miércoles, 10 de marzo de 2010

Leishmaniasis: Enfermedades antiguas de reciente aparición comprobada en la Argentina (2da. parte)

Las leishmaniasis en detalle
Oscar Daniel Salomón
Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación de Endemo-Epidemias


Mal de muchos

Narradas en tabletas de arcilla del palacio de Nínive, reproducidas en huacos precolombinos y atribuidas a la picadura de un insecto por Avicena alrededor del año 1000 de nuestra era, las leishmaniasis fueron asociadas con los protozoarios que las provocan a fines del siglo XIX. Su nombre fue puesto en honor de William Boog Leishman (1865-1926), un patólogo y médico militar escocés que en 1903 describió esos parásitos unicelulares al observarlos con un microscopio en los órganos de un soldado muerto en Londres que había enfermado tres años antes en Calcuta de una fiebre allí llamada dum-dum o kala-azar.

Hoy, con los métodos de la biología molecular, se ha identificado una treintena de especies de Leishmania que infectan a mamíferos, de las que veintiuno provocan enfermedades humanas. Las leishmaniasis se concentran en regiones tropicales, pero se extienden a zonas templadas, como las costas de la cuenca del Mediterráneo; en América se las encuentra desde Texas hasta el centro de la Argentina. La transmisión del parásito a humanos se ha comprobado en unos noventa países de América, África, Asia y Europa, pero no en Oceanía, donde, sin embargo, se han aislado parásitos en canguros.

Las especies de Leishmania tienen en común que, una vez ingresado el protozoario en el cuerpo de un mamífero, es capturado por las células de su sistema de defensa
y en ellas se reproduce. Diferentes especies no tienen preferencia por los mismos órganos y provocan distintas enfermedades, como leishmaniasis cutánea, leishmaniasis mucosa y leishmaniasis visceral.

Gran parte de los síntomas asociados con estas enfermedades no son el resultado de una acción directa del parásito, sino una reacción del organismo infectado ante su presencia. Por ello, las manifestaciones clínicas dependen tanto de la especie de Leishmania como de la respuesta del individuo.

Otro elemento común a este grupo de parásitos es que todos son transmitidos por insectos vectores de la subfamilia Phlebotominae, por lo común llamados flebótomos en la literatura técnica, aunque cada especie de Leishmania es transmitida por una o pocas especies de esos insectos. Esa asociación única se produce por un reconocimiento mutuo de moléculas específicas de la cubierta del parásito
y del intestino del vector. Por ello, el primero logra multiplicarse y anclarse en el insecto sin ser arrastrado en el proceso de digestión de este.

Los insectos adultos miden entre dos y tres milímetros de largo y tienen alas erectas en forma de V. Se alimentan de azúcares vegetales, pero la hembra, además, ingiere sangre para producir huevos. Suelen estar activos entre el crepúsculo
y el amanecer. Las larvas se crían en tierra húmeda con abundante material orgánico en descomposición.

En América los flebótomos se encuentran en ambientes boscosos, mientras en el Viejo Mundo aparecen también en desiertos, lo que explica su nombre inglés de moscas de arena. Un mismo nombre común puede corresponder a distintos insectos y un mismo insecto puede ser conocido por varios nombres comunes, como ocurre en países de habla castellana, donde para los flebótomos se usan, por lo menos, las denominaciones de jejenes, palomillas, toritos y carachais. Sin embargo, por jején se suele designar a otra familia de insectos, los simúlidos
(Simuliidae), que no transmiten leishmaniasis. En Italia el término difundido es pappataci, palabra que ha dado origen al nombre científico de una especie frecuente,
Phlebotomus papatasi, y posiblemente al apodo papparazzo (plural papparazzi) del personaje de Federico Fellini en La dolce vita, molesto como un flebótomo. Es que estos insectos pueden resultar abrumadores, a pesar de su pequeño tamaño, por sus ataques en bandada y sus picaduras dolorosas,aunque estas apenas dejan manchas rosadas, sin punto de sangre, que desaparecen al poco tiempo.

Algunas especies de mamíferos se infectan y se convierten en una fuente eficaz de parásitos para los insectos transmisores o vectores. Son, así, reservorios, presenten o no síntomas. Otros mamíferos infectados actúan como hospedadores (más frecuentemente llamados huéspedes) accidentales de Leishmania y, aunque contraigan la enfermedad y sean picados por los flebótomos vectores, no son fuente de su propagación.

