mismo número de mujeres que de hombres en muchas carreras y, sin
embargo, no ha cambiado casi nada desde entonces con relación a los
puestos de más alto nivel y el número de mujeres en los mismos.»
Más adelante continúa: «Hay una discriminación subliminal,
discriminación persistente, que hace que las mujeres siempre tengan más
problemas, sean peor valoradas, peor apoyadas». Al igual que otras
expertas, María Blasco sostiene que al ser muy mayoritarios los
directivos hombres, «pueden favorecer más, por la relación que tienen
entre ellos, por sus afinidades e intereses comunes, a otros varones en
detrimento de colegas femeninas». Aquí podría encontrarse una de las
razones por la que «para las mujeres siempre va a ser más difícil llegar
a determinados puestos».
Notablemente disconforme por la frecuente marginación femenina de la que ella misma ha sido testigo, desde el Huffington Post
acusaba: «Las mujeres son invitadas con menor frecuencia a formar parte
de consejos asesores de instituciones académicas o de compañías
privadas, y todavía es un hecho muy excepcional que haya un igual número
de ponentes hombres y de ponentes mujeres en un congreso científico».
Desde su perspectiva de directora de un gran centro de investigación,
la experta sostiene que, ante el hecho indiscutible de que en los altos
cargos predominan los hombres, «es necesario hacer algo que facilite la
presencia de un número mayor de mujeres en esos puestos de dirección».
Según su criterio, «lo más efectivo para luchar contra la desigualdad de
género es que haya cuotas, paridad en los tribunales, en las comisiones
donde se decide qué personas estarán en esos determinados puestos, como
una manera de compensar la desigualdad de entrada.»
Es conocido que la existencia de cuotas, cupos o simplemente
discriminación positiva ha generado numerosas controversias y abundantes
críticas. No obstante, la directora del CNIO manifiesta en su defensa
un argumento altamente convincente: «Se obliga a cumplir con un cupo
porque hay una discriminación de facto. Las mujeres están discriminadas.
No porque sean más tontas o sepan menos que los hombres. Es porque no
se las apoya ni se las valora igual que a los colegas masculinos». Se
trata de una verdad tan evidente como molesta para quienes aún se
mantienen atrincherados en viejos prejuicios sexistas.
No extraña que las cuestiones de desigualdad, en este caso entre
mujeres y hombres, susciten tanto interés y pasión. Está en juego cuál
es la calidad de vida que en forma de oportunidades, condiciones de
partida y posibilidades de ejercer los méritos acredita una sociedad.
Una complejidad que se entiende mucho mejor si se mira y analiza desde
diferentes ángulos disciplinares. En este contexto, puede resultar de
interés la lectura del informe Científicas en cifras 2013, que pone de manifiesto la necesidad de mejorar estilos de convivencia y completar los esfuerzos para reducir desigualdades.
Por su parte, Blasco escribía en el Huffington Post en agosto de 2013: «En nuestro país, el mes pasado se celebró el décimo aniversario de actividad de la Comisión de Mujer y Ciencia del CSIC,
que en una década ha conseguido disminuir las diferencias de género en
los niveles más altos de la carrera investigadora, gracias a la
implantación de políticas de paridad». Los datos, apunta con sobrada
razón, demuestran que «las políticas de paridad y las cuotas han dado
excelentes resultados cuando se han aplicado. El problema es que estas
medidas no siempre se aplican, y España ofrece un claro ejemplo de
retroceso».
Las actitudes machistas también se reflejan en ciertas observaciones
que suenan a rancio. Como relata Blasco: «en los casos excepcionales
donde hay un balance de género, es frecuente que esto sea motivo de
comentarios jocosos. Apostillas del tipo: “Claro, es que yo no llevo
faldas” en boca de colegas varones que han perdido una promoción a favor
de una mujer no son raras». Indignada ante comportamientos de este
estilo, la investigadora sostiene con energía: «Estas actitudes sexistas
no deberían tener cabida en ninguna institución pública ni privada, ya
que denotan la falta de respeto por las políticas de igualdad. Y además
son una manera más de menoscabar a las mujeres». Sin embargo, continúa
más adelante, «los comentarios sexistas y el machismo encubierto, a
veces incluso desinhibido, como el ejemplo que he mencionado antes,
forman parte del día a día de la mujer científica y, en general, de las
mujeres profesionales».
