En este artículo publicado el 5 de Mayo de 2010, David Caploe analiza el comportamiento del presidente norteamericano a la luz de los acontecimientos más destacados que han ocurrido en el país del norte. Este comportamiento sigue alejando a muchos de sus seguidores quienes sólo encuentran una palabra para definir a Obama: desilusión.
Por David Caploe, Editor en Jefe de Política Económica, EconomyWatch.com
Traducción de Claudio Pairoba
Desde que se convirtió en presidente, Barack Obama ha mostrado un alarmante y constante patrón de comportamiento:
Ignorar los deseos de las bases que lo eligieron por favorecer una serie de fallidos y constantes intentos por encontrar una “cooperación” bipartidaria con los Republicanos,
y – acá viene lo llamativo – con otros actores que definitivamente no son parte de las bases,
sobre todo las grandes corporaciones e industrias quienes abiertamente han manifestado su oposición a los más mínimos esfuerzos del presidente para “cambiar”.
Los ejemplos son demasiados numerosos para mencionarlos, pero al pasar, al menos, podemos mencionar el “debate” sin sentido sobre la “reforma” del sistema de “salud” la cual fue finalmente aprobada sin ningún tipo de ayuda de sus supuestos “amigos del otro lado del pasillo”.
A pesar de la falta total de ayuda republicana – sin mencionar la, a menudo violenta, retórica opositora de su elemento más activo, la pandilla del Tea Party (NT: Partido del te, movimiento político en contra de los impuestos del gobierno)
Obama pudo volver a su, aparentemente breve pasado como organizador comunitario en Chicago, y logró imponer en el congreso al menos alguna versión de la reforma del sistema de salud
Si bien todavía nadie tiene una idea real de cuáles son las mejoras, si hay alguna, que el “Obamacare” (NT: el autor hace referencia al sistema de salud de Obama) va a representar para los norteamericanos, hay un consenso general acerca de que si la legislación no se hubiera aprobado, esto hubiera sido desastroso para él, no solo en su país sino también en el exterior.
En la excitación del alivio que acompañó esta “victoria”- obtenida nuevamente sin la ayuda de ningún republicano O de las grandes empresas de salud que los respaldan (industrias farmacéuticas / empresas de seguros / hospitales / HMOs / médicos) muchos miembros de su base de apoyo en constante disminución pensaron que el presidente había finalmente entendido el mensaje acerca de quienes son realmente sus amigos, y que las cosas iban finalmente a cambiar.
Desafortunadamente para ellos, tuvieron un duro golpe poco después, el último día de Marzo, cuando Obama anunció nuevos planes para una extensa perforación petrolera mar adentro, una iniciativa que no solo apareció de la nada, sino que puso en juego nuevas áreas que previamente habían sido consideradas fuera de discusión.
Como siempre, por supuesto, no estuvo ni siquiera cerca de ser suficiente para los republicanos o sus jefes en la industria petrolera, pero fue un golpe devastador para los medioambientalistas y otros componentes de su electorado, quienes no podían creer que Obama estuviera “traicionando sus (y también de ellos) principios tan pronto después de haber luchado tan duramente por la reforma del sistema de salud, donde todos sus esfuerzos “bipartidarios” habían demostrado ser tan innegablemente infructuosos.
Sin embargo, el malestar por esta cuestión se perdió rápidamente unas pocas semanas atrás, el Viernes 16 de Abril, un día después del día de la declaración de impuestos, con el, aparentemente, sorpresivo anuncio de que la Comisión de Cambio y Valores iba a presentar una demanda civil – no criminal – contra Goldman Sachs, la actual personificación del mal de Wall Street.
Para que nos entendamos, algunos observadores – incluyéndonos a nosotros – se han sentido, y continúan estándolo, un poco molestos por varios aspectos de toda la situación, pero el pensamiento generalizado entre los que apoyan a Obama es que, en las palabras de Simon Johnson, “el momento Pecora” había llegado y Obama iba al fin a gobernar Wall Street.
Fue entonces en el contexto de entra gran farsa entre la CIV y GS – destacada por un largamente organizado “Día de Goldman Sachs” en Capitol Hill, cerca de 10 días después, el 27 de Abril – que el derrame de petróleo de la BP en el Golfo de México, literalmente, hizo erupción el 21 de Abril.
Si la explosión no hubiera sido tan grande – o durado tanto – podría haber llegado a escapar la atención nacional e internacional, tapada como lo fue por la demanda de la CIV, y la – desde nuestro punto de vista no muy impresionante – teatralización del pedido de informes por parte del senado.
Desafortunadamente para la BP – y Obama – Y nuestro “amigo” contratista sin licitación (conocido desde la época de la farsa / invasión de Iraq) Halliburton, cuyo trabajo de cementación estuvo directamente involucrado en el desastre,
el derrame no fue contenido rapida o efectivamente, sino que empezó, literalmente, a meterse en la conciencia de la gente como, quizás, uno de los desastres ecológicos más grandes en la historia de los EE.UU.
De seguro, coronando el Día de la Tierra, Obama emitió la requerida declaración de preocupación, pero no pareció estar apretando a nadie para hacer que esta situación fuera la prioridad del gobierno federal.
De hecho, le llevó al presidente 9 días mencionar la tragedia y 12 días destinar recursos federales.
Por un lado, esto fue en cierto modo entendible, ya que había gran incertidumbre sobre lo que estaba realmente ocurriendo en el golfo. Y lo que es más importante, hubo tanto alboroto acerca de Goldman – una historia que estaba esperando para hacer eclosión desde el Septiembre Negro de 2008 – que no era ninguna sorpresa que la gente estuviera enfocada en ese tema.