El ser humano pertenece a esta categoría de huésped accidental.
Se infecta a partir de la picadura de un flebótomo que ha picado antes a un animal infectado. Por ello se califican las leishmaniasis de zoonosis o enfermedades transmitidas entre animales y humanos. La búsqueda del reservorio y de un animal que permitiese reproducir el parásito en laboratorio condujo a la cría en 1930 de un roedor silvestre de Siria, donde las leishmaniasis cutáneas son endémicas desde hace siglos, animal experimental distribuido luego a todo el mundo como hámster sirio o dorado (Mesocricetus auratus).

Las distintas leishmaniasis tienen diferentes vectores, reservorios, ecología, epidemiología y consecuencias en salud pública, según la especie del parásito y la región geográfica. Las formas clínicas de las leishmaniasis humanas
más frecuentes son:

• Leishmaniasis cutánea: produce una o varias úlceras en la piel. Su curación espontánea, sin tratamiento, es muy lenta y llega a durar años. Dejan cicatrices muy visibles que pueden provocar discriminación social.

• Leishmaniasis mucosa: destruye progresivamente las mucosas y los cartílagos nasales y bucales; provoca mutilaciones, discapacidad y complicaciones graves. Se genera usualmente por falta de tratamiento o tratamiento incompleto de leishmaniasis cutáneas producidas por algunas especies de Leishmania. Los reservorios
de los parásitos que provocan leishmaniasis cutáneas y mucosas son mamíferos silvestres.

• Leishmaniasis visceral o kala-azar: se manifiesta por fiebre, pérdida de peso y aumento del tamaño del bazo y del hígado, órganos donde se concentran los parásitos,
igual que en la médula ósea. En la India y el Sudán, el reservorio es humano; en Iberoamérica, lo es principalmente el perro, mientras los humanos son huéspedes accidentales, con una letalidad del 6 al 10%, que supera el 90% sin tratamiento.
En las últimas décadas las leishmaniasis están aumentando en cantidad de casos por año y en dispersión geográfica.

Se estima que se producen por año en el mundo hasta 1,5 millones de casos nuevos de leishmaniasis cutánea y 500.000 de leishmaniasis visceral; habría doce millones de personas enfermas, y 350 millones expuestas.

Solo en una epidemia de leishmaniasis visceral del este de la India se habrían enfermado en 1996 unas 250.000 personas, mientras que en la que comenzó en 1984 en la provincia del Alto Nilo Occidental, en el Sudán, habrían muerto 100.000 de los 300.000 individuos en riesgo. En Kabul, capital de Afganistán, en 2002 enfermaron de leishmaniasis cutánea 270.000 personas.

Por ello, la Asamblea Mundial de la Salud de 2007 priorizó las acciones de control de la leishmaniasis. Entre las herramientas actuales de control están el diagnóstico temprano, el tratamiento oportuno con ciertas drogas (antimoniales pentavalentes, anfotericina, miltefosina), la disminución del contacto con el vector para evitar su picadura y la eliminación del reservorio en el caso de la leishmaniasis visceral americana.

Aunque el cambio climático global puede haber ampliado la distribución de las leishmaniasis, su persistencia estacional o su intensidad, existen otras amenazas más inmediatas que han producido su dramático aumento en los últimos años. Son la deforestación y la adaptación de vectores selváticos en el ambiente modificado; las migraciones humanas y la urbanización desordenada, que aumentan la vulnerabilidad social y ambiental; el incremento del número de individuos con sus sistemas inmunitarios comprometidos, por ejemplo, por el sida o por la desnutrición, y el suministro a mascotas de drogas para tratamiento humano, lo que favorece la selección de los parásitos más virulentos. La Argentina no ha sido ajena
a este incremento de casos de leishmaniasis cutánea, ni a la expansión de la leishmaniasis visceral.

Fin de la segunda parte.

lunes, 8 de marzo de 2010

Leishmaniasis: Enfermedades antiguas de reciente aparición comprobada en la Argentina

La revista Ciencia Hoy (www.cienciahoy.org.ar) viene publicando desde hace varios años artículos de primer nivel escritos por investigadores argentinos interesados en la divulgación científica.