La minusvaloración, consciente o inconsciente de las mujeres científicas, opina Blasco «parece ser el gran problema de fondo que ha provocado que los avances en la igualdad de género estén parados. Persiste un machismo que opera de manera subconsciente y del que no están libres a menudo las propias mujeres». Un valiente y decidido comentario que invita a la reflexión.
Por la misma senda, en El País de abril de 2015, María
Blasco volvía a denunciar con arrojo el mal funcionamiento de la
política de paridad en los altos niveles de las instituciones
científicas. «En el terreno del machismo, por ejemplo, España ha estado y
aún está muy atrasada. La política de paridad es un desastre».
Un año más tarde, en 2016, afirmaba en El Español: «En los rankings internacionales de igualdad de género –que se fijan en los cargos políticos y administrativos– se ve que España ha perdido muchas posiciones. No hay igualdad real entre hombres y mujeres, aunque esto es algo que pasa en todos los países. Se trata de una lucha internacional que tenemos que estar abanderando mujeres y hombres, porque yo creo que interesa a todo el mundo».
Insistimos en que las conclusiones de María Blasco no están aisladas
ni tienen un carácter puramente nacional o personal, aunque es cierto y
evidente estadísticamente que en los últimos años y al calor del
contexto de la crisis la situación en España ha empeorado. Los
razonamientos de esta científica de vanguardia están basados en multitud
de datos, entre ellos, por ejemplo, los publicados a finales de 2012
por el Fondo Económico Mundial
en el que se revelaba que España ha caído catorce posiciones en el
ranking mundial de políticas de igualdad de género. Hecho que el Fondo considera fundamentalmente debido a la disminución dramática de mujeres en los altos cargos de la Administración.
Ante quienes censuran la discriminación positiva, la directora del
CNIO replica con lucidez: «La paridad y las cuotas tienen muchos
detractores. Basan sus argumentos en que este tipo de medidas terminarán
provocando la promoción de mujeres mediocres y, por lo tanto, aumentará
la mediocridad en los puestos más altos». Sin embargo, razona la
científica, «dado que tanto hombres como mujeres están igualmente
capacitados para todos estos cargos, el argumento no se sostiene. De
hecho, la situación actual, con muchos más hombres que mujeres en los
puestos altos, indica que es bastante más probable que haya un hombre
mediocre que una mujer mediocre en esos puestos».
Asimismo, nos recuerda que «el Programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea (H2020) tiene entre sus objetivos llegar a un 40% de representación de mujeres en los comités de selección». En su Ficha informativa sobre Igualdad de Género
del 10 de enero de 2014, el H2020 especifica: «Las cuestiones relativas
a la igualdad de género en investigación e innovación tienen especial
importancia en el nuevo Programa Marco». Asimismo, se detalla que «debe
tenerse en cuenta la inclusión de los aspectos y análisis de género o
sexo en las temáticas de investigación e innovación cuando sea
apropiado, y en la propia gestión del programa, aplicándose la igualdad
de género en la selección de evaluadores, por ejemplo».
María Blasco, en línea con su activo interés por mejorar las cosas
propone, además de la paridad, otra medida muy interesante contra la
desigualdad de género: «facilitar el networking [trabajo en
red] entre mujeres». Se trata de una actividad, explicita la
investigadora, que «numerosas asociaciones de profesionales con
perspectiva de género están fomentando en otros países y que también se
debe estimular aquí».
En este sentido pone de manifiesto que «científicas con una brillante
carrera han generado fundaciones para ayudar a las investigadoras,
entre ellas por ejemplo, la Fundación Rita Levi-Montalcini [Premio Nobel de Medicina 1986], que apoya a mujeres de África que quieren ser científicas; o la Fundación de Christiane Nusslein Volhard [Premio Nobel de Medicina 1995], que ayuda a mujeres científicas con hijos».
M. Blasco no se limita a ejemplos de otros países, pues añade con
satisfacción: «En el CNIO, el centro que dirijo, hemos creado la oficina
WISE CNIO
(Women In SciencE at CNIO), que cuenta con el trabajo voluntario de
científicas del centro para promover la carrera investigadora de las
mujeres que trabajan aquí».
Coherente con su preocupación por defender la perspectiva de género
en múltiples ámbitos, la investigadora no olvida recomendar «la lectura
del Manifiesto por la Igualdad en la Cultura,
del 1 de marzo de 2013, que han elaborado varias asociaciones de
mujeres profesionales del mundo de la ciencia y la cultura: AMIT
(Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas); CIMA (Mujeres
Cineastas y de los Medios Audiovisuales); Clásicas y Modernas:
Asociación por la Igualdad de Género en la Cultura; y MAV (Mujeres en
las Artes Visuales)».
