La revista Ciencia Hoy (www.cienciahoy.org.ar) viene publicando desde hace varios años artículos de primer nivel escritos por investigadores argentinos interesados en la divulgación científica.
En la provincia de Santa Fe se ha detectado en el mes de Diciembre pasado el primer caso en la provincia de leishmaniasis en un perro (www.rosario3.com/noticias/noticias.aspx?idNot=63017).
Para saber más sobre esta enfermedad voy a publicar en 3 partes un interesante y claro artículo escrito por los doctores Patricio Garrahan y Oscar Salomón. Agradezco al Dr. Garrahan el haberme hecho llegar una copia del artículo para poder compartirlo con Uds. a través de este blog.
El artículo fue originalmente publicado en la Revista Ciencia Hoy Volumen 19, número 114 (diciembre 2009 - enero 2010).
Leishmaniasis: Enfermedades antiguas de reciente aparición comprobada en la Argentina
Las leishmaniasis se conocen como enfermedades humanas desde hace siglos, pero en las últimas décadas se han transformado en un serio problema de salud pública en los noventa países en que son actualmente endémicas. Se estima que hoy contraen leishmaniasis cutánea 1,5 millones de personas por año, y 500.000 adquieren leishmaniasis visceral. Unas 350 millones de personas están en situación de riesgo de enfermar.
Conceptos básicos
Patricio Garrahan
Instituto de Química y Fisicoquímica Bológicas, UBA-Conicet
Las leishmaniasis son enfermedades provocadas por parásitos prototozoarios del género Leishmania, es decir, por organismos unicelulares que, a diferencia
de las bacterias, poseen núcleos y mitocondrias, como los seres multicelulares.
El parásito se transmite entre los diversos seres vivientes a los que infecta mediante la picadura de la hembra de un insecto volador cuyo tamaño es aproximadamente un tercio del de un mosquito. En la Argentina suele llamárselo torito, carachai o jején; en inglés su nombre coloquial es sand fly, esto es, mosca de la arena. No genera en vuelo el típico zumbido de los mosquitos y su picadura puede ser molesta pero no deja roncha persistente.
Las leishmaniasis se presentan en tres formas: cutánea, mucosa y visceral. La leishmaniasis cutánea provoca úlceras en la piel, que aparecen luego de un tiempo en el lugar donde picó el insecto y suelen tener un borde rojizo elevado y una depresión central. Se cubren por una costra y si no se infectan no son dolorosas; pueden cicatrizar espontáneamente en un proceso muy lento que dura meses o años y deja cicatrices deformantes. En algunos pacientes se produce en la región de las úlceras una inflamación de ganglios linfáticos.
Las lesiones cutáneas se pueden extender a las mucosas nasal y bucal, por lo que también se habla de leishmaniasis mucosa, que puede aparecer mucho después de la curación de la forma cutánea.
La leishmaniasis visceral es mucho más grave porque invade órganos internos, en particular el hígado, el bazo y la médula ósea. Los enfermos suelen padecer fiebre, pérdida de peso y un aumento del tamaño del bazo y del hígado, así como una disminución del contenido sanguíneo de glóbulos rojos y plaquetas. Se está convirtiendo en una importante infección oportunista en pacientes cuya inmunidad está deprimida por el sida.
Cada año se producen en el mundo alrededor de un millón y medio de casos de leishmaniasis cutánea y medio millón de la forma visceral, la mayor parte en zonas tropicales y subtropicales. No existe de manera endémica en Australia, Chile, Uruguay y la mayor parte de la Argentina, pero desde 1985 se registran epidemias de la forma cutánea en el norte de este último país, y a partir de 2006 se vienen comprobando en cuatro provincias casos de la forma visceral de la enfermedad.
No se dispone de vacunas u otras formas de prevenir la leishmaniasis, salvo las medidas habituales para evitar picaduras de los insectos que la transmiten, por lo que conocer los sitios, las épocas y las horas de actividad de estos es de suma importancia para evitar la enfermedad. Debe sospecharse su presencia en personas que, habiendo residido en regiones donde es endémica, presenten signos que la sugieran.
El parásito se identifica en muestras sospechosas examinándolas mediante microscopio teñidas con un colorante llamado Giemsa. También es útil aislar y cultivar el parásito, así como analizar su desarrollo en animales de experimentación. La detección de anticuerpos es valiosa en las formas viscerales, pero tiene importancia reducida en las formas cutáneas. Suele haber reactividad cruzada entre los anticuerpos inducidos por Leishmania y los correspondientes al Trypanosoma cruzi, el causante de la enfermedad de Chagas.
Fin de la primera entrega.
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