En la provincia de Santa Fe se ha detectado en el mes de Diciembre pasado el primer caso en la provincia de leishmaniasis en un perro (www.rosario3.com/noticias/noticias.aspx?idNot=63017).
Para saber más sobre esta enfermedad voy a publicar en 3 partes un interesante y claro artículo escrito por los doctores Patricio Garrahan y Oscar Salomón. Agradezco al Dr. Garrahan el haberme hecho llegar una copia del artículo para poder compartirlo con Uds. a través de este blog.
El artículo fue originalmente publicado en la Revista Ciencia Hoy Volumen 19, número 114 (diciembre 2009 - enero 2010).


Leishmaniasis: Enfermedades antiguas de reciente aparición comprobada en la Argentina

Las leishmaniasis se conocen como enfermedades humanas desde hace siglos, pero en las últimas décadas se han transformado en un serio problema de salud pública en los noventa países en que son actualmente endémicas. Se estima que hoy contraen leishmaniasis cutánea 1,5 millones de personas por año, y 500.000 adquieren leishmaniasis visceral. Unas 350 millones de personas están en situación de riesgo de enfermar.

Conceptos básicos
Patricio Garrahan
Instituto de Química y Fisicoquímica Bológicas, UBA-Conicet


Las leishmaniasis son enfermedades provocadas por parásitos prototozoarios del género Leishmania, es decir, por organismos unicelulares que, a diferencia
de las bacterias, poseen núcleos y mitocondrias, como los seres multicelulares.

El parásito se transmite entre los diversos seres vivientes a los que infecta mediante la picadura de la hembra de un insecto volador cuyo tamaño es aproximadamente un tercio del de un mosquito. En la Argentina suele llamárselo torito, carachai o jején; en inglés su nombre coloquial es sand fly, esto es, mosca de la arena. No genera en vuelo el típico zumbido de los mosquitos y su picadura puede ser molesta pero no deja roncha persistente.

Las leishmaniasis se presentan en tres formas: cutánea, mucosa y visceral. La leishmaniasis cutánea provoca úlceras en la piel, que aparecen luego de un tiempo en el lugar donde picó el insecto y suelen tener un borde rojizo elevado y una depresión central. Se cubren por una costra y si no se infectan no son dolorosas; pueden cicatrizar espontáneamente en un proceso muy lento que dura meses o años y deja cicatrices deformantes. En algunos pacientes se produce en la región de las úlceras una inflamación de ganglios linfáticos.

Las lesiones cutáneas se pueden extender a las mucosas nasal y bucal, por lo que también se habla de leishmaniasis mucosa, que puede aparecer mucho después de la curación de la forma cutánea.

La leishmaniasis visceral es mucho más grave porque invade órganos internos, en particular el hígado, el bazo y la médula ósea. Los enfermos suelen padecer fiebre, pérdida de peso y un aumento del tamaño del bazo y del hígado, así como una disminución del contenido sanguíneo de glóbulos rojos y plaquetas. Se está convirtiendo en una importante infección oportunista en pacientes cuya inmunidad está deprimida por el sida.

Cada año se producen en el mundo alrededor de un millón y medio de casos de leishmaniasis cutánea y medio millón de la forma visceral, la mayor parte en zonas tropicales y subtropicales. No existe de manera endémica en Australia, Chile, Uruguay y la mayor parte de la Argentina, pero desde 1985 se registran epidemias de la forma cutánea en el norte de este último país, y a partir de 2006 se vienen comprobando en cuatro provincias casos de la forma visceral de la enfermedad.

No se dispone de vacunas u otras formas de prevenir la leishmaniasis, salvo las medidas habituales para evitar picaduras de los insectos que la transmiten, por lo que conocer los sitios, las épocas y las horas de actividad de estos es de suma importancia para evitar la enfermedad. Debe sospecharse su presencia en personas que, habiendo residido en regiones donde es endémica, presenten signos que la sugieran.

El parásito se identifica en muestras sospechosas examinándolas mediante microscopio teñidas con un colorante llamado Giemsa. También es útil aislar y cultivar el parásito, así como analizar su desarrollo en animales de experimentación. La detección de anticuerpos es valiosa en las formas viscerales, pero tiene importancia reducida en las formas cutáneas. Suele haber reactividad cruzada entre los anticuerpos inducidos por Leishmania y los correspondientes al Trypanosoma cruzi, el causante de la enfermedad de Chagas.

