Por Duff Wilson - 07/03/11
Traducción de Claudio Pairoba
A fines de Noviembre, Pfizer se prepara para perder U$S 10.000 millones de dólares en ganancias anuales cuando expire la patente de su exitosa droga contra el colesterol Lipitor y los genéricos mas baratos comiencen a apoderarse de las enormes ventas de la compañía.
La pérdida se posiciona como un desafío intimidatorio para Pfizer, un desafío que comparten casi todas las empresas farmacéuticas. Solo en este año debido a la expiración de patentes, la industria de medicamentos perderá control sobre más de 10 megamedicamentos cuyas ventas combinadas anuales se han acercado a los U$S 50.000 millones.
Este es un revés aleccionador para una industria que solo unos pocos años atrás era el sector de negocios con mayores ganancias a nivel mundial pero que ahora se encuentra bajo presión para reinventarse y despojarse de su dependencia de las drogas exitosas. Y pone en el tapete a los problemas que ahora enfrentan las compañías farmacéuticas: una falta de grandes avances en drogas y descubrimientos; presión de las aseguradoras y del gobierno para bajar los precios, vigilancia regulatoria e investigaciones gubernamentales, y miles de despidos en sus sectores de investigación y desarrollo.
Morgan Stanley recientemente le bajó la calificación al grupo completo de compañías farmacéuticas multinacionales con sede en Europa – AstraZeneca, Bayer, GlaxoSmithKline, Novartis, Novo Nordisk y Roche – en un informe titulado “Un avalancha de riesgos? Bajando con cautela”. El análisis informaba “El ambiente de operaciones de las farmacéuticas está empeorando rápidamente”.
Las mismas preocupaciones se aplican a las grandes compañías en los EE.UU. Todas están lidiando con fallas de investigación y haciendo malabares para reemplazar a sus gallinas de los huevos de oro, como la apuesta multimillonaria de Pfizer en una droga reemplazo de su Lipitor, para bajar el colesterol, la cual falló de manera estrepitosa en los ensayos clínicos. Las compañías farmacéuticas eliminaron 53.000 empleos el año pasado y 61.000 en 2009, mucho más que la mayoría de los otros sectores, de acuerdo a la empresa de recolocación Challenger, Gray y Christmas.
“Esta es una época de pánico, esto es realmente época de pánico para la industria,” dijo Kenneth I. Kaitin, director del Centro para el Estudio del Desarrollo de Drogas en la Universidad de Tufts, en Medford, Massachusets. “No creo que haya una compañía que no se de cuenta que no tienen suficientes productos en proyecto o en carpeta, que no tienen suficientes ganancias para mantener su investigación y desarrollo.”
Mientras a lo largo y lo ancho de la industria el gasto en investigación y desarrollo se ha casi duplicado a U$S 45.000 millones anuales durante la última década, la Food and Drug Administration ha aprobado cada vez menos medicamentos. Pfizer y Eli Lilly han tenido grandes inconvenientes el último año en los experimentos para una lo que alguna vez fue una prometedora droga contra el Alzheimer. Merck dejó de hacer pruebas con su adquisición más importante derivada de su fusión con Schering Plough, un anticoagulante que causaba peligrosas cantidades de sangrado.
Los ejecutivos de las compañías farmacéuticas han comenzado a enfocarse en la necesidad de reinventarse.
“Necesitamos arreglar nuestro núcleo innovador,” dijo el nuevo presidente de Pfizer, Ian C. Read en una reciente entrevista. Para hacer eso, la empresa necesita reenfocarse en nichos más pequeños en los temas cáncer, inflamación, neurociencias y genéricos de marca – y cortar cerca de un 30 % de su propia investigación y desarrollo en los próximos dos años mientras sus científicos trabajan solo en los proyectos con mayores posibilidades de ganancias.
Los consumidores deberían ver un beneficio financiero a medida que los genéricos más económicos reemplacen a las drogas de elite más caras, pero pueden sufrir a largo plazo si las compañías reducen la investigación y no producen nuevas drogas que satisfagan las necesidades del público.
“Uno no necesita despedir a Investigación y Desarrollo si es solamente un ciclo,” dice Erik Gordon, un Profesor Asistente de Clínica en la Escuela de Negocios de la Universidad de Michigan quien sigue la evolución de la industria farmacéutica. “Eso mata al progreso.”
El gobierno federal también está preocupado por el ritmo lento con el que aparecen las nuevas drogas provenientes de la industria farmacéutica. Francis S. Collins, director de los National Institutes of Health, recientemente propuso la creación en la agencia de un centro de desarrollo de drogas que costaría miles de millones de dólares.
“Parece que tenemos un problema sistémico,” dijo el Dr. Collins, agregando que los esfuerzos de investigación del gobierno se enfocaban a alimentar al sector privado, no a competir con él.
Read de Pfizer expresa que los nuevos productos pueden reemplazar a algunas pero no a todas las pérdidas de patentes.
“El huracán está aterrinzando”, manifestó Jeremy Batstone-Carr, un analista con la Charles Stanley Securities, pero agregó que Pfizer está entre varias compañías farmacéuticas que les dan consuelo a sus accionistas al devolver dinero mediante la recompra de acciones y dividendos. El patrimonio más preciado de Pfizer, dijo, son sus U$S 20.000 millones en efectivo. Desde el 2000, los precios de las acciones de Pfizer y Merck cayeron cerca de un 60 %, mientras que el Dow subió un 19 %.