Por el otro, había muchas similitudes extrañas entre la forma relajada en que Obama manejó el derrame de petróleo y la forma despreocupada en que George W. Bush manejó el huracán Katrina – sin mencionar que ambos hechos ocurrieron en el Golfo de México, amenazando a la misma gente y al mismo ecosistema que había sido tan devastado por el huracán.
Pero no fue hasta una semana después de que el fuego había empezado que Obama declaró que su gobierno iba a responder “agresivamente” a la situación,
y causó más sorpresa al juntar estos anuncios con la noticia de que – más que hacer una visita personal a los sitios afectados – iba a quedarse en Washington, DC para asistir a la Cena Anual de los Corresponsales de la Casa Blanca,
lo cual no es sólo uno de los eventos más importantes de la “vida social” sino que su característica distintiva es la “jocosidad” en la cual el presidente – quien es siempre el invitado de honor – participa.
Dice un diario “Para el Sr. Obama, la caída política ‘fue agravada por el hecho que tradicionalmente el presidente da un discurso gracioso,’ dijo Martha Kumar, una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Towson.
“Allí está uno en Washington con celebridades y los medios mientras la vida silvestre y los pescadores están empapados en aceite? Eso no le sirvió de mucho a la Casa Blanca o a la prensa, a fin de cuentas.”
Mientras Obama FUE al golfo el Domingo, el daño ya había sido hecho – e incrementó su aparente indiferencia de antemano.
Y mientras él HA suspendido la perforación petrolera – “por el momento” – es un poco difícil para él aparecer como un decidido defensor del medio ambiente,
cuando el mismo, menos de un mes ANTES del derrame, había inesperadamente respaldado tanto el principio, y la extensión a aguas previamente no afectadas, de las perforaciones mar adentro.
Sumándose a la imagen de indiferencia está la lenta – aunque imparable – aproximación de la mancha de petróleo hacia los humedales ya golpeados por Katrina y sus secuelas.
Publica otro diario: “El petróleo se ha metido en las costas del golfo. Si bien el daño eventual podría superar al accidente del Exxon Valdez en Alaska, esto no se sabrá por semanas o meses...
Bill Eichham del Fondo Mundial para la vida Silvestre dijo que el desastre mostró que los planes de expansión [para más perforaciones en alta mar] fueron una mala idea.
“Este derrame en el golfo es como tener un ataque al corazón en Nueva York,” agregó. “Todo lo que uno necesita para solucionarlo esta allí.” “Si uno tiene un derrame en el Ártico, es como tener un ataque en el Polo Norte. Ahí no hay nada para ayudarte a solucionarlo.”
Así que qué nos dice esto sobre Obama, aparte del hecho de que durante la campaña presidencial de 2008, él fue el principal destinatario de contribuciones de BP, alcanzando la impresionante suma de U$S 71.000.
Es más, subraya el punto central que expusimos después de nuestro viaje de dos meses a los EE.UU.:
Que quizás el error más grande de Obama es su continua dependencia de intermediarios – todos los cuales tienen un interés financiero directo en cualquier causa que esté en juego – ya sea para formular o ejecutar políticas claves que deberían ser manejadas directamente por el gobierno federal.
Obama tiene razón al decir que toda la situación es resultado directo de las acciones de varias corporaciones – BP por supervisar la operación en su totalidad / Halliburton por la falla en la cementación / y Deepwater Horizon por la perforación -
Y que los tres son responsables de limpiar el enorme problema que han creado.
Pero también es el súmmum del autoengaño el creer que ellos realmente van a cumplir hasta el final con esas responsabilidades
SIN la intervención activa del gobierno federal en HACERLES tomar las acciones necesarias –
Especialmente, cuando las consecuencias de cualquier falla por parte de ellos van a ser graves, no solo para la gente en general, sino para la gente y la tierra que, menos de 5 años atrás, ya fueron víctimas del hasta ahora más grande desastre natural en la historia de los EE.UU. y del que han comenzado a recuperarse en muy pequeña medida, si es que lo han hecho.
Para Obama, poner la responsabilidad en las corporaciones no solo de pagar – lo cual está bien – sino de tomar medidas para proteger las poblaciones afectadas y ecosistemas durante una época de peligro obvio
el cual amenaza las vidas y sustento de millones de personas Y un ecosistema ya de por sí frágil y dañado
es verdaderamente el colmo no sólo de la irresponsabilidad, sino de una insensiblidad e indiferencias garrafales.
La confianza de Obama en los intermediarios ya ha transformado la “reforma” del sistema de salud en una mala broma cuyos efectos nadie puede predecir con certeza,
y parece como que una dependencia similar en los bancos demasiado grandes para fallar y las compañías de seguros va a resultar en una reforma financiera que parece probable que beneficie solamente a aquellos que ya han sido beneficiados con riqueza y poder.
Si el presidente adopta una postura similar de seguir usando intermediarios para tratar el que quizás sea el desastre medioambiental más grande en la historia moderna norteamericana no será más que un escándalo.
Solo podemos esperar que se dé cuenta pronto, y comience a sacar ventaja de los poderes de su cargo y del gobierno federal.
Si no lo hace, entonces el derrame de BP será su Katrina – y eso es algo que no lo va a beneficiar ni a él ni a los EE.UU.,
Ni, de hecho, al resto del mundo, el cual necesita algo mucho más humano, efectivo y visionario de un presidente norteamericano en quien se han depositado tantas esperanzas.
David Caploe PhD
Economista Político en Jefe
EconomyWatch.com
Presidente acalaha.com
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