Fin de la primera entrega.

domingo, 7 de marzo de 2010

Los docentes de la UNR tendrán su año sabático

El proyecto aprobado en la primera sesión del Consejo Superior incluye 12 meses libres de actividad académica, con goce de sueldo, para que los profesores se capaciten, investiguen y puedan enriquecer su trabajo cotiniano. La experiencia no tiene antecedentes en la universidad local.



El Consejo Superior de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) aprobó en su primera sesión el proyecto de ordenanza de año sabático para los docentes. Consiste en un período de doce meses consecutivos libres de las actividades académicas habituales, con goce de haberes, durante el cual el profesor estará obligado a realizar actividades relacionadas con la enseñanza o la investigación, destinadas a su formación intelectual y profesional, y que contribuyan al enriquecimiento académico de la Universidad. Es la primera vez que se implementará en la UNR.

La iniciativa se aprobó en sesión de Consejo Superior que se realizó en la Facultad de Ciencias Agrarias, ubicada en Zavalla. En la misma, el secretario académico de la UNR, Enrique Barés, explicó que el año sabático es “un compromiso de la Universidad en la medida en que contribuye al mejoramiento del plantel docente y es un derecho del investigador porque es la oportunidad de afianzar su producción y de proveer a la sociedad de un conocimiento meditado y reflexionado.”

Uno de los artículos del anteproyecto detalla que sólo podrán aspirar al año sabático aquellos docentes que acrediten un mínimo de seis años ininterrumpidos de actividad docente y que el goce del mismo no interrumpirá el cómputo de su antigüedad en el cargo. "Hoy tenemos funcionando un sistema de carrera docente y se trabaja en la evaluación de 1200 docentes –dijo el funcionario– y a lo largo de los años hubo un aprendizaje institucional de los modos de gestión de la carrera docente. Yo estimo que con el Año Sabático nos va a ocurrir lo mismo, y podremos ultimar detalles que no están contenidos en la norma".

Barés dijo que en este proyecto se trabajó para que pudieran acceder todos los docentes de la Universidad y destacó que el mismo alcanza a los docentes concursados. "Los argumentos están en relación con una definición política de la Universidad que es avanzar en los concursos docentes. De este modo se espera promover tanto los consejos directivos de las facultades como los propios docentes a apetecer el concurso. Éste es el modo más genuino de ejercer la docencia universitaria", concluyó el secretario.

Para leer la noticia completa dirijase a http://www.rosario3.com/noticias/noticias.aspx?idNot=67061

sábado, 6 de marzo de 2010

El regalo de la abuela: anciana deja fortuna para su escuela

Por Aixa Velez
Traducción de Claudio Pairoba



Grace Groner vivió la Gran Depresión, asi que ahorrar dinero era algo en lo que se destacaba.

Nadie sabía cuanto había ahorrado esta mujer hasta que murió en Enero a la edad de 100 años dejando U$S 7 millones al Colegio Lake Forest, del cual se había graduado.
“Por Dios”, dijo el Presidente de la entidad, Steve Schutt, al enterarse de la cifra.
Groner tenía su método para ahorrar dinero. Compraba ropa después de buscar exhaustivamente lugares baratos y caminaba en vez de usar un auto.

“Ella no tenía las necesidades materiales que otra gente tiene”, su amigo y abogado William Marlatt le dijo al Chicago Tribune. “Podría haber vivido en cualquier casa de Lake Forest pero eligió no hacerlo. Disfrutaba de la gente y sus amigos sabían que podían contar con ella. No eran amigos por interés.”

Grace vivía en una casa de un dormitorio en Lake Forest y trabajó como secretaria para los laboratorios Abbot durante 43 años. Nunca sintió la necesidad de tener el estilo de vida acomodado típico de Lake Forest, aunque ocasionalmente se daba algunos gustos.

Una fortuna valuada en millones

Groner empezó por donar pequeñas cantidades de dinero para programas de becas del colegio, y siempre dijo que planeaba donar más después de su muerte, pero nadie esperaba que su contribución fuera de millones.

La fuente de su dinero se origina en una compra de acciones por U$S180 que hizo en 1935. Grace reinvirtió sus ganancias y convirtió su compra inicial en una fortuna de U$S 7 millones.

