Por Sandra Massoni *
Durante la última mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI los estudios de comunicación han consolidado un debate en torno de su propio lugar en el ámbito científico y profesional. La discusión no está zanjada. Como aporte a ese debate, desde la Universidad Nacional de Rosario, y también desde la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario, hemos desplegado una metaperspectiva propia que tiene reconocimiento internacional como espacio innovador de exploración de la comunicación desde los nuevos paradigmas de la ciencia.
Más allá de los acuerdos y desacuerdos conseguidos, lo cierto es que hemos compartido durante muchos años con tantos colegas de Argentina y de Iberoamérica un movimiento de despliegue y, evidentemente, de crecimiento del campo comunicacional. Este crecimiento se ha registrado tanto hacia el interior de nuestra facultad y nuestra universidad como en el entorno de las ciencias sociales en general, en un extenso recorrido que registra en los últimos tiempos hitos destacados de institucionalización, como por ejemplo el reconocimiento de la comunicación como disciplina en nuestra Universidad Nacional de Rosario y la inclusión de la comunicación en las comisiones de evaluación de algunos de los organismos de ciencia y tecnología de nuestro país como el Conicet (Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas).
Esta institucionalización del saber comunicacional tiene importantes derivaciones. Por ejemplo, la incorporación de comunicación social en la grilla de disciplinas incluidas en los formularios específicos de las secretarías de Ciencia y Técnica de las universidades, vinculados a la presentación de proyectos de investigación radicados en esas unidades académicas. Con ello, la consecuente evaluación de pares especializados en la misma disciplina, en lugar de especialistas en otras ciencias sociales, los cuales –en ocasiones– no tienen la expertise teórica o metodológica requerida para proyectos específicos de investigación o de extensión en comunicación. De allí su importancia respecto de evaluaciones más detalladas y más conducentes al avance de la especialidad. Estos nuevos espacios potencian los estudios comunicacionales en el país y la región. Se originan en un contexto de importantes cambios a nivel social, local y global que está provocando desplazamientos y rupturas académicas y profesionales en torno de la comunicación que considero necesario acompañar crítica y valorativamente desde nuestro lugar en la universidad. Personalmente sostengo que estamos viviendo un nuevo momento de la comunicación en nuestras sociedades; una centralidad de lo comunicacional diferente de la registrada en otras etapas del desarrollo de nuestro campo de estudios. Esto se hace visible en:
- las evidentes transformaciones en cuanto a la consideración del lugar de la comunicación y los comunicadores en la sociedad actual;
- la integración de comunicadores sociales en equipos de trabajo para áreas muy diversas más allá de los medios masivos tradicionales;
- los actuales debates e innovaciones sobre regulaciones y políticas de comunicación en Latinoamérica;
- la innovación en investigaciones comunicacionales estratégicas que son demandadas, a nivel mundial, tanto en ámbitos de gobierno como en las empresas y en el tercer sector;
- el surgimiento y sostenimiento en el tiempo, especialmente en Latinoamérica, de numerosas carreras de comunicación de grado y de posgrado especializadas en muy diversos registros de lo comunicacional.
Estos y otros ejemplos que podríamos mencionar nos muestran otras posibilidades en torno de lo comunicacional, quizá no imaginadas siquiera por nosotros mismos cuando comenzamos este recorrido, hace ya 30 años, allá en los últimos días de la dictadura cívicomilitar en Argentina.
La comunicación ocupa hoy un lugar creciente en nuestras sociedades. Considero que esta centralidad de la comunicación requiere dos tareas: especificar el objeto de estudio en todos los espacios académicos de formación y de investigación en comunicación y rediseñar el campo de prácticas del comunicador social.
* Doctora UBA. Directora de la Maestría en Comunicación Estratégica de la UNR.
Durante la última mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI los estudios de comunicación han consolidado un debate en torno de su propio lugar en el ámbito científico y profesional. La discusión no está zanjada. Como aporte a ese debate, desde la Universidad Nacional de Rosario, y también desde la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario, hemos desplegado una metaperspectiva propia que tiene reconocimiento internacional como espacio innovador de exploración de la comunicación desde los nuevos paradigmas de la ciencia.
Más allá de los acuerdos y desacuerdos conseguidos, lo cierto es que hemos compartido durante muchos años con tantos colegas de Argentina y de Iberoamérica un movimiento de despliegue y, evidentemente, de crecimiento del campo comunicacional. Este crecimiento se ha registrado tanto hacia el interior de nuestra facultad y nuestra universidad como en el entorno de las ciencias sociales en general, en un extenso recorrido que registra en los últimos tiempos hitos destacados de institucionalización, como por ejemplo el reconocimiento de la comunicación como disciplina en nuestra Universidad Nacional de Rosario y la inclusión de la comunicación en las comisiones de evaluación de algunos de los organismos de ciencia y tecnología de nuestro país como el Conicet (Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas).
Esta institucionalización del saber comunicacional tiene importantes derivaciones. Por ejemplo, la incorporación de comunicación social en la grilla de disciplinas incluidas en los formularios específicos de las secretarías de Ciencia y Técnica de las universidades, vinculados a la presentación de proyectos de investigación radicados en esas unidades académicas. Con ello, la consecuente evaluación de pares especializados en la misma disciplina, en lugar de especialistas en otras ciencias sociales, los cuales –en ocasiones– no tienen la expertise teórica o metodológica requerida para proyectos específicos de investigación o de extensión en comunicación. De allí su importancia respecto de evaluaciones más detalladas y más conducentes al avance de la especialidad. Estos nuevos espacios potencian los estudios comunicacionales en el país y la región. Se originan en un contexto de importantes cambios a nivel social, local y global que está provocando desplazamientos y rupturas académicas y profesionales en torno de la comunicación que considero necesario acompañar crítica y valorativamente desde nuestro lugar en la universidad. Personalmente sostengo que estamos viviendo un nuevo momento de la comunicación en nuestras sociedades; una centralidad de lo comunicacional diferente de la registrada en otras etapas del desarrollo de nuestro campo de estudios. Esto se hace visible en:
- las evidentes transformaciones en cuanto a la consideración del lugar de la comunicación y los comunicadores en la sociedad actual;
- la integración de comunicadores sociales en equipos de trabajo para áreas muy diversas más allá de los medios masivos tradicionales;
- los actuales debates e innovaciones sobre regulaciones y políticas de comunicación en Latinoamérica;
- la innovación en investigaciones comunicacionales estratégicas que son demandadas, a nivel mundial, tanto en ámbitos de gobierno como en las empresas y en el tercer sector;
- el surgimiento y sostenimiento en el tiempo, especialmente en Latinoamérica, de numerosas carreras de comunicación de grado y de posgrado especializadas en muy diversos registros de lo comunicacional.
Estos y otros ejemplos que podríamos mencionar nos muestran otras posibilidades en torno de lo comunicacional, quizá no imaginadas siquiera por nosotros mismos cuando comenzamos este recorrido, hace ya 30 años, allá en los últimos días de la dictadura cívicomilitar en Argentina.
La comunicación ocupa hoy un lugar creciente en nuestras sociedades. Considero que esta centralidad de la comunicación requiere dos tareas: especificar el objeto de estudio en todos los espacios académicos de formación y de investigación en comunicación y rediseñar el campo de prácticas del comunicador social.
* Doctora UBA. Directora de la Maestría en Comunicación Estratégica de la UNR.
Fuente:
pagina12.com.ar
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