martes, 13 de julio de 2010

La “cómoda” relación entre los médicos y la industria médica bajo ataque

Por EconomyWatch
Traducción de Claudio Pairoba
13 de Julio de 2010.


En el más reciente esfuerzo por romper la, a menudo, cómoda relación entre los médicos y la industria médica, la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan se ha convertido en la primera en decidir que ya no aceptará dinero de los productores de medicamentos y fabricantes de aparatos para pagar los cursos que los profesionales necesitan para renovar sus licencias médicas.

Funcionarios de la universidad votaron por eliminar la financiación comercial, a partir del próximo Enero, para la educación médica de postgrado, una práctica que se ha vuelto el centro de atención de miembros de la comunidad educativa, asociaciones médicas, expertos en ética y legistas debido a su potencial para promover productos antes que los intereses del paciente.

El Dr. James O. Woolliscroft, decano de la Facultad de Medicina de Michigan, dijo que los miembros prominentes de la entidad “querían que la educación estuviera libre de intereses, que se base en la mejor evidencia y en una visión equilibrada del tema en discusión.”

Mientras que la financiación en cuestión llega hasta U$S 1 millón al año en Michigan, los pagos comerciales para conferencistas de la industria y cursos a nivel nacional llegan a cerca de U$S 1000 millones, cerca de la mitad de los gastos para tales cursos.

El debate acerca de si la profesión médica debería desarrollar un modelo separado de la industria para la educación de postgrado es un tema delicado.

Ya en este año, el debate ha conducido a enfrentamientos públicos ante la posición defensiva que grupos de médicos han adoptado frente a las propuestas de nuevas restricciones para la participación de la industria en los cursos conocidos como Educación Médica Continuada o EMC.

El cuerpo de acreditación para educación médica de postgrado, por ejemplo, recientemente expresó que no va a otorgar más crédito a doctores por asistir a congresos médicos que consistan en empleados de la industria presentando investigación de productos.

La decisión se encontró con aullidos de descontento por parte de algunos médicos este mes, incluyendo al director de los Institutos Nacionales de Salud y al presidente de la Sociedad de Cardiología Norteamericana, quien dijo que va a aislar a los médicos del conocimiento científico.

En el otro lado de la cuestión, un experto en ética médica enfatizó que la prohibición no fué lo suficientemente lejos.

El Dr. Bernard Lo, autor principal en el 2008 de un informe del Instituto de Medicina sobre conflictos de interés, dijo que a los médicos privados así como los académicos a quienes se les paga para hablar ante las compañías farmacéuticas se les debería prohibir presentar material educativo en conferencias acreditadas.
“Portavoces para sus productos,” los llamó.

Las compañías de educación médica privadas, las cuales reciben dinero de las empresas farmacéuticas para organizar tales cursos y algunos doctores que dirigen esos cursos, no comparten la idea de que el financiamiento de oradores por parte de la industria lleve a parcialidades.

La educación médica continuada se ha vuelto un gran negocio en los EE.UU., con más de 700 proveedores acreditados.

El gasto total en tales cursos alcanzó un máximo de U$S 2.500 millones en el 2007, incluyendo un record de U$S 1.200 millones pagados por las compañías, de acuerdo al Concejo para Acreditación de la Educación Médica Continuada, un grupo regulador sin fines de lucro.

Ha disminuído ligeramente desde entonces a medida que la academia introdujo nuevos límites para la participación de la industria.

Thomas Sullivan, presidente de la Rockpointe Corporation, una compañía de educación médica que ha recibido millones de dólares de empresas farmacéuticas, dijo que el sistema de acreditación está construido con sistemas de control para prevenir la influencia de la industria sobre el contenido de los cursos o el proceso de selección.

Los cursos mismos están dirigidos a mejorar la atención del paciente, dijo, no a promocionar una determinada marca o tratamiento.

“Realmente no estamos tratando de incrementar las prescripciones,” dijo Sullivan, quien escribe un blog llamado Políticas y Medicina. “Es más que nada acerca de dar un mejor cuidado.”

Pero el Dr. Michael Steinman, un profesor de medicina asociado del Centro Médico V.A. San Francisco quien ha estudiado el uso de la educación médica como una estrategia de marketing, manifestó que las compañías enfrentan un conflicto de intereses inherente.

“Los proveedores de los cursos tienen un sutil, y probablemente inconciente, incentivo de brindar cursos que sean favorables para la industria porque ellos saben donde se les unta el pan,” expresó.

Aún así, no hay muchos trabajos científicos que estén investigando el potencial del comercio tendencioso en los cursos de educación médica continuada.
El Dr. Steinman, quien condujo uno de tales estudios, dijo que investigación relacionada en ciencias sociales demuestra que la gente que recibe regalos a menudo se siente obligada a devolver el favor, de acuerdo a un artículo publicado en el New York Times (1).

“La industria no estaría pagando miles de millones de dólares para hacer esto si no los beneficiara,” dijo. El debate se puso al rojo en una reunión en Junio, cuando algunos de los más reconocidos médicos de la nación se enteraron de la decisión del comité de acreditación de negar a los médicos créditos educativos si empleados de la industria presentaban hallazgos en el congreso de otoño de la Asociación Cardiológica Norteamericana.

El Dr. Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud, criticó “la increíble movida para aplastar algo que es realmente importante para nosotros, lo cual es la ciencia que se está llevando a cabo en el sector privado.”
Por otra parte, el Dr. Clyde W. Yancy, presidente de la Asociación Cardiológica, dijo que estaba armando una contundente apelación para el grupo acreditador.
Pero el Dr. Murray Kopelow, jefe ejecutivo del concejo de acreditación, dijo que la política se aplica solamente a empleados de compañías que hablan acerca de productos, no a aquellos que dan charlas sobre ciencia básica o metodología de la investigación.

“La ciencia que hace la industria puede ser informada por la industria si no tiene nada que ver con hacer propaganda, promocionar o crear un mercado para un producto,” dijo en una entrevista.

El concejo de acreditación comenzó en el 2004 a insistir en que los cursos deberían estar “libres del control de un interés comercial”, pero algunas organizaciones médicas como la asociación cardiológica han estado protestando desde que una clarificación el año pasado prohibía a empleados de la industria hablar sobre sus líneas de negocios en eventos acreditados.

A medida que los grupos médicos se mantienen alejados del dinero de la industria, los médicos pueden tener que enfrentarse a cursos más caros, dijo el Dr. Paul R. Lichter, director del Kellog Eye Center de la Universidad de Michigan.

Su departamento no ha aceptado dinero de las empresas para tales cursos por décadas, dijo.
El año entrante, la Facultad de Medicina en su totalidad planea eliminar la financiación comercial para los programas.

“Esto se puede hacer,” dijo Lichter. “Es a lo que estamos acostumbrados lo que hace difícil el cambio.”

1. Debate over Industry role in educating doctors. Natasha Singer y Duff Wilson.
http://www.nytimes.com/2010/06/24/business/24meded.html?_r=2&emc=eta1.

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