Por Danilo Albergaria. Labjor.
Traducción de Claudio Pairoba
Actualmente, una de las mayores preocupaciones relacionadas con el desenvolvimiento económico de un país reside en la producción de innovaciones. En una comparación entre la economía emergente brasileña con otras ya bastante desarrolladas, como la de los EE.UU. o Japón, una de las diferencias más perceptibles está en las relaciones entre los centros de producción de saber, como las universidades e institutos de investigación, con las empresas privadas que constituyen el sector productivo. La simbiosis entre estos dos sectores es cada vez mayor en los países desarrollados, mientras que en Brasil esa interacción todavía patina.
En la búsqueda por entender en qué estado se encuentra la situación de colaboración entre investigación científica y empresas en Brasil, hace cerca de dos años, investigadores del Departamento de Política Científica y Tecnológica (DPCT) del Instituto de Geociencias de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) constituyeron un grupo de investigación que comienza a mostrar resultados.
En líneas generales, el proyecto del DPCT busca entender el patrón actual, en Brasil, de la colaboración entre universidades e institutos de investigación con las empresas privadas, mirando a la producción de innovaciones tecnológicas. Se preveen 4 años de trabajo y dos ya han transcurridos. El proyecto forma parte de una iniciativa internacional encabezada por Richard Nelson, de la Universidad de Columbia, una de las autoridades mundiales sobre el tema.
Como indica Wilson Suzigan, uno de los investigadores del grupo, el proyecto pasó por la fase de recolección y discusión de la literatura teórica sobre el tema, producida principalmente por autores de los países centrales, económicamente desarrollados, como los EE.UU. y buena parte de Europa, y de un país en desarrollo, que se destaca en la relación entre investigación y sector productivo, Corea del Sur. El objetivo es saber si esa producción teórica sería útil para entender el caso brasileño.
De inmediato, los investigadores del DPCT prepararon una encuesta para entender mejor el perfil tanto de los grupos e instituciones de investigación así como de las empresas que interaccionan con ellos. Usando la base de datos del CNPq (NT: Centro Nacional de Investigaciones) para llegar a los jefes de los grupos de investigación del interior del país y aplicando un cuestionario, el grupo de Unicamp consiguió encontrar más de 2.300 grupos de investigación que se declararon en estado de interacción con empresas privadas. “La idea es comparar los grupos de investigación que colaboran con aquellos que no colaboran con el sector productivo”, afirma Suzigan.
De los 2.300 grupos que afirmaron alguna interacción con empresas, 1.005 dieron respuestas que posibilitaron un conocimiento en detalle de esa interacción, permitiendo incluso al grupo de la DPCT llegar a las empresas involucradas en la colaboración con los centros del saber. El primer trabajo resultante de esos estudios fue presentado en el Febrero de 2009, en un seminario internacional sobre el tema en Seúl, Corea del Sur, y publicado en Diciembre por la Seoul Journal of Economics.
Esa primera producción del grupo de Suzigan se inclinó, por el momento, un poco hacia el lado de las universidades, intentando entender cuál es la visión de los investigadores que interaccionan con las empresas privadas, por ejemplo si realizan proyectos conjuntos o si sólo hacen trabajos de consultoría.
Suzigan dice que, con respecto a las encuestas enfocadas para entender el lado de las empresas, ha sido mucho más difícil extraer información que ilumine el problema: de las 1.500 empresas consultadas, sólo 326 respondieron al cuestionario. Suzigan recuerda que la falta de predisposición para responder a la investigación se da, fundamentalmente, entre empresas que son de sectores económicamente estratégicos o de la frontera tecnológica. Aunque los resultados preliminares todavía están siendo redactados, Suzigan adelanta que hay algunas sorpresas, como la constatación de que las universidades son buscadas para desarrollar proyectos en conjunto con las empresas y no simplemente para hacer consultoría, aunque la consultoría de los investigadores todavía tenga importancia en las interacciones investigación-empresa.
Una de las conclusiones preliminares de este proyecto es la de que los beneficios que derivan de la colaboración entre empresas e investigadores son muy valoradas por ambas partes. Hay un claro intercambio y transferencia de conocimientos entre los sectores, afirma Suzigan. Los investigadores ganan un importante conocimiento al cual, de otra forma, tal vez no tendrían acceso; con respecto a las empresas, consiguen complementar su conocimiento técnico-científico, aplicándolo a la producción de innovaciones. El objetivo final del grupo de investigación de la Unicamp es justamente sugerir políticas públicas que implementen y profundicen, en el Brasil, esas interacciones fundamentales para el desarrollo económico contemporáneo.
Fuente
http://www.oei.es/divulgacioncientifica/noticias_261.htm
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