La importancia de la divulgación científica
María Blasco se ha mostrado en múltiples ocasiones altamente
interesada por la divulgación científica. Además de su generosa
participación en diversos medios de comunicación, ha colaborado en
distintos libros que dan oportunidades para incluir conocimientos de
interés público a un nivel accesible. Ella ha confesado su convicción:
«la primera tarea es conseguir que la sociedad sepa qué es lo que
hacemos aquí [en el CNIO]».
En 2011, María Blasco y el demógrafo y doctor en sociología Julio Pérez Díaz, publicaron un texto editado por el CSIC titulado Envejecimiento,
donde analizan conjuntamente el tema desde una original perspectiva:
con un planteamiento microscópico procedente de la biología celular,
junto a otro macroscópico procedente de la demografía.
Posteriormente, en 2012, salió a la luz otro texto, Desarmando al cáncer,
escrito en colaboración con la periodista especializada en salud y
ciencia Mónica G. Salomone. Redactado en un lenguaje comprensible por
todos los públicos, comienza con unas palabras de la directora:
«Nuestras investigaciones, van dirigidas a mejorar cómo se previene, se
diagnostica y trata el cáncer». Seguidamente, explica las aportaciones
del CNIO en este campo y la situación actual de los estudios sobre la
enfermedad.
Hace un año, en 2016, María Blasco y Mónica G. Salomone escribieron conjuntamente un nuevo libro: Morir joven, a los 140,
que contiene importantes reflexiones sobre la edad, la duración de la
vida y la muerte. Es una obra divulgativa, muy didáctica, en la que
Blasco apunta, por ejemplo, que «la esperanza de vida al nacer aumenta
cada década y lo hace a una velocidad que no ha disminuido, ni parece
que tienda a disminuir en un futuro inmediato». Asimismo, la experta
despliega sus argumentos sobre las causas que conducen al envejecimiento
celular. Sostiene que: «Conforme vayamos entendiendo cómo se producen
las enfermedades, en parte gracias a entender por qué envejecemos, estoy
segura de que tendremos mejores maneras de prevenirlas y tratarlas».
Considerado un ensayo novedoso sobre el envejecimiento, este libro
está logrando comentarios muy positivos por parte de los especialistas,
alcanzando gran aceptación del público en general. El interés que ha
despertado, junto a los apasionados debates generados, evidencian que
María Blasco no sólo es una científica de vanguardia y una eficaz
directora de un centro de considerable categoría internacional, sino que
también se preocupa y logra que la ciencia llegue a todos aquellos
ciudadanos curiosos e interesados en conocer qué dicen los expertos del
siglo XXI ante la eterna pregunta: ¿Por qué envejecemos?
Facetas como las expuestas en este artículo, donde se refleja el
compromiso protagonista de las mujeres por hacer ciencia, y con esa otra
´misión de hacerle llegar a la ciudadanía las ventajas y esperanzas que
ello reporta en lo individual y en lo colectivo, confirman la
ejemplaridad que define a la doctora María Blasco.
Referencias
- Barbería, José L. «María Blasco». El País Semanal, 13 octubre 2016
- Blasco, María y Julio Pérez Díaz (2011). Envejecimiento. Los libros de la Catarata, colección Debates Científicos (CSIC)
- Blasco, María y Mónica G. Salomone (2012). Desarmando el cáncer. Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)
- Blasco, María. «Desigualdad de género: ¿a qué estamos esperando?» Huffington Post. 13 mayo 2013
- Blasco, María. «Realidad y ficción contra el machismo». Huffington Post. 4 Agosto 2013
- Blasco, María y Mónica G. Salomone (2016). Morir joven, a los 140 años. Paidos Ibérica
- Fernández Recuero, Ángel L. «María Blasco: Lo más efectivo para luchar contra la desigualdad de género es que haya cuotas». Jot Down número 4 abril 2013
- Hausmann, Ricardo et al. (2012). «The Global Gender Gap Report». Published by the World Economic Forum
- Macho, Marta (ed). (2015). Científicas en cifras 2013. Estadísticas e indicadores de la (des)igualdad de género en la formación y profesión científica. Ministerio de Economía y Competitividad, 2014
- Varios autores. «Women in Science». Nature 495. 07 March 2013
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido
es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de
Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación
científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
Fuente
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