Varios de los titanes de la industria farmacéutica han comprado competidores con nuevos productos para cubrir sus propios agujeros de ventas, básicamente pagando en efectivo a cambio de ganancias futuras a medida que su propia investigación flaqueaba. En los últimos dos años, Pfizer pagó U$S 68.000 millones por Wyeth, Merck pagó U$S 41.000 por Schering-Plough, Roche pagó U$S 46.000 por Genentech y Sanofi-Aventis pagó U$S 20.000 por Genzyme.
Henry G. Grabowski, un profesor de Economía y Director del Programa en Economía Farmacéutica de la Universidad de Duke, asemejó las recientes megafusiones farmacéuticas a aquellas que ocurrieron en las industrias bancarias y de telecomunicaciones cuando fueron golpeadas por los cimbronazos financieros de los ‘90.
Pero advirtió que esta ola podría no asegurar desarrollos significativos en la investigación a largo plazo.
“Nunca se ha demostrado que estas enormes fusiones horizontales sean buenas para la producción de Investigación y Desarrollo,” dijo Grabowski. “Prefiero que me demuestren que tienen reales avances más allá de algunas ventajas a corto plazo que después desaparecen.”
A medida que se mueven más allá del modelo de éxito, las compañías están refinando sus enfoques hacia los medicamentos personalizados y formando más sociedades. Usando tests genéticos o de otros tipos, el plan es vender nuevas drogas no a millones y millones de personas, sino a aquellos que se beneficiarían de manera más evidente.
Aún, la industria enfrenta presión intensa de la competencia genérica y ha probado cada táctica para alejarla, incluyendo versiones de liberación prolongada de los mismos medicamentos así como nuevas píldoras que combinan dos ingredientes. Pero un 75 % de todas las recetas en los EE.UU. ahora son drogas genéricas de baja ganancia y bajo precio.
Al mismo tiempo, los programas de salud del gobierno les están pidiendo a las compañías farmacéuticas que reduzcan sus precios y mejoren los términos de reembolso para sus pastillas más rentables.
Esto se ubica en la misma línea que prácticas similares en Europa, donde Alemania y Gran Bretaña, entre otros países, están poniendo más presión para tener medicamentos con precios más bajos.
“Europa es un lugar horrible para hacer negocios en la actualidad y lo será dentro de 5 años,” dijo en una entrevista Christopher A. Viehbacher, Director Ejecutivo del gigante francés Sanofi-Aventis.
En los EE.UU., Viehbacher expresó que las drogas genéricas se estaban apoderando del mercado del cuidado primario dejando el mayor potencial de crecimiento en los mercados especiales y en los países emergentes como China, Brasil e Indonesia.
Incluso en esos mercados, los sistemas de salud no van a ser los centros de ganancias que han sido los EE.UU. China, que aparece este año como el tercer mercado farmacéutico más grande detrás de los EE.UU. y Japón, planea reducir el precio de los medicamentos en un 40 % en promedio.
La industria de los medicamentos ha venido diciendo por mucho tiempo que los norteamericanos estimularon el motor de la investigación, gastando mucho más en medicamentos per capita que cualquier otro país, y pagando los precios más elevados por medicamentos recetados.
Los lobistas de la industria farmacéutica han atacado propuestas de los Demócratas para adaptar los precios a los de países como Canadá o de permitir que Medicare negocie los precios de manera directa. La industria, al respaldar la revisión del cuidado de la salud impulsada por el Presidente Obama, limitó su contribución a U$S 90.000 millones durante un período de 10 años a cambio de la promesa de llegar hasta los 32 millones de nuevos clientes asegurados a partir del 2014.
La nueva ley también contiene una gran amenaza para las ganancias de la industria farmacéutica en una sección poco conocida que permitiría que los precios sean fijados de manera centralizada. A partir del 2015, un panel independiente designado por el presidente podría bajar los precios de manera generalizada en Medicare a menos que el Congreso lo vetara cada año. Medicare paga más del 20 % de las facturas por venta de medicamentos del país.
La industria también se ha visto desestabilizada por los numerosos casos de fraude y sobornos por conductas que han sumado miles de millones a los pagos por medicamentos en el país, según investigadores federales. Las penalizaciones han sido duras y los acuerdos extremadamente caros.
En el 2009, Pfizer pagó la multa criminal más elevada en la historia de la nación como parte de un acuerdo por U$S 2.300 millones al promocionar drogas para usos no aprobados. Algunos analistas indican que casos por fraude y sobornos todavía más importantes van a aparecer. Las compañías farmacéuticas están respondiendo con entrenamientos de ventas extremadamente cuidadosos y su intención de disminuir el entusiasmo por vender. Pero el cambio en cultura corporativa podría costarles: hay documentos internos que muestran que algunas de las compañías han tenido ganancias espectaculares buscando aprobación federal para una nueva droga con un uso restringido y luego promocionarla con usos más amplios.
Se planean otros cambios que sin duda afectarán el resultado final. Estas incluyen crecientes restricciones en los regalos, tarifas y viajes para influenciar a los médicos para que usen sus productos, límites en la “escritura fantasma” de artículos médicos en revistas y un requerimiento para una mayor exposición de los estudios con resultados negativos. A medida que se aleja la era dorada de los medicamentos exitosos, también lo hacen algunos de los excesos en marketing de las dos décadas pasadas – las tácticas que ayudaron a amasar inmensas ganancias.
Algunos analistas ven en la declinación de este sector una oportunidad para invertir. Dicen que las acciones de las farmacéuticas son buenas compras debido a los bajos índices precio-ganancia, los cuales típicamente reflejan la declinación de la industria o el pesimismo de los inversores, y los altos rendimientos en dividendos con un promedio superior al 4 % anual.
Fuente:
http://www.nytimes.com/2011/03/07/business/07drug.html?_r=1&hp=&adxnnl=1&adxnnlx=1299470410-nR1vrCAENI4eeLhyAdNTVg
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