El dinero va a ayudar a que unos 1.300 estudiantes de Lake Forest puedan tener pasantías y programas de estudio en el extranjero, los cuales no hubieran sido posibles sin la generosa donación de esta mujer.

Además de la donación de 7 millones de dólares, Groner dejó su pequeña casa para el colegio, la cual albergará ganadores de becas que se hayan beneficiado de su donación.

Fuente:
http://www.msnbc.msn.com/id/35729174/ns/us_news-giving/?GT1=43001

viernes, 5 de marzo de 2010

Ceguera congénita: y se hizo la luz.

Por Claudio Pairoba



La amaurosis congénita de Leber (ACL) es una rara enfermedad hereditaria degenerativa de la retina que conduce a una pérdida severa de la visión y que se manifiesta al nacer o en los primeros meses después del nacimiento. Descripta por primera vez por Theodore Leber en el siglo XIX, afecta a 1 de 80.000 nacimientos.

Si bien los bebés nacidos con esta patología pueden mostrar una retina aparentemente normal en un primer exámen, los mismos tendrán una visión reducida al nacer y en unos pocos meses los padres notarán un movimiento involuntario, rítmico y repetido de los ojos conocido como nistagmus. Se considera que los niños que padecen ACL representan entre un 10 y un 18 % del total de casos de ceguera congénita. En la ACL hay una pérdida progresiva de fotorreceptores resultando en ceguera total entre la tercera y cuarta década de vida.

Un exitoso ensayo clínico realizado el año pasado por un grupo de investigadores utilizando terapia génica (*) permitió una recuperación parcial de la visión en uno de los ojos cuando se aplicó a 12 pacientes con pérdida casi absoluta de la visión. La enfermedad puede ser causada por una mutación en cualquiera de un grupo de 14 genes, incluyendo el llamado RPE65, el gen defectuoso en el caso de los 12 individuos afectados.

Debido a este resultado, estos pacientes pidieron que se les aplicara el mismo tratamiento en el otro ojo. El problema: los investigadores no estaban seguros de si repetir el tratamiento podría presentar complicaciones debido a una respuesta inmune al virus de la terapia génica aplicado en el primer ojo.

La respuesta al problema
El mismo grupo de investigadores que incluye científicos del Centro de Oftalmología Molecular de la Universidad de Filadelfia y del Centro para Tratamientos Moleculares y Celulares del Hospital de Niños de Filadelfia, EE.UU., entre otros, acaba de publicar en la revista Science Translational Medicine que es seguro y efectivo aplicar el tratamiento (usando el mismo gen) al segundo ojo de perros y monos (cuyos ojos son similares en tamaño y estructura al humano). Si bien apareció una respuesta inmune, la misma fue benigna y solo en 1 de 10 casos dicha respuesta se mantuvo.

Con el presente estudio los autores concluyen que la administración del virus rAAV2 como vehículo de la terapia génica usando el gen RPE65 es segura y efectiva en animales, incluso en el caso de que exista una respuesta inmunológica previa al mencionado virus, el cual es un criterio que ha excluído a potenciales pacientes de pruebas de terapia génica.

(*) ¿Qué es la terapia génica?
Consiste en reemplazar una copia ausente o defectuosa de un gen por otra normal y funcional dentro de las células de un individuo. El gen que se busca insertar está contenido dentro de un virus el cual sirve como vehículo para que el material genético llegue a destino de manera eficaz. Esta técnica todavía esta en desarrollo ya que en algunos casos los resultados no han sido los esperados y por lo tanto, cuando se la aplica, se lo hace dentro de ensayos clínicos controlados.

Fuente:
Safety and Efficacy of Subretinal Readministration of a Viral Vector in Large Animals to Treat Congenital Blindness.
Defne Amado, Federico Mingozzi, Daniel Hui,2 Jeannette L. Bennicelli, Zhangyong Wei,
Yifeng Chen, Erin Bote, Rebecca L. Grant, Jeffrey A. Golden, Kristina Narfstrom, Nasreen A. Syed, Stephen E. Orlin, Katherine A. High, Albert M. Maguire, Jean Bennett. Science Translational Medicine Vol. 2, Issue 21 21ra16.

De una carrera científica tradicional a crear una empresa basada en biomoléculas para la industria alimentaria y cosmética

Carla Borini Etichetti nos cuenta sobre su vocación científica y el salto a crear una empresa biotecnológica abandonando el camino